Eus­kal Herria. Lucio: Un revo­lu­cio­na­rio que lo dio todo en la bús­que­da de la anarquía

Por Agus­tín GOIKOETXEA*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de julio de 2020

El des­tino qui­so que el anar­quis­ta nava­rro Lucio Urtu­bia Jimé­nez falle­cie­se el 18 de julio, una fecha que aún sigue mar­can­do la vida de muchas per­so­nas en nues­tro país y cuyas con­se­cuen­cias con­ti­nua­mos pagan­do. Él seña­la­ba a los cul­pa­bles y arro­pa­ba a las víc­ti­mas de aque­lla repre­sión bru­tal en su que­ri­da Ribe­ra. «Yo no ten­go odio pero no olvi­do, no quie­ro olvi­dar, ni per­dono tam­po­co», confesaba.

El inexo­ra­ble reloj bio­ló­gi­co dejó ayer huér­fa­nos a muchas per­so­nas que tenían a este alba­ñil jubi­la­do como un refe­ren­te y no es para menos. Su tra­yec­to­ria vital está mar­ca­da por la lucha por la jus­ti­cia social. «Ni yo mis­mo me creo lo que he vivi­do y lo que estoy vivien­do», con­fe­só Urtu­bia en diciem­bre de 2014 cuan­do pre­sen­tó en Iru­ñea el libro ‘‘Mi uto­pía vivi­da’’. Lo decía quien no creía en la uto­pía, ya que «lo impo­si­ble no existe».

Lucio Urtubia, durante la presentación del libro ‘Mi utopia vivida’ en Iruñea, en diciembre de 2014. (Iñigo URIZ/FOKU)

Nació en Cas­can­te en 1931 en un entorno duro y hos­til que le for­jó des­de niño. Una fami­lia muy pobre con cin­co hijos y un padre que entró en la cár­cel como car­lis­ta y salió con­ver­ti­do en comu­nis­ta. «Mi rique­za fue la pobre­za, por­que gra­cias a ella no tuve que hacer un esfuer­zo para per­der el res­pe­to a lo esta­ble­ci­do», expli­ca­ba. Su espí­ri­tu indó­mi­to cau­ti­vó a gene­ra­cio­nes. «Hay que pelear por­que las cosas no caen del cie­lo», mani­fes­tó en 2015 en un mitin de EH Bil­du en Tafalla.

«Cuan­do digo que el mun­do pue­de cam­biar es por­que es una nece­si­dad y en cier­ta épo­ca yo no tenía ni pan ni alpar­ga­tas, pero aho­ra hay todo, y aun así todo está por hacer­se», insis­tía, lla­man­do a la rebe­lión con­tra el poder establecido.

Urtubia pasea por Iruñea con su libro ‘Mi utopía vivida’. (Iñigo URIZ/FOKU)

«Hay que per­der el res­pe­to a esos jeri­fal­tes imbé­ci­les que cuan­to más tie­nen más quie­ren, que no saben más que acu­mu­lar medios eco­nó­mi­cos pero no saben uti­li­zar­los», denun­cia­ba cada vez que tenía oca­sión. «Nin­gún poder en la his­to­ria ha sido res­pe­ta­ble», aña­día. «Todo poder corrom­pe, por eso soy anar­quis­ta», afirmaba.

Su filo­so­fía de vida le lle­va­ba a hacer apo­lo­gía del tra­ba­jo, «por­que para saber hay que tra­ba­jar». «Yo no soy más inte­li­gen­te que nadie, pero he teni­do suer­te y he hecho lo que he que­ri­do, he vivi­do la uto­pía. Y he roba­do, pero robar no es nada si se uti­li­za bien, si se emplea para ayu­dar a los demás. ¡Qué pla­cer es com­par­tir!», aseguraba.

Muy joven hizo las male­tas tras deser­tar de la mili fran­quis­ta, esta­ble­cién­do­se en París en 1954, don­de comen­zó su mili­tan­cia anar­quis­ta y ayer falle­ció. En la capi­tal fran­ce­sa entró en con­tac­to con exi­lia­dos con los que se for­mó inte­lec­tual­men­te. «Esos anar­quis­tas que encon­tré me edu­ca­ron. Me traían libros, pren­sa liber­ta­ria y a tra­vés de ellos lle­gué a cono­cer a per­so­nas como Albert Camus o André Bre­tón», reme­mo­ra­ba al repa­sar una vida que fue una suce­sión de con­tra­ban­do, atra­cos, mili­tan­cia clan­des­ti­na, refu­gio de per­se­gui­dos y fal­si­fi­ca­ción de mone­da y docu­men­tos para ayu­dar a cau­sas revolucionarias.

