Chi­le. ¿Aguan­ta usted una cua­ren­te­na? Radio­gra­fía eco­nó­mi­ca del hogar que se enfren­ta al Covid-19

Mar­ce­la Ramos /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​20 de mar­zo de 2020

La gra­ve expan­sión del coro­na­vi­rus pare­ce lle­var­nos a una cua­ren­te­na. ¿Cómo afec­ta­rá eso a las fami­lias chi­le­nas? En esta entre­vis­ta, el eco­no­mis­ta de la Fun­da­ción Sol, Mar­co Kre­mer­man, advier­te que 3 millo­nes 600 mil tra­ba­ja­do­res se verán en serias difi­cul­ta­des para que­dar­se en la casa por­que care­cen de un con­tra­to que les dé pro­tec­ción. Si el Esta­do no ase­gu­ra un ingre­so míni­mo por hogar, advier­te, colap­sa­rán o sim­ple­men­te no podrán cum­plir la cuarentena.

Los datos pare­cen indi­car que Chi­le debe­rá recu­rrir a una cua­ren­te­na para enfren­tar la expan­sión del coro­na­vi­rus. Esta medi­da no se debe a que toda la pobla­ción esté en ries­go (80% de los infec­ta­dos desa­rro­lla sín­to­mas simi­la­res a los de un res­frío común), sino a que hay un 4% que enfer­ma­rá gra­ve­men­te y va a nece­si­tar aten­ción hos­pi­ta­la­ria. El pro­ble­ma es que si muchos chi­le­nos se enfer­man al mis­mo tiem­po, el sis­te­ma de salud colap­sa­rá y no podrá aten­der a todos los enfer­mos gra­ves. Como han adver­ti­do los exper­tos, “lo que que­de fue­ra de la capa­ci­dad del sis­te­ma pue­de trans­for­mar­se en falle­ci­mien­tos” (ver colum­na).

En ese esce­na­rio, las reco­men­da­cio­nes de dis­tan­cia social y de no salir de la casa son razo­na­bles. Pero, ¿qué fami­lias chi­le­nas pue­den per­mi­tír­se­lo? El eco­no­mis­ta Mar­co Kre­mer­man, que ha dedi­ca­do gran par­te de su carre­ra pro­fe­sio­nal a enten­der el mer­ca­do labo­ral chi­leno, esti­ma que para la mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res será difí­cil o impo­si­ble aca­tar el lla­ma­do a que­dar­se en la casa si no cuen­tan con algún sopor­te eco­nó­mi­co del Estado.

“Muchas per­so­nas, des­de el día uno, van a tener pro­ble­mas impor­tan­tes, pues nece­si­tan gene­rar recur­sos dia­rios para poder cos­tear las nece­si­da­des bási­cas y lle­gar a fin de mes”, explica.

Un pri­mer gru­po vul­ne­ra­ble, dice, lo cons­ti­tu­ye un 38,9% de la fuer­za de tra­ba­jo ocu­pa­da, casi 3 millo­nes 600 mil per­so­nas, “que no tie­nen la pro­tec­ción míni­ma ade­cua­da, es decir, un con­tra­to de tra­ba­jo”. Se tra­ta de un gru­po hete­ro­gé­neo, don­de hay una mayo­ría de inde­pen­dien­tes que tra­ba­ja en con­di­cio­nes pre­ca­rias y con ingre­sos muy bajos y tam­bién tra­ba­ja­do­res depen­dien­tes (pero sin con­tra­to), situa­ción que se ve en la cons­truc­ción o el ser­vi­cio domés­ti­co (ver recuadro).

-¿Ese 38,9% es el gru­po más vul­ne­ra­ble en esta crisis?

-Ese es un pun­to de par­ti­da, por­que nos esta­mos refi­rien­do a quie­nes no tie­nen un víncu­lo labo­ral que de algu­na mane­ra les dé algún gra­do de pro­tec­ción o for­ma­li­dad que los cubra ante una fal­ta al tra­ba­jo; o ante un decre­to don­de se les ins­te a no salir de sus casas. Si bien hay hete­ro­ge­nei­da­des den­tro de este gru­po, solo un por­cen­ta­je peque­ño pue­de hacer tra­ba­jos des­de la casa, por­que tie­nen un alto nivel de edu­ca­ción. La mayo­ría, sin embar­go, se enfren­ta­rá a la pre­gun­ta urgen­te: ¿cómo lo hace para comer? ¿cómo lo hace para lle­gar a fin de mes? Es pro­ba­ble que ten­gan que salir a la calle igual.

