Uru­guay. Como en 1992: entre la dero­ga­ción total y la parcial

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 10 de febre­ro de 2021.

El ter­cer año del man­da­to de Luis Alber­to Laca­lle Herre­ra fue tes­ti­go de una gigan­tes­ca movi­li­za­ción social, que pro­mo­vió, con éxi­to, un refe­rén­dum con­tra la ley “buque insig­nia” del gobierno: la Ley de Empre­sas Públi­cas. El 2021 será tes­ti­go de una cam­pa­ña de simi­la­res carac­te­rís­ti­cas: el movi­mien­to social uru­gua­yo inten­ta­rá dero­gar la urgen­te ley de la coa­li­ción lide­ra­da por Luis Alber­to Laca­lle Pou. No solo se repi­te el ape­lli­do. Con casi trein­ta años de dife­ren­cia, el deba­te, y el lugar que ocu­pan los acto­res más rele­van­tes en el mis­mo, se reite­ra: ¿Es más con­ve­nien­te dero­gar par­cial o total­men­te la ley?

El plan neoliberal

El 13 de setiem­bre de 1990, el fla­man­te Poder Eje­cu­ti­vo envió al Par­la­men­to un pro­yec­to de “Ley de modi­fi­ca­cio­nes del régi­men de empre­sas públi­cas de domi­nio indus­trial y comer­cial del Esta­do”. Laca­lle asu­mía el gobierno en un cli­ma regio­nal pri­va­ti­za­dor y des­re­gu­la­dor; el neo­li­be­ra­lis­mo esta­ba en boga, en nues­tro con­ti­nen­te, tras la ola que vivió el nor­te con la era Reagan-That­cher. La crea­ción del Mer­co­sur, las car­tas de inten­ción del FMI, el Con­sen­so de Washing­ton y la mar en coche. Toda una avan­za­da conservadora.

La Ley de Empre­sas Públi­cas reco­gía fiel­men­te ese feroz espí­ri­tu pri­va­ti­za­dor, coman­da­do por un neo­li­be­ral a ultran­za, con el apo­yo de una coa­li­ción de dere­chas que lue­go se des­mem­bra­ría. El pro­yec­to tuvo un len­to tra­ta­mien­to par­la­men­ta­rio, y duran­te ese pro­ce­so el cam­po popu­lar ger­mi­nó la pro­pues­ta de lle­var a cabo pri­me­ro uno y lue­go dos referéndums.

La Comi­sión y el sin­di­ca­to de Pluna

La Ley, final­men­te, fue apro­ba­da con un total de 32 artícu­los. El sin­di­ca­to de PLUNA pre­sen­tó la pro­pues­ta de refren­dar la nor­ma en su tota­li­dad. Por otra par­te, se creó la Comi­sión Nacio­nal de Defen­sa del Patri­mo­nio y Refor­ma del Esta­do, inte­gra­da por el PIT-CNT, el Fren­te Amplio y sec­to­res “pro­gre­sis­tas” de los par­ti­dos tra­di­cio­na­les. La pro­pues­ta, naci­da del movi­mien­to sin­di­cal, fue toma­da y adap­ta­da según las deman­das de los acto­res polí­ti­co-par­ti­da­rios, que, bus­can­do un “amplio con­sen­so”, deri­vó en una pro­pues­ta para refren­dar úni­ca­men­te cin­co artícu­los con­si­de­ra­dos “cla­ves”. La expli­ca­ción es sen­ci­lla: el Fren­te Amplio pro­cu­ró apun­tar a los artícu­los que, ya en el Par­la­men­to, con­ta­ban con la opo­si­ción de los sec­to­res mode­ra­dos del Par­ti­do Colo­ra­do y el Par­ti­do Nacio­nal (el Foro Batllis­ta y el Polo Pro­gre­sis­ta, respectivamente).

El 1992 tuvo tres ins­tan­cias elec­cio­na­rias dis­tin­tas: una pri­me­ra, don­de nin­gu­na de las dos pro­pues­tas alcan­zó el 25% exi­gi­do para poder some­ter­se a refe­rén­dum. El 5 de julio, la pape­le­ta blan­ca para dero­gar par­cial­men­te la ley obtu­vo 439.619 votos (un 18,9% del elec­to­ra­do), y la rosa­da, para derri­bar toda la nor­ma, obtu­vo 21.035 (un 0,9%). En la segun­da ins­tan­cia, lle­va­da a cabo el 1°de octu­bre, la pape­le­ta blan­ca alcan­zó el 30,5% de los votos sobre el total de habi­li­ta­dos (693.688), mien­tras que la opción rosa­da redu­jo su cau­dal elec­to­ral: 14.960 pape­le­tas (un 0,6% del elec­to­ra­do). La Cor­te Elec­to­ral con­vo­có a un refe­rén­dum para el 13 de diciem­bre de ese año.

