Argen­ti­na. 20 años de revuel­ta de «pique­tes y cace­ro­las»: la lucha dejó a lxs argen­tinxs con­quis­tas y lecciones

Por Fer­nan­da Pai­xão /​Bra­sil de Fato | Resu­men Lati­no­ame­ri­cano| 20 de diciem­bre de 2021.

En una expe­rien­cia que unió a la cla­se obre­ra y la cla­se media, la cri­sis de 2001 mar­có la fuer­za de la resis­ten­cia en las calles y de las arti­cu­la­cio­nes socia­les. – Car­la Thompson 

En 2001, con cin­co pre­si­den­tes en 11 días, alto des­em­pleo y pobre­za, el país reac­cio­nó al neo­li­be­ra­lis­mo con rebe­lión popular. 

Entre los diver­sos capí­tu­los que mar­can la his­to­ria de Argen­ti­na y nos per­mi­ten enten­der el país, se encuen­tra el emble­má­ti­co capí­tu­lo «2001», algo que aún hoy está pre­sen­te, evi­den­te tan­to en las con­ver­sa­cio­nes coti­dia­nas como en la polí­ti­ca y la mili­tan­cia en las calles. Fue el momen­to que estu­vo mar­ca­do por «cin­co pre­si­den­tes en una sema­na» y se pue­de inter­pre­tar como un cam­bio de pági­na en la polí­ti­ca y la resis­ten­cia del país tras el res­ta­ble­ci­mien­to de la democracia. 

En un día como hoy, hace 20 años, la gra­ve cri­sis eco­nó­mi­ca y social, fru­to de las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les de la déca­da de 1990 – tam­bién vivi­da por Bra­sil – alcan­zó su pun­to álgi­do en 2001, con el drás­ti­co sal­do de 39 muer­tes a manos de los Esta­dos Uni­dos. Esta­do. En dos días, 19 y 20 de diciem­bre, hubo jor­na­das en las calles de todo el país, que unie­ron a tra­ba­ja­do­res, per­so­nas sin hogar, des­em­plea­dos y cla­se media. 

De dife­ren­tes for­mas, todos fue­ron gol­pea­dos dura­men­te con pri­va­ti­za­cio­nes, des­pi­dos masi­vos, deu­da con el Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal (FMI), des­amor­ti­za­ción ban­ca­ria, que se cono­ció en el país como corralito. 

«Ladro­nes» y «FMI» ilus­tran men­sa­jes de repu­dio al gobierno de Car­los Menem en Argen­ti­na en la déca­da de 1990. /​Car­la Thompson 

El saqueo de super­mer­ca­dos y comer­cios loca­les era dia­rio y las huel­gas eran recu­rren­tes. Con los argen­ti­nos asfi­xia­dos por un paque­te eco­nó­mi­co que no con­tem­pla­ba a su pro­pia pobla­ción, las jor­na­das de inten­sas pro­tes­tas cul­mi­na­ron con la dimi­sión de Fer­nan­do de la Rúa, el céle­bre pre­si­den­te que huyó de la Casa Rosa­da en helicóptero. 

En ese momen­to, la fotó­gra­fa y pro­fe­so­ra de Villa Lugano, Car­la Thom­pson, hizo comu­ni­ca­ción comu­ni­ta­ria y regis­tró los hechos que se desa­rro­lla­ban con inten­si­dad ese diciem­bre de 2001. “Los ricos fue­ron adver­ti­dos de ante­mano y saca­ron su dine­ro del ban­co; los demás per­die­ron todo su dine­ro. aho­rros «, dice. 

Las pro­tes­tas se inten­si­fi­ca­ron y las len­tes de Car­la cap­ta­ron líneas que cre­cían en las puer­tas del ban­co a medi­da que pasa­ban los días. Lue­go vinie­ron los reti­ros. “Fue un efec­to de con­ta­gio, que se exten­dió a muchos luga­res del país, sobre todo de noche. Cuan­do el gobierno de La Rúa decla­ra el esta­do de sitio, la reac­ción no tie­ne precedentes”. 