-Den­tro de este gru­po, ¿cuán­tos son los que están bien económicamente?

-Es difí­cil cuan­ti­fi­car eso, pero cuan­do uno revi­sa los empleos que se han crea­do en los últi­mos diez años, y mira los inde­pen­dien­tes, ve que la mayo­ría son inde­pen­dien­tes de baja cua­li­fi­ca­ción. No son pro­fe­sio­na­les con post­gra­do que pue­den resol­ver esta situa­ción a tra­vés del tele­tra­ba­jo, ni son los con­sul­to­res que pue­den escri­bir sus docu­men­tos des­de la casa. Son inde­pen­dien­tes que no tie­nen edu­ca­ción media com­ple­ta y están sub­em­plea­dos. Es decir, son per­so­nas que tra­ba­jan pocas horas o menos horas de las que nece­si­ta­rían tra­ba­jar. O sea esta idea de que el inde­pen­dien­te es un empren­de­dor prós­pe­ro es una situa­ción mar­gi­nal en Chile.

-¿Qué otro gru­po de tra­ba­ja­do­res está en riesgo?

-El otro gran gru­po vul­ne­ra­ble, que es gigan­te, es el que reci­be bajos sala­rios, don­de una mayo­ría pue­de tener con­tra­to. Los últi­mos datos dis­po­ni­bles indi­can que la mitad de los tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras gana menos de $400 mil líqui­dos; y el 70% gana menos de $550 mil líqui­dos. Es impor­tan­te esa cifra por­que $550 mil hoy en Chi­le es un valor muy exiguo en tér­mi­nos del cos­to de vida. Que el 70% de los tra­ba­ja­do­res y tra­ba­ja­do­ras esté reci­bien­do esa can­ti­dad, da cuen­ta de una alta vul­ne­ra­bi­li­dad. Ello, a pesar de que gran par­te de ellos está tra­ba­jan­do jor­na­da completa.

Hoy hay entre un 26 y un 30% de los adul­tos mayo­res tra­ba­jan­do. Eso es más del doble de lo que uno obser­va­ba hace 30 años.

-Hable­mos del nivel sala­rial de quie­nes tie­nen con­tra­to. ¿Es mejor que el de los sin contrato?

Según un estu­dio que rea­li­za­mos, la mitad de los tra­ba­ja­do­res asa­la­ria­dos de las empre­sas pri­va­das gana menos de $400 mil, que es la mis­ma cifra que a nivel nacio­nal. En tan­to, el 70% gana menos de $568 mil. Tam­bién hici­mos un zoom den­tro de los asa­la­ria­dos de empre­sas pri­va­das, sobre aque­llos que tra­ba­jan en empre­sas con más de 200 tra­ba­ja­do­res, es decir gran­des empre­sas. Si bien los sala­rios son un poco más altos, tam­po­co se están aba­ni­can­do: la mitad gana menos de $480 mil líqui­do, y el 70% gana menos de $700 mil líquido.

-Si den­tro de los pró­xi­mos días se dis­po­ne que esas per­so­nas per­ma­nez­can en sus casas, ¿ellos van a seguir reci­bien­do esa remuneración?

-Eso depen­de del tipo de medi­das que se imple­men­ten y la capa­ci­dad de pago de las empre­sas. Pero supon­ga­mos que por dis­tin­tos fac­to­res esas per­so­nas logran man­te­ner su remu­ne­ra­ción por uno o dos meses. El pro­ble­ma es que, de esas per­so­nas, la mayo­ría están pre­ca­ri­za­das, están endeu­da­das. Enton­ces, actual­men­te, muchas de ellas obli­ga­to­ria­men­te hacen horas extras. Y en un mis­mo hogar se da una com­bi­na­ción de situa­cio­nes: per­so­nas que tra­ba­jan con con­tra­to y otras que no lo tie­nen. Esto es bien impor­tan­te. Aquí la uni­dad cla­ve de aná­li­sis es el hogar, y a veces no se ve así des­de las polí­ti­cas públi­cas o de gobierno. Enton­ces qui­zás yo pue­do resol­ver la situa­ción de una per­so­na y lle­gar a $400 mil, pero lo que pasa es que en ese mis­mo hogar, para lle­gar a fin de mes y poder pagar las deu­das, al menos tra­ba­jan 2 ó 3 per­so­nas, y esos otros son cuen­ta pro­pia o inde­pen­dien­tes, quie­nes pue­den que­dar­se aho­ra sin tra­ba­jo. Enton­ces en ese hogar va haber igual un des­me­dro impor­tan­te, por­que una per­so­na va a per­der su fuen­te labo­ral, total o par­cial­men­te. Enton­ces hay una serie de com­bi­na­cio­nes que los hoga­res en Chi­le rea­li­zan para lle­gar a fin de mes. Y el otro tema es la deu­da. La obli­ga­to­rie­dad que esta gene­ra para la mayo­ría de los hoga­res, don­de se tra­ba­ja for­mal o infor­mal­men­te. Esa mayo­ría tie­ne que seguir pro­du­cien­do como resul­ta­do de la deu­da contraída.

