Ofen­si­va anti­sin­di­cal y expo­lia­ción labo­ral en Esta­dos Uni­dos (segun­da parte)

Duran­te dos siglos el sis­te­ma capi­ta­lis­ta de una nación pode­ro­sa y en expan­sión ha diri­gi­do bue­na par­te de sus empe­ños a divi­dir a los tra­ba­ja­do­res, aba­ra­tar la fuer­za de tra­ba­jo y des­truir a los sin­di­ca­tos, el uso común de rom­pehuel­gas, repri­mir a san­gre y fue­go sus más com­ba­ti­vas agru­pa­cio­nes, coop­tar y corrom­per muchas de sus esfe­ras diri­gen­tes y del sin­di­ca­lis­mo ama­rri­llo, y lograr inclu­so que una par­te de ellos apo­ya­ran las polí­ti­cas imperiales.

Por otro lado, el movi­mien­to sin­di­cal rara­men­te es con­si­de­ra­do hoy como una voz de avan­za­da o como un alia­do con­sis­ten­te de los movi­mien­tos socia­les progresistas.

Movi­li­dad del capi­tal, sub­con­tra­tos y fuga de pues­tos de trabajo

La glo­ba­li­za­ción neo­li­be­ral que cobró impul­so hace unos cua­ren­ta años impul­sa­da por los avan­ces tec­no­ló­gi­cos y movi­mien­to de bie­nes, ser­vi­cios y capi­tal a tra­vés de las fron­te­ras, impac­tó de for­ma y con resul­ta­dos dife­ren­tes en diver­sos sec­to­res de la socie­dad esta­dou­ni­den­se y ori­gi­nó serios cam­bios en la eco­no­mía del trabajo.

Duran­te las últi­mas déca­das un sin­nú­me­ro de plan­tas indus­tria­les y pues­tos de tra­ba­jo se fue­ron al Sur, a la cos­ta Oes­te y al exte­rior, o han sido rees­truc­tu­ra­das acor­de a cam­bios tec­no­ló­gi­cos que ame­na­zan con reem­pla­zar tra­ba­ja­do­res en muchos sec­to­res de la eco­no­mía, redu­cen el valor de mer­ca­do de las labo­res más cali­fi­ca­das y hacen menos segu­ros los pues­tos de tra­ba­jo. Más de 30 millo­nes de empleos des­apa­re­cie­ron por esta vía solo en los años 1970.

Res­pec­to al país ese fue un pro­ce­so de cor­tas miras; un fac­tor prin­ci­pal que con­du­ci­ría a la des­in­dus­tria­li­za­ción y a gene­rar la vul­ne­ra­bi­li­dad de las cade­nas de sumi­nis­tro pro­pias. Actual­men­te el sec­tor de ser­vi­cios repre­sen­ta más de las tres cuar­tas par­tes de los empleos del país, mien­tras que los ofi­cios indus­tria­les y manu­fac­tu­re­ros emplean menos de una quin­ta par­te del mer­ca­do laboral.

Ha teni­do lugar a esca­la glo­bal, inclu­yen­do en los lla­ma­dos paí­ses indus­tria­les, una amplia­ción del exce­so rela­ti­vo de mano de obra; una dis­mi­nu­ción del tra­ba­jo asa­la­ria­do esta­ble que se haría más mar­ca­da en lo ade­lan­te1. Por ejem­plo a par­tir de la cri­sis finan­cie­ra del 2008, el peso de los pro­ce­sos de exclu­sión se mani­fies­ta con más fuer­za en los lla­ma­dos paí­ses cen­tra­les, como Esta­dos Uni­dos, con toda una suer­te de impli­ca­cio­nes polí­ti­cas. En el sec­tor pri­va­do aumen­ta­ban, sin embar­go, los pues­tos de tra­ba­jo como admi­nis­tra­ti­vos y supervisores.

Un artícu­lo del aca­dé­mi­co cata­lán Vice­nç Nava­rro2 seña­la que, des­de que el pre­si­den­te Clin­ton fir­mó el tra­ta­do de libre comer­cio en 1994 entre Esta­dos Uni­dos, Cana­dá y Méxi­co (NAFTA por sus siglas en inglés), quin­ce fábri­cas deja­ron Esta­dos Uni­dos dia­ria­men­te en bus­ca de paí­ses con sala­rios más bajos y con menor pro­tec­ción social. Ese tra­ta­do, como otros de comer­cio e inver­sio­nes de moda en los últi­mos tiem­pos, bene­fi­ció a las cla­ses empre­sa­ria­les de los tres paí­ses a cos­ta de las cla­ses popu­la­res de cada país. La sus­ti­tu­ción del NAFTA por el nue­vo acuer­do T‑MEC tie­ne efec­tos similares.

