Nues­tra­mé­ri­ca. ¿Quién des­per­di­cia los alimentos?

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de julio de 2020

En la pro­vin­cia de Corrien­tes, Argen­ti­na, las pal­tas se caen en las cabe­zas de los pibes y las pibas. Pero no se comen: en Argen­ti­na se come la pal­ta Hass que se impor­ta des­de Chi­le, país que expor­ta tan­ta pal­ta a Euro­pa y Chi­na que debe, a la vez, impor­tar­la des­de Perú para su con­su­mo interno. ¿Raro? Pare­ce ser la pau­ta en Lati­noa­mé­ri­ca: ali­men­tos trans­gé­ni­cos, pre­pa­ra­dos para reco­rrer miles de kiló­me­tros con­su­mien­do tone­la­das de com­bus­ti­bles que gene­ran emi­sio­nes de gases que son los prin­ci­pa­les res­pon­sa­bles de la cri­sis climática.

Se tra­ta de un nego­cio que mue­ve mucho más que millo­nes. Una acti­vi­dad que difi­cul­ta con­su­mir ali­men­tos fres­cos y pro­du­ci­dos a pocos kiló­me­tros, y los reem­pla­zan por pro­duc­tos que lle­gan de otros paí­ses en camio­nes o bar­cos que reco­rren miles de kiló­me­tros en refri­ge­ra­do­res. ¿Por qué Chi­le, país que pro­du­ce 168 miles tone­la­das de pal­ta Hass al año, le com­pra miles de tone­la­das de la mis­ma varie­dad de pal­ta a Perú? ¿Quié­nes son los bene­fi­cia­rios de esta acti­vi­dad de inter­cam­bio de pro­duc­tos? ¿Y los perjudicados? 

¿Tan impor­tan­te es el trans­por­te de ali­men­tos en rela­ción a la emi­sión de gases con efec­to inver­na­de­ro?: De acuer­do al Gru­po Inter­gu­ber­na­men­tal de Exper­tos sobre el Cam­bio Cli­má­ti­co de las Nacio­nes Uni­das la pro­duc­ción agro­pe­cua­ria es res­pon­sa­ble de al menos el 23% por cien­to de las emi­sio­nes de gases. De esas, el 16% nacen en Amé­ri­ca Latina. 

El ETC Group, una orga­ni­za­ción inter­na­cio­nal dedi­ca­da a «la con­ser­va­ción y el avan­ce sos­te­ni­ble de la diver­si­dad cul­tu­ral y eco­ló­gi­ca y los dere­chos huma­nos» es más con­tun­den­te: el 45% de gases con efec­to inver­na­de­ro pro­vie­nen de la cade­na de la agri­cul­tu­ra indus­trial y se debe más que nada a la gran can­ti­dad de com­bus­ti­ble que se uti­li­za en el trans­por­te de ali­men­tos o como vere­mos en bre­ve, en el des­per­di­cio de alimentos.

El tras­la­do de los ali­men­tos es res­pon­sa­ble de la cri­sis cli­má­ti­ca por cua­tro gran­des pro­ble­mas: obli­ga a refri­ge­rar los ali­men­tos, obli­ga a trans­por­tar­los, obli­ga a pro­du­cir con agro­tó­xi­cos y con­ser­van­tes para pro­lon­gar su vida útil y obli­ga a des­per­di­ciar­los. Según la FAO, un ter­cio de los ali­men­tos pro­du­ci­dos en el mun­do no lle­gan a ser con­su­mi­dos. Y la cosa empeo­ra si habla­mos de fru­tas y ver­du­ras: se des­per­di­cia el 45%. El des­per­di­cio de ali­men­tos pro­du­ce, jun­to a la acti­vi­dad gana­de­ra, el gas metano que gene­ra emi­sio­nes de gases de efec­to invernadero.