Ante el ago­ta­mien­to social sin pers­pec­ti­vas de mejo­ra, las medi­das estric­tas y la vio­len­cia eco­nó­mi­ca, cada embes­ti­da más rígi­da del gobierno sacó a las calles a más y más per­so­nas, sien­do la Praça de Mayo la prin­ci­pal fuer­za de con­cen­tra­ción y, en con­se­cuen­cia, tam­bién de repre­sión que No per­do­nó ni a las Madres de Pla­za de Mayo, sím­bo­los de la lucha por los dere­chos huma­nos, con­tra el secues­tro de sus fami­lia­res por par­te de los mili­ta­res duran­te la dic­ta­du­ra. “Para muchos que siguie­ron las pro­tes­tas por tele­vi­sión, el deto­nan­te para salir tam­bién a la calle fue ver cómo gol­pea­ban a las madres en la Pla­za de Mayo. Era el lími­te. Había que defen­der­las”, dice Carla. 

¿Cómo lle­ga un país a este pun­to de con­vul­sión social, en un momen­to en el que la ola neo­li­be­ral se ha exten­di­do por tan­tos otros paí­ses? ¿Qué pasó en Argen­ti­na en 2001? Para com­pren­der este resul­ta­do, es nece­sa­rio remon­tar­se a déca­das anteriores. 

La pobla­ción pidió la renun­cia de Domin­go Cava­llo, minis­tro de Eco­no­mía, en las pro­tes­tas del 20 de diciem­bre de 2001 en Bue­nos Aires. /​Car­la Thompson 

El cal­do hir­vien­do de la Argen­ti­na posdictadura 

Para lle­gar a la Pla­za de Mayo en aque­llos días de 2001, muchos tuvie­ron difi­cul­ta­des en el camino. Los que venían de más lejos fue­ron inter­cep­ta­dos por la poli­cía y dete­ni­dos, a menos que inven­ta­ran una his­to­ria para seguir su camino y lle­gar al epi­cen­tro de las pro­tes­tas en la his­tó­ri­ca pla­za de la capi­tal fede­ral. Fuer­te­men­te mili­ta­ri­za­das, las calles esta­ban albo­ro­ta­das por las ten­sio­nes gene­ra­das por una cri­sis eco­nó­mi­ca que agu­di­za­ba cada vez más la cri­sis social. 

A pesar de estar com­pro­me­ti­do con el movi­mien­to obre­ro en la pro­vin­cia de Bue­nos Aires, Gui­ller­mo Cie­za tuvo que via­jar y no pudo estar en la Pla­za de Mayo en esos días. Pero, como él dice, no fue solo un pro­ce­so de dos días. Fue uno de los millo­nes de argen­ti­nos que con­for­ma­ron la trá­gi­ca cifra del 16% de des­ocu­pa­dos en el país, lue­go del cie­rre del mata­de­ro don­de tra­ba­ja­ba a fines de la déca­da de 1980, en Beris­so, al sur de Bue­nos Aires. “Hubo un pro­ce­so de acu­mu­la­ción de luchas duran­te mucho tiem­po. La dic­ta­du­ra gene­ró una tre­men­da deu­da exter­na y el gobierno de Menem tra­tó de solu­cio­nar­lo de la peor mane­ra posi­ble, lo que solo aumen­tó la deu­da y el des­em­pleo”, dice Cie­za. En 2002, el des­em­pleo aún alcan­za­ría el 21,5% de la población. 

Car­los Menem y Fer­nan­do de la Rua. /​Repro­duc­ción

El perío­do de la últi­ma dic­ta­du­ra argen­ti­na ter­mi­nó en 1983, y el retorno a la demo­cra­cia y las ins­ti­tu­cio­nes tam­bién se pro­du­jo como resul­ta­do de una agre­si­va polí­ti­ca de empo­bre­ci­mien­to de la pobla­ción, en la que el 50% de las divi­sas del país debe­rían des­ti­nar­se al FMI. 

En este con­tex­to, el segun­do pre­si­den­te pos­dic­ta­du­ra, Car­los Saúl Menem (Par­ti­do Jus­ti­cia­lis­ta), des­pués de Raúl Alfon­sín (Unión Cívi­ca Radi­cal), lan­zó la Ley de Refor­ma del Esta­do, un pro­yec­to que con­sis­tía en pri­va­ti­zar empre­sas esta­ta­les, pila­res de la pro­duc­ción y el empleo. en el país, como la petro­le­ra YPF, empre­sas de ferro­ca­rri­les, agua, elec­tri­ci­dad y gas, y la aero­lí­nea Aero­lí­neas Argentinas. 

El minis­tro de Menem, Domin­go Cava­llo, apli­có la lla­ma­da ley de con­ver­ti­bi­li­dad, cono­ci­da como “un peso, un dólar”, o el equi­va­len­te al Plan Real Argen­tino, que abre el país a las impor­ta­cio­nes, lo que vuel­ve insos­te­ni­ble la com­pe­ten­cia para la indus­tria nacio­nal. En este con­tex­to, a media­dos de la déca­da de los noven­ta ocu­rrió lo que se cono­ce en el voca­bu­la­rio argen­tino como pique­tes, o cor­tes de carre­te­ras, que ilus­tra­ron los via­jes de 2001. 

El pri­mer pique­te tuvo lugar en la pro­vin­cia de Neu­quén, en 1996, en ciu­da­des que depen­dían eco­nó­mi­ca­men­te de la empre­sa YPF. Colap­sa­dos​con la pri­va­ti­za­ción de la empre­sa esta­tal y los con­si­guien­tes des­pi­dos masi­vos, las ciu­da­des de Cutral Có y Pla­za Huin­cul tuvie­ron jor­na­das de cie­rre vial y rea­li­za­ción de asam­bleas en comu­ni­da­des ente­ras que que­da­ron des­pro­te­gi­das y, en no pocos casos, sin el corres­pon­dien­te compensación. 

Así, gen­te como Gui­ller­mo Cei­za se invo­lu­cró con el sin­di­ca­lis­mo y el movi­mien­to obre­ro. Es común que quie­nes vivie­ron este perío­do lo des­cri­ban como un momen­to de fuer­te efer­ves­cen­cia social, en el que las orga­ni­za­cio­nes se arma­ron espon­tá­nea­men­te en los barrios, entre gru­pos de tra­ba­ja­do­res y des­ocu­pa­dos, y pre­va­le­ció la soli­da­ri­dad mutua, las coope­ra­ti­vas y el tra­ba­jo autogestionado. 

Cie­za inten­ta­ba con sus com­pa­ñe­ras mon­tar una coope­ra­ti­va para los hijos de los tra­ba­ja­do­res del mata­de­ro de Beris­so, dedi­ca­da a los jóve­nes que ya habían alcan­za­do la edad labo­ral en un con­tex­to de fami­lias des­em­plea­das. “A fina­les de la déca­da de los 90 comen­za­ron a sur­gir orga­ni­za­cio­nes de des­ocu­pa­dos, de tra­ba­jo terri­to­rial con los mar­gi­na­dos, huer­tos urba­nos, apo­yo esco­lar”, dice Cie­za. En las zonas urba­nas, espe­cial­men­te en Bue­nos Aires, lo que pro­vo­có la acu­mu­la­ción de la insa­tis­fac­ción social podría tener el des­em­pleo en su núcleo, pero la fal­ta de vivien­da fue uno de los fac­to­res agra­van­tes, com­bi­na­do con la repre­sión policial. 

La pro­fe­so­ra y fotó­gra­fa Car­la Thom­pson, hija de inmi­gran­tes para­gua­yos, era inte­gran­te de una de las orga­ni­za­cio­nes que sur­gió en ese momen­to, el Movi­mien­to de Tra­ba­ja­do­res Des­ocu­pa­dos (MTD), y acom­pa­ñó a muchas per­so­nas de su ciu­dad, Villa Lugano, Bue­nos Aires, que cru­za­ron el gra­ve pro­ble­ma de las per­so­nas sin hogar. “Des­pués de la dic­ta­du­ra, el pro­ce­so de movi­mien­tos com­pro­me­ti­dos con la ocu­pa­ción de tie­rras fue muy fuer­te y había gra­ves ries­gos para la vida en esta mili­tan­cia. Enton­ces, los sec­to­res popu­la­res se apo­ya­ron en expe­rien­cias pre­vias de orga­ni­za­cio­nes de base ”, dice Thompson. 

