Vene­zue­la. Con­ver­san­do con Fabri­cio Oje­da (Opi­nión)

Por Félix Roque Rive­ro. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de junio de 2020. 

Mis luchas por la inde­pen­den­cia, por ampa­rar la dig­ni­dad huma­na, por la igual­dad social, por la coope­ra­ción inter­na­cio­nal con­ti­núan.

Félix Roque Rive­ro: Hola Fabri­cio, dis­cul­pa que te tutee. Para mí tú eres muchas cosas jun­tas que yo, de mane­ra atre­vi­da, resu­mi­ría en una sola: pue­blo. Eres un pue­blo inmen­so lleno de calor y de colo­res. Fabri­cio, cuan­do idee esta entre­vis­ta ima­gi­na­ria, esta­ba escu­chan­do a Glo­ria Mar­tín y San­tia­go Villar y su “Can­ta­ta” dedi­ca­da a ti, ¿la has escuchado?

Fabri­cio Oje­da: Qué tal Félix! Lo pri­me­ro es lo pri­me­ro y para un tru­ji­llano de pura cepa como yo, me toca res­pon­der tu salu­do y tam­bién para tus lec­to­res y agra­de­cer­te esta entre­vis­ta y por eso des­de mi Boco­nó, des­de aquí mis­mo en mi “Calle Alta de Arri­ba”, poder comu­ni­car­me con el pue­blo de Vene­zue­la a quien amo des­de que ten­go uso de razón. Sobre tu pre­gun­ta, sí, conoz­co esa “Can­ta­ta” de Glo­ria y San­tia­go. La escu­cho siem­pre con mis com­pa­ñe­ros des­de hace ya 54 lar­gos años, cuan­do un 21 de junio los esbi­rros del gobierno de Raúl Leo­ni me tor­tu­ra­ron sal­va­je­men­te has­ta qui­tar­me la vida en un “tigri­to” del Pala­cio Blan­co, al fren­te de don­de des­pa­cha­ba el pre­si­den­te, que al pare­cer era, como dicen por allí, cie­go, sor­do y mudo. En esa “Can­ta­ta”, sus auto­res dicen que “arran­ca­re­mos al aire que te qui­ta­ron, al tiem­po, el tiem­po de hacer la vida, sin que con­tra su cau­sa te mue­ran, cuer­po abo­li­do, ima­gen nues­tra: ¡Tú abres el por­ve­nir de par en par!”. La “Can­ta­ta” es una letra her­mo­sa, lle­na de poe­sía pro­fun­da que no creo mere­cer hermano.

FRR: Fabri­cio, en aque­lla madru­ga­da, en la albo­ra­da de aquel ama­ne­cer del 23 de enero de 1958 tu, aun­que cono­ci­do en algu­nos círcu­los inte­lec­tua­les y sobre­to­do perio­dís­ti­cos, no lo eras para la inmen­sa mayo­ría de los vene­zo­la­nos que azo­ta­dos por la dic­ta­du­ra de Mar­cos Pérez Jimé­nez, salie­ron a las calles a dar víto­res ante la caí­da del Dic­ta­dor. Fue enton­ces cuan­do tu voz de trueno sonó como cla­rín por Radio Cara­cas, anun­cian­do el derro­ca­mien­to de Mar­cos Evan­ge­lis­ta Pérez Jimé­nez. ¿Recuer­das aquel ins­tan­te este­lar que te tocó vivir?

