Boli­via. Aque­llo que no dicen los «inte­lec­tua­les» colonialistas

Por Ivan Apa­za Calle, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 17 agos­to de 2020.

Foto: Feli­pe Quis­pe Huanca

Dicen que es odio, cuan­do los racia­li­za­dos cues­tio­nan la dis­cri­mi­na­ción. Piden paz cuan­do siem­bran el racis­mo, paci­fi­can con repre­sio­nes y no con diá­lo­go ¿Aca­so que­rrán que los indios que­den calla­dos fren­te a los dis­cur­sos racis­tas? En todo caso, en sus dis­cur­sos car­ga­dos de pala­bras como: sal­va­jes, hor­das, bes­tias huma­nas indig­nas de ser lla­ma­dos ciu­da­da­nos, indios de mier­da, indí­ge­nas, blo­quea­do­res, terro­ris­tas…, se deve­la su “huma­ni­dad” y su apa­ren­te fun­da­men­to de civilizado. 

El asun­to no es recien­te, de hecho, es una cons­tan­te en momen­tos de con­flic­to. Los des­ca­li­fi­ca­ti­vos o el con­tra dis­cur­so a los suje­tos que cues­tio­nan el orden racia­li­za­do en las inter­ac­cio­nes socia­les, es para legi­ti­mar y esta­ble­cer en el sen­ti­do común de la socie­dad que, los movi­li­za­dos de rei­vin­di­ca­cio­nes de cor­te his­tó­ri­co, son los que siem­bran el racis­mo, pero en el fon­do, es la segun­da par­te del mis­mo dis­cur­so racis­ta: acu­sar de racis­tas a los racializados. 

¿A qué se debe esto? La res­pues­ta es sim­ple: no quie­ren per­der el sitio pri­vi­le­gia­do de ser los ciu­da­da­nos de pri­me­ra cla­se, pero tam­bién, asu­men que ese es su lugar, así la idea de no per­te­ne­cer a las hor­das ni a los sal­va­jes, es “natu­ral”, una cues­tión de naci­mien­to y heren­cia. Se tra­ta por tan­to de dejar las cosas como están, ese es el asun­to. No se acep­ta de nin­gún modo cues­tio­nar el orden, por eso quien cues­tio­na las estruc­tu­ras de lar­ga dura­ción en la socie­dad, como el racis­mo en el cam­po polí­ti­co, es el que siem­bra odio.

Bajo esa pers­pec­ti­va, los inte­lec­tua­les colo­nia­lis­tas solo hacen énfa­sis en des­ca­li­fi­car el dis­cur­so que cues­tio­na el racis­mo y al suje­to que deman­da el orden racia­li­za­do de la polí­ti­ca, pero no el dis­cur­so racis­ta de los mis­mos colo­nia­lis­tas, eso es nor­mal. Por eso mis­mo, el dis­cur­so de Feli­pe Quis­pe Huan­ca que cues­tio­na la boli­via­ni­dad y que con­de­na el racis­mo sue­na retro­gra­do y fue­ra de con­tex­to, esa mis­ma con­de­na, lle­va a la nega­ción taci­ta y no así a la refle­xión del por qué. 

Las fra­ses como “no me sien­to boli­viano”, “soy ayma­ra” y “hay una opre­sión del q’ara al indio”, les eri­za la piel, por­que el mis­mo eje ideo­ló­gi­co de estos inte­lec­tua­les de dere­cha e izquier­da, no con­ci­be la diver­si­dad socie­tal bajo el cual está asen­ta­da Boli­via. Para ellos Boli­via es una, los boli­via­nos son uno y como tal el hori­zon­te social es la repú­bli­ca y no el Esta­do mul­ti­na­cio­nal. Se nie­ga de tal mane­ra a los otros que rei­vin­di­can su cul­tu­ra, su idio­ma, su filo­so­fía y su religión. 

Es inad­mi­si­ble para los colo­nia­lis­tas, que los racia­li­za­dos cues­tio­nen la dis­cri­mi­na­ción ¡Ah! Pero eso sí, les pare­ce nor­mal dis­cri­mi­nar y acu­sar toda rei­vin­di­ca­ción étni­ca como un nacio­na­lis­mo exclu­yen­te y has­ta racis­ta, por tan­to, se entien­de que los indios en momen­tos de paz, para estos inte­lec­tua­les, son la reser­va moral y aque­llos que están en con­tac­to con la natu­ra­le­za y en momen­tos de con­flic­to son los que blo­quean el pro­gre­so del país, los que están en con­tra de la vida, los que siem­bran odio, aun cuan­do estos son los que sos­tie­nen con su fuer­za la eco­no­mía nacio­nal, aun cuan­do estos luchen por un por­ve­nir, por un Esta­do multinacional.

Her­nan Sega­les Arratia

Si hay una solu­ción para este pro­ble­ma, es que la cla­se polí­ti­ca y los inte­lec­tua­les se des­po­jen del eje ideo­ló­gi­co his­pa­nis­ta y con­si­de­rar pri­me­ro que Boli­via posee una diver­si­dad socie­tal y que las rei­vin­di­ca­cio­nes de auto­de­ter­mi­na­ción nacio­nal de las cul­tu­ras son jus­tas, que el sen­tir­se pri­me­ro gua­ra­ní, ayma­ra o que­chua antes que “boli­viano”, es tan legí­ti­mo den­tro del Esta­do mul­ti­na­cio­nal, es decir, se tra­ta de afir­mar la socie­dad como es. Asi­mis­mo la nece­si­dad de refle­xio­nar el por­qué de un dis­cur­so y de los hechos sociales. 

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