Nación Mapu­che. Que apa­rez­ca la pala­bra, en la Cons­ti­tu­ción o en las leyes no es suficiente

Cami­lo Espi­no­za Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 15 de enero de 2021

Vik­tor Naqill Gomez es una voz res­pe­ta­da en dos mun­dos: el aca­dé­mi­co y el mapu­che. Es pro­fe­sor de his­to­ria y geo­gra­fía de la Uni­ver­si­dad de la Fron­te­ra y doc­tor en Cien­cia Polí­ti­ca de la Uni­ver­si­dad Autó­no­ma de Bar­ce­lo­na. Actual­men­te, es inves­ti­ga­dor del Cen­tro de Estu­dios Inter­cul­tu­ra­les e Indí­ge­nas, vin­cu­la­do al Cam­pus Villa­rri­ca de la Uni­ver­si­dad Cató­li­ca. Por más de 30 años ha sido acti­vis­ta del movi­mien­to mapu­che, par­ti­ci­pan­do en varias orga­ni­za­cio­nes en Wallmapu.

En ambos mun­dos, ha logra­do reafir­mar sus con­vic­cio­nes, las que van a con­tra­mano de algu­nas de las deci­sio­nes que se han ido toman­do en el últi­mo tiem­po, sobre todo, en lo que se refie­re al camino constituyente.

Se ha gene­ra­do bas­tan­te dis­cu­sión en torno a los esca­ños reser­va­dos para pue­blos indí­ge­nas en la Con­ven­ción Cons­ti­tu­yen­te. ¿A qué atri­bu­ye la fal­ta de con­sen­so y dila­ción en esta materia?

-Esto se debe, por un lado, a que los par­ti­dos chi­le­nos lle­va­ron el deba­te sobre los esca­ños pen­san­do en quién los va a ocu­par, más que en reco­no­cer en esta ins­tan­cia a los dis­tin­tos pue­blos. Se tra­ta de una dispu­ta de los par­ti­dos por ganar cada uno su par­te en un esce­na­rio que se abrió con el esta­lli­do y fina­li­za­rá, en tér­mi­nos de calen­da­rio, con el ple­bis­ci­to de salida.

Por otra par­te, me pare­ce que los par­ti­dos y los par­la­men­ta­rios se metie­ron en un tema que no mane­jan y no esti­ma­ron las impli­can­cias polí­ti­cas y prác­ti­cas, que hoy van apa­re­cien­do. Por ejem­plo, cómo se cons­ti­tui­rá el padrón elec­to­ral espe­cial. Creo que ello ha sido abor­da­do de mane­ra total­men­te impro­vi­sa­da. Todo esto deja de mani­fies­to la fal­ta de cul­tu­ra polí­ti­ca en la mate­ria. La mayo­ría de los par­la­men­ta­rios, de los cua­les ade­más hay muchos que tie­nen intere­ses polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos en Wall­ma­pu, igno­ra la cues­tión mapu­che en su dimen­sión pro­pia­men­te polí­ti­ca, sus cau­sas his­tó­ri­cas, y las rei­vin­di­ca­cio­nes del movi­mien­to mapuche.

¿Con­si­de­ra que ha fal­ta­do tal vez fuer­za mapu­che para pre­sio­nar en favor de los escaños?

-Diría más bien fal­ta de fuer­za de los sec­to­res mapu­che intere­sa­dos en obte­ner estos esca­ños. Exis­ten otros que no se sien­ten impli­ca­dos con este deba­te y quie­nes direc­ta­men­te, por una u otra razón, son con­tra­rios. Por mi par­te, soy crí­ti­co, por­que este deba­te sobre los esca­ños va a dar base para colo­car este meca­nis­mo de repre­sen­ta­ción para el par­la­men­to en la nue­va Constitución.

«Los par­ti­dos y los par­la­men­ta­rios se metie­ron en un tema que no mane­jan y no esti­ma­ron las impli­can­cias polí­ti­cas y prác­ti­cas, que hoy van apa­re­cien­do. La mayo­ría igno­ra la cues­tión mapu­che en su dimen­sión pro­pia­men­te polí­ti­ca, sus cau­sas his­tó­ri­cas, y las rei­vin­di­ca­cio­nes del movimiento».

¿En qué sen­ti­do eso pue­de ser negativo?

-Los esca­ños reser­va­dos son la vía de la par­ti­ci­pa­ción en el poder del Esta­do, en este caso el poder legis­la­ti­vo, pero no la vía del auto­go­bierno de Wall­ma­pu, el País Mapu­che, en el mar­co de un esta­tu­to de auto­no­mía. Para mí, más allá de la repre­sen­ta­ción mapu­che en la Cons­ti­tu­yen­te, la cues­tión cen­tral que se plan­tea con la nue­va Cons­ti­tu­ción no son los esca­ños reser­va­dos, sino la des­cen­tra­li­za­ción del Esta­do. Y, jun­to con la des­cen­tra­li­za­ción, una nue­va ley de par­ti­dos polí­ti­cos, que per­mi­ta la crea­ción de par­ti­dos con base en una sola región.