En gene­ral Lati­noa­mé­ri­ca sigue sien­do una de las regio­nes del mun­do que expor­ta mate­rias pri­mas: gra­nos, hidro­car­bu­ros, ali­men­tos vege­ta­les y de ori­gen ani­mal. Según los datos de la OEC, la mayo­ría de los paí­ses excep­to Méxi­co, ven­de hacia el mer­ca­do exte­rior estos pro­duc­tos pri­ma­rios y com­pran­do pro­duc­tos indus­tria­les y tec­no­lo­gía; aun­que tam­bién se impor­ta a un nivel con­si­de­ra­ble pro­duc­tos de ori­gen vege­tal y ani­mal, aun­que el pro­pio país los pro­duz­ca y los expor­te por otro lado. La varie­dad depen­de del cli­ma y de las con­di­cio­nes geo­grá­fi­cas, pero en gene­ral, se expor­ta maíz, arroz, soja, hor­ta­li­zas, fru­tas y car­ne de vaca. Los des­ti­nos de estas expor­ta­cio­nes varían de país a país pero los favo­ri­tos son EEUU, Chi­na, Ale­ma­nia y Japón. Tam­bién es común el mer­ca­do interno, por ejem­plo entre Bra­sil, Argen­ti­na, Chi­le, Uru­guay y Para­guay en el Cono Sur. Argen­ti­na, Uru­guay, Para­guay y Bra­sil for­man la “Gran Repú­bli­ca Soje­ra”, según expli­ca Lau­ra Rosano, inte­gran­te de la Red de Agro­eco­lo­gía de Uru­guay y Coor­di­na­do­ra de Slow Food en Uruguay.

Chi­le y el oro verde

Chi­le es una poten­cia expor­ta­do­ra de pal­tas. Y es que el lla­ma­do “oro ver­de” se ven­de muy bien en Euro­pa y en Chi­na. 339 millo­nes de dóla­res entra­ron a las gran­des expor­ta­do­ras en 2019, sólo por la ven­ta de 144 mil tone­la­das de pal­tas que lle­ga­ron a Holan­da, Rei­no Uni­do, Esta­dos Uni­dos, Argen­ti­na y Chi­na como prin­ci­pal des­tino. Según datos de la Ofi­ci­na de Estu­dios y Polí­ti­cas Agra­rias de Chi­le, ese mis­mo año ingre­sa­ron 19 mil tone­la­das de pal­ta Hass al país, pro­ve­nien­tes de Perú, con­vir­tién­do­se en la ter­ce­ra fru­ta más impor­ta­da del año.

El nego­cio de la pal­ta está direc­ta­men­te conec­ta­do con la sequía y con con­flic­tos con comu­ni­da­des loca­les. En Petor­ca, 220 kiló­me­tros al nor­te de San­tia­go, es común ver cómo las fran­jas ver­des de los pal­tos colin­dan con terre­nos desér­ti­cos. Chi­le vive des­de hace 10 años lo que orga­nis­mos cien­tí­fi­cos han cali­fi­ca­do como una “mega­se­quía”. Hoy, cer­ca del 40% del país está bajo un régi­men de esca­sez hídri­ca. En Chi­le el agua fue pri­va­ti­za­da por la dic­ta­du­ra de Pino­chet y se man­tie­ne así des­de enton­ces. El agro­ne­go­cio es due­ño del 85% de los dere­chos con­sun­ti­vos de agua en el país. Entre ellos está el minis­tro de Agri­cul­tu­ra, Anto­nio Wal­ker, empre­sa­rio agrí­co­la de toda la vida y pro­pie­ta­rio de empre­sas que expor­tan man­za­nas. Él y sus fami­lia­res direc­tos son due­ños de un cau­dal de 29 mil litros de agua por segundo. 

En la ruta de los ali­men­tos que ingre­san a Chi­le, otros paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos son cla­ves. En 2019 el pro­duc­to que más ingre­só al país fue la car­ne: 227 mil tone­la­das, con un valor de más de mil millo­nes de dóla­res. Los prin­ci­pa­les abas­te­ce­do­res fue­ron Bra­sil (108 mil tone­la­das), Para­guay (78 mil tone­la­das) y Argen­ti­na (29 mil tone­la­das). ¿Chi­le no pro­du­jo car­ne? Sí:exportó 19 mil tone­la­das, en su gran mayo­ría a China.

El país tam­bién impor­tó gran­des can­ti­da­des de cerea­les, un millón 100 mil tone­la­das de tri­go ingre­sa­ron al país en 2019 prin­ci­pal­men­te des­de Argen­ti­na (39%), Cana­dá (29%) y Esta­dos Uni­dos (33%). La pro­duc­ción local, en tan­to fue de un millón 300 mil tone­la­das. Tam­bién ingre­sa­ron más de 2 millo­nes de tone­la­das de maíz, pro­ve­nien­tes de Argen­ti­na y Para­guay, con­tra las 950 mil tone­la­das pro­du­ci­das en el país. Y en arroz, la pro­duc­ción chi­le­na lle­gó a las 97 mil tone­la­das, mien­tras que se impor­ta­ron otras 126 mil tone­la­das. Los prin­ci­pa­les pro­duc­tos de ori­gen vege­tal y ani­mal que lle­gan de Argen­ti­na a Chi­le son: car­ne bovi­na, acei­te de soja, ali­men­ta­ción ani­mal, azú­car, hari­na de soja, arroz y queso. 

Argen­ti­na y el toma­te chino

La expor­ta­ción argen­ti­na repre­sen­ta 4500 millo­nes de dóla­res, según los datos del INDEC de 2019. Argen­ti­na tam­bién impor­ta lo que pro­du­ce. “A pesar de tener una capa­ci­dad de pro­duc­ción ins­ta­la­da de 717.000 tone­la­das de toma­te, lo que repre­sen­ta el 68% del toma­te que con­su­men sus habi­tan­tes, más del 50% del toma­te que se come en el país es impor­ta­do. Y de ese 50%, el 62% pro­vie­ne de Chi­na”, expli­ca Die­go Mon­tón refe­ren­te del Movi­mien­to Nacio­nal Cam­pe­sino Indí­ge­na. El caso del toma­te es emble­má­ti­co por­que su pro­duc­ción se des­ti­na mayo­ri­ta­ria­men­te al toma­te indus­trial, es decir para sal­sas enva­sa­das y ket­chup. Eso hace que el toma­te chino o el toma­te de Men­do­za, la pro­vin­cia que más pro­du­ce la fru­ta, via­je miles de kiló­me­tros pri­me­ro hacia las plan­tas indus­tria­les y lue­go para ser con­su­mi­do. ¿Quién gana?

Las empre­sas que pro­du­cen sal­sa de toma­te, como Arcor y Uni­le­ver, toman la mate­ria pri­ma que entre­gan las fami­lias pro­duc­to­ras de toma­te y la ven­den a pre­cio rega­la­do para con­ver­tir­las en sal­sa enva­sa­da en plás­ti­co o car­tón. Los con­su­mi­do­res com­pran un toma­te y una sal­sa de toma­te más cara por el tras­la­do y con mayor impac­to en el medio ambien­te, por­que un toma­te si se con­su­me en el cor­to pla­zo y a no más de 50 kiló­me­tros de dón­de es pro­du­ci­do, no debe refri­ge­rar­se. En cam­bio, si debe rea­li­zar gran­des tras­la­dos, inevi­ta­ble­men­te con­su­mi­rá más com­bus­ti­ble fósil. “Si un camión anda a com­bus­ti­ble fósil, lo cual hacen todos, naf­ta o gasoil, nin­guno a gas, y tie­nen cáma­ra de refri­ge­ra­ción, con­su­men más com­bus­ti­ble fósil por­que el gas ‑sea cual fue­re- que refri­ge­ra, pre­ci­sa de una ener­gía para mover­se. No se mue­ve solo. Y esa ener­gía la saca del motor. Es decir que el motor no sola­men­te con­su­me para mover al camión, sino que lo hace doble­men­te, por el con­su­mo de la refri­ge­ra­ción”, con­ti­núa Diego. 