-Según los estu­dios que la fun­da­ción ha publi­ca­do, se regis­tran en Chi­le 11,5 millo­nes de per­so­nas endeu­da­das. ¿Qué sabe­mos del endeu­da­mien­to de los hoga­res? ¿Hay mucha morosidad?

– Las deu­das las pode­mos dife­ren­ciar entre deu­das patri­mo­nia­les, que son aque­llas que en teo­ría te per­mi­ten un mejor pasar en el futu­ro, y ahí se ubi­ca la deu­da hipo­te­ca­ria y la deu­da auto­mo­triz, entre comi­llas. Y en algu­nos casos la deu­da por edu­car­te, cuan­do efec­ti­va­men­te logras estar mucho mejor lue­go de haber sali­do de la edu­ca­ción supe­rior y ello te per­mi­te pagar con cre­ces la deu­da con­traí­da. La otra deu­da es aque­lla que con­traes para lle­gar a fin de mes: la deu­da para ves­tir­se, para comer, para pagar cuen­tas bási­cas, para pagar salud y tam­bién para pagar edu­ca­ción cuan­do se trans­for­ma en una téc­ni­ca de sobre­vi­ven­cia. Este tipo de deu­da ha gana­do har­to espa­cio en el últi­mo tiem­po y lo más preo­cu­pan­te, ade­más del núme­ro de endeu­da­dos, es el núme­ro de deu­do­res moro­sos, que son los deu­do­res que no pue­den pagar las deu­das que han con­traí­do, y esto pue­de ser más de una deu­da en con­di­ción de impa­ga. Los moro­sos son 4 millo­nes 700 mil per­so­nas según el últi­mo infor­me de Dicom Equifax.

No más de un 20% de la fuer­za labo­ral ocu­pa­da podría pasar esta situa­ción con cier­ta tranquilidad.

-Enton­ces la infor­ma­li­dad, los bajos sala­rios y el endeu­da­mien­to son los prin­ci­pa­les fac­to­res que afec­ta­rán la situa­ción de la mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res en Chi­le y su posi­bi­li­dad de que­dar­se en sus casas a cau­sa de la pandemia… 

-Sí, y al gru­po de los bajos sala­rios agre­ga­ría los sub­em­plea­dos, que son las per­so­nas que rea­li­zan jor­na­da par­cial invo­lun­ta­ria. Vale decir, aque­llos que nece­si­tan y están dis­po­ni­bles para tra­ba­jar más horas. Esas per­so­nas en Chi­le lle­gan a los 850 mil, es decir, son más que los des­em­plea­dos. Esta­mos hablan­do de per­so­nas que pro­ba­ble­men­te nece­si­tan tra­ba­jar la jor­na­da com­ple­ta, pero la eco­no­mía no les brin­da ese tipo de tra­ba­jo. En Chi­le, casi la mitad de las per­so­nas que tra­ba­jan jor­na­da par­cial lo hacen de mane­ra invo­lun­ta­ria, no por­que quie­ren tra­ba­jar menos horas y quie­ran com­bi­nar con vida fami­liar o por nece­si­da­des pro­pias, sino por­que no les que­da otra, por­que la eco­no­mía no les brin­da un tra­ba­jo más sólido.

-¿Ese sub­em­plea­do tie­ne algu­na edad? ¿Tie­ne un género?