F.O: Sí, lo recuer­do con total cla­ri­dad. Yo venía desem­pe­ñán­do­me en la clan­des­ti­ni­dad como Pre­si­den­te de la Jun­ta Patrió­ti­ca. Muchas veces, como repor­te­ro en el Pala­cio de Mira­flo­res, sen­tí la muer­te a mi lado. La pre­sen­cia del san­gui­na­rio Pedro Estra­da y de sus esbi­rros guar­da­es­pal­das de la Segu­ri­dad Nacio­nal era un aler­ta cons­tan­te. Mis armas eran mi plu­ma, una libre­ta, mi astu­cia y mi con­cien­cia. La de ellos: metra­lle­tas y men­tes retor­ci­das, infer­na­les y enfer­mi­zas. Jun­to con José “Che­pino” Ger­ba­si, cubría la fuen­te de Mira­flo­res, cosa que con­ti­núe hacien­do solo cuan­do “Che­pino” fue dete­ni­do. La dic­ta­du­ra con­ti­nua­ba con sus pla­nes de aper­tre­char­se en el poder. En 1957 habían orques­ta­do un ple­bis­ci­to total­men­te ama­ña­do. Noso­tros des­de la Jun­ta lo pla­ni­fi­cá­ba­mos todo para dar con el fin de aquel régi­men opro­bio­so, que pese a su inmen­so poder, hacia aguas por todas par­tes. Cuan­do todo esta­ba con­su­ma­do y el dic­ta­dor, embar­ca­do en su “Vaca Sagra­da” salió huyen­do por La Car­lo­ta, nos fui­mos a Radio Cara­cas, eran como las tres de la madru­ga­da y allí, al fren­te de un vie­jo micró­fono y con la emo­ción ama­ne­ci­da me diri­gí a la Nación y dije: “¡Pue­blo de Vene­zue­la, habla Fabri­cio Oje­da, pre­si­den­te de la Jun­ta Patrió­ti­ca, para anun­ciar que hemos triun­fa­do y que la dic­ta­du­ra ha sido derro­ca­da! El tirano ha hui­do cobar­de­men­te. ¡Todos a la calle a rati­fi­car el gran triun­fo de la revolución!”.

FRR: Com­pa­ñe­ro Fabri­cio, te pro­pon­go un ejer­ci­cio. ¿Qué pala­bra de las que empleas­te en aquel momen­to, crees apli­que para este momen­to en que gran­des enemi­gos ace­chan a la Patria y a su pueblo?

F.O: Sin titu­beos alguno, te digo com­pa­ñe­ro que esa pala­bra es ¡UNIDAD, UNIDAD! El 14 de sep­tiem­bre de 1958, recuer­do per­fec­ta­men­te la fecha, escri­bí un edi­to­rial para la revis­ta Sie­te Días. Escri­bí sobre la línea que debía­mos adop­tar para la esco­gen­cia del can­di­da­to pre­si­den­cial. En lugar de nom­bres, me preo­cu­pa­ban los prin­ci­pios, un pro­gra­ma nacio­na­lis­ta de sig­ni­fi­ca­ción his­tó­ri­ca. Dije que lo con­tra­rio a ello era cer­ce­nar el dere­cho del pue­blo a ele­gir. Que había que pre­ci­sar una línea revo­lu­cio­na­ria de la uni­dad. Las inten­cio­nes gol­pis­tas de mili­ta­res gori­las esta­ban ase­chan­do. Por eso lla­mé a que nos unié­ra­mos con­tra el gol­pis­mo, con­tra la regre­sión. Uni­dad para lograr la libe­ra­ción eco­nó­mi­ca del pue­blo. Uni­dad para aca­bar con los pri­vi­le­gios y las injus­ti­cias. Uni­dad para engran­de­cer al país en su dig­ni­dad polí­ti­ca, en su desa­rro­llo eco­nó­mi­co y su trans­for­ma­ción social. Sé que con la Revo­lu­ción Boli­va­ria­na, mucho de aque­llo que deman­dé en 1958 se ha logra­do pero, debe­mos ir al fon­do de las cosas com­pa­ñe­ro Félix. Uste­des pade­cen un cán­cer lla­ma­do corrup­ción, lo sé. Eso deben enfren­tar­lo a fon­do y sin mie­do, cai­ga quien cai­ga. Para ello es menes­ter que per­ma­nez­can uni­dos. Por eso, reite­ro mi res­pues­ta a tu pre­gun­ta: ¡UNIDAD, UNIDAD!, lo demás vie­ne por adición.