Perú y la pal­ma aceitera

Hablar sobre los agro­ne­go­cios en el Perú es tam­bién poner un ojo sobre el enor­me impac­to ambien­tal que han oca­sio­na­do en los dife­ren­tes eco­sis­te­mas del país. Esto por­que bási­ca­men­te para plan­tar la semi­lla del fru­to a comer­cia­li­zar debe “libe­rar­se” el área don­de se va a sem­brar. Según la Agen­cia Agra­ria de Perú, entre enero y mayo del 2019, el país expor­tó casi 29 millo­nes de kilos de acei­te de pal­ma en bru­to, por un valor de 15 millo­nes. La ven­ta cre­ció el año pasa­do en casi 9 millo­nes de dóla­res res­pec­to al mis­mo perio­do del 2018. Los des­ti­nos favo­ri­tos de estos envíos fue­ron Colom­bia y Brasil.

Los casos más cla­ros de cómo los agro­ne­go­cios degra­dan el ambien­te son los exten­sos cul­ti­vos de pal­ma acei­te­ra que se dis­tri­bu­yen a lo lar­go de las regio­nes ama­zó­ni­cas de Uca­ya­li, San Mar­tín, Ama­zo­nas y Lore­to. En dichas áreas han defo­res­ta­do exten­sas áreas de bos­ques pri­ma­rios. Sin con­tar la serie de vul­ne­ra­cio­nes al dere­cho al terri­to­rio de las comu­ni­da­des indí­ge­nas loca­les. Jus­ta­men­te se plan­ta la pal­ma acei­te­ra para obte­ner su acei­te que lue­go es usa­do para pro­du­cir de todo: pro­duc­tos cos­mé­ti­cos para la belle­za, jabo­nes para lavar la ropa y el cuer­po humano, acei­te de coci­na y has­ta galletas.

No es casua­li­dad que el fon­do sobe­rano de inver­sión más gran­de de Norue­ga, Nor­ges Bank (NBIM por sus siglas en inglés), deci­dió reti­rar la suma de $12.3 millo­nes de la prin­ci­pal empre­sa bene­fi­cia­da del gran agro­ne­go­cio de la pal­ma acei­te­ra en el Perú, Ali­corp S.A.A., que per­te­ne­ce a su vez el Gru­po Rome­ro. Dicho gre­mio empre­sa­rial tie­ne actua­les con­flic­tos con comu­ni­da­des nati­vas por sus plan­ta­cio­nes de pal­ma que vul­ne­ran terri­to­rio ances­tral y blo­quea el cur­so natu­ral de los cuer­pos de agua.

Nor­ges Bank tomó esta “des­pués de que se reve­la­ra que la empre­sa (Ali­corp) adqui­ría acei­te de pal­ma de una plan­ta­ción aso­cia­da a gra­ves vio­la­cio­nes de los dere­chos terri­to­ria­les de los pue­blos indí­ge­nas y a la defo­res­ta­ción en la Ama­zo­nía perua­na”, según infor­ma­ción de la web del Ins­ti­tu­to de Defen­sa Legal (IDL), par­te legal que defien­de a la comunidad.

De acuer­do con el Pro­yec­to de Moni­to­reo de la Ama­zo­nía Nor­te (MAAP por su sigla en inglés), en el Perú des­de el 2001 se han defo­res­ta­do 2 millo­nes de hec­tá­reas de bos­ques pri­ma­rios, con infor­ma­ción actua­li­za­da al 2018. Los bos­ques pri­ma­rios son aque­llos deno­mi­na­dos “vír­ge­nes” por no haber sidos inter­ve­ni­dos por la acti­vi­dad huma­na y dis­po­nían de la mayor rique­za natu­ral. Las cau­sas prin­ci­pa­les de todo el des­bos­que son la mine­ría ile­gal, la tala ile­gal de made­ra, los mono­cul­ti­vos (como el de la pal­ma acei­te­ra) y la cons­truc­ción de carre­te­ras (vías des­ti­na­das para el cul­ti­vo clan­des­tino agrí­co­la o para el narcotráfico). 