-Mira, se da un poco más de sub­em­pleo en los hom­bres que en las muje­res de acuer­do a los datos. Y eso pue­de expli­car­se por­que las muje­res no pue­den tra­ba­jar más horas por­que no tie­nen quién cui­de a los hijos. Se da muy fuer­te el sub­em­pleo en la cons­truc­ción y en la indus­tria, y en algu­nas acti­vi­da­des de ser­vi­cio. Las regio­nes con mayo­res nivel de sub­em­pleo son la VI, Liber­ta­dor Ber­nar­do O’Higgins; la región de Los Ríos; las regio­nes de La Arau­ca­nía y Ata­ca­ma. Esas son las cua­tro regio­nes con más subempleo.

-Si ana­li­za­mos la dimen­sión sala­rial por sec­tor, ¿qué tra­ba­ja­do­res son más vulnerables?

-Los tra­ba­ja­do­res de la agri­cul­tu­ra, comer­cio, algu­nas áreas de ser­vi­cio e indus­tria y cons­truc­ción. Esos son los sec­to­res más vul­ne­ra­bles en Chi­le en tér­mi­nos sala­ria­les, pues per­ci­ben menos de $400 mil. Y en tér­mi­nos de con­tra­to, o asa­la­ria­dos que no tie­nen con­tra­to, los sec­to­res con más pro­ble­mas son la agri­cul­tu­ra, la cons­truc­ción y el ser­vi­cio doméstico.

-Una pobla­ción de ries­go en par­ti­cu­lar son los adul­tos mayo­res. ¿Cómo pue­de afec­tar esta cri­sis a los adul­tos mayo­res? ¿Tene­mos datos de su ocu­pa­ción o nivel de endeudamiento?

-Sí, ahí hay un dato intere­san­te. Según la encues­ta del gran San­tia­go de la Uni­ver­si­dad de Chi­le, hoy entre un 26 y un 30% de los adul­tos mayo­res (muje­res mayo­res de 60 y hom­bres mayo­res de 65 años) está tra­ba­jan­do. Esto es, más del doble de lo que uno obser­va­ba hace 30 años (ver grá­fi­co a con­ti­nua­ción). La mis­ma encues­ta mues­tra que cer­ca del 11% de los adul­tos mayo­res se encon­tra­ba tra­ba­jan­do en el año 80; y para el año 92, hay un 12%. Pero en 2019 esta­mos hablan­do de 28% aproximadamente.

-Has­ta aho­ra hemos habla­do de vul­ne­ra­bi­li­dad y des­pro­tec­ción. Pero qué pasa si hace­mos la pre­gun­ta al revés. ¿Cuán­tas per­so­nas en Chi­le, de los ocu­pa­dos, pue­den enfren­tar un mes de tra­ba­jo des­de el hogar con res­tric­ción de movimiento?

-Si uno jun­ta la dimen­sión sala­rial, las deu­das, los tra­ba­ja­do­res cuya remu­ne­ra­ción tie­ne un com­po­nen­te varia­ble, yo creo que no más de un 20% de la fuer­za labo­ral ocu­pa­da podría pasar esta situa­ción con cier­ta tran­qui­li­dad. Pero tam­bién hay que tomar en cuen­ta que hay per­so­nas que pue­den tener sala­rios más altos, por ejem­plo las muje­res, pero ellas nece­si­tan que otra mujer en gene­ral cui­de de sus hijos, a tra­vés de un con­tra­to de tra­ba­jo o una rela­ción labo­ral. Pero si esas muje­res no pue­den asis­tir a rea­li­zar esas labo­res, se gene­ra una com­pli­ca­ción. Enton­ces ahí hay otro efec­to muy impor­tan­te: ¿quién hace las labo­res de casa en el caso de aque­llas fami­lias con ingre­sos medios que no les que­da otra que con­tra­tar otra per­so­na para que reali­ce todo o par­te de las labo­res de casa? Ahí tene­mos otro pro­ble­ma: el de los cui­da­dos. Cuan­do esas per­so­nas no pue­den lle­gar a los hoga­res, ¿quién lo hace? Pro­duc­to de temas como este en Espa­ña, que es uno de los cin­co paí­ses más afec­ta­dos por el coro­na­vi­rus, se está dis­cu­tien­do la posi­bi­li­dad de un plan de cho­que social. Este con­tem­pla­ría sus­pen­der el alqui­ler, que no hayan des­pi­dos, y que se gene­re una dis­cu­sión sobre la ren­ta bási­ca para quien se que­de sin ingre­sos. Es decir, que exis­ta un piso sala­rial para todas las personas.