En este deba­te que pro­po­ne, ¿cuál es la visión que está en juego?

-Esta­mos aquí ante dos visio­nes con­tra­pues­tas, que yo deno­mino el dile­ma estra­té­gi­co entre comu­ni­ta­ris­mo y terri­to­ria­lis­mo. Acla­ro que el con­cep­to de comu­ni­ta­ris­mo no hace refe­ren­cia a lo que se ha lla­ma­do la comu­ni­dad mapu­che o reduc­ción, sino que es pro­pio de la socio­lo­gía y de la cien­cia polí­ti­ca y sir­ve para desig­nar aque­llas polí­ti­cas diri­gi­das o dere­chos acor­da­dos a comu­ni­da­des étni­cas, con­fe­sio­na­les o cul­tu­ra­les en el seno de un Esta­do, sin tomar en cuen­ta nin­gu­na base territorial.

Por otra par­te, está el terri­to­ria­lis­mo, pos­tu­ra en la que yo me ins­cri­bo. Si nues­tra lucha es la exis­ten­cia como nación, ella debe cen­trar­se enton­ces en Wall­ma­pu. Hay que tener pre­sen­te que son las luchas en el País Mapu­che que están a la base del con­flic­to con el Esta­do. Debe­mos tener cla­ro que, como indi­vi­duo, se pue­de ser mapu­che en cual­quier lugar: en San­tia­go, Bue­nos Aires o en Euro­pa. Pero como nación mapu­che, sólo pode­mos ser­lo en nues­tro país, en Wallmapu.

¿Por qué un meca­nis­mo que es uti­li­za­do en varios paí­ses, como Nue­va Zelan­da, no sería per­ti­nen­te para el caso mapuche?

-Pien­so que no hay que plan­tear­lo en tér­mi­nos de per­ti­nen­cia o no, sino en tér­mi­nos de opcio­nes. Todo depen­de de los obje­ti­vos que nos fije­mos, y de la estra­te­gia que en con­se­cuen­cia adop­te­mos. No se pue­de decir que una vía, la comu­ni­ta­ris­ta o la terri­to­ria­lis­ta, es más per­ti­nen­te que la otra. Depen­de de tus obje­ti­vos y tus con­di­cio­nes, sobre todo terri­to­ria­les y demográficas.

En rigor, Nue­va Zelan­da es, des­de un pun­to de vis­ta his­tó­ri­co, el país de los mao­rí. De hecho, actual­men­te tam­bién se usa el nom­bre que los mao­rí dan al archi­pié­la­go ‑Aotearoa‑, y entien­do que es algo ya ins­ti­tui­do. Pero los mao­rí repre­sen­tan hoy el 15% del total de la pobla­ción, y con una esca­sa diás­po­ra, hay que asu­mir que esta mino­ri­za­ción es irre­ver­si­ble. En esas con­di­cio­nes, sin la posi­bi­li­dad his­tó­ri­ca de auto­go­bierno, un meca­nis­mo de comu­ni­ta­ris­mo polí­ti­co como el de los esca­ños reser­va­dos pue­de per­mi­tir, por lo menos a los mao­rí, una par­ti­ci­pa­ción como gru­po étni­co en el poder del Estado.

¿Y en el caso mapuche?

-Nues­tra reali­dad es otra. Tene­mos un terri­to­rio que se man­tu­vo inde­pen­dien­te has­ta la segun­da mitad del siglo XIX, cuan­do Chi­le lo inva­dió y ocu­pó mili­tar­men­te. La dis­mi­nu­ción drás­ti­ca de la pobla­ción como con­se­cuen­cia de la gue­rra de ocu­pa­ción faci­li­tó la mino­ri­za­ción de la pobla­ción sobre­vi­vien­te median­te la colo­ni­za­ción con pobla­ción chi­le­na y euro­pea; mino­ri­za­ción que se con­so­li­dó a lo lar­go del siglo XX con una emi­gra­ción cons­tan­te de la pobla­ción mapu­che fue­ra de Wall­ma­pu. Este fenó­meno ha sido de tal mag­ni­tud que dio ori­gen a una impor­tan­te diás­po­ra, en par­ti­cu­lar en la Región Metro­po­li­ta­na, don­de se con­cen­tran hoy más de 600 mil mapu­che, pero que repre­sen­tan solo el 8,64% de la pobla­ción total de la región. Las comu­nas con más alto por­cen­ta­je de pobla­ción mapu­che son La Pin­ta­na y Cerro Navia, con más de un 14% cada una.

