Eco­lo­gía Social. La pro­duc­ción inten­si­va agrí­co­la gana­de­ra favo­re­ce las enfer­me­da­des zoonóticas

Por Nata­lia Con­ci­na, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 07 de agos­to de 2020.

Lo seña­ló una inves­ti­ga­ción del Uni­ver­sity Colle­ge de Lon­dres y lo res­pal­dan cien­tí­fi­cos argen­ti­nos. La rupu­tu­ra de hábi­tats natu­ra­les y la cría inten­si­va de gana­do crean esce­na­rios «peli­gro­sos» que faci­li­tan la trans­mi­sión de pató­ge­nos de ori­gen ani­mal a los humanos.

Los cam­bios glo­ba­les en el modo del uso de la tie­rra, como la cría inten­si­va de gana­do, crean esce­na­rios «peli­gro­sos» para la apa­ri­ción de enfer­me­da­des de ori­gen ani­mal (zoo­nó­ti­cas), con­clu­yó una recien­te inves­ti­ga­ción del Uni­ver­sity Colle­ge de Lon­dres, en tan­to que espe­cia­lis­tas aler­ta­ron hoy sobre la «fal­ta de tra­ba­jo para rever­tir las cau­sas que ori­gi­na­ron la actual pandemia».

El artícu­lo, publi­ca­do recien­te­men­te en la revis­ta Natu­re, sur­ge de la inves­ti­ga­ción rea­li­za­da sobre 6.801 comu­ni­da­des eco­ló­gi­cas (con o sin inter­ven­ción huma­na) y 376 espe­cies hos­pe­da­do­ras (ani­ma­les que tie­nen poten­cial­men­te virus trans­mi­si­bles a huma­nos) en todo el mundo.

Los auto­res con­clu­ye­ron que «los hos­pe­dan­tes cono­ci­dos de vida sil­ves­tre de pató­ge­nos y pará­si­tos com­par­ti­dos por los huma­nos com­pren­den una mayor pro­por­ción de rique­za de espe­cies loca­les (has­ta 72%) y abun­dan­cia total ( has­ta 144%) en eco­sis­te­mas inter­ve­ni­dos por el hom­bre en com­pa­ra­ción con los hábi­tats no perturbados».

La mag­ni­tud de este efec­to «es más fuer­te para las espe­cies hos­pe­da­do­ras zoo­nó­ti­cas de roe­do­res, mur­cié­la­gos y aves pas­se­ri­for­mes» (pája­ros o aves can­to­ras), lo que pue­de ser un fac­tor que «sus­ten­ta la impor­tan­cia glo­bal de estos taxo­nes (cate­go­ría de ani­ma­les) como reser­vo­rios zoonóticos».

Esta rela­ción no es nue­va para quie­nes tra­ba­jan en la temá­ti­ca: «Las enfer­me­da­des zoo­nó­ti­cas tie­nen que ver con la degra­da­ción de los hábi­tats. Todo lo que ten­ga que ver con afec­tar ambien­tes natu­ra­les rom­pe equi­li­brios», indi­có a Télam Eli­za­beth Jaco­bo, inge­nie­ra agró­no­ma y vice­pre­si­den­ta de la Socie­dad Argen­ti­na de Agro­eco­lo­gía (SAAE).

Jaco­bo, docen­te de la Facul­tad de Agro­no­mía de la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Aires (UBA), expli­có que «exis­te una for­ma de pro­du­cir a par­tir de com­pren­der los ciclos y pro­ce­sos de cómo fun­cio­na un eco­sis­te­ma y par­tir de ahí pen­sar o pla­ni­fi­car una producción».

No ver que estas for­mas inten­si­vas de pro­duc­ción nos han lle­va­do a esta reali­dad de la pan­de­mia impli­ca una nega­ción en fun­ción de intere­ses económicos.”ELIZABETH JACOBO
«Eso se lla­ma bio­mí­me­sis, y está regi­da por el supues­to de que esta for­ma de inter­ven­ción va a reque­rir menos ener­gía extra para sos­te­ner­se por­que res­pe­ta el equi­li­brio natu­ral», sostuvo.

La espe­cia­lis­ta deta­lló que «cuan­do, por ejem­plo, a par­tir de la agri­cul­tu­ra indus­trial uno rom­pe ese equi­li­brio se van a nece­si­tar cons­tan­te­men­te de insu­mos exter­nos para reponerlo».

«Aho­ra bien, la rotu­ra del equi­li­brio de esos hábi­tat, don­de se daban pro­ce­sos auto­rre­gu­la­dos a par­tir de mile­nios de adap­ta­ción de las espe­cies al ambien­te, hace que los ani­ma­les que­den sin esa regu­la­ción natu­ral y, a la vez, estén cada vez más cer­ca­nos al hom­bre«, sos­tu­vo.