En ese momen­to, un mili­tan­te lla­ma­do Agus­tín Ramí­rez, que orga­ni­za­ba ocu­pa­cio­nes de tie­rras, fue ase­si­na­do por la poli­cía en Bue­nos Aires cuan­do por­ta­ba pos­tes para hacer una lige­ra cone­xión en una ocu­pa­ción. “Era un com­pa­ñe­ro que se mul­ti­pli­ca­ba, que tenía inser­ción social, mucha capa­ci­dad de moti­va­ción”, dice. 

El dere­cho a la vivien­da fue la prin­ci­pal lucha de los movi­mien­tos urba­nos en 2001. /​Car­la Thompson

La fal­ta de polí­ti­cas públi­cas com­bi­na­da con la repre­sión se inten­si­fi­có a lo lar­go de los años. El tra­ba­jo mili­tan­te acu­mu­la­do en déca­das de empo­bre­ci­mien­to y repre­sión gene­ró diá­lo­gos entre movi­mien­tos que luchan por el empleo, la vivien­da y con­tra la repre­sión esta­tal. «Enton­ces enten­di­mos que el pro­ble­ma del des­em­pleo nos unía», enfa­ti­za Car­la, quien dice que, en su área, el lema de los movi­mien­tos arti­cu­la­dos era: «tra­ba­jo, dig­ni­dad, cam­bio social». “Des­pués de la hiper­in­fla­ción de Alfon­sín y del neo­li­be­ra­lis­mo de Menem, que para muchos sig­ni­fi­có piz­za y cham­pag­ne, lo que se vio en los barrios popu­la­res fue la pobre­za más extre­ma”, reve­la la fotógrafa. 

“Para algu­nos, tam­bién sig­ni­fi­có vivir en pue­blos fan­tas­mas, con la pri­va­ti­za­ción de los ferro­ca­rri­les y la posi­bi­li­dad de estar inco­mu­ni­ca­dos. Ima­gí­ne­se, en este con­tex­to, per­der su fuen­te de tra­ba­jo en un lugar que va camino de con­ver­tir­se en un pue­blo fan­tas­ma. Fue una reali­dad muy sinies­tra «. Entre las muje­res, que ya esta­ban tejien­do redes en los barrios popu­la­res, comen­za­ron a for­mar­se orga­ni­za­cio­nes femi­nis­tas y de muje­res. Rea­li­za­ban labo­res polí­ti­cas y socia­les, y esta­ban al fren­te de orga­ni­za­cio­nes que lucha­ban por el dere­cho a la tie­rra y resis­tían la fal­ta de vivienda. 

“Al mis­mo tiem­po que nos está­ba­mos orga­ni­zan­do, tenía­mos la nece­si­dad de sanar. El movi­mien­to de muje­res siem­pre tie­ne esta doble cara: va hacia afue­ra y, al mis­mo tiem­po, dia­lo­ga con su pro­pia sub­je­ti­vi­dad ”, dice Carla.

Corra­li­to

El ini­cio del segun­do mile­nio fue, pues, con­vul­so en terri­to­rio argen­tino. El país entró en la déca­da de 2000 con cifras que se acer­ca­ban al 40% de la pobre­za. En menos de un año en el gobierno, Fer­nan­do de la Rúa ya era el cen­tro de un escán­da­lo nacio­nal: una refor­ma labo­ral que fue amplia­men­te recha­za­da popu­lar­men­te fue apro­ba­da en el Con­gre­so gra­cias a los sobor­nos ofre­ci­dos a los sena­do­res. De esta for­ma, no solo aumen­tó el des­em­pleo, sino tam­bién el empleo infor­mal. Este hecho fue segui­do por la renun­cia del vice­pre­si­den­te, Car­los Álva­rez, en octu­bre de 2000, que divi­dió la coa­li­ción de gobierno, la Alian­za por el Tra­ba­jo, la Jus­ti­cia y la Educación. 

Ade­más, el minis­tro de Eco­no­mía del nue­vo gobierno era el mis­mo Domin­go Cava­llo de Menem, una espe­cie de con­ti­nua­ción de la admi­nis­tra­ción ante­rior. Las orga­ni­za­cio­nes mili­tan­tes fue­ron cons­cien­tes de las expe­rien­cias enton­ces recien­tes de la dic­ta­du­ra y toma­ron las pre­cau­cio­nes nece­sa­rias a la hora de organizarse. 