Cono­ció muchas cár­ce­les y por ello, siem­pre mos­tró soli­da­ri­dad hacia los pre­sos polí­ti­cos vas­cos y la cau­sa que les había lle­va­do a pri­sión. Tras cono­cer su muer­te, Arnal­do Ote­gi dijo de este refe­ren­te del anar­quis­mo vas­co que fue «un ami­go, un com­pa­ñe­ro de sue­ños y luchas».

Urtu­bia fue ante todo un revo­lu­cio­na­rio y así su entre­ga, gene­ro­si­dad y valen­tía le hizo estar jun­to a otros per­so­na­jes que cos­ta­rá borrar de la his­to­ria como Che Gue­va­ra o el líder de los Black Panthers Eldrid­ge Clea­ver. Su esta­fa a tra­vés de unas fal­si­fi­ca­cio­nes de che­ques de via­je al esta­dou­ni­den­se First Natio­nal Bank, en la actua­li­dad City­bank, que le per­mi­tió «expro­piar» 20 millo­nes de euros de la épo­ca para finan­ciar su cau­sa, bien mere­ce su capí­tu­lo en esa his­to­ria. Aque­lla «haza­ña», que le con­vir­tió en un per­so­na­je cono­ci­do a nivel mun­dial, le valió el apo­do de «Ban­di­do bueno» y el de «Zorro vasco».

Es ver­dad que el cas­can­tino huyó de esa ima­gen de héroe que se le atri­buía. «Los ges­tos heroi­cos van de la mano de erro­res gra­ves y cuan­do se miti­fi­ca a una per­so­na se tien­de a san­ti­fi­car inclu­so sus erro­res», repetía.

Otro momento del homenaje en Castejón. (Iñigo URIZ/FOKU)

Nun­ca se rin­dió y ani­mó siem­pre a la rebe­lión, espe­cial­men­te a los jóve­nes. «Hay que com­pro­me­ter a la juven­tud para que sea ella la que par­ti­ci­pe, la que cam­bie la situa­ción polí­ti­ca y no esos jeri­fal­tes que están en minis­te­rios y gobier­nos, y a los que tene­mos que expul­sar, por­que no saben hacer nada. Unos gobier­nos que no sé si no hacen las cosas bien por­que no saben o por­que no quie­ren», sostenía.

Urtubia se acercó a la prisión de Fresnes para apoyar a los presos vascos en huelga de hambre en 2016.
En la cár­cel fran­ce­sa de Fres­nes apo­yan­do a los pre­sos y pre­sas vascos

No pocas veces, ante dece­nas de jóve­nes reu­ni­dos para escu­char sus viven­cias en gaz­tetxes u otros espa­cios, les decía que no solo se tra­ta de tra­ba­jar, «se tra­ta tam­bién de vivir, de com­par­tir, de crear».

A pesar de los años, man­tu­vo su mili­tan­cia liber­ta­ria. «Enve­je­cer es la vida», recor­da­ba para apos­ti­llar que de la úni­ca gen­te que tenía «celos» era de la juven­tud. «Es que me gus­ta­ría ser joven por­que este mun­do se pue­de cam­biar, estoy más con­ven­ci­do que nun­ca que este mun­do se pue­de cam­biar. ¡Y cla­ro! Yo que­rría ser joven para bene­fi­ciar a los jóve­nes de mi his­to­ria de lucha, decir­les todo lo que se pue­de hacer», explicaba.

En el homenaje a los esclavos del franquismo en la cima del puerto de Igari, en junio de 2015. (Idoia ZABALETA/FOKU)
En un home­na­je a los escla­vos del franquismo
En París, en la Universidad de la Sorbona, en una conferencia sobre los presos políticos vascos e irlandeses, en 2016. (Bob EDME)
Con el miliciano Luis Ortiz Alfau, Vicente Lasa y Josefina Lamberto, en Igari. (Idoia ZABALETA/FOKU)
Con mili­cia­nes de la lucha antifranquista
En el stand de Txalaparta, en la Feria de Durango, en 2015. (Aritz LOIOLA/FOKU)
Homenaje en su Castejón natal, en abril de 2011. (Iñigo URIZ/FOKU)
En un home­ne­na­je en su pue­blo de Cas­te­jón (2011)
Lucio Urtubia, en una de sus visitas a Iruñea. (Lander F. ARROYABE/FOKU)

Fuen­te: Naiz

Itu­rria /​Fuen­te

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