Colom­bia. Eri­ka Prie­to: «Las masa­cres bus­can dis­ci­pli­nar por el terror»

Por Car­los Azná­rez. Resu­men Lati­noam­ri­cano, 9 de noviem­bre de 2020.

Eri­ka Prie­to es inte­gran­te del Con­gre­so de los Pue­blos de Colom­bia y una acti­va defen­so­ra de los dere­chos huma­nos. Con ella tra­ta­mos de bus­car una res­pues­ta a la esca­la­da de crí­me­nes con­tra la pobla­ción, a tra­vés de masa­cres o de ase­si­na­tos indi­vi­dua­les de líde­res y lide­re­sas socia­les o de mili­tan­tes opo­si­to­res al gobierno de Ivan Duque.

-¿Cómo estás vien­do esta dura situa­ción que se está dando?

-En Colom­bia se está vivien­do una situa­ción muy com­ple­ja de recru­de­ci­mien­to de la vio­len­cia en cuen­to a un ejer­ci­cio de reor­ga­ni­za­ción y recon­so­li­da­ción del para­mi­li­ta­ris­mo. Esto, vie­ne de la mano del actual Gobierno de Iván Duque y es una reali­dad que se vive en las comu­ni­da­des más empo­bre­ci­das. Esto, tam­bién nos da cuen­ta de que en Colom­bia se está per­pe­tran­do un geno­ci­dio que va a lle­var, o pre­ten­den lle­var, al exter­mi­nio de per­so­nas de carác­ter opo­si­tor a las for­mas del gobierno como tal y de este mode­lo capitalista. 

En esa medi­da, tam­bién vemos como la figu­ra de las masa­cres va toman­do mayor fuer­za y se va recon­so­li­dan­do como una for­ma de accio­nar del para­mi­li­ta­ris­mo, que siem­pre fue una de sus for­mas his­tó­ri­cas de gene­rar terror en la pobla­ción. Noso­tros vemos que eso tie­ne como fin gene­rar un esta­do de terror que le per­mi­ta a estos gru­pos entrar a cam­biar la situa­ción pro­duc­ti­va y el uso eco­nó­mi­co de los terri­to­rios a tra­vés de ese ejer­ci­cio de la fuer­za mili­tar que ellos osten­tan. Este accio­nar no tie­ne nin­gún tipo de con­trol o de freno por par­te del Gobierno colombiano.

Eri­ka Prieto

-Lo que ocu­rre es que bajo el bar­niz de que esto es una demo­cra­cia, se apro­ve­cha para gol­pear a los sec­to­res de la pobla­ción que disien­ten del mode­lo. ¿Es inevi­ta­ble que esto ocurra?

-En la actua­li­dad, hemos teni­do ya, des­de el con­cep­to que mane­ja­mos de masa­cre, 71 de estos crí­me­nes en el país has­ta prin­ci­pios de noviem­bre. Esto nos da cuen­ta de una situa­ción muy gra­ve por­que son hechos que se repi­ten en todo el país. Enten­de­mos que masa­cre es el ase­si­na­to colec­ti­vo de más de tres per­so­nas que serían suje­tos de pro­tec­ción por medio del dere­cho inter­na­cio­nal huma­ni­ta­rio. Así es que nos encon­tra­mos en esta lis­ta 71 masa­cres, come­ti­das inclu­so por la Poli­cía Nacio­nal en el mar­co de agre­dir a mani­fes­tan­tes desarmados.

Enton­ces, hay unas situa­cio­nes muy com­ple­jas que se vie­nen dan­do con el recru­de­ci­mien­to de la vio­len­cia, gene­ra­da a tra­vés de diná­mi­cas de un Esta­do que actúa des­de la oscu­ri­dad. Los víncu­los y las for­mas en las que el para­mi­li­ta­ris­mo se reor­ga­ni­za están liga­das direc­ta­men­te con la pre­sen­cia del Ejér­ci­to en los terri­to­rios, por­que es pre­ci­sa­men­te allí, don­de se dan esos ejer­ci­cios con más fuer­za. Por otro lado, las for­mas de pro­tec­ción que el Esta­do colom­biano le ofre­ce a los líde­res y lide­re­sas socia­les, a los defen­so­res y defen­so­ras de Dere­chos Huma­nos, no pro­te­gen realmente. 

O sea que las per­so­nas con o sin esque­ma de pro­tec­ción son ase­si­na­das, y esos ase­si­na­tos res­pon­den a una sis­te­ma­ti­ci­dad. Gene­ral­men­te son per­so­nas que se están opo­nien­do a intere­ses de explo­ta­ción de los recur­sos, que se están inter­po­nien­do al ingre­so de las mul­ti­na­cio­na­les, a dife­ren­tes for­mas de explo­ta­ción del pue­blo. Cuan­do ocu­rren estos ase­si­na­tos, la Fis­ca­lía y los entes del gobierno res­pon­den de igual mane­ra en cual­quier par­te del país, lo que nos da cuen­ta tam­bién de una sis­te­ma­ti­ci­dad por par­te del Esta­do en la mane­ra en la que nos enfren­ta­mos a este pro­ble­ma. Enton­ces, resul­ta poco creí­ble tra­tar de decir que no hay una rela­ción direc­ta del Gobierno colom­biano con lo que está pasan­do actualmente.

-¿El pue­blo colom­biano tie­ne con­cien­cia de esto y reac­cio­na ante estos hechos?

-El pue­blo colom­biano tie­ne una carac­te­rís­ti­ca muy com­ple­ja y es que acá siem­pre los Esta­dos Uni­dos han man­te­ni­do una inje­ren­cia muy fuer­te en la idea de que esto debe pare­cer una demo­cra­cia y como esto siem­pre «ha pare­ci­do una demo­cra­cia”, la gen­te no com­pren­de las fal­tas que tie­ne nues­tro sis­te­ma en cuan­to a acer­car­se a un mode­lo de este tipo. La gen­te no es muy cons­cien­te de esto y aun­que está muy poli­ti­za­da en muchí­si­mos aspec­tos, ocu­rre que la infor­ma­ción que trans­mi­ten los medios masi­vos de infor­ma­ción mues­tran estos ase­si­na­tos de la pobla­ción como si fue­ran unas cifras más. Lo tra­tan de una mane­ra muy des­car­na­da, en la que pre­ten­den que la gen­te no se indig­ne y esto tie­ne unos efec­tos en una gran par­te de la pobla­ción colombiana.

-Sin embar­go, en los últi­mos meses se han dado gran­des protestas.

-Así es. Veni­mos vien­do un ejer­ci­cio tam­bién de un esta­lli­do social que da cuen­ta de que la gen­te se está des­per­tan­do y está enten­dien­do que, si bien aquí nos han man­te­ni­do bajo la idea de la figu­ra demo­crá­ti­ca, hemos vivi­do real­men­te en unas con­di­cio­nes de opre­sión muy com­pli­ca­das. Estos hechos que se pro­du­cen a dia­rio pue­den dar cuen­ta per­fec­ta­men­te de que no esta­mos ante un ejer­ci­cio de carác­ter demo­crá­ti­co, y que en esa medi­da han veni­do abrién­do­se cam­po estas otras ver­da­des. Esas ver­da­des que ha pade­ci­do el pue­blo duran­te tan­to tiem­po, y que antes eran des­co­no­ci­das com­ple­ta­men­te. A

ntes. el prin­ci­pal pro­ble­ma del país era la gue­rri­lla y todos los males eran cul­pa de las FARC, pero aho­ra la gen­te ha teni­do la posi­bi­li­dad de cues­tio­nar­se, de entrar y mirar que, en la mis­ma pági­na del Gobierno, don­de cuen­tan las víc­ti­mas, la mayo­ría de ellas las gene­ró el para­mi­li­ta­ris­mo. Eso hace que la gen­te aho­ra se inquie­ta y está la posi­bi­li­dad de ente­rar­se de mucha infor­ma­ción a tra­vés de los medios alter­na­ti­vos, que tras­mi­ten a tra­vés de las redes socia­les y demás, y, enton­ces, se va rom­pien­do un poco con ese silencio. 

Aho­ra enten­de­mos que, si bien gran par­te de la pobla­ción sigue alie­na­da en lo que los medios trans­mi­ten, tam­bién vie­nen gene­rán­do­se una gran ola de per­so­nas que están indig­na­das por el ase­si­na­to, por las masa­cres. Gen­tes que se han levan­ta­do a pro­tes­tar, inde­pen­dien­te si esta­mos o no esta­mos en la pan­de­mia, y que segui­mos en un ejer­ci­cio de lucha y de movi­li­za­ción para denun­ciar el geno­ci­dio que ocu­rre en el país, para denun­ciar las rela­cio­nes que tie­ne el Gobierno colom­biano con el nar­co­trá­fi­co y con el para­mi­li­ta­ris­mo, y para trans­for­mar el mode­lo en el que vivimos. 