Las ganan­cias de las cor­po­ra­cio­nes aumen­tan a pesar de haber redu­ci­do la con­tra­ta­ción de fuer­za de tra­ba­jo. Par­te de la expli­ca­ción está en que los fabri­can­tes esta­dou­ni­den­ses devie­nen cada vez menos depen­dien­tes de fuer­za de tra­ba­jo domés­ti­ca para sus con­tra­tas o sus ven­tas, dado que ellos de for­ma sos­te­ni­da expan­den sus ope­ra­cio­nes, sus sumi­nis­tros, su pro­duc­ción y sus ven­tas en mer­ca­dos del exterior.

El mode­lo nacio­na­lis­ta y for­dis­ta de capi­ta­lis­mo, que se apo­ya­ba en la cola­bo­ra­ción entre patro­nes, líde­res sin­di­ca­les y el gobierno, se trans­for­mó ace­le­ra­da­men­te en un mode­lo inter­na­cio­na­li­za­do de capi­ta­lis­mo, y de rápi­da movi­li­dad del capi­tal, que enfa­ti­za el libre comer­cio, la des­re­gu­la­ción, la inno­va­ción tec­no­ló­gi­ca y la exter­na­li­za­ción de fun­cio­nes. Asi­mis­mo, en varias ramas la auto­ma­ti­za­ción y las nue­vas tec­no­lo­gías han vuel­to obso­le­ta la nece­si­dad de gran­des dota­cio­nes de personal.

Ello fue impul­sa­do por un cam­bio estruc­tu­ral fun­da­men­tal: el sis­te­ma de pro­duc­ción masi­va que por lar­gos años había garan­ti­za­do una supues­ta con­ver­gen­cia de intere­ses entre patro­nos y tra­ba­ja­do­res esta­ba sien­do des­man­te­la­do por la revo­lu­ción tec­no­ló­gi­ca y por la dis­per­sión glo­bal de las plan­tas de pro­duc­ción. Según William Grei­der, se había aca­ba­do el lla­ma­do círcu­lo vir­tuo­so de post gue­rra, don­de algo de los aumen­tos pro­duc­ti­vos bene­fi­cia­ban a algu­na mane­ra a todos.

La pro­duc­ti­vi­dad indus­trial se incre­men­tó a menor rit­mo, mien­tras que los sala­rios se estan­ca­ban o des­cen­die­ron en tér­mi­nos reales. Inclu­so, indus­tria tras indus­tria los nive­les edu­ca­cio­nes o de cali­fi­ca­ción aumen­ta­ron, en tan­to que el sala­rio real se redu­cía3. Como se cono­ce, la par­te de la mano de obra en los ingre­sos dis­mi­nu­ye cuan­do los sala­rios cre­cen más len­ta­men­te que la productividad.

En un ambien­te de pér­di­da de poder nego­cia­dor de los sin­di­ca­tos, se implan­tó inten­cio­nal­men­te la fra­se fle­xi­bi­li­dad del mer­ca­do labo­ral como un eufe­mis­mo con­tra­pues­to a un ambien­te labo­ral con pro­tec­cio­nes para los tra­ba­ja­do­res tales como un ade­cua­do sala­rio míni­mo, repre­sen­ta­ción sin­di­cal, razo­na­ble com­pen­sa­ción para los tra­ba­ja­do­res que pier­dan sus empleos, etc. Por con­tras­te, la con­di­ción de «fle­xi­ble» les otor­ga a los patro­nes la potes­tad para dis­po­ner a volun­tad de sus tra­ba­ja­do­res y del régi­men laboral.

Los nive­les de paro se han man­te­ni­do rela­ti­va­men­te altos, inclu­so cuan­do nor­mal­men­te los datos ofi­cia­les dejan de con­tar a los muchos des­em­plea­dos que dejan de bus­car empleo. Los gru­pos más gol­pea­dos por el des­em­pleo son las mino­rías racia­les, los jóve­nes, las muje­res y los tra­ba­ja­do­res no calificados.

Por otro lado, la reduc­ción del poder de nego­cia­ción de los tra­ba­ja­do­res es un fac­tor que, como men­cio­na­mos antes, ha con­tri­bui­do al alza explo­si­va de las desigualdades.