FRR: Fabri­cio, fiel demó­cra­ta que fuis­te, salis­te elec­to dipu­tado al Con­gre­so por volun­tad del glo­rio­so pue­blo cara­que­ño que vivía humi­lla­do y opri­mi­do. Empe­za­ba para ti una nue­va face­ta como par­la­men­ta­rio. Todo hacía pre­de­cir que esa carre­ra sería cor­ta. Tu ori­gen humil­de, tus con­ver­sa­cio­nes con el Gene­ral Gabal­dón, tus lec­tu­ras, tu con­cien­cia, todo se reu­nía en un com­pen­dio de com­pro­mi­so con el pue­blo. El 30 de junio de 1962, deci­des renun­ciar a tu curul par­la­men­ta­ria. ¿Te arre­pien­tes de haber toma­do esa decisión?

F.O: ¡Jamás me he arre­pen­ti­do de haber­me ido a la mon­ta­ña! Una vez, Félix, reu­ni­dos ante la tum­ba del com­pa­ñe­ro Alber­to Rudas Mez­zo­ne, com­pa­ñe­ro ase­si­na­do duran­te el gobierno de Rómu­lo Betan­court, jura­mos con­ti­nuar sus pasos y cum­plir su obra, para que la san­gre derra­ma­da reto­ña­se en nue­va vida para el pue­blo. Como lo dije enton­ces, lo rati­fi­co hoy, fui cons­cien­te de lo que mi deci­sión de renun­ciar al Con­gre­so impli­ca­ba. Sabía de los ries­gos, peli­gros y sacri­fi­cios que ello con­lle­va­ba. Pero, por con­vic­ción te lo reite­ro, era ese el úni­co camino que un revo­lu­cio­na­rio ver­da­de­ro podía seguir. La his­to­ria había cam­bia­do y los vene­zo­la­nos no podía­mos per­ma­ne­cer afe­rra­dos a una vida polí­ti­ca sin pers­pec­ti­vas de futu­ro y, por el con­tra­rio, per­ma­ne­cer sumi­sos y cóm­pli­ces con el sub­de­sa­rro­llo eco­nó­mi­co, en el atra­so cró­ni­co de un pue­blo doble­ga­do en la mise­ria, la igno­ran­cia y el ham­bre. Mien­tras algu­nos veían a sus muje­res dar a luz en clí­ni­cas lujo­sas, otros, los más, tenían que con­for­mar­se con ver­las parir como ani­ma­les en sus ran­chos inmun­dos. El pue­blo de Vene­zue­la y noso­tros con él, había­mos creí­do en una solu­ción pací­fi­ca para nues­tros pro­ble­mas. San­gre y vidas paga­mos por la liber­tad y la demo­cra­cia. Sin embar­go que­ri­do ami­go, debo rati­fi­car lo que dije enton­ces: el 23 de enero de 1958, lo con­fie­so a mane­ra de auto­crí­ti­ca crea­do­ra, nada ocu­rrió en Vene­zue­la, a no ser el sim­ple cam­bio de unos nom­bres por otros al fren­te de los des­ti­nos públi­cos. Eso nos hizo mucho daño, cuí­den­se de ese mal. Ya el pue­blo vene­zo­lano no es ton­to, sabe, como lo saben todos los pue­blos opri­mi­dos del mun­do, cuá­les son las cau­sas que ori­gi­nan sus males. Renun­ciar a la tran­qui­li­dad de una curul par­la­men­ta­ria fue nues­tra deci­sión y nues­tro camino. Fui­mos al fra­gor del com­ba­te con las armas en las manos, fui­mos con fe, con ale­gría, como quien va al encuen­tro de la Patria pre­te­ri­da. Sabía­mos que con noso­tros anda­ba el pue­blo, el mis­mo que en todas las épo­cas memo­ra­bles ha dicho pre­sen­te ante lo noble, ante lo bueno, ante lo jus­to. Por eso le pedí al pre­si­den­te del Con­gre­so de aquel enton­ces que con­vo­ca­ra a mi suplen­te, que yo había sali­do a cum­plir el jura­men­te que hice de defen­der la Cons­ti­tu­ción y las leyes del país. Sabía que podía per­der la vida, pero eso no me impor­ta­ba. Otros ven­drían detrás a reco­ger nues­tro fusil y nues­tra ban­de­ra para con­ti­nuar con dig­ni­dad, lo que es el ideal de todo nues­tro pue­blo. Jamás arre­pen­ti­mien­to. Con­vic­ción sí por defen­der al pue­blo y quie­ro que los com­pa­ñe­ros de hoy nun­ca olvi­den esto.