Referendum por las empresas públicas: un cambio sobrevalorado

La aplas­tan­te mayo­ría y sus consecuencias

1.289.503 votan­tes (un 66,3% del elec­to­ra­do) deci­die­ron dero­gar los artícu­los 1°, 2°, 3°, 10° y 12° de la Ley de Empre­sas Públi­cas. La amplia base de apo­yos que reci­bió la pro­pues­ta, que iban des­de el PIT-CNT has­ta Julio María San­gui­net­ti, Pablo Millor y Alber­to Zuma­rán, podría ser una de las cla­ves que expli­que tan aplas­tan­te triun­fo. El gobierno de Laca­lle reci­bía un pri­mer y duro revés, y su pro­yec­to madre tuvo un freno, impor­tan­te y parcial.

Den­tro de los cin­co artícu­los caí­dos no se encon­tra­ban, por ejem­plo, los que per­mi­tían la pri­va­ti­za­ción de PLUNA, que ven­dió el 51% de sus accio­nes a capi­ta­les pri­va­dos1. En esa línea, se liqui­dó la Indus­tria Lobe­ra y Pes­que­ra del Esta­do (ILPE), se des­re­gu­ló una par­te de UTE y se ven­dió la Com­pa­ñía del Gas. ANTEL no se pudo pri­va­ti­zar. De hecho, el sin­di­ca­to de dicha empre­sa tuvo un rol pre­pon­de­ran­te en la cam­pa­ña por el referéndum.

Simi­li­tu­des y dife­ren­cias en un 2021 movido

La Ley de Urgen­te Con­si­de­ra­ción, y su cam­pa­ña para dero­gar­la, es un espe­jo en muchos aspec­tos res­pec­to de lo que suce­día en la esce­na polí­ti­ca y social de hace 29 años. Una coa­li­ción de dere­cha que asu­me y aprue­ba un gigan­tes­co avan­ce con­ser­va­dor a tra­vés del Poder Legis­la­ti­vo. Un PIT-CNT, alia­do a la prin­ci­pal fuer­za de opo­si­ción, el Fren­te Amplio, que bus­ca dero­gar­lo par­cial­men­te. Y una mili­tan­cia mar­gi­nal (¿mar­gi­na­da?) que pro­cu­ra eli­mi­nar la nor­ma­ti­va en su totalidad.

A lo lar­go del 2020 se des­ple­gó en el cam­po social, el deba­te, en pri­mer lugar, de si era con­ve­nien­te lle­var a cabo una acción de refe­rén­dum, pan­de­mia median­te, y en segun­do lugar, a tra­vés de qué camino. En un pri­mer momen­to, se amplió la base de orga­ni­za­cio­nes que comen­za­ron a dis­cu­tir estos asun­tos en la Inter­so­cial. Cuan­do en tér­mi­nos numé­ri­cos, las orga­ni­za­cio­nes socia­les de pos­tu­ra radi­cal supe­ra­ban amplia­men­te en núme­ro a la opción mode­ra­da, la “mesa chi­ca”, com­pues­ta por las orga­ni­za­cio­nes “tra­di­cio­na­les” (PIT-CNT, FEUU, ONAJPU, FUCVAM, suma­das a la Inter­so­cial Femi­nis­ta), deci­dió empren­der por su cuen­ta el recur­so de refe­rén­dum por 135 artícu­los de la LUC, los cua­les, mayor­men­te, habían sido recha­za­dos legis­la­ti­va­men­te por el FA. Días des­pués, las orga­ni­za­cio­nes socia­les que deci­die­ron no ple­gar­se a esta cam­pa­ña, empren­die­ron la acción de dero­gar la tota­li­dad de la ley.

Actual­men­te, igual que en 1992, hay dos posi­bles vías de dero­ga­ción. A dife­ren­cia de ese año, y tras haber regla­men­ta­do la nor­ma­ti­va, se requie­re que las ini­cia­ti­vas superen el 25% de las fir­mas sobre el total del elec­to­ra­do (el “camino lar­go” fue el ele­gi­do por ambas cam­pa­ñas) para some­ter­se a refe­rén­dum. Esto per­mi­te, a su vez, acom­pa­ñar (fir­man­do y votan­do) ambas ini­cia­ti­vas. En esta oca­sión, la ley es res­pal­da­da en su tota­li­dad por la coa­li­ción de dere­cha, lo cual pre­sen­ta el esce­na­rio de una base elec­to­ral de apo­yo a un refe­rén­dum más acotada.

Entre cálcu­los elec­to­ra­les y dispu­tas inter­nas. Entre las urnas y las calles. Entre los gobier­nos de turno y las polí­ti­cas de Esta­do. Entre demo­cra­cia direc­ta y espe­ji­tos de colo­res. Los deba­tes están vivos. La lucha también.

fuen­te: Reactiva

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