La des­apa­ri­ción de empleos, par­ti­cu­lar­men­te de obre­ros del nor­te indus­trial con altos sala­rios y alta­men­te sin­di­ca­li­za­dos, fue uno de los fac­to­res que hizo mer­mar gra­ve­men­te las filas sin­di­ca­les, mien­tras que la orto­do­xia del mer­ca­do ha segui­do eclip­san­do casi todas las alter­na­ti­vas legis­la­ti­vas y los esfuer­zos organizativos.

Ha teni­do lugar ace­le­ra­da­men­te un cam­bio en gran esca­la en los empleos con menos tra­ba­ja­do­res en esfe­ras de alta remu­ne­ra­ción y más en los sec­to­res de bajos sala­rios. Asi­mis­mo, en los últi­mos cin­cuen­ta años se ha veni­do pro­du­cien­do un incre­men­to gene­ral de la explo­ta­ción del tra­ba­jo a tiem­po parcial.

En la post­gue­rra sur­gie­ron agen­cias pri­va­das pro­vee­do­ras de tra­ba­ja­do­res tem­po­ra­les las cua­les pro­mue­ven lo que ellos deno­mi­nan un enfo­que lim­pio de paja para los empre­sa­rios que con­si­de­ra­ran mini­mi­zar sus cos­tos labo­ra­les. Pro­veen con­tra­tos a cor­to pla­zo, tareas oca­sio­na­les a pedi­do del emplea­dor, y en fin mayor pre­ca­rie­dad labo­ral. Las mis­mas se esta­ble­cie­ron como un «nue­vo sec­tor de tra­ba­jo con­fia­ble a bajo cos­to», de emplea­dos exclui­dos de muchas de las pro­tec­cio­nes obte­ni­das por los sindicatos.

Según esti­ma­dos basa­dos en datos del Buró del Cen­so, por ejem­plo, en la indus­tria de repues­tos auto­mo­vi­lís­ti­cos los sub­con­tra­ta­dos por esas agen­cias reci­bían como pro­me­dio 29% menos sala­rios que los con­tra­ta­dos por la empre­sa manu­fac­tu­re­ra don­de trabajaban.

Esas fir­mas (staf­fing com­pa­nies) son asi­mis­mo un meca­nis­mo de exclu­sión o des­truc­ción sin­di­cal. Los tra­ba­ja­do­res son sub­con­tra­ta­dos a tra­vés de esas agen­cias y sus recla­mos o dere­chos no son con la enti­dad don­de labo­ran sino con la empre­sa emplea­do­ra; des­de la cri­sis de 2008, un quin­to de los pues­tos de tra­ba­jo crea­dos han sido tem­po­ra­les, fue­ra de plan­ti­llas. Estas pode­ro­sas com­pa­ñías hacen con­tri­bu­cio­nes para la reelec­ción de polí­ti­cos, tie­nen equi­pos de lobby en Washing­ton e influ­yen en la redac­ción de las leyes labo­ra­les acor­de a sus intere­ses4.

Asi­mis­mo, la sub­con­tra­ta­ción de tra­ba­ja­do­res per­mi­te a las empre­sas evi­tar asu­mir res­pon­sa­bi­li­dad por malas prác­ti­cas labo­ra­les, a lo que se une un ali­caí­do sis­te­ma de con­tra­tos colec­ti­vos, pro­ce­sos de arbi­tra­je ten­den­cio­sos, débi­les leyes y regu­la­cio­nes labo­ra­les, así como la ausen­cia de polí­ti­cas antimonopólicas.

Un fac­tor ha sido tam­bién la polí­ti­ca de acuer­dos comer­cia­les que se han impues­to en la era de glo­ba­li­za­ción, bene­fi­cio­sos en gene­ral para los paí­ses indus­tria­li­za­dos y nefas­tos para la mayo­ría de las nacio­nes del ter­cer mun­do y sus sobe­ra­nías. Tales con­ve­nios han teni­do tam­bién impac­tos nega­ti­vos en Esta­dos Uni­dos que han recaí­do des­pro­por­cio­na­da­men­te sobre los tra­ba­ja­do­res indus­tria­les quie­nes tenían muchos de los empleos mejor paga­dos y que han sido relo­ca­li­za­dos hacia el exterior.

Aun­que los obs­tácu­los por delan­te resul­ta­rían enor­mes, la de los años 1970 fue una déca­da de cre­cien­te radi­ca­lis­mo de los tra­ba­ja­do­res, con muchas ini­cia­ti­vas en las bases sin­di­ca­les y for­ma­ción de agru­pa­cio­nes inde­pen­dien­tes, de movi­mien­tos por la demo­cra­cia sin­di­cal y de avan­ces en la orga­ni­za­ción sec­to­res públi­cos. Tuvie­ron lugar impor­tan­tes huel­gas de mine­ros, de tra­ba­ja­do­res de correos, camio­ne­ros y de líneas aéreas entre otras, y nacie­ron sig­ni­fi­ca­ti­vas agru­pa­cio­nes independientes.

