Argen­ti­na. La difí­cil rela­ción Nación-pro­vin­cias en tiem­pos de ajuste

Juan Guahán /​Resu­men Lati­no­ame­ri­cano /​29 de febre­ro de 2020

En medio de la cam­pa­ña elec­to­ral y en su pri­me­ra pre­sen­ta­ción –des­pués de la elec­ción- en tie­rras tucu­ma­nas, el hoy pre­si­den­te Alber­to Fer­nán­dez dejó un rotun­do men­sa­je. Afir­mó que a pesar de ser por­te­ño (de la capi­tal, la ciu­dad de Bue­nos Aires) el suyo sería el gobierno más fede­ral de la his­to­ria. Lle­va­do por ese entu­sias­mo lle­gó a sos­te­ner que gober­na­ría con los jefes de los 24 distritos.

Ape­nas 80 días des­pués de su asun­ción. la reali­dad mues­tra otra cara. Los gober­na­do­res que ya venían sien­do nin­gu­nea­dos en el arma­do de los equi­pos de gobierno, se encuen­tran con la tris­te ver­dad: tie­nen que escar­bar en el fon­do de la olla de algu­nos pro­gra­mas secun­da­rios para bus­car un man­go (peso).

El gobierno ha dicho que para fines de mar­zo espe­ra tener liqui­da­da la nego­cia­ción de la deu­da exter­na. Esa fecha es una cora­za difí­cil de pene­trar para minis­tros, fun­cio­na­rios y dife­ren­tes deman­da­do­res de recur­sos esta­ta­les que sue­len gas­tar los zapa­tos en las alfom­bras de la Casa Rosa­da. Para los gober­na­do­res esa posi­bi­li­dad resul­ta mucho más inac­ce­si­ble, para ellos se tra­ta de una cer­ca teji­da con alam­bres electrificados.

Es sabi­do que los gobier­nos pro­vin­cia­les tie­nen una debi­li­dad que no han podi­do supe­rar y que los tie­ne supe­di­ta­dos al gobierno nacio­nal. Esto es así por­que más allá de los recur­sos auto­má­ti­ca­men­te copar­ti­ci­pa­bles hay varias moda­li­da­des para otras trans­fe­ren­cias de capital.

En ese caso –si no se es ami­go de los fun­cio­na­rios “por­te­ños”- se deci­di­rá en Bue­nos Aires el lugar físi­co y la con­tra­ta­ción de las obras, aun­que ellas se reali­cen en terri­to­rios que per­te­ne­cen a las dife­ren­tes provincias.

Un estu­dio sobre las trans­fe­ren­cias de los últi­mos 15 años con­fir­ma esta ten­den­cia a la dis­cre­cio­na­li­dad en la dis­tri­bu­ción de los fon­dos nacