Para­guay. Se caen las patra­ñas: Gobierno ase­sino de niñas

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de sep­tiem­bre 2020.

La Gre­mial de Abo­ga­dos y Abo­ga­das cum­ple en infor­mar todo lo suce­di­do este sába­do con los deses­pe­ra­dos inten­tos del gobierno para­gua­yo de encu­brir su mons­truo­so cri­men y la heroi­ca lucha de los fami­lia­res de María Car­men y Lilian jun­to a su abo­ga­da Daisy Ira­la, para recu­pe­rar sus cuer­pos y des­truir las manio­bras de los cri­mi­na­les terro­ris­tas de esta­do.
Con­tra­rian­do la pro­me­sa de entre­gar los cuer­pos en Yby Yaú, en don­de fue­ron sepul­ta­dos de apu­ro por quie­nes las eje­cu­ta­ron, el gobierno las des­en­te­rró y las tras­la­dó, en medio de un gran des­plie­gue mili­tar, a Asun­ción.
Allí, la jue­za a car­go impi­dió la par­ti­ci­pa­ción de su tío y de Daisy en las mani­pu­la­cio­nes foren­ses que se rea­li­za­ron en la mor­gue judi­cial del Minis­te­rio Públi­co. Ade­más, sien­do las niñas de nacio­na­li­dad argen­ti­na, se pre­sen­tó el Cón­sul de nues­tro país en Asun­ción para pre­sen­ciar el pro­ce­di­mien­to, cosa que la jue­za tam­bién impi­dió. No con­for­me con ello, se negó a acep­tar un escri­to que el Cón­sul pre­ten­dió entre­gar­le.
El argu­men­to de la jue­za y de todo el gobierno era que las madres no eran las madres, que la nacio­na­li­dad argen­ti­na reafir­ma­da por el esta­do argen­tino era men­ti­ra y que se tra­ta­ba de ado­les­cen­tes de 16 o 17 años. Pre­ten­dían des­co­no­cer su filia­ción y negar­se a entre­gar­las.
Duran­te todo el día, dis­tin­tos voce­ros guber­na­men­ta­les, espe­cial­men­te los sinies­tros fis­cal Del­fino, Gene­ral Grau y foren­se Ferrei­ra con­ti­nua­ron dan­do ver­sio­nes des­ca­be­lla­das y estú­pi­das de los hechos que ter­mi­na­ron en los ase­si­na­tos, ade­más de insul­tar a las niñas y a sus fami­lias, espe­cial­men­te a sus madres.
El foren­se, en par­ti­cu­lar, pre­ten­día que su méto­do cien­tí­fi­co pro­ba­ba que María y Lilian eran ado­les­cen­tes de entre 15 y 17 años.
Con toda tran­qui­li­dad y cinis­mo, el fis­cal Del­fino expli­có que el uni­for­me que, osten­to­sa­men­te, les fue colo­ca­do a las niñas des­pués de muer­tas había sido que­ma­do “por el pro­to­co­lo con­tra el COVID 19”. Deses­pe­ra­da­men­te, borra­ban prue­bas del cri­men. Ya habían comen­za­do a pre­ten­der hacer­lo cuan­do infor­ma­ron que, al con­tra­rio de como es obli­ga­ción y ocu­rre siem­pre, en este caso “no habían podi­do, por difi­cul­ta­des téc­ni­cas”, fil­mar el ope­ra­ti­vo y el lugar en don­de ocu­rrie­ron los hechos.
Un comu­ni­ca­do ofi­cial, inclu­so, pre­ten­dió que las madres debían some­ter­se a prue­bas de ADN para pro­bar ser­lo y un ase­sor pre­si­den­cial se hizo el gua­po lla­man­do a los padres gue­rri­lle­ros de las niñas a ir a Asun­ción a bus­car sus cuer­pos.
Al final del día, se encon­tra­ron con un foren­se que no encon­tró mane­ra de disi­mu­lar lo que las fami­lias y esta Gre­mial denun­cia­ron (y el Esta­do argen­tino con­fir­mó): la edad de las niñas era de 11 años.
Abru­ma­dos por las prue­bas que derrum­ba­ban sus cas­ti­llos de men­ti­ras e infa­mias y por la pobla­ción espon­tá­nea que se reu­nió a las puer­tas de la mor­gue para insul­tar­los, los fun­cio­na­rios no tuvie­ron más reme­dio que olvi­dar las patra­ñas y entre­gar los cuer­pos a su tío y a Daisy que, en este momen­to, acom­pa­ña­dos de fami­lia­res del padre de una de las niñas, están tras­la­dan­do sus cuer­pos para alo­jar­los pro­vi­so­ria­men­te en un cemen­te­rio del inte­rior.
Esto recién empie­za en la lar­ga lucha jurí­di­ca que lle­va­re­mos ade­lan­te jun­to a sus fami­lia­res para hacer pagar a estos mise­ra­bles. No hace fal­ta des­en­mas­ca­rar­los. Ni noso­tros ni el pue­blo para­gua­yo olvi­da­re­mos nun­ca al pre­si­den­te de esa nación corrien­do a hacer un fes­te­jo y cele­brar como un éxi­to, orgu­llo­so, la muer­te de dos niñas de 11 años.
Los denun­cia­re­mos en todas las ins­tan­cias inter­na­cio­na­les posi­bles, los denun­cia­re­mos en los tri­bu­na­les argen­ti­nos.
Pero la Jus­ti­cia, tar­de o tem­prano, sabrá hacer­la el pue­blo paraguayo.

Itu­rria /​Fuen­te

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