Por otro lado, Jaco­bo advir­tió que «los ani­ma­les que se crían ya con­fi­na­dos pier­den sus defen­sas natu­ra­les y tie­nen una alta trans­mi­si­bi­li­dad de enfer­me­da­des por el haci­na­mien­to, lo que obli­ga a apli­car­les un mon­tón de dro­gas (vacu­nas, tra­ta­mien­tos) para tener­los ‘sanos”».

«Estos tra­ta­mien­tos van hacien­do una ‘selec­ción a favor’ de los gér­me­nes, virus y bac­te­rias que sobre­vi­ven y esto con­lle­va a enfer­me­da­des que no exis­tían pre­via­men­te», aseveró.

En este con­tex­to, Jaco­bo sos­tu­vo que fren­te a la situa­ción de pan­de­mia actual, «no ver que estas for­mas inten­si­vas de pro­duc­ción nos han lle­va­do a esta reali­dad impli­ca una nega­ción en fun­ción de intere­ses eco­nó­mi­cos por sobre la salud y en este sen­ti­do no hay un tra­ba­jo ni esfuer­zo a nivel mun­dial por ata­car las causas».

«Lo que se está hacien­do es uti­li­zar la tec­no­lo­gía y el cono­ci­mien­to para paliar los efec­tos de la pan­de­mia, pero esto tie­ne un lími­te. En algún momen­to hay que com­pren­der que la espe­cie huma­na no está sobre el ambien­te (sue­lo, agua, aire, flo­ra y fau­na), sino que es par­te», indicó.

Las posi­bi­li­da­des de que apa­rez­ca otro pató­geno que gene­re este tipo de pan­de­mias son altísimas.”GUILLERMO FOLGUERA
Por su par­te, el inves­ti­ga­dor del Coni­cet Gui­ller­mo Fol­gue­ra sos­tu­vo que «sobre la pan­de­mia que hoy esta­mos tran­si­tan­do hay acuer­do que su ori­gen es zoo­nó­ti­co, aun­que aún no se deter­mi­na si fue por trans­mi­sión direc­ta o a tra­vés de un vec­tor (un ani­mal inter­me­dio que está más en con­tac­to con los humanos)».

Fol­gue­ra, quien es bió­lo­go y filó­so­fo y rea­li­za un aná­li­sis mul­ti­cau­sal, apun­tó que «avan­zar sobre eco­sis­te­mas invo­lu­cra a las per­so­nas huma­nas con una enor­me can­ti­dad de espe­cies ani­ma­les que tenían un equi­li­brio pre­vio a la irrup­ción y que se rom­pen con la inter­ven­ción«.

El inves­ti­ga­dor coin­ci­dió en que «la coexis­ten­cia de muchos ani­ma­les de la mis­ma espe­cie haci­na­dos por las for­mas inten­si­vas de pro­duc­ción pro­vo­ca que esos ani­ma­les sean más vul­ne­ra­bles, ten­gan menos defen­sas y gene­ren virus o bac­te­rias resis­ten­tes a todos los quí­mi­cos que reci­ben«.

«En esos ámbi­tos, el con­tac­to de las per­so­nas que tra­ba­jan con los virus que cir­cu­lan entre los ani­ma­les haci­na­dos es cons­tan­te, por lo que se da un com­bo per­fec­to para el ori­gen de enfer­me­da­des zoo­nó­ti­cas«, ase­gu­ró.

Tan­to Jaco­bo como Fol­gue­ra, men­cio­na­ron que, a la vez, los virus gene­ra­dos en estos con­tex­tos lle­gan a una pobla­ción que tie­ne «una ali­men­ta­ción de bajo nivel nutri­cio­nal» por el mode­lo actual, lo que reper­cu­te en su sis­te­ma de defen­sa, que «vive haci­na­das en gran­des urbes» y en un mun­do inter­co­nec­ta­do a tal nivel que «una enfer­me­dad que apa­re­ce en Chi­na a los tres meses ya esta­ba en un barrio de la Ciu­dad de Bue­nos Aires».

En refe­ren­cia a la res­pues­ta mun­dial fren­te a la pan­de­mia, Fol­gue­ra seña­ló que «exis­ten gran­des esfuer­zos por el desa­rro­llo de vacu­nas, tra­ta­mien­tos, prue­bas de diag­nós­ti­co, aná­li­sis de datos, que serían for­mas de paliar los efec­tos y bajar la mortalidad».

«Pero no hay un tra­ba­jo más pro­fun­do sobre las cau­sas que lle­van a estas pan­de­mias que bus­que alter­na­ti­vas a las for­mas de pro­duc­ción y plan­teer polí­ti­cas de dis­tri­bu­ción dife­ren­tes de la pobla­ción», dijo, y con­clu­yó que «las posi­bi­li­da­des de que apa­rez­ca otro pató­geno (virus o bac­te­ria) que gene­re este tipo de pan­de­mias son altísimas».

Fuen­te: Telám



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