A Enri­que Arri­lla­ga se le cono­cía enton­ces sólo como “Qui­que Camino”. “No usa­mos nues­tros nom­bres reales, excep­to que era una per­so­na muy cono­ci­da”, dice. 

El des­em­pleo fue el pro­ble­ma inte­gra­dor de dife­ren­tes cla­ses duran­te la cri­sis eco­nó­mi­ca de 2001. /​Car­la Thompson 

Arri­lla­ga tra­ba­jó has­ta 1993 en un ferro­ca­rril argen­tino que ter­mi­nó sien­do uno de los pri­va­ti­za­dos bajo el gobierno de Menem, cul­mi­nan­do con los des­pi­dos masi­vos de 100.000 tra­ba­ja­do­res. Con un gru­po de para­dos mon­tó el movi­mien­to Casa del Pue­blo en la capi­tal fede­ral. Cuan­do se le pre­gun­ta sobre la par­ti­cu­la­ri­dad del pro­ce­so argen­tino fren­te a la vio­len­cia eco­nó­mi­ca neo­li­be­ral, la res­pues­ta es cor­ta: el movi­mien­to pique­te­ro. “Es un movi­mien­to que no pasa en el res­to del mun­do. El 20% de des­ocu­pa­dos se ha con­ver­ti­do en un pro­ble­ma estruc­tu­ral en el país, que per­du­ra has­ta hoy”, observa. 

Toda la expe­rien­cia pique­te­ra sur­ge de la expe­rien­cia sin­di­cal de tra­ba­ja­do­res que se que­da­ron sin tra­ba­jo y lo apli­ca­ron a orga­ni­za­cio­nes. Enri­que Arri­lla­ga Ya el 3 de diciem­bre de 2001, las pro­tes­tas eran recu­rren­tes. “Exi­gían tra­ba­jo, comi­da. Había toda una masa de tra­ba­ja­do­res y des­em­plea­dos. Los sig­nos de la cri­sis ya esta­ban entran­do en terreno cada vez más serio”, dice Enrique. 

“Casual­men­te, ese mis­mo día, el gobierno dio a cono­cer el corra­li­to, es decir, la impo­si­bi­li­dad de sacar dine­ro de su pro­pia cuen­ta ban­ca­ria. Había un lími­te ínfi­mo que se podía reti­rar por sema­na, algo alre­de­dor de los 200 pesos hoy”. , recuer­da, men­cio­nan­do un mon­to equi­va­len­te a R $ 11. A par­tir de enton­ces, las orga­ni­za­cio­nes que defen­die­ron el enfren­ta­mien­to a las medi­das guber­na­men­ta­les con­vo­ca­ron una rue­da de pren­sa para el 19 de diciembre. 

Casa del Pue­blo fue una de las orga­ni­za­cio­nes con­vo­ca­do­ras. “La idea era expre­sar uni­dad, e inclu­so con­vo­cá­ba­mos inclu­so a orga­ni­za­cio­nes que pre­ten­dían lle­gar a un acuer­do con el gobierno”, pun­tua­li­za Enri­que. Unas horas des­pués de la con­fe­ren­cia de pren­sa, se pudo escu­char un soni­do cre­cien­te de toda la ciu­dad. «Eran cace­ro­las», dice Enri­que. “Empe­za­ron a batir cace­ro­las en la ciu­dad y en varios pun­tos de la ciu­dad y la pro­vin­cia de Bue­nos Aires, en toda la fran­ja popu­lar, en los barrios pobres, don­de había fábri­cas. Se escu­cha­ron cace­ro­las por todos lados. Fue una reac­ción espon­tá­nea. Cada anun­cio con­tra las medi­das en con­tra del gobierno gene­ra­ron, gene­ra­ba reac­cio­nes a favor ”, dice. Esto dio lugar a un lema que mar­ca la lucha inter­cla­se de la épo­ca: «Pique­tes y cace­ro­las, la lucha es una sola», en refe­ren­cia a los ele­men­tos refe­ren­cia­les de las cla­ses popu­lar y media, res­pec­ti­va­men­te, como des­ta­ca Enrique. 

El res­to del día, has­ta el ama­ne­cer, estu­vo ocu­pa­do por pro­tes­tas y enfren­ta­mien­tos con la poli­cía. “Para el día siguien­te, día 20, hici­mos una movi­li­za­ción masi­va al medio­día en la Pla­za de Mayo, fren­te a la Casa de Gobierno, para exi­gir el fin de la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca del gobierno y un cam­bio de 180º”.