FRR: Fabri­cio, un com­pa­ñe­ro de cami­nos que segu­ro com­par­tió con­ti­go, Die­go Sala­zar al pro­lo­gar tu libro “La Gue­rra del Pue­blo”, escri­bió que aun­que los segun­dos han esta­lla­do uno tras otro has­ta sumar millo­nes, en cada uno de ellos, de una otra for­ma tu nom­bre ha esta­do pre­sen­te en las fábri­cas, barrios, uni­ver­si­da­des, liceos, case­ríos y en los bos­ques. Que fuis­te una “expre­sión cons­cien­te” de una gue­rra popu­lar que nun­ca aca­lló, de una gue­rra del pue­blo o un pue­blo en gue­rra que des­de los pri­me­ros días de la lucha por la eman­ci­pa­ción y por la inde­pen­den­cia fue sur­can­do terre­nos don­de hoyar futu­ras trin­che­ras para la lucha y para unos com­ba­tes que no habrían de alcan­zar su mayor con­cre­ti­tud sino has­ta comien­zo del siglo XXI en nues­tra actual Vene­zue­la. ¿Estás de acuer­do o no con Die­go Salazar?

F.O: Con mi cama­ra­da Die­go sigo con­ver­san­do, ese mar­ga­ri­te­ño de ros­tro colo­rao’ es un ter­tu­lian­te infal­ta­ble en nues­tras reunio­nes por estos lares. Mi libro “La Gue­rra del Pue­blo” lo fui “coci­nan­do” a lo lar­go de mi vida polí­ti­ca. Lo ter­mi­né en el Cam­pa­men­to Venus 3 ubi­ca­do en una región mon­ta­ño­sa de Vene­zue­la don­de ejer­cía fun­cio­nes de Coman­dan­cia. Es un ensa­yo bre­ve pero muy den­so, con ideas apre­tu­ja­das que con­ti­núan tenien­do mucha actua­li­dad. Toman­do la expe­rien­cia de la Revo­lu­ción Cuba­na la cual cono­cí de la pro­pia voz de mi ami­go Fidel Cas­tro, allí tra­to de la revo­lu­ción per­mi­ti­da y del refor­mis­mo pro-impe­ria­lis­ta; deta­llo asun­tos vin­cu­la­dos a la revo­lu­ción ver­da­de­ra, de la vio­len­cia y del fata­lis­mo como ten­den­cias en la pra­xis polí­ti­ca; cuál ha de ser el camino de la libe­ra­ción nacio­nal y por qué se ha de tener una férrea men­ta­li­dad de poder; de la gue­rra del pue­blo y des­ta­co cuá­les son las debi­li­da­des de las cla­ses explo­ta­do­ras; escu­dri­ño sobre la lla­ma­da cons­ti­tu­cio­na­li­dad demo­crá­ti­ca, la quie­bra del poder for­mal y la nece­si­dad de la paz. Al igual que en mi momen­to y aho­ra más, la revo­lu­ción requie­re de equi­pos de ela­bo­ra­ción teó­ri­ca para evi­tar dar tum­bos inne­ce­sa­rios. La crí­ti­ca y la auto­crí­ti­ca han de ser una cons­tan­te en nues­tras orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias. Siem­pre insis­tí e insis­to aho­ra en la nece­si­dad de edu­car a la mili­tan­cia y al pue­blo. Como boli­va­riano que soy, recuer­do la máxi­ma del Liber­ta­dor: “Por la igno­ran­cia