Entre los tes­ti­mo­nios reco­gi­dos en medios perio­dís­ti­cos de comu­ne­ros afec­ta­dos por este tipo de plan­ta­cio­nes de pal­ma acei­te­ra se con­clu­ye que este tipo de cul­ti­vos pro­du­ce en la natu­ra­le­za un daño simi­lar a la que­ma de com­bus­ti­bles: la defo­res­ta­ción oca­sio­na­da por la pal­ma ace­le­ra oca­sio­na la emi­sión de gases de efec­to inver­na­de­ro. Esto a su vez ele­va la tem­pe­ra­tu­ra en la Ama­zo­nía, la cual, como está sin árbo­les, sufre el empo­bre­ci­mien­to de su sue­lo, la sequía y la des­apa­ri­ción de sus paisajes. 

“BUENOS HÁBITOS”

¿Qué hacen los esta­dos para evi­tar el des­per­di­cio de ali­men­tos y miti­gar la cri­sis cli­má­ti­ca? Tome­mos de ejem­plo a Argen­ti­na: imple­men­tó un Plan Nacio­nal de Reduc­ción de Pér­di­das y Des­per­di­cio de Ali­men­tos. ¿Qué hizo el plan? Orga­ni­zó jun­to al BID y con el apo­yo de IBM Argen­ti­na el Con­cur­so #Sin­Des­per­di­cioHor­tí­co­la, cuyos gana­do­res fue­ron el Silo Papa, una tec­no­lo­gía para mejo­rar la vida útil de la papa y sis­te­ma de reco­no­ci­mien­to de male­zas de Deep Agro para fumi­ga­ción inte­li­gen­te con téc­ni­cas de Machi­ne Lear­ning. 

Tam­bién reali­zó la cam­pa­ña “Ali­men­tar bue­nos hábi­tos” jun­to a Uni­le­ver y Carre­four. Pode­mos leer de qué se tra­ta en la pági­na web de Uni­le­ver: de toda la comi­da que se pro­du­ce en el mun­do se tira. En la Argen­ti­na esto repre­sen­ta 16 millo­nes de tone­la­das de ali­men­tos aptos para con­su­mo. Des­de Uni­le­ver que­re­mos cam­biar esa reali­dad. Cree­mos que un mun­do sin des­per­di­cios es posi­ble. Es un mun­do más sus­ten­ta­ble, con menos des­nu­tri­ción y ham­bre: es el mun­do que que­re­mos cons­truir. Por eso lan­za­mos la cam­pa­ña “Ali­men­tá bue­nos hábi­tos”, que con­sis­te en brin­dar reco­men­da­cio­nes a los con­su­mi­do­res sobre cómo pla­ni­fi­car, alma­ce­nar, con­su­mir y recon­ver­tir los alimentos. 

La cam­pa­ña reco­mien­da com­prar sólo lo que se va a uti­li­zar, pres­tar aten­ción a las fechas de ven­ci­mien­to de los pro­duc­tos, reci­clar las sobras de las comi­das de año nue­vo y navi­dad, guar­dar los ali­men­tos en reci­pien­tes her­mé­ti­cos para evi­tar derra­mes y goteo de jugos y no rom­per la cade­na de frío para que los ali­men­tos lle­guen a las casas en ópti­mas condiciones. 