«Que se vayan todos». Argen­ti­na atra­ve­sa­ba una gra­ve cri­sis de fal­ta de repre­sen­ta­ción guber­na­men­tal. /​Car­la Thompson 

«Eran balas de verdad» 

Enton­ces, el día 20, con la iden­ti­dad de Qui­que Camino, Enri­que se diri­gió a la Pla­za de Mayo. Él y millo­nes de per­so­nas en todo el país deja­ron sus hoga­res ese día exi­gien­do una reno­va­ción total. Inclu­so con toda la inten­si­dad alre­de­dor, nadie pre­di­jo cuál sería el via­je de ese 20 de diciem­bre de 2001. Ya nada pare­cía ser peor. Lo que se vio en las calles fue­ron pro­tes­tas masi­vas a favor de la mis­ma cau­sa, y tam­bién la pre­sen­cia de todo el apa­ra­to de segu­ri­dad del Estado. 

Car­la Thom­pson, cáma­ra a cues­tas, se con­cen­tró en la Pla­za del Con­gre­so y gra­bó los acon­te­ci­mien­tos que se suce­dían allí. Seguía lle­gan­do más gen­te. La repre­sión no tar­dó en lle­gar: mien­tras la poli­cía lan­za­ba gases lacri­mó­ge­nos, los mani­fes­tan­tes se defen­dían con pie­dras. «Eso es lo que tenía­mos», dice Car­la. «Éra­mos miles en la calle. Era algo colec­ti­vo muy fuer­te, había una sen­sa­ción épi­ca. ¿Sabes, cuan­do los momen­tos son trá­gi­cos y es difí­cil expre­sar­lo con palabras?» 

Con la con­cen­tra­ción de miles de per­so­nas en las calles, Fer­nan­do de la Rúa decla­ró el país en esta­do de sitio, lo que solo hizo que más per­so­nas aban­do­na­ran sus hoga­res para pro­tes­tar con­tra el gobierno. 

“Miles de per­so­nas salie­ron, inclu­so de noche, en esta­do de sitio”, dice Enri­que, enfa­ti­zan­do que, en ese momen­to, se esti­ma­ban 10 millo­nes de per­so­nas en pro­tes­tas en todo el terri­to­rio. «Esto en un país que tenía 25 millo­nes de habi­tan­tes. Una autén­ti­ca rebe­lión popu­lar», comenta. 

Movi­mien­to Pique­te­ro en Bue­nos Aires duran­te los días de 2001. /​Car­la Thompson 

«Obvia­men­te, el Esta­do repre­sor no se hizo espe­rar. Una cosa que siem­pre me ator­men­ta son los 39 ase­si­na­tos, per­so­nas que per­die­ron la vida y no hubo jus­ti­cia», remar­có. Los crí­me­nes fue­ron come­ti­dos por todas las fuer­zas pre­sen­tes espe­cial­men­te en Pla­za de Mayo, qui­zás tam­bién como repre­sión sim­bó­li­ca en un lugar míti­co para defen­so­res de dere­chos humanos. 

Poli­cía, ejér­ci­to, caba­lle­ría y dis­pa­ros, muchos tiros. «Eran balas reales», dice Car­la, asin­tien­do con la cabe­za. Cami­nan­do por la Ave­ni­da de Mayo, que conec­ta las pla­zas del Con­gre­so y la Casa Rosa­da, la gen­te que venía de Pla­za de Mayo le acon­se­jó que no siguie­ra. «Vuel­ve, por­que la cosa está pican­te ahí». Car­la siguió el con­se­jo y regre­só a Pla­za del Con­gre­so. Lue­go supe lo que esta­ba suce­dien­do en el epi­cen­tro de la repre­sión ese día. “¡A las madres de la Pra­za de Mayo les pega­ron poli­cías de a caba­llo! Esto se trans­mi­tió por TV y radio, y más gen­te salió a la calle, indig­na­da”, dice Carla. 