nos han domi­na­do más que por las armas”. No pode­mos con­ti­nuar per­mi­tien­do esto. El impe­ria­lis­mo ace­cha, tie­ne un enor­me poder mediá­ti­co y pro­pa­gan­dís­ti­co. La arti­lle­ría del pen­sa­mien­to debe­mos engra­sar­la todos los días. Las polí­ti­cas betan­cou­ris­tas de “ais­lar y segre­gar a la comu­ni­dad demo­crá­ti­ca” con­ti­núan en las men­tes de los enemi­gos del pue­blo. Los revo­lu­cio­na­rios de van­guar­dia debe­mos insis­tir en estas exi­gen­cias. No pode­mos per­mi­tir que se nos cie­rren los cami­nos. Ya ven, uste­des están sien­do bom­bar­dea­dos a dia­rio. Las agre­sio­nes e inje­ren­cias impe­ria­les han crea­do prác­ti­ca­men­te un blo­queo con­tra la Patria, noso­tros lo sabe­mos. Con­si­de­ra­mos correc­ta la polí­ti­ca de alian­zas inter­na­cio­na­les. La for­ma como están derro­tan­do el blo­queo ener­gé­ti­co con la ayu­da del pue­blo y gobierno de Irán es una demos­tra­ción de que cuan­do se tie­nen cla­ros los obje­ti­vos estra­té­gi­cos, la tác­ti­ca pue­de ir per­fi­lan­do vic­to­rias, algu­nas peque­ñas, otras de mayor enver­ga­du­ra. A noso­tros nos tocó vivir una eta­pa muy dura, la que uste­des viven hoy no lo es menos. Tales reali­da­des inci­den direc­ta­men­te en la toma de con­cien­cia por par­te del pue­blo y de la soli­dez de su men­ta­li­dad para empo­de­rar­se, para man­te­ner y con­quis­tar nue­vos espa­cios des­de don­de hacer la revo­lu­ción deri­va las vic­to­rias. El movi­mien­to libe­ra­dor del pue­blo vene­zo­lano hoy en día es este­lar, recur­sos abun­dan para pro­fun­di­zar la lucha. Las reser­vas mora­les y éti­cas del pue­blo y de sus diri­gen­tes más escla­re­ci­dos son inmen­sas. Cuen­tan uste­des con una unión cívi­co-mili­tar que ya qui­sié­ra­mos noso­tros haber con­ta­do con esa herra­mien­ta. Por ello, cito nue­va­men­te al ilus­tre cru­za­do anti­im­pe­ria­lis­ta, Mario Bri­ce­ño Ira­gorry: “La gran vigi­lia del pue­blo impo­ne, pues, sacri­fi­cios de orden moral y dis­ci­pli­na cen­tra­da que lo ale­jen de esa ale­gría pos­ti­za don­de se dilu­ye la volun­tad de crear. La ver­da­de­ra risa del pue­blo debe reser­var­se para la hora pró­xi­ma en que su tre­men­da lumi­no­si­dad haga tem­blar a los trai­do­res que lo oprimen”.

FRR: Final­men­te Fabri­cio, hoy es 21 de junio de 2020 y un día como hoy, tus ase­si­nos te apar­ta­ron en un cuar­to soli­ta­rio y fue­ron expri­mien­do una a una las gotas vita­les de tu exis­ten­cia terre­nal has­ta dejar­te iner­te. ¿Qué pasó ese día com­pa­ñe­ro, quie­res con­tar lo sucedido?

F.O: El 21 de junio de 1966 fue el día de mi encuen­tro con mi des­tino. Ese día se puso a prue­ba todo cuan­to fui y sigo sien­do. Mi trán­si­to final dio ini­cio el 16 de junio cuan­do fui dete­ni­do por los esbi­rros del SIFA en la Urba­ni­za­ción Tana­gua­re­na del Lito­ral Cen­tral. Días antes, aca­ba­ba de ter­mi­nar mi ensa­yo “La Gue­rra del Pue­blo” al cual nos refe­ri­mos en la pre­gun­ta ante­rior. Solo, con las manos ata­das, escu­chan­do los cor­ne­ta­zos de los vehícu­los que pasa­ban por la Ave­ni­da Urda­ne­ta. Allí, en un cuar­to peque­ño espe­ré por horas has­ta que lle­ga­ron mis car­ce­le­ros y mis ase­si­nos. Aun­que era de día, ellos lle­ga­ron con sus men­tes oscu­ras, retor­ci­das, sus ros­tros des­com­pues­tos, bal­bu­cean­do baba. Lle­ga­ron jaque­to­na­men­te, bur­lán­do­se. No podían ocul­tar su derro­ta. Me tenían pre­so pero ellos sabían que mi espí­ri­tu libre los reta­ba y nada podían hacer para evi­tar­lo. Empe­za­ron los gol­pes y mi silen­cio los enar­de­cía. Gol­pea­ban mi cuer­po con fuer­za y sin embar­go, eran débi­les. Sus cuen­cas desor­bi­ta­das eran pre­lu­dio de sus soli­ta­rias sepul­tu­ras. Hacían pre­gun­tas y mi silen­cio se les cla­va­ba como dar­dos acu­sán­do­los. Sabía que con sus manos ase­si­nas, mor­de­rían el pol­vo y paga­rían el pre­cio de sus crí­me­nes. Hacían pre­gun­tas y mis res­pues­tas mudas eran dis­pa­ros de obre­ros alta­ne­ros, de cam­pe­si­nos cima­rro­nes, de estu­dian­tes bochin­che­ros, de gue­rri­lle­ros, gue­rri­lle­ros, ban­do­le­ros gue­rri­lle­ros. Sus fuer­zas cri­mi­na­les se fue­ron aca­ban­do. Sus oscu­ras almas des­pro­vis­tas de espí­ri­tu, eran fan­tas­mas infer­na­les. Me fui apa­gan­do, me lle­né de fe y me fui al reen­cuen­tro de mi Patria. Aho­ra estoy aquí, con­ver­so con­ti­go. Resu­ci­to con­ti­go y en ti. De mí saben y cono­cen todo. A ellos, a mis tor­tu­ra­do­res ase­si­nos, no los recuer­da nadie. Fue­ron borra­dos de la memo­ria del pue­blo. Para­fra­sean­do a Julius Fucik con­clu­yo dicien­do que “He vivi­do por la ale­gría y por la ale­gría mue­ro, y sería un agra­vio poner sobre mi tum­ba el ángel de la tris­te­za”. Mi ven­gan­za, como dice el Coman­dan­te Tomás Bor­ge, es ver a mi Patria libre. Es escu­char la son­ri­sa de los niños. Es vol­ver a mi Boco­nó y tomar­me una taza de café allá, en la Calle Alta de Arri­ba. Mis luchas por la inde­pen­den­cia, por ampa­rar la dig­ni­dad huma­na, por la igual­dad social, por la coope­ra­ción inter­na­cio­nal con­ti­núan. Un abra­zo a todas y a todos. ¡Por la Patria y por el pue­blo, viva la Revolución!

* Fuen­te: TeleSUR

Itu­rria /​Fuen­te

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