Uni­le­ver desa­rro­lla un pro­duc­to exclu­si­vo para Argen­ti­na que se lla­ma Base de Toma­te Des­hi­dra­ta­do Knorr 750 G. Ase­gu­ran que rin­de casi 7 kilos de sal­sa toma­te, para los cua­les uti­li­za­ron 88 toma­tes des­hi­dra­ta­dos. Y tie­ne tex­tu­ra, color y sabor a toma­te madu­ro duran­te todo el año. Jun­to a ese toma­te fabri­ca­do, según su enva­se, tam­bién hay hari­na de gui­san­tes, azú­car, sal, gra­sa vege­tal hidro­ge­na­da, ajo, cebo­lla, aci­du­lan­te: áci­do cítri­co, anti­hu­mec­tan­te: dió­xi­do de silí­cio, glu­ten y deri­va­dos de soja. Y a veces tam­bién apa­re­ce un poco de pes­ca­do y unos res­tos de can­gre­jo. 88 toma­tes fue­ron uti­li­za­dos, dise­ca­dos y tra­ta­dos quí­mi­ca­men­te para ter­mi­nar en un enva­se de plás­ti­co jun­to con sal, azú­car, gra­sa y soja en un pro­duc­to no apto para celía­cos ni vege­ta­ria­nos. ¿Cuán­to com­bus­ti­ble fósil menos se que­ma­ría si esos 88 toma­tes nece­sa­rios por cada enva­se se con­su­mie­ran en las cer­ca­nías de don­de se producen?

“Mien­tras más cons­cien­tes sea­mos menos fácil le va a ser a las mul­ti­na­cio­na­les ven­der­nos la por­que­ría que nos ven­den den­tro de caji­tas de colo­res”, ase­gu­ra Lau­ra Rosano. “Es muy impor­tan­te que la gen­te sepa lo que come y de don­de sale la comi­da. Es un fac­tor muy polí­ti­co las elec­cio­nes que hace­mos a la hora de comer”, continúa.

Un plan sus­ten­ta­ble: la agroecología

¿Qué plan sería enton­ces más efec­ti­vo para evi­tar el des­per­di­cio de ali­men­tos y miti­gar la cri­sis cli­má­ti­ca? Las fami­lias pro­duc­to­ras tie­nen su plan y nada tie­ne que ver con pro­lon­gar la vida útil de los ali­men­tos. “Pro­du­cir mucho no es lo que nece­si­ta­mos noso­tros. Eso es el mode­lo escla­vi­zan­te. Uno podría pro­du­cir la ver­du­ra a mejor pre­cio sin todos los des­per­di­cios que hay en el medio. Se podría pro­du­cir de otra mane­ra: agro­eco­ló­gi­ca­men­te”, ase­gu­ra Nahuel Levag­gi, refe­ren­te de la Unión de Tra­ba­ja­do­res de la Tierra.

“La pro­duc­ción actual se basa en agro­quí­mi­cos en pro­duc­ción masi­va, en una gran cade­na de inter­me­dia­rios y mucho derro­che de ver­du­ra en el medio. La pro­pues­ta alter­na­ti­va es con tie­rra pro­pia, pro­du­cir agro­eco­ló­gi­ca­men­te y tener cana­les de dis­tri­bu­ción que harían subir el pre­cio para el pro­duc­tor, bajar el pre­cio al con­su­mi­dor y no gene­rar derro­ches que van que­dan­do en los camio­nes, en el mer­ca­do, en la ver­du­le­ría y en los supermercados”.

Bra­sil tie­ne ambos sis­te­mas. “Den­tro de la com­pras públi­cas de Bra­sil el 30% ten­dría que ser obli­ga­to­ria­men­te agro­eco­ló­gi­co y lle­gar pri­me­ro en la lis­ta. Esto fue una ley del gobierno de Lula. Algo pare­ci­do a esto es lo que que­re­mos hacer noso­tros en Uru­guay con el Plan de Agroecología”.