La situa­ción es dis­tin­ta en Wall­ma­pu, que se man­tu­vo inde­pen­dien­te. En com­pa­ra­ción con la Región Metro­po­li­ta­na, la pobla­ción mapu­che es menor. Sin embar­go, repre­sen­ta el 33% del total de Wall­ma­pu. Aquí, pese a ser tam­bién mino­ri­ta­rios, somos una pobla­ción sig­ni­fi­ca­ti­va. Hay 14 comu­nas con mayo­ría mapu­che, y Temu­ko, la capi­tal, es por otra par­te la comu­na con la mayor pobla­ción mapu­che de todo el Esta­do chi­leno (66.293 per­so­nas, 23,47%). Si nos situa­mos en el mar­co de un Wall­ma­pu exten­so, se suman otras dos comu­nas con mayo­ría mapu­che, San Juan de la Cos­ta en Willi­ma­pu y Key­len en Chillwe.

«Más allá de la repre­sen­ta­ción mapu­che en la Cons­ti­tu­yen­te, la cues­tión cen­tral que se plan­tea con la nue­va Cons­ti­tu­ción no son los esca­ños reser­va­dos, sino la des­cen­tra­li­za­ción del Esta­do. Y, jun­to con la des­cen­tra­li­za­ción, una nue­va ley de par­ti­dos polí­ti­cos, que per­mi­ta la crea­ción de par­ti­dos con base en una sola región».

Quie­nes optan por una vía comu­ni­ta­ris­ta se apo­yan en el hecho que somos una mino­ría demo­grá­fi­ca en nues­tro pro­pio terri­to­rio, y que la mayo­ría de la pobla­ción está en la diás­po­ra, en par­ti­cu­lar en San­tia­go. Quie­nes opta­mos por la vía terri­to­ria­lis­ta con­si­de­ra­mos que, si bien los mapu­che somos mino­ría en Wall­ma­pu, somos un por­cen­ta­je impor­tan­te, que ha ido en aumen­to en cada Cen­so. Para quie­nes nos situa­mos en esta pers­pec­ti­va, la exis­ten­cia de una diás­po­ra no es un argu­men­to en con­tra del terri­to­ria­lis­mo, sino que, por el con­tra­rio, lo refuer­za, pues ella cons­ti­tu­ye una reser­va demo­grá­fi­ca que, si es movi­li­za­da para su retorno, pue­de con­tri­buir de mane­ra deci­si­va al refor­za­mien­to del carác­ter mapu­che de Wallmapu.

En el mar­co del deba­te cons­ti­tu­yen­te, se ha pro­pues­to tam­bién avan­zar hacia un Esta­do plu­ri­na­cio­nal. ¿Qué efec­to ten­dría una medi­da como ésta, en par­ti­cu­lar, para el pue­blo mapuche?

– Si ello sig­ni­fi­ca el reco­no­ci­mien­to del pue­blo mapu­che, pero no el de un país mapu­che, su alcan­ce será míni­mo. Es por eso que yo dis­tin­gui­ría entre una plu­ri­na­cio­na­li­dad for­mal y otra real. La for­mal es aque­lla que con­sis­te en reco­no­cer, a menu­do con gran­di­lo­cuen­cia, en la Cons­ti­tu­ción y las leyes a los pue­blos indí­ge­nas, así como la impor­tan­cia de sus len­guas, cul­tu­ras, etc. Y lue­go en la prác­ti­ca ocu­rre muy poco o nada.

El reco­no­ci­mien­to real de un pue­blo, por su par­te, siem­pre sig­ni­fi­ca el reco­no­ci­mien­to de su país; así, en todo caso, lo con­ci­ben los movi­mien­tos nacio­na­les o de libe­ra­ción nacio­nal, que tie­nen por obje­ti­vo el auto­go­bierno y que son, por defi­ni­ción, territorialistas.

El auto­go­bierno requie­re siem­pre de una for­ma­ción esta­tal, llá­me­se país, Esta­do fede­ra­do, región o comu­ni­dad autó­no­ma. Y toda for­ma­ción esta­tal requie­re de un terri­to­rio. Los pue­blos no se auto­go­bier­nan en el aire, sino que a tra­vés del auto­go­bierno de un terri­to­rio. Es el caso con la región autó­no­ma del Kur­dis­tán en Irak, es el caso tam­bién del País Vas­co, Cata­lun­ya y Gali­cia en el Esta­do espa­ñol. Los dere­chos nacio­na­les de los pue­blos están siem­pre liga­dos a un terri­to­rio, el país pro­pio, y depen­den del con­trol que ten­gan o no de ese terri­to­rio. Es allí don­de se arrai­ga la len­gua y la cul­tu­ra de cada pue­blo, allí don­de ha desa­rro­lla­do su exis­ten­cia histórica.

De The Clinic

FUENTE: El Extre­mo Sur de la Patagonia

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