La gran ofen­si­va patronal

El anti­sin­di­ca­lis­mo en Esta­dos Uni­dos tie­ne una lar­ga tra­di­ción y muy amplia agen­da, impul­sa­da por una pode­ro­sa coa­li­ción de ideó­lo­gos anti­sin­di­ca­les, ope­ra­ti­vos repu­bli­ca­nos y gru­pos de pre­sión corporativos.

Lue­go del fin del boom eco­nó­mi­co de las déca­das de 1950 y 1960 los líde­res de la indus­tria, el comer­cio y las finan­zas en Esta­dos Uni­dos rom­pie­ron y des­car­ta­ron el frá­gil con­tra­to táci­to que pre­via­men­te exis­tie­ra duran­te el ante­rior perío­do de cre­ci­mien­to y pro­gre­so. Inten­ta­ban man­te­ner altas tasas de ganan­cia en cir­cuns­tan­cias cuan­do el lla­ma­do pas­tel eco­nó­mi­co se redu­cía. Se pro­du­jo enton­ces un cam­bio hacia la con­fron­ta­ción por par­te de la comu­ni­dad de nego­cios y un ata­que con­cer­ta­do con­tra los sin­di­ca­tos a par­tir de los años 1970 y que apro­ve­cha las debi­li­da­des de las leyes labo­ra­les del país para supri­mir la capa­ci­dad de los tra­ba­ja­do­res para orga­ni­zar­se y optar por la nego­cia­ción colectiva.

Esos pro­pó­si­tos se han pro­yec­ta­do de mane­ra per­ma­nen­te has­ta nues­tros días. De un infor­me [2018] de la Orga­ni­za­ción para el Desa­rro­llo y la Coope­ra­ción Eco­nó­mi­ca [OECD] se dedu­ce cla­ra­men­te que el sis­te­ma eco­nó­mi­co en Esta­dos Uni­dos (com­pa­ra­do con otros paí­ses indus­tria­les y de desa­rro­llo medio) ha sido recon­fi­gu­ra­do para man­te­ner un seg­men­to excep­cio­nal­men­te amplio de tra­ba­ja­do­res con bajos ingre­sos y redu­cir pro­gre­si­va­men­te la por­ción del ingre­so nacio­nal que reci­ben res­pec­to a la que va a patro­nes y accio­nis­tas5.

Un even­to de impor­tan­cia cru­cial de la his­to­ria labo­ral de fines del siglo XX fue la inter­ven­ción del gobierno de Ronald Reagan con­tra la huel­ga de Con­tro­la­do­res de Trá­fi­co Aéreo (PATCO) con el des­pi­do de 11.000 miem­bros del sin­di­ca­to, a los cua­les reem­pla­zó con per­so­nal mili­tar; una agre­si­va acción rom­pe-huel­ga que había deve­ni­do bas­tan­te gene­ra­li­za­da en el sec­tor pri­va­do, pero que en lo ade­lan­te esta­ble­ció como más acep­ta­ble el uso de rompehuelgas.

Pero detrás de los ope­ra­ti­vos repu­bli­ca­nos, la fuer­za más impor­tan­te que impul­sa esta agen­da es una red de indi­vi­duos y cor­po­ra­cio­nes extre­ma­da­men­te ricos. Las cam­pa­ñas anti­sin­di­ca­les han sido finan­cia­das prin­ci­pal­men­te por una coa­li­ción de gru­pos de pre­sión cor­po­ra­ti­vos tra­di­cio­na­les, como la Cáma­ra de Comer­cio y la Aso­cia­ción Nacio­nal de Fabri­can­tes, jun­to con orga­ni­za­cio­nes nue­vas e ideo­ló­gi­ca­men­te más extremas.

Qui­zás la orga­ni­za­ción más impor­tan­te que faci­li­ta el tra­ba­jo de esta coa­li­ción es el Ame­ri­can Legis­la­ti­ve Exchan­ge Coun­cil (ALEC). Es una red nacio­nal que reúne a los legis­la­do­res esta­ta­les con las cor­po­ra­cio­nes más gran­des del país, inclui­das Wal-Mart Sto­res Inc., The Coca-Cola Com­pany, FedEx, Amway, Exxon Mobil Corp., Koch Indus­tries Inc. y las prin­ci­pa­les empre­sas taba­ca­le­ras y far­ma­céu­ti­cas, con el fin de for­mu­lar y pro­mo­ver una legis­la­ción favo­ra­ble a las empresas.