Sobre Para­guay, Rosano ase­gu­ró que “es increí­ble todo lo que le hacen las mul­ti­na­cio­na­les y cómo lo enmu­de­cen y no pue­den casi movi­li­zar­se. Ahí pasa de todo y nadie se ente­ra de nada. No pue­den hablar tan libre­men­te de lo que esta­mos hablan­do noso­tros, son perseguidos”.

Gana­do­res y perdedores

“Acá los que más ganan son los due­ños de la tie­rra, las gran­des mul­ti­na­cio­na­les que pro­du­cen los agro­quí­mi­cos de la semi­lla y una cade­na de inter­me­dia­rios”, sen­ten­cia Nahuel Levag­gi. Quie­nes pro­du­cen las ver­du­ras y las fru­tas que son la base de una ali­men­ta­ción salu­da­ble ganan 5 veces menos de lo que paga el con­su­mi­dor en el super­mer­ca­do, según el infor­me de la Con­fe­de­ra­ción de la Media­na Empre­sa Argen­ti­na. Ade­más no se ase­gu­ra que el ali­men­to sea salu­da­ble por el uso de quí­mi­cos en el proceso. 

“Uno se hace escla­vo de un mode­lo —expli­ca Nahuel — , no es sola­men­te de un pro­duc­to, somos escla­vos de un mode­lo de pro­duc­ción del que es muy difí­cil salir­se y que con­sis­te en que todo sea gran­de, de enor­mes can­ti­da­des y con mucho derro­che. Y eso se sos­tie­ne con los agro­quí­mi­cos y con la explo­ta­ción de los tra­ba­ja­do­res. Para salir noso­tros plan­tea­mos la tie­rra pro­pia, la tran­si­ción hacia la agro­eco­lo­gía y dis­tin­tos cana­les de comercialización”. 

Según Lau­ra Rosano, pode­mos salir de esta situa­ción con la agro­eco­lo­gía. «Es una for­ma tam­bién de que el con­su­mi­dor pase a ser un copro­duc­tor por­que cono­ce quien pro­du­ce ese ali­men­to y cómo lo hace”, pro­po­ne. Pero sabe que no es fácil: “Los men­sa­jes de las empre­sas son muy fuer­tes y lo que tra­tan de hacer es des­vin­cu­lar­te de la reali­dad. Por eso es tan impor­tan­te la edu­ca­ción e incul­car a los chi­cos una rela­ción más direc­ta con la Natu­ra­le­za y el ser crí­ti­cos de lo que les están ven­dien­do. Enton­ces si vos les ense­ñás a plan­tar una semi­lla y que de esa semi­lla va a nacer un cho­clo que en vez de una semi­lla te va a dar 200 y las vas a poder repar­tir para que los demás pue­dan plan­tar, tu cabe­za va a poder ana­li­zar cuan­do te quie­ran ven­der algo dicien­do que es lo mejor por­que vos ya vas a haber pro­ba­do mejores”. 

Según Nahuel de la UTT la solu­ción sería garan­ti­zar tie­rra pro­pia a las fami­lias pro­duc­to­ras. “La pro­pues­ta alter­na­ti­va es con tie­rra pro­pia, pro­du­cir agro­eco­ló­gi­ca­men­te y tener cana­les de dis­tri­bu­ción que harían subir el pre­cio para el pro­duc­tor, bajar el pre­cio al con­su­mi­dor y no gene­rar derro­ches que van que­dan­do en los camio­nes, en el mer­ca­do, en la ver­du­le­ría y en los super­mer­ca­dos”, con­clu­ye Nahuel. Sería más jus­ta para con­su­mi­do­res y pro­duc­to­res pero sobre todo con nues­tra tie­rra. Una pro­pues­ta que redu­ci­ría los des­per­di­cios, dis­mi­nui­ría la que­ma de com­bus­ti­bles y limi­ta­ría el calen­ta­mien­to de nues­tro planeta. 

* Fuen­te: Revis­ta Cítrica

Itu­rria /​Fuen­te

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