-Toman­do en cuen­ta las dis­tin­tas dimen­sio­nes y pro­ble­mas que hemos iden­ti­fi­ca­do, ¿qué polí­ti­cas debie­se lle­var ade­lan­te el gobierno y los pri­va­dos para per­mi­tir­les a la diver­si­dad de los tra­ba­ja­do­res enfren­tar esta crisis?

Mar­co Kremerman.

-Hay como tres líneas. Una línea tie­ne que ver con la segu­ri­dad o el reem­pla­zo de los ingre­sos, me refie­ro a aque­llas per­so­nas que no tie­nen una rela­ción labo­ral típi­ca, o a los inde­pen­dien­tes que no pue­den tra­ba­jar. Ahí sin duda se va a tener que dis­cu­tir una espe­cie de ren­ta bási­ca tem­po­ral, para no ade­lan­tar­nos a la dis­cu­sión estruc­tu­ral y de fon­do. Esa es una dis­cu­sión cla­ve que debie­se dar­se jun­to con otra, igual de cen­tral, que son las cau­sa­les de des­pi­do. Por­que en Chi­le tene­mos un mun­do del tra­ba­jo enor­me­men­te fle­xi­ble y las cau­sa­les de des­pi­do por nece­si­da­des de la empre­sa o por fuer­za mayor debie­sen sus­pen­der­se o imple­men­tar­se cier­tas medi­das para que no se apli­quen de la mis­ma mane­ra que antes de esta cri­sis. Por últi­mo están las empre­sas peque­ñas. Sin duda que estas requie­ren un acom­pa­ña­mien­to espe­cial. En algu­nos casos tie­nen que ser tra­ta­das como tra­ba­ja­do­res, en tér­mi­nos de acce­so a cré­di­to, de con­di­cio­nes de pago. Ahí se requie­re un plan de ver­dad, para que ellas pue­dan tra­tar a sus tra­ba­ja­do­res de la mejor mane­ra posible.

Las cau­sa­les de des­pi­do por nece­si­da­des de la empre­sa o por fuer­za mayor debie­sen suspenderse.

-¿De qué empre­sas estás hablando?

-Hay de todo, empre­sas de ser­vi­cios, comer­cio, alma­ce­nes. De acuer­do a nues­tro datos, más del 45% de los asa­la­ria­dos en Chi­le está en empre­sas gran­des. Si le sumas las media­nas, lle­gas a más de un 60% de los tra­ba­ja­do­res asa­la­ria­dos. Pero yo creo que el tema de cui­da­do cen­tral son las mypes, las micro y peque­ñas; esas son las uni­da­des pro­duc­ti­vas don­de el gobierno tie­ne que apli­car un plan de pro­tec­ción espe­cial en este perío­do, por­que son las más vul­ne­ra­bles en tér­mi­nos efec­ti­vos, son las con­tra­tis­tas de las gran­des y media­nas, reci­ben pagos de ellas, les cues­ta una enor­mi­dad acce­der a cré­di­tos, están endeu­da­das con la banca.

-Así como estas mypes, otra uni­dad de aná­li­sis debie­se ser el hogar, más que cada tra­ba­ja­dor en particular

-Sí. Sin duda hay que ver un tra­ta­mien­to del hogar por­que con­vi­ven dife­ren­tes uni­da­des de aná­li­sis: sub­em­plea­dos, infor­ma­les, con­tra­ta­dos. Y otro gru­po den­tro de la uni­dad del hogar son los pen­sio­na­dos. Por­que acá se está jun­tan­do el coro­na­vi­rus con una impor­tan­te cri­sis eco­nó­mi­ca que se está incu­ban­do. Enton­ces las per­so­nas que están a pun­to de jubi­lar­se este año, no les con­vie­ne pen­sio­nar­se aho­ra, por­que sus fon­dos admi­nis­tra­dos por las AFP están sien­do afec­ta­dos. O los que en estos momen­tos están reci­bien­do su pla­ta de la AFP a tra­vés de la moda­li­dad de reti­ro pro­gra­ma­do, la cri­sis pue­de afec­tar tam­bién las tasas de inte­rés del reti­ro pro­gra­ma­do. Y tam­bién están los pen­sio­na­dos que reci­ben muy bajas pen­sio­nes. A lo mejor se va a tener que ade­lan­tar la pen­sión bási­ca soli­da­ria, de 165 mil pesos, para el res­to de los pen­sio­na­dos, que son casi el 80% de los que fal­tan para lle­gar a los 165 mil pesos. A lo mejor se va a tener que ade­lan­tar ese reajus­te, lo cual es un gas­to fis­cal que les pue­da per­mi­tir a los pen­sio­na­dos enfren­tar mejor lo que se está viviendo.