ALEC inclu­ye cien­tos de legis­la­do­res, una gran par­te de los pre­si­den­tes de los sena­dos esta­ta­les y por­ta­vo­ces de las cáma­ras del país. Los legis­la­do­res son invi­ta­dos a con­fe­ren­cias, a menu­do en cen­tros turís­ti­cos ele­gan­tes, don­de comi­tés com­pues­tos por igual núme­ro de fun­cio­na­rios públi­cos y pri­va­dos redac­tan pro­pues­tas de legis­la­ción modelo.

Por lo tan­to, los legis­la­do­res en los esta­dos del país, con poco tiem­po, per­so­nal o expe­rien­cia, pue­den pre­sen­tar una legis­la­ción com­ple­ta­men­te for­ma­da y res­pal­da­da pro­fe­sio­nal­men­te. Las cor­po­ra­cio­nes con­tri­bu­yen a las cam­pa­ñas de los legis­la­do­res y finan­cian los gru­pos de exper­tos a nivel esta­tal que pro­mue­ven la legis­la­ción. A cam­bio, los legis­la­do­res lle­van la agen­da cor­po­ra­ti­va a sus cáma­ras en los cin­cuen­ta estados.

Algo simi­lar ha ocu­rri­do con la pro­li­fe­ra­ción de los lla­ma­dos Comi­tés de Acción Polí­ti­ca (P.A.C.), para recau­dar fon­dos y apo­yar can­di­da­tos en sus cam­pa­ñas elec­to­ra­les; con lo cual se logra una influen­cia abru­ma­do­ra sobre las esfe­ras de poder y el cur­so de la polí­ti­ca en Washington.

Muchas empre­sas uti­li­zan el recur­so de decla­rar­se en ban­ca­rro­ta como medi­da supues­ta­men­te pre­ven­ti­va, pero real­men­te con el pro­pó­si­to, entre otras razo­nes, de des­ha­cer­se de sus con­tra­tos labo­ra­les. Ello les fue refren­da­do con la Ley de 1978 (Ban­kruptcy Reform Act) diri­gi­da a alen­tar a las cor­po­ra­cio­nes a «reor­ga­ni­zar­se» en lugar de liqui­dar sus bie­nes. La ame­na­za de cie­rre o tras­la­do es corrien­te­men­te uti­li­za­da para arran­car con­ce­sio­nes a los trabajadores.

Con­tra­tan ade­más cos­to­sas com­pa­ñías espe­cia­li­za­das en que­brar los sin­di­ca­tos sus cona­tos de huel­ga y sus esfuer­zos orga­ni­za­ti­vos, y toda una gama de fir­mas de con­sul­to­res y exper­tos, así como bufe­tes de abo­ga­dos que actúan a su ser­vi­cio, al tiem­po que finan­cian influ­yen­tes tan­ques pen­san­tes como el Ins­ti­tu­to Ame­ri­cano de Empre­sa, la Fun­da­ción Heri­ta­ge y el Ins­ti­tu­to Cato6.

Como ante­ce­den­te recor­dar que, hace más de cua­ren­ta años, coin­ci­dien­do con el aumen­to de los movi­mien­tos con­ser­va­do­res en el país, la Natio­nal Asso­cia­tion of Manu­fac­tu­rers creó lo que lla­ma­ron el «Con­se­jo por un Ambien­te Libre de Sin­di­ca­to». Des­de la Cáma­ra de Comer­cio se escu­cha­ban voces seña­lan­do que las crí­ti­cas al sis­te­ma nor­te­ame­ri­cano de libre empre­sa «esta­ban yen­do dema­sia­do lejos».

La eli­mi­na­ción de regu­la­cio­nes anti­mo­no­po­lis­tas y otras, así como la reba­ja del nivel de sala­rio real, han segui­do sien­do apli­ca­das —con sus mati­ces— por todas las admi­nis­tra­cio­nes esta­dou­ni­den­ses has­ta el pre­sen­te, por­que están entre las que cuen­tan con mayor con­sen­so de la cla­se bur­gue­sa mono­po­lis­ta. En los últi­mos cin­cuen­ta años, tan­to repu­bli­ca­nas como demó­cra­tas han man­te­ni­do una polí­ti­ca pro empre­sa­rial, a la par con una retó­ri­ca de coque­teo con el movi­mien­to obre­ro, pero sin hacer esfuer­zos para impe­dir la derro­ta del pro­gra­ma legis­la­ti­vo sindical.