Con la incon­tro­la­ble e inelu­di­ble movi­li­za­ción, Fer­nan­do de la Rúa anun­ció su dimi­sión. Pocos lo sabían en ese momen­to: esta­ban en las calles, luchan­do con­tra la poli­cía o movién­do­se a otra par­te. Para los de Pla­za de Mayo, el men­sa­je fue inme­dia­to: el heli­cóp­te­ro que des­pe­gó de la Casa Rosa­da anun­ció la renun­cia del presidente. 

Con la sali­da del pre­si­den­te el 20 de diciem­bre, le corres­pon­día al pre­si­den­te del Sena­do, Ramón Puer­ta, del PJ, asu­mir el car­go. Sin embar­go, ocu­pó el esca­ño pre­si­den­cial por ape­nas 24 horas, pasan­do el car­go a otro hom­bre de su par­ti­do, Adol­fo Rodrí­guez Saá. Sin apo­yo polí­ti­co, Saá dimi­te 5 días después. 

De acuer­do con la ley del país, el car­go lo ocu­pa­ría enton­ces el pre­si­den­te de la Cáma­ra de Dipu­tados, Eduar­do Cama­ño, quien com­ple­tó el trá­mi­te y fir­mó como pre­si­den­te inte­ri­no. Renun­ció en 48 horas, cuan­do, final­men­te, en enero de 2022, Eduar­do Duhal­de asu­me la pre­si­den­cia de Argentina. 

La cri­sis con­ti­nuó pro­fun­di­zán­do­se has­ta 2002, e inclu­yó tam­bién muer­tes trá­gi­cas y emble­má­ti­cas de la his­to­ria argen­ti­na, como las de Darío San­ti­llán y Maxi­mi­liano Kos­te­ki, en un pique­te en el Puen­te Puey­rre­dón, en la Capi­tal fede­ral. Este ase­si­na­to pro­vo­có una cri­sis en el gobierno de Duhal­de y, con­vo­ca­das elec­cio­nes, lle­gó al poder Nés­tor Kirch­ner, inau­gu­ran­do una nue­va eta­pa polí­ti­ca y social en el país. 

Las jor­na­das de 2001 mar­ca­ron un segun­do «Nun­ca Más» des­pués de la dic­ta­du­ra mili­tar, aun­que hoy Argen­ti­na atra­vie­sa una situa­ción simi­lar tras la elec­ción del gobierno neo­li­be­ral de Mau­ri­cio Macri. «Todos estos días han esta­do lle­nos de refle­xión», com­par­te Car­la. “Lle­ga­ron los 20 años de 2001 y es intere­san­te reco­ger expe­rien­cias mili­tan­tes de esa épo­ca. Para una per­so­na, 20 o 30 años es mucho tiem­po, pero en tér­mi­nos de pro­ce­sos his­tó­ri­cos pue­de que no sea tan­to, y ver las cosas como hechos espon­tá­neos, se pier­den de vis­ta los procesos. 

Pro­tes­ta masi­va en la Pla­za del Con­gre­so Argen­tino, en la ciu­dad de Bue­nos Aires. /​Car­la Thompson 

Para Enri­que, el 2001 mar­có una for­ma de orga­ni­za­ción y mili­tar colec­ti­vo que ya for­ma par­te de la iden­ti­dad del país. “Cual­quier con­flic­to, de cual­quier tipo, se pro­du­ce y se hace visi­ble en la calle. El movi­mien­to pique­te­ro ha mar­ca­do un camino, que inclu­so la dere­cha lo ha apro­ve­cha­do para impul­sar su polí­ti­ca reac­cio­na­ria, obser­va. «Otra con­clu­sión es que, par­te de la lec­ción del 2001, y que toda­vía no hemos apren­di­do lo sufi­cien­te, es que los sec­to­res popu­la­res que real­men­te quie­ren un cam­bio social pue­den esta­ble­cer una polí­ti­ca y un pro­gra­ma alter­na­ti­vo para cam­biar defi­ni­ti­va­men­te el país. Segui­mos sien­do un país capi­ta­lis­ta depen­dien­te. con una gra­ve cri­sis, con un 50% de pobre­za y bene­fi­cian­do aún más al capi­tal tra­di­cio­nal. Me pare­ce que esto es toda­vía una lec­ción pen­dien­te ”, concluye. 

Para acom­pa­ñar

Edi­ción: Artu­ro Hartmann

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