LOS TRABAJADORES MÁS VULNERABLES: 3,6 MILLONES DE PERSONAS

Mar­co Kre­mer­man seña­la que los tra­ba­ja­do­res que pue­den tener más difi­cul­ta­des para enfren­tar una cua­ren­te­na son los tra­ba­ja­do­res sin con­tra­to. Estos cons­ti­tu­yen el 38,9% de la fuer­za de tra­ba­jo ocu­pa­da (3,6 millo­nes) los que se divi­den en “inde­pen­dien­tes”, “depen­dien­tes” y “tra­ba­ja­do­res a honorarios”.

El 26% de la fuer­za de tra­ba­jo son “inde­pen­dien­tes”, los que a su vez se divi­den en tres cate­go­rías: tra­ba­ja­do­res por cuen­ta pro­pia, emplea­do­res y fami­liar no remunerado.

El gru­po de los “cuen­ta pro­pia”, expli­ca Kre­mer­man, cons­ti­tu­ye un mun­do hete­ro­gé­neo com­pues­to prin­ci­pal­men­te por tra­ba­ja­do­res vin­cu­la­dos al “tra­ba­jo ambu­lan­te o con muy pocas horas de tra­ba­jo”. Otro tipo de inde­pen­dien­tes es el “fami­liar no remu­ne­ra­do” y el empren­de­dor, “que se aso­cia con una per­so­na que tra­ba­ja des­de su casa y le va bas­tan­te bien, pero que es un gru­po minoritario”.

Un 11% de los tra­ba­ja­do­res son “depen­dien­tes” (más de 1 millón de per­so­nas). Estas per­so­nas tie­nen que cum­plir hora­rios, reci­ben órde­nes, pero no tie­nen un con­tra­to de tra­ba­jo escri­to. Este tipo de tra­ba­jos se da en el área de la cons­truc­ción, el sec­tor comer­cio, los ser­vi­cios y el ser­vi­cio domés­ti­co. Los datos indi­can que más del 10% de la fuer­za de tra­ba­jo ocu­pa­da en Chi­le tie­ne estas carac­te­rís­ti­cas: un tra­ba­ja­dor o tra­ba­ja­do­ra depen­dien­te pero que no tie­ne con­tra­to de tra­ba­jo escrito.

Final­men­te están los tra­ba­ja­do­res a hono­ra­rios (prin­ci­pal­men­te los del Esta­do) que tie­nen un víncu­lo labo­ral a tra­vés del códi­go civil, “pero tie­nen meno­res pres­ta­cio­nes que los que tie­nen contrato”.

Este artícu­lo es par­te del pro­yec­to CIPER/​Académico, una ini­cia­ti­va de CIPER que bus­ca ser un puen­te entre la aca­de­mia y el deba­te públi­co, cum­plien­do con uno de los obje­ti­vos fun­da­cio­na­les que ins­pi­ran a nues­tro medio.

CIPER/​Académico es un espa­cio abier­to a toda aque­lla inves­ti­ga­ción aca­dé­mi­ca nacio­nal e inter­na­cio­nal que bus­ca enri­que­cer la dis­cu­sión sobre la reali­dad social y económica.

Has­ta el momen­to, CIPER/​Académico reci­be apor­tes de cua­tro cen­tros de estu­dios: el Cen­tro de Estu­dios de Con­flic­to y Cohe­sión Social (COES), el Cen­tro de Estu­dios Inter­cul­tu­ra­les e Indí­ge­nas (CIIR), el Ins­ti­tu­to Mile­nio Fun­da­men­tos de los Datos (IMFD) y el Obser­va­to­rio del Gas­to Fis­cal. Estos apor­tes no con­di­cio­nan la liber­tad edi­to­rial de CIPER.

Ciper*

Itu­rria /​Fuen­te

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