Tor­tu­ras y cas­ti­gos colec­ti­vos: La prác­ti­ca cri­mi­nal nor­ma­li­za­da de las cár­ce­les israe­líes con­tra los pre­sos polí­ti­cos palestinos

En medio de las cre­cien­tes ten­sio­nes por los malos tra­tos a las muje­res pales­ti­nas en las cár­ce­les israe­líes, un ex pre­so pales­tino ha expues­to su expe­rien­cia en la deten­ción israe­lí, así como dio tes­ti­mo­nio sobre las tor­tu­ras físi­cas y psi­co­ló­gi­cas a las que fue sometido.

Los gru­pos de defen­sa de los pre­sos afir­man que las muje­res pales­ti­nas se enfren­tan a una amplia gama de vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos en las cár­ce­les israelíes.

A prin­ci­pios de diciem­bre, tres pre­sas pales­ti­nas ‑Sho­rooq Dou­yat, Marah Bakir y Muna Kaa­dan- fue­ron mal­tra­ta­das y pues­tas en régi­men de ais­la­mien­to, según el Club de Pre­sos Pales­ti­nos, orga­ni­za­ción que repre­sen­ta a los pre­sos políticos.

Char­lot­te Kates, coor­di­na­do­ra de la Red de Soli­da­ri­dad con los Pre­sos polí­ti­cos pales­ti­nos Sami­doun, dijo que «la mayo­ría de las pre­sas pales­ti­nas están reclui­das en la cár­cel de Damon, una pri­sión noto­ria­men­te mal man­te­ni­da, for­mal­men­te un esta­blo para animales».

Según sus pala­bras, los guar­dias israe­líes de la cár­cel de Damon, cer­ca de la ciu­dad de Hai­fa, lle­va­ban varios días asal­tan­do las cel­das de las muje­res y «agre­dién­do­les físicamente».

A una mujer le arran­ca­ron el Hijab de la cabe­za y algu­nas per­die­ron el cono­ci­mien­to, tam­bién exi­gen el tras­la­do de las muje­res en mitad de la noche a otras cel­das», dijo.

Kates afir­ma que los guar­dias israe­líes adop­ta­ron estos méto­dos como cas­ti­go a las pro­tes­tas de las muje­res con­tra las medi­das opre­si­vas de las auto­ri­da­des penitenciarias.

«Duran­te los últi­mos tres meses, no se les ha per­mi­ti­do nin­gu­na visi­ta fami­liar, se les pro­me­tió lla­ma­das tele­fó­ni­cas, pero en lugar de ello han sopor­ta­do ata­ques des­pia­da­dos por par­te de los guar­dias israe­líes», decla­ró. Kates expli­có que «en vir­tud de la Con­ven­ción de Gine­bra, no se les per­mi­te ser tras­la­da­das a otros terri­to­rios y todas han sido lle­va­das a Israel, y lo que esto sig­ni­fi­ca es que para que pue­dan tener visi­tas fami­lia­res (muchas de las muje­res son madres) nece­si­tan per­mi­sos espe­cia­les… que a menu­do les son dene­ga­dos por la ocu­pa­ción israelí».

Para saber más sobre los abu­sos que sufren los pre­sos polí­ti­cos pales­ti­nos, habla­mos con un joven lla­ma­do Abdul-Kha­liq, que ha sopor­ta­do él mis­mo las «téc­ni­cas de tor­tu­ra» israe­líes. Con­de­nó enér­gi­ca­men­te las medi­das adop­ta­das aho­ra con­tra las pre­sas y se sin­ce­ró por pri­me­ra vez sobre su historia.

«A nadie le impor­ta lo que nos pasa».

Abdul-Kha­liq Bur­nat es un pales­tino de 21 años del pue­blo cis­jor­dano de Bil’in. Fue encar­ce­la­do por pri­me­ra vez sien­do menor de edad duran­te 13 meses en 2017, seis de los cua­les estu­vo en deten­ción admi­nis­tra­ti­va sin car­gos. Dice que en mayo, duran­te la gue­rra de 11 días del ejér­ci­to israe­lí con­tra Gaza, fue «secues­tra­do» por las fuer­zas israe­líes a altas horas de la noche en su casa fami­liar y rete­ni­do en el noto­rio cen­tro de inte­rro­ga­to­rios cono­ci­do como Cen­tro de Deten­ción Al-Moskobiya.

Abdul-Kha­liq afir­ma que nun­ca ha prac­ti­ca­do la vio­len­cia con­tra los ocu­pan­tes israe­líes, pero que las fuer­zas israe­líes le han dis­pa­ra­do tres veces duran­te mani­fes­ta­cio­nes no vio­len­tas. Sufrió una lesión en la cabe­za y la espal­da tras reci­bir un dis­pa­ro por la espal­da, y tam­bién reci­bió un dis­pa­ro en el bra­zo. Su her­mano menor, Moham­med, tam­bién fue dete­ni­do en mayo y ha pasa­do los últi­mos ocho meses en deten­ción admi­nis­tra­ti­va. Dos de esos meses, Moham­med tam­bién estu­vo en la pri­sión de Mos­ko­bi­ya, y fue hos­pi­ta­li­za­do tres veces, según sus abo­ga­dos. Moham­med sólo tenía 17 años cuan­do lo detuvieron.

«No te pue­des ima­gi­nar esta vida, duran­te dos meses estu­ve rete­ni­do y fue un inte­rro­ga­to­rio cons­tan­te segui­do de ais­la­mien­to y tor­tu­ra tan­to físi­ca como psi­co­ló­gi­ca. ¿Por qué? ¿Cuál fue la razón por la que me lle­va­ron? No hice nada y ni siquie­ra me acu­sa­ron, al final me deja­ron ir», me dijo Abdul Khaliq.