La ofen­si­va patro­nal se com­ple­men­ta en el plano polí­ti­co-ideo­ló­gi­co, en los medios de difu­sión y en la esfe­ra legis­la­ti­va diri­gi­da a pre­sen­tar a los sin­di­ca­tos y las deman­das eco­nó­mi­cas de los tra­ba­ja­do­res como cau­san­tes de la infla­ción que afec­ta a la indus­tria y a la ciu­da­da­nía. Con este argu­men­to, y con el pre­tex­to de ayu­dar al país o de evi­tar la quie­bra y el cie­rre de sus plan­tas, se les ha pedi­do a los obre­ros con­ce­sio­nes o la pos­ter­ga­ción de sus reivindicaciones.

Cada vez que el movi­mien­to obre­ro se ha plan­tea­do recu­pe­rar posi­cio­nes y defen­der dere­chos y pro­tec­cio­nes labo­ra­les por la vía legis­la­ti­va, pro­gra­mas de expan­sión de empleos o aumen­to del sala­rio míni­mo, los sec­to­res patro­na­les, deter­mi­na­dos en el pro­pó­si­to a que hacía­mos refe­ren­cia, des­ti­na­ron gran­des recur­sos y esfuer­zos sin pre­ce­den­tes para influir con mayor fuer­za sobre las agen­cias fede­ra­les y el Con­gre­so y derro­tar las leyes pro­mo­vi­das por los sin­di­ca­tos, en pri­mer lugar aque­llas diri­gi­das a defen­der los nive­les del sala­rio míni­mo o favo­re­cer la capa­ci­dad orga­ni­za­ti­va de los trabajadores.

Enfren­tan­do una ins­ti­tu­cio­na­li­dad adver­sa y manipuladora

Los ata­ques con­tra el aumen­to del sala­rio real, para redu­cir los están­da­res labo­ra­les, los bene­fi­cios y sis­te­ma de pro­tec­ción de los tra­ba­ja­do­res o el poder de nego­cia­ción de los emplea­dos públi­cos orga­ni­za­dos, se han lle­va­do a cabo tam­bién des­de las ins­tan­cias legis­la­ti­vas y judi­cia­les, tan­to en Washing­ton como en los esta­dos a lo lar­go del país.

La ideo­lo­gía anti­sin­di­cal pre­do­mi­nan­te en la mayo­ría de las ins­tan­cias de gobierno a dis­tin­tos nive­les táci­ta­men­te ha acep­ta­do la agen­da y las estra­te­gias empre­sa­ria­les. Todo refren­da­do y sobre el mar­co de una legis­la­ción fede­ral y en los esta­dos que poco pro­te­gen los dere­chos de los tra­ba­ja­do­res, cuya apli­ca­ción es débil y que los patro­nos pue­den eva­dir median­te el «sub­con­tra­to», así como con fic­cio­nes lega­les explo­ta­das por la patro­nal para eva­dir el pago de bene­fi­cios, impues­tos por plan­ti­llas, segu­ros labo­ra­les, el cos­to de los des­pi­dos, etcétera.

La legis­la­ción labo­ral vigen­te ha deja­do de tener la rela­ti­va efec­ti­vi­dad de cuan­do fue crea­da déca­das atrás. Duran­te la gran Depre­sión, tuvie­ron lugar gran­des luchas obre­ras y fren­te al cre­cien­te males­tar labo­ral, y en un esfuer­zo por des radi­ca­li­zar un movi­mien­to obre­ro cada vez más pode­ro­so y mili­tan­te, el Con­gre­so pro­mul­gó en 1935 la Ley Wag­ner o Ley Nacio­nal de Rela­cio­nes Labo­ra­les (NLRA, Natio­nal Labor Rela­tions Act). La mis­ma otor­gó a los tra­ba­ja­do­res el dere­cho legal de for­mar sin­di­ca­tos y nego­ciar colectivamente.

Has­ta aquel momen­to, la Cor­te Supre­ma había inter­pre­ta­do de mane­ra res­trin­gi­da la facul­tad del Con­gre­so para legis­lar en el área del tra­ba­jo y el empleo. Duran­te una déca­da, la Ley Wag­ner fun­cio­nó según lo pre­vis­to, ya que un movi­mien­to sin­di­cal pre­via­men­te mori­bun­do cre­ció has­ta abar­car un ter­cio de la fuer­za labo­ral del país.