Aquí la gen­te está can­sa­da del gobierno de Duque y veni­mos enton­ces en un ejer­ci­cio en el que todos estos ase­si­na­tos, toda esta ola de vio­len­cia, la enten­de­mos tam­bién como par­te de lo que vino a hacer su gobierno y lo recha­za­mos com­ple­ta­men­te. Hay un ejer­ci­cio de las dos cosas, si bien sigue habien­do mucha indi­fe­ren­cia, no es la mis­ma indi­fe­ren­cia a la que nos enfren­tá­ba­mos duran­te el gobierno de Álva­ro Uri­be. Hay una par­te de la pobla­ción que des­co­no­ce lo que ocu­rre, pero hay un gran núme­ro de per­so­nas en el país que están dis­pues­tas a denun­ciar­lo, hablar­lo y a tra­ba­jar para que cambie.

-Recien­te­men­te se dio la lle­ga­da de la Min­ga a Bogo­tá, des­pués de reco­rrer varias pro­vin­cias. ¿Qué sal­do dejó esta pre­sen­cia allí? ¿se han logra­do resol­ver algu­na de las rei­vin­di­ca­cio­nes que esta­ba plan­tean­do el cam­po y el movi­mien­to indígena?

-La Min­ga es una expre­sión de uni­dad de cons­truc­ción colec­ti­va, de reco­no­ci­mien­to de nues­tros sabe­res y de nues­tro ser. Enton­ces, esto par­te de que la Min­ga no es indí­ge­na, hace par­te del movi­mien­to indí­ge­na, pero tam­bién hace par­te la pobla­ción negra, la cam­pe­si­na, la urba­na y es una suma de sabe­res y de pode­res popu­la­res que camina. 

Ya la Min­ga se había vivi­do en otros momen­tos y aho­ra reto­ma ese cami­nar, para exi­gir­le al Gobierno que se sen­ta­ra, para que hablá­ra­mos del tema de los homi­ci­dios, de los acuer­dos incum­pli­dos, de las masa­cres, de la situa­ción tan gra­ve de vio­len­cia que se vive actual­men­te en el terri­to­rio nacio­nal. Más pre­ci­sa­men­te, de don­de vie­ne la Min­ga, que es el Cau­ca, uno de los depar­ta­men­tos don­de hay un mayor núme­ro de ase­si­na­tos a diario.

Noso­tros, des­de el movi­mien­to popu­lar, veni­mos des­co­no­cien­do la figu­ra del pre­si­den­te Duque como jefe de Esta­do o Jefe de Gobierno, no cree­mos que ten­gan nin­gu­na gober­na­bi­li­dad, sin embar­go, en el mar­co de pro­te­ger la vida y la apues­ta por esta pro­tec­ción, se deci­de que la Min­ga quie­re hablar con el pre­si­den­te Duque y se bus­can gene­rar unos acuer­dos para pro­te­ger la vida. 

El pre­si­den­te Duque se nie­ga a esto, pri­me­ro se le cita en Popa­yán, que es la capi­tal del depar­ta­men­to del Cau­ca, pos­te­rior­men­te se le cita en Cali y, nue­va­men­te, se le pide que se reúna en Bogo­tá. Cada paso que iba dan­do la Min­ga se espe­ra­ba que el pre­si­den­te lle­ga­ra al ejer­ci­cio de con­ver­sa­ción con los pue­blos, con las comu­ni­da­des, y nun­ca pasó. 

Lo que nos dice cla­ra­men­te este ejer­ci­cio es que ante un des­plie­gue como el de la Min­ga, en el que están suma­das tan­tas expre­sio­nes del poder popu­lar, el pre­si­den­te no reco­no­ce a ese pue­blo y en esa medi­da nos da más razo­nes para enten­der que él no es quien nos gobier­na actual­men­te, y que segui­mos enton­ces en un ejer­ci­cio de bús­que­da de cam­bio de este gobierno.

Cuan­do la Min­ga lle­ga a Bogo­tá nun­ca se reúne con el pre­si­den­te y a cau­sa de que esta­mos con lo de la pan­de­mia, se deci­de que se regre­sen al Cau­ca y des­de ahí se siguen hacien­do ejer­ci­cios de lucha, de resis­ten­cia y de denun­cia de lo que está ocu­rrien­do, ya basa­dos en nues­tras for­mas orga­ni­za­ti­vas de pro­tec­ción como son las guar­dias cam­pe­si­nas, cima­rro­nas e indí­ge­nas, y así avan­zar en otras diná­mi­cas que vimos que al Gobierno no le interesa.

-Otro tema que tam­bién tie­ne vigen­cia en Colom­bia, siem­pre ha sido así, pero aho­ra me pare­ce que hay una vuel­ta de tuer­ca, es la pre­sen­cia, no sola­men­te de las bases nor­te­ame­ri­ca­nas en el país, sino, tam­bién, el envío de tro­pas que ha hecho Trump hace muy poco. ¿Cómo está reper­cu­tien­do eso en las pobla­cio­nes don­de esos sol­da­dos nor­te­ame­ri­ca­nos se mueven?

-La reali­dad que vive el pue­blo colom­biano es que le toca codear­se direc­ta­men­te con las fuer­zas mili­ta­res nor­te­ame­ri­ca­nas y ese es un hecho real y muy com­ple­jo. Noso­tros des­de el 2007 veni­mos denun­cian­do una serie de vio­la­cio­nes a los Dere­chos Huma­nos por par­te de las per­so­nas y de los sol­da­dos nor­te­ame­ri­cano, tam­bién de las per­so­nas que vie­nen den­tro de esas comi­ti­vas que envía el Gobierno esta­dou­ni­den­se, y a pesar de ello ha sido impo­si­ble encon­trar justicia. 

Esas per­so­nas gozan de una inmu­ni­dad diplo­má­ti­ca, de un carác­ter casi abso­lu­to, que no per­mi­te nin­gún tipo de acción penal o de nin­gún tipo de acción con­tra ellas. Es como el caso del sar­gen­to del Ejér­ci­to nor­te­ame­ri­cano, Michael Coen, y el con­tra­tis­ta César Ruiz que es una denun­cia que veni­mos tra­yen­do des­de el 2007, que no ha teni­do posi­bi­li­dad de justicia.

-Recuer­do el caso, ¿de que los acusan?

-Se tra­ta de una niña que vio­lan sien­do menor de edad, tenien­do 13 años. Hoy ella es mayor de edad, tie­ne un mon­tón de trau­mas y pro­ble­mas, y no ha sido posi­ble hacer jus­ti­cia. Estos tipos hacen y des­ha­cen, se creen los due­ños del espa­cio terri­to­rial al que lle­gan, afec­tan terri­ble­men­te la for­ma de vida de la pobla­ción, tie­nen un mon­tón de exce­sos en fies­tas y en con­su­mos que son total­men­te invi­si­bi­li­za­dos y acallados. 

Tam­bién cuen­tan los efec­tos que eso tie­ne en tér­mi­nos mili­ta­res y estra­té­gi­cos, por­que, ade­más de los efec­tos que tie­ne para la pobla­ción a la que ellos lle­gan a habi­tar, tam­bién están los efec­tos que tie­nen den­tro de la gue­rra que vive actual­men­te el país. Es enten­der que todo este resur­gi­mien­to, for­ta­le­ci­mien­to, de estos gru­pos para­mi­li­ta­res no podría estar pasan­do si no fue­se con el vis­to bueno de quie­nes osten­tan, tam­bién, tener el poder en el país, que son los Esta­dos Unidos. 

A tra­vés de la his­to­ria hemos vis­to, como es un ejer­ci­cio de la cons­truc­ción de estas for­mas para­mi­li­ta­res, de «la con­tra», como lo hicie­ron en Nica­ra­gua y en otras par­tes del mun­do, lo repi­tie­ron en Colom­bia y aho­ra están redi­ri­gien­do hacia sus obje­ti­vos. Eso, tam­bién, da cuen­ta de las for­mas que va tenien­do el espa­cio que se supon­dría es nues­tro Ejér­ci­to Nacio­nal y es que empie­za a prac­ti­car for­mas ope­ra­cio­na­les liga­das a los intere­ses de los Esta­dos Uni­dos. No es que empie­ce, por­que ya tene­mos una pre­sen­cia de sus bases hace muchos años, pero que a medi­da que tie­ne más pre­sen­cia, más fuer­za y más inje­ren­cia, va tor­nán­do­se en un asun­to más visi­ble, más carac­te­rís­ti­co, en las per­so­nas que con­for­man las fuer­zas armadas.

Por últi­mo, recien­te­men­te hubo un ata­que del Ejér­ci­to a un cam­pa­men­to del Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacio­nal (ELN), allí ase­si­na­ron a un coman­dan­te muy cono­ci­do, Uriel. ¿Cómo ven uste­des que se pue­de resol­ver la situa­ción de una gue­rri­lla que quie­re nego­ciar y un gobierno que se tapa los oídos y ape­la, sola­men­te, a la represión.

Noso­tros, des­de el movi­mien­to social, lamen­ta­mos que el país siga sumi­do en una gue­rra, como es la que vivi­mos. Si bien noso­tros no com­par­ti­mos el méto­do del Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacio­nal, enten­de­mos que las razo­nes que die­ron ori­gen al con­flic­to siguen vigen­tes y que, en esa medi­da, no exis­ten en este momen­to las posi­bi­li­da­des de irse total­men­te en con­tra y de repro­char­les su exis­ten­cia mis­ma como la gue­rri­lla más vie­ja del mun­do actualmente. 

ambién, esa vio­len­cia sis­te­má­ti­ca de la que veni­mos con­ver­san­do, es un asun­to his­tó­ri­co del país, ha sido la for­ma siem­pre de abor­dar aquí los pro­ble­mas, y esas razo­nes, no sola­men­te las estruc­tu­ra­les de carác­ter social, sino las de la vio­len­cia que ejer­ce el Esta­do, son las que lle­van a que, final­men­te, los pue­blos se armen.

-¿Qué se plan­tean como movi­mien­to social ante la situa­ción de estan­ca­mien­to pro­du­ci­da por el gobierno, tan­to a las nego­cia­cio­nes con el ELN como al des­co­no­ci­mien­to de los acuer­dos de paz con las FARC?

-Ya en el mar­co de lo que ocu­rre, noso­tros tene­mos como movi­mien­to social dos preo­cu­pa­cio­nes. Una, alre­de­dor de la mesa de paz, y es que siem­pre hemos sido vehe­men­tes en mani­fes­tar que el con­flic­to en Colom­bia no es el silen­cio de los fusi­les. El con­flic­to en Colom­bia se resuel­ve a tra­vés de ejer­ci­cios en los que se les reco­noz­ca al pue­blo, por fin, su poder y sus nece­si­da­des. Que la oli­gar­quía suel­te todo lo que tie­ne, por­que, real­men­te, las con­di­cio­nes de mise­ria y de pobre­za son muy hon­das y son históricas. 

Esa situa­ción no es algo que esté en manos de dos acto­res arma­dos de sen­tar­se a hablar­lo sola­men­te, sino de todos los acto­res socia­les que con­flui­mos en el terri­to­rio nacio­nal, esa ha sido una de las gran­des barre­ras que ha teni­do el avan­ce en los diá­lo­gos con el Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacio­nal. Noso­tros a tra­vés de la Mesa Social para la Paz y varios ejer­ci­cios, bus­ca­mos tener una inje­ren­cia direc­ta en este espa­cio, eso fue bien reci­bi­do por la dele­ga­ción del ELN, sin embar­go, por par­te del Gobierno siem­pre hubo muchas tra­bas y muchos fre­nos a que pudié­se­mos par­ti­ci­par como socie­dad y a des­co­no­cer lo que se pac­ta con noso­tros como socie­dad que nun­ca se ha arma­do y que está dis­pu­tán­do­se en un ejer­ci­cio de legi­ti­mi­dad en los territorios. 

Pero, no ha sido posi­ble y eso es uno de los gran­des fre­nos que se dio en el mar­co del gobierno de Juan Manuel San­tos. Pen­sá­ba­mos que íba­mos a poder seguir con esa diná­mi­ca de al menos tener cier­tas inje­ren­cias, de poder decir, poder opi­nar, y nos encon­tra­mos con que la Mesa se cie­rra ante el des­co­no­ci­mien­to del gobierno de Duque de lo que ha pac­ta­do el Esta­do colombiano. 

Es impor­tan­te enten­der que el Esta­do colom­biano pac­tó unas for­mas de cons­truir la Mesa, de des­ar­mar­la, de garan­tías para las per­so­nas nego­cia­do­ras, y que, a tra­vés de un ejer­ci­cio de gobierno, pre­ten­den des­co­no­cer esos acuer­dos de Esta­do. Eso es muy com­ple­jo por­que a la luz del Dere­cho Inter­na­cio­nal es una arbi­tra­rie­dad, pero, ade­más, blo­quea la posi­bi­li­dad de que otras orga­ni­za­cio­nes en el mun­do ten­gan con­fian­za en lo que pac­tan con los Esta­dos, por­que ante un cam­bio de gobierno todo podría variar y eso no es así en el mar­co del Dere­cho Internacional. 

Ha sido otra de las gran­des preo­cu­pa­cio­nes, por­que no sola­men­te en el caso de la Mesa que no avan­za y que no quie­re reto­mar el Gobierno colom­biano, sino tam­bién es en el mar­co del cum­pli­mien­to de los Acuer­dos con las FARC que no se imple­men­tan, que no avan­zan, que siguen ase­si­nan­do a los excom­ba­tien­tes y que esto es a todas luces un asun­to de una polí­ti­ca orga­ni­za­da por par­te del gobierno.

Des­de algu­nas visio­nes, se entien­de que el ase­si­na­to que se da con­tra Uriel, va en con­tra del Dere­cho Inter­na­cio­nal Huma­ni­ta­rio (DIH). A Uriel lo matan des­ar­ma­do y con su hija, lo mata un fran­co­ti­ra­dor y un ejer­ci­cio de inte­li­gen­cia muy fuer­te del Ejér­ci­to y la poli­cía del terri­to­rio en el que fue asesinado. 

En Colom­bia no exis­te la pena de muer­te, si esa era ya la con­di­ción actual fren­te a ese insur­gen­te lo que tenía que ocu­rrir era la judi­cia­li­za­ción, pro­ce­der a la cap­tu­ra y avan­zar en estás diná­mi­cas, no es el asun­to de matar. Esta for­ma ope­ra­cio­nal del fran­co­ti­ra­dor es una for­ma que ya se vie­ne usan­do de mane­ra per­ma­nen­te por par­te del Ejér­ci­to en el país, y noso­tros con­si­de­ra­mos que es otra vul­ne­ra­ción al Dere­cho Inter­na­cio­nal Huma­ni­ta­rio. Nos encon­tra­mos que esto ya es una cons­tan­te y que la Cruz Roja Inter­na­cio­nal no se pro­nun­cia fren­te a esta situación. 

Noso­tros estu­vi­mos ocu­pan­do la sede de la Cruz Roja antes de que la Poli­cía mata­ra a 13 per­so­nas una noche en Bogo­tá por pro­tes­tar, dicién­do­le a las per­so­nas civi­les que en el mar­co de un con­flic­to las esta­ban tra­tan­do como obje­ti­vo mili­tar, y no le impor­tó. Asi­mis­mo, vemos como fren­te a las insur­gen­cias tam­bién hay vio­la­cio­nes al DIH, como lo pue­de ser la situa­ción ope­ra­cio­nal del fran­co­ti­ra­dor o como lo pue­de ser una vio­la­ción de los DDHH como una agre­sión a la Naturaleza. 

Tam­bién se da el ejer­ci­cio de los bom­bar­deos indis­cri­mi­na­dos en lo que mue­re abso­lu­ta­men­te todo lo que hay ahí, los ani­ma­les, la fau­na, la flo­ra, y que es un ejer­ci­cio tam­bién que uno com­pren­de por­que no hay nin­gún tipo de pro­nun­cia­mien­to, ni nin­gún tipo de repro­che al Esta­do colom­biano por estas for­mas ope­ra­cio­na­les. De esta situa­ción en la que mue­re este insur­gen­te en el Cho­có, había­mos encon­tra­do ya denun­cias en el pasa­do, en el que dife­ren­tes orga­ni­za­cio­nes, en el nor­te antio­que­ño en el año 2017 habían denun­cia­do, tam­bién, que median­te este ejer­ci­cio de fran­co­ti­ra­do­res se ase­si­na­ba tan­to a insur­gen­tes como a pobla­ción civil, y des­de ese año está la denun­cia de la orga­ni­za­ción social y no ocu­rre nada.

Esas son las dos situa­cio­nes que mira­mos ahí con preo­cu­pa­ción y hace­mos un lla­ma­do tan­to al Ejér­ci­to de Libe­ra­ción Nacio­nal como al Gobierno colom­biano, a que se sien­ten y se dé de inme­dia­to cese bila­te­ral al fue­go y poda­mos sacar a la pobla­ción del conflicto.

Itu­rria /​Fuen­te

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