Le pre­gun­té qué méto­dos de tor­tu­ra había expe­ri­men­ta­do per­so­nal­men­te en el cen­tro de deten­ción de Moskobiya.

«Me gri­ta­ron, me gol­pea­ron con los puños, me abo­fe­tea­ron y uti­li­za­ron herra­mien­tas. Me res­trin­gie­ron con una cre­ma­lle­ra de plás­ti­co que me cor­ta­ba las muñe­cas, mien­tras me ata­ban a una silla en posi­ción de estrés duran­te 20 horas al día», dijo. «Duran­te tres días segui­dos me tuvie­ron en una cel­da dimi­nu­ta y malo­lien­te; hacía mucho frío allí den­tro y no había luz, me des­po­ja­ron de toda la ropa duran­te todo el tiem­po y me ata­ron des­nu­do, no me die­ron comi­da y ni siquie­ra pude usar el baño», dijo.

En opi­nión de Abdul-Kha­liq, los guar­dias hicie­ron esto para humi­llar­lo, obli­gán­do­lo a defe­car enci­ma si no podía aguantarse.

«Duran­te todo el tiem­po que estu­ve allí no se me per­mi­tió hablar con nadie, excep­to con los inte­rro­ga­do­res de la inte­li­gen­cia israe­lí. Se limi­ta­ban a dejar­me en posi­cio­nes de estrés mien­tras me con­ge­la­ban y vol­vían para gol­pear­me y hacer­me más pre­gun­tas. No se me per­mi­tió hablar con mi fami­lia ni con mis ami­gos en abso­lu­to. No tenía nada en la sucia cel­da, sólo un retre­te y una cama. La comi­da que nos daban era comi­da para ani­ma­les, ni siquie­ra para huma­nos. ¿Pero sabes qué? Tú eres el úni­co que ha pedi­do con­tar mi his­to­ria, a nadie le impor­ta lo que nos pasa», dijo.

La agre­sión israe­lí de 11 días en mayo se sal­dó con la muer­te de 256 pales­ti­nos, entre ellos 66 niños y 40 muje­res, según la ONU. «Israel» per­dió a 12 per­so­nas, entre ellas dos niños.

Abdul-Kha­liq dice que él y su her­mano fue­ron dete­ni­dos y lle­va­dos al cen­tro de deten­ción en medio de la agre­sión, cuan­do «Gaza esta­ba sien­do bom­bar­dea­da y los niños y las muje­res esta­ban sien­do ase­si­na­dos». En sus pala­bras, los inte­rro­ga­do­res israe­líes «me habla­ban cons­tan­te­men­te de esto y se reían de ello».

Me ponían al día sobre quié­nes habían sido ase­si­na­dos, civi­les ino­cen­tes, y se reían en mi cara dicién­do­me que no les impor­ta­ba quié­nes habían sido ase­si­na­dos», dijo. Abdul-Kha­liq citó a uno de los inte­rro­ga­do­res dicien­do «pode­mos matar a cual­quie­ra en Gaza y si que­re­mos pode­mos matar­te a ti tam­bién, esto no es un pro­ble­ma para noso­tros, a nadie le impor­táis los sucios árabes».

Abdul-Kha­liq cree que «la gen­te tie­ne que saber lo que nos están hacien­do». En su opi­nión, «lo que están hacien­do aho­ra con las pre­sas es un crimen».

«¿Cómo se pue­de jus­ti­fi­car esto y por qué la gen­te sigue calla­da? Se lle­van y abu­san de muje­res y hom­bres ino­cen­tes, pero nadie quie­re pre­gun­tar nada al res­pec­to, es como si no exis­tié­ra­mos para ellos.»

La sema­na pasa­da, en lo que es una res­pues­ta a las medi­das vio­len­tas con­tra las reclu­sas, un «pre­so de Gaza» uti­li­zó pre­sun­ta­men­te un cuchi­llo impro­vi­sa­do para apu­ña­lar y herir leve­men­te a un guar­dia israe­lí en la pri­sión de Naf­kah. Según los medios de comu­ni­ca­ción pales­ti­nos, en res­pues­ta, las auto­ri­da­des peni­ten­cia­rias israe­líes lle­va­ron a cabo un cas­ti­go colec­ti­vo con­tra las pre­sas de la «Sec­ción 12» de la cár­cel, suje­tán­do­las con cade­nas de hie­rro en el exte­rior, tras des­po­jar­las de sus ropas y dejar­las al frío.

Los gru­pos polí­ti­cos pales­ti­nos, como Hamás, han cali­fi­ca­do las medi­das adop­ta­das con­tra las pre­sas, y des­pués con­tra la pobla­ción car­ce­la­ria mas­cu­li­na, como una línea roja que se ha cru­za­do, y han ame­na­za­do con tomar represalias.

La repre­sión con­tra las pre­sas ha toca­do la fibra sen­si­ble de la socie­dad pales­ti­na en gene­ral. Se cal­cu­la que has­ta 700.000 pales­ti­nos ‑10.000 de ellos muje­res- han sido dete­ni­dos por Israel des­de 1967.

Fuen­te: Sami­doun.

La entra­da Tor­tu­ras y cas­ti­gos colec­ti­vos: La prác­ti­ca cri­mi­nal nor­ma­li­za­da de las cár­ce­les israe­líes con­tra los pre­sos polí­ti­cos pales­ti­nos se publi­có pri­me­ro en La otra Anda­lu­cía.

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