Pero con los cam­bios acae­ci­dos en la eco­no­mía des­de enton­ces, la NLRA ha per­di­do efec­ti­vi­dad; muchos dere­chos bási­cos de pro­tec­ción a los tra­ba­ja­do­res en dis­tin­tos ámbi­tos que­dan debi­li­ta­dos o nega­dos. El Esta­do jue­ga un papel neu­tral y míni­mo. Com­pa­ra­do con otros paí­ses indus­tria­les y de desa­rro­llo medio, el país no cuen­ta con pro­gra­mas o casi no pro­vee ayu­da algu­na para que sus des­em­plea­dos pue­dan rein­te­grar­se a la fuer­za laboral.

El régi­men correc­ti­vo de la NLRB (la Jun­ta corres­pon­dien­te de esa ley) es dema­sia­do pro­lon­ga­do y sus san­cio­nes dema­sia­do esca­sas para pro­te­ger a los emplea­dos con­tra las repre­sa­lias del emplea­dor. El emplea­dor deter­mi­na­do a resis­tir­se a la nego­cia­ción colec­ti­va pue­de pro­lon­gar las nego­cia­cio­nes duran­te años. Pue­de asi­mis­mo evi­tar la sin­di­ca­li­za­ción median­te el cie­rre de sus ope­ra­cio­nes, la sub­con­tra­ta­ción a tra­vés de una empre­sa no sin­di­ca­li­za­da o el tras­la­do de la pro­duc­ción. A lo lar­go de estos y otros sis­te­mas de emplea­do­res desin­te­gra­dos o fisu­ra­dos, la NLRA ha teni­do una rele­van­cia dis­mi­nui­da. Los emplea­do­res ope­ran fue­ra de su alcan­ce por varias razones.

El dere­cho labo­ral, desa­rro­lla­do duran­te y des­pués del New Deal, se ha vuel­to inapro­pia­do por las estra­te­gias geren­cia­les con­tem­po­rá­neas y no brin­da herra­mien­tas capa­ces de corre­gir las des­igual­da­des actuales.

Has­ta la actua­li­dad, en lo que cons­ti­tu­ye una esca­la­da pro­gre­si­va, a nivel de los esta­dos se han segui­do adop­tan­do leyes enga­ño­sa­men­te deno­mi­na­das de «liber­tad para tra­ba­jar» o «right to work laws (en reali­dad: el supues­to dere­cho de los indi­vi­duos a ser con­tra­ta­dos sin pro­tec­ción sindical).

Solo en 2011 – 2012, por ejem­plo, cua­tro esta­dos apro­ba­ron leyes que res­trin­gían el sala­rio míni­mo, cua­tro levan­ta­ron las res­tric­cio­nes al tra­ba­jo infan­til y 16 impu­sie­ron nue­vos lími­tes a los bene­fi­cios para los desempleados.

Con el apo­yo de los gru­pos de pre­sión cor­po­ra­ti­vos, los esta­dos tam­bién aprue­ban leyes que des­po­jan a los tra­ba­ja­do­res de los dere­chos de remu­ne­ra­ción por horas extra; dero­gan o res­trin­gen los dere­chos a la licen­cia por enfer­me­dad; hacen que sea más difí­cil deman­dar al emplea­dor por dis­cri­mi­na­ción racial o sexual, y más fácil negar los dere­chos de los emplea­dos cla­si­fi­cán­do­los como «con­tra­tis­tas independientes».

Las gran­des cor­po­ra­cio­nes pri­va­das han emplea­do mucho tiem­po, dine­ro y ener­gía en el ata­que a los sin­di­ca­tos de emplea­dos públi­cos, sec­tor don­de se man­tie­nen rela­ti­va­men­te altos nive­les de afi­lia­ción y lo hacen tam­bién tra­tan­do de des­ha­cer las leyes de sala­rio míni­mo, sala­rio pre­va­le­cien­te y sala­rio digno; eli­mi­nar los dere­chos de los emplea­dos a horas extras o licen­cia por enfermedad.

Resul­ta cla­ro que no lo hacen, como adu­cen, moti­va­dos la pru­den­cia fis­cal ni en defen­sa de los con­tri­bu­yen­tes, sino dado que el empleo públi­co a menu­do ele­va los están­da­res de sala­rios y bene­fi­cios en un mer­ca­do labo­ral local que los emplea­do­res pri­va­dos lue­go se ven obli­ga­dos a cum­plir: recor­tar la com­pen­sa­ción de los emplea­dos públi­cos faci­li­ta, a su vez, redu­cir tam­bién el sala­rio de sus con­tra­par­tes del sec­tor privado.

Tales esfuer­zos se empren­den con igual vigor en los esta­dos del país don­de los emplea­dos públi­cos no tie­nen dere­cho a nego­ciar contratos.

A medi­da que la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se se ha vuel­to dra­má­ti­ca­men­te más des­igual en las últi­mas déca­das, ha pro­du­ci­do una masa crí­ti­ca de empre­sa­rios extre­ma­da­men­te ricos, muchos de los cua­les son polí­ti­ca­men­te con­ser­va­do­res. Al mis­mo tiem­po, las elec­cio­nes para car­gos públi­cos se han vuel­to más caras que nun­ca, dejan­do a los polí­ti­cos cada vez más depen­dien­tes de quie­nes tie­nen los recur­sos para finan­ciar campañas.

Final­men­te, la deci­sión de la Cor­te Supre­ma de 2013 deno­mi­na­da Citi­zens Uni­ted abo­lió las res­tric­cio­nes de lar­ga data sobre el gas­to polí­ti­co cor­po­ra­ti­vo. De esta mane­ra, la dis­tri­bu­ción dra­má­ti­ca­men­te des­igual de la rique­za se ha tra­du­ci­do en una influen­cia polí­ti­ca des­igual enor­me. Con cada pro­ce­so elec­cio­na­rio se regis­tran nive­les récord de gas­to por par­te de los fon­dos de acción polí­ti­ca empre­sa­rial. En gran par­te, la serie de fuer­tes ata­ques y cam­pa­ñas anti­sin­di­ca­les en el país refle­jan el éxi­to de esa estra­te­gia oligárquica.

Fer­nan­do M. Gar­cía Bielsa

1 de mayo de 2022

Fuen­te: https://lapupilainsomne.wordpress.com/2022/05/01/ofensiva-antisindical-y-expoliacion-laboral-en-estados-unidos-1ra-parte-por-fernando-m-garcia-bielsa‑2/

  1. Según Karl Marx «los mis­mos fac­to­res que ele­van la capa­ci­dad pro­duc­ti­va del tra­ba­jo, que aumen­tan la masa de los pro­duc­tos-mer­can­cías, que extien­den los mer­ca­dos, que ace­le­ran la acu­mu­la­ción de capi­tal tan­to en cuan­to a masa como en cuan­to a valor, y que hacen bajar la cuo­ta de ganan­cia, han crea­do y crean cons­tan­te­men­te una super­po­bla­ción rela­ti­va… de obre­ros que el capi­tal no emplea… Cuan­do el capi­tal se envía al extran­je­ro, no es por­que ese capi­tal no encuen­tre en tér­mi­nos abso­lu­tos ocu­pa­ción den­tro del país. Es por­que en el extran­je­ro pue­de inver­tir­se con una cuo­ta más alta de ganan­cia […]; la baja cuo­ta de ganan­cia pro­vo­ca la com­pe­ten­cia entre los capi­ta­lis­tas y no a la inver­sa». El Capi­tal. Crí­ti­ca de la Eco­no­mía Polí­ti­ca, t. III, Edi­to­rial Nacio­nal de Cuba, La Haba­na, 1963, pp. 278 – 279.
  2. http://​www​.nue​va​tri​bu​na​.es/​o​p​i​n​i​o​n​/​v​i​c​e​n​c​-​n​a​v​a​r​r​o​/​m​e​d​i​o​s​-​i​n​f​o​r​m​a​c​i​o​n​-​no-
  3. William Grei­der: One World, Ready or Not. The Manic Logic of Glo­bal Capi­ta­lism, p. 63.
  4. Entre esas com­pa­ñías en Esta­dos Uni­dos, se des­ta­ca Man­po­wer, la segun­da empre­sa emplea­do­ra del mun­do. Solo en 2014 colo­có a dos millo­nes 300 mil per­so­nas. Ya en 1967 emplea­ba más tra­ba­ja­do­res que gigan­tes cor­po­ra­ti­vos, tales como la Stan­dard Oil o la U.S. Steel Corporation.
  5. http://​nymag​.com/​d​a​i​l​y​/​i​n​t​e​l​l​i​g​e​n​c​e​r​/​2​0​1​8​/​0​7​/​o​e​c​d​-​s​t​u​d​y​-​l​a​b​o​r​-​c​o​n​d​i​t​i​o​n​s​-​c​o​n​f​i​r​m​s​-​t​h​a​t​-​u​-​s​-​w​o​r​k​e​r​s​-​a​r​e​-​g​e​t​t​i​n​g​-​r​i​p​p​e​d​-​o​f​f​.​h​tml
  6. Ismael Hos­sein-Zadeh: Key­nes ha muer­to, lar­ga vida a Marx, Coun­ter­punch, agos­to de 2014.

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *