Colom­bia. Arre­me­ti­da oscu­ran­tis­ta (Opi­nión)

Por Pablo Nari­ño. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de sep­tiem­bre 2020.

Al tiem­po que ejér­ci­to nacio­nal, mili­ta­res de EE. UU y hues­tes fas­cis­tas para­mi­li­ta­res toman san­grien­ta­men­te el con­trol de amplias zonas rura­les del país, la éli­te corrup­ta y para­po­lí­ti­ca copa casi en su tota­li­dad las ins­ti­tu­cio­nes y los orga­nis­mos de con­trol del Estado.

Es fal­so que el actual des­plie­gue para­mi­li­tar se pre­sen­te en zonas don­de el Esta­do no hace pre­sen­cia; de hecho, el sur­gi­mien­to del para­mi­li­ta­ris­mo en Colom­bia, no obe­de­ce a la ausen­cia del Esta­do en amplias zonas del país, sino que nació y cre­ció don­de había pre­sen­cia de Esta­do y Fuer­zas Mili­ta­res e his­tó­ri­ca­men­te han sido apo­ya­dos por éstas. Tam­bién es impre­ci­so afir­mar que el Esta­do no ha copa­do las regio­nes deja­das por las Farc tras el acuer­do de paz; real­men­te sí lo ha hecho, en gran medi­da pre­ci­sa­men­te a tra­vés de ese atroz ins­tru­men­to del Esta­do colom­biano; el paramilitarismo.

Al igual que en el pasa­do el M.A.S, la Tri­ple A, o Los Mag­ní­fi­cos; hoy Las Águi­las Negras, las AGC, los Ras­tro­jos y los car­te­les mexi­ca­nos hacen par­te de la estra­te­gia para­mi­li­tar y de ope­ra­cio­nes encu­bier­tas de los orga­nis­mos de segu­ri­dad del Esta­do, para neu­tra­li­zar un supues­to enemi­go interno que des­de la Doc­tri­na de Segu­ri­dad Nacio­nal son los par­ti­dos polí­ti­cos de opo­si­ción, orga­ni­za­cio­nes cam­pe­si­nas, indí­ge­nas, recla­man­tes de tie­rras, estu­dian­tes, jóve­nes, fir­man­tes de paz, líde­res sin­di­ca­les, orga­ni­za­cio­nes de víc­ti­mas, de DDHH, etc.

El fon­do del esce­na­rio es espe­luz­nan­te; casi 50 masa­cres docu­men­ta­das con­tra el pue­blo en lo que va del 2020, los luga­res de eje­cu­ción coin­ci­den con los mis­mos don­de se ase­si­na a los líde­res socia­les a dia­rio- más de 1000, y 239 fir­man­tes de la paz entre 2016 y 2020- hechos rodea­dos de una total impu­ni­dad. Por su par­te dece­nas de perio­dis­tas ame­na­za­dos por haber denun­cia­do la finan­cia­ción con dine­ros del nar­co­trá­fi­co de la cam­pa­ña pre­si­den­cial de Iván Duque. Como si esto fue­ra poco, las masa­cres se dis­pa­ra­ron inme­dia­ta­men­te se orde­nó la deten­ción de Álva­ro Uri­be por soborno a tes­ti­gos y frau­de pro­ce­sal, tam­bién las ame­na­zas de muer­te con­tra el sena­dor Iván Cepe­da, quien ha denun­cia­do en varias oca­sio­nes a Uri­be Vélez por rela­cio­nes con el para­mi­li­ta­ris­mo; de esta mane­ra se des­ga­rra el velo de la “demo­cra­cia” colom­bia­na, y tras­lu­ce la sinies­tra fan­fa­rria de un nar­co Esta­do fas­cis­ta, hacien­do y des­ha­cien­do mien­tras cum­ple una agen­da de gobierno dic­ta­da des­de los EE.UU.

Y es que entre los intere­ses más visi­bles de los EE. UU en el con­ti­nen­te está; man­te­ner el con­trol sobre la mayo­ría de Esta­dos a par­tir de pro­mo­ver y pro­yec­tar gobier­nos lum­pe­ni­za­dos y débi­les como el colom­biano, aho­gar en san­gre cual­quier movi­mien­to popu­lar, alte­rar posi­bles triun­fos elec­to­ra­les de con­te­ni­do demo­crá­ti­co-popu­lar, y blin­dar esta­dos como el colom­biano, ase­so­ran­do la con­fi­gu­ra­ción de agen­das inter­nas de polí­ti­ca auto­ri­ta­ria, don­de se com­bi­nen el terro­ris­mo de Esta­do y la voraz apro­pia­ción pri­va­da de los recur­sos públicos.

Los EE. UU, pug­nan por garan­ti­zar una vio­len­ta embes­ti­da de sus mul­ti­na­cio­na­les, y el aumen­to del des­po­jo de los recur­sos en Colom­bia, pro­pó­si­to prio­ri­ta­rio dada la nece­si­dad de nue­vos mer­ca­dos en razón a la sali­da de algu­nas mul­ti­na­cio­na­les esta­dou­ni­den­ses de Chi­na en razón a la gue­rra comercial.

En lo mili­tar, se bus­ca ade­cuar a Colom­bia como el prin­ci­pal cen­tro de ope­ra­cio­nes del coman­do sur de los EE. UU, para ame­na­zar, hos­ti­gar y ata­car a paí­ses como Vene­zue­la, Cuba y Nica­ra­gua, a par­tir de la obe­dien­cia total de las fuer­zas arma­das colom­bia­nas, a los desig­nios de la agen­da de los EE. UU, hoy en su con­di­ción de socio glo­bal de la OTAN en el hemis­fe­rio, asu­mien­do un rol de ejér­ci­to mercenario.

El cum­pli­mien­to de dichos obje­ti­vos tan­to de los EE. UU, como de la oli­gar­quía colom­bia­na lide­ra­da por el uri­bis­mo, les per­mi­ti­ría, la ade­cua­ción del Esta­do colom­biano hacia una situa­ción de gue­rra inter­na y exter­na, así como para con­so­li­dar el pro­yec­to fas­cis­ta – cor­po­ra­ti­vo, útil a los EE. UU, a las mul­ti­na­cio­na­les, a los sec­to­res terra­te­nien­tes y lati­fun­dis­tas, al nar­co­trá­fi­co, y a la cús­pi­de del capi­tal finan­cie­ro colombiano.

Es de allí, que, con la com­par­sa de la lla­ma­da gue­rra con­tra las dro­gas, hoy deno­mi­na­da, Plan Colom­bia Cre­ce, anun­cia­da ofi­cial­men­te por Duque, Cla­ver, Robert O’Brien y otros fun­cio­na­rios de los EE. UU en Bogo­tá la sema­na pasa­da; a las fumi­ga­cio­nes con plo­mo con­tra los cam­pe­si­nos le segui­rán las de gli­fo­sa­to; el obje­ti­vo estra­té­gi­co; expul­sar a los habi­tan­tes de estas zonas- ricas en recur­sos natu­ra­les- para entre­gar­le el con­trol a las mul­ti­na­cio­na­les. Ya des­de diver­sas regio­nes del país, las comu­ni­da­des denun­cian que los mili­ta­res arra­san con los cul­ti­vos de yuca, plá­tano y maíz, mien­tras Lockheed Mar­tin Cor­po­ra­tion y Bayer-Mon­san­to se fro­tan las manos.

Esta­mos hablan­do de un plan de gue­rra que se arti­cu­la­rá pro­gre­si­va­men­te con otras fuer­zas reac­cio­na­rias del con­ti­nen­te y toma­rá su real fiso­no­mía de gue­rra impe­ria­lis­ta de cober­tu­ra con­ti­nen­tal, con epi­cen­tro en Colombia.

Y mien­tras se demues­tra en los hechos cómo real­men­te se con­fi­gu­ra una dic­ta­du­ra en el país, la izquier­da, en sus diver­sos mati­ces sean de la dere­cha ver­de o del libe­ra­lis­mo pro­gre­sis­ta, se pre­gun­tan- qué hacer. Es obvio que la reali­dad con­cre­ta ha des­bor­da­do sus pro­gra­mas, limi­ta­dos estos, no por un pre­ten­di­do prag­ma­tis­mo polí­ti­co sino por los lími­tes estre­chos de su pro­pia cos­mo­vi­sión pro­gra­má­ti­ca; con la mira­da per­di­da en el futu­ro cer­cano de unas difu­sas elec­cio­nes para el 2022, se encuen­tran impo­ten­tes ante el pre­sen­te inme­dia­to. Su his­tó­ri­co dis­tan­cia­mien­to de las luchas socia­les, en gran medi­da en razón a que las rei­vin­di­ca­cio­nes popu­la­res aven­ta­jan las pla­ta­for­mas elec­to­ra­les, y tam­bién por el his­tó­ri­co opor­tu­nis­mo hacia el movi­mien­to social, carac­te­ri­za­do por apo­yar la ini­cia­ti­va popu­lar de mane­ra tími­da, o a veces enér­gi­ca, pero con el sólo pro­pó­si­to de ganar sim­pa­tías elec­to­ra­les, ha hecho que sean apa­ra­tos con rei­vin­di­ca­cio­nes socia­les impor­tan­tes, pero sin movi­mien­to social.

Un Esta­do mafio­so, impo­nien­do una capa aún más den­sa de oscu­ran­tis­mo en un país his­tó­ri­ca­men­te cre­pus­cu­lar, una izquier­da que se deba­te entre el popu­lis­mo y el refor­mis­mo, entre lo tibio y lo tími­do, y un movi­mien­to social y popu­lar de enor­me vita­li­dad trans­for­ma­do­ra pero masa­cra­do a dia­rio, es el pano­ra­ma actual de este país con­fi­na­do y militarizado.

Es hora que el inmen­so e inhe­ren­te poder polí­ti­co de las orga­ni­za­cio­nes socia­les, suma­do a un vigo­ro­so e his­tó­ri­co esfuer­zo movi­li­za­dor, avan­ce ya, en la más amplia con­ver­gen­cia popu­lar y ciu­da­da­na, y des­ate des­de aba­jo, y con fuer­za mul­ti­tu­di­na­ria; las trans­for­ma­cio­nes que exi­gen las mayo­rías colombianas.

Fuen­te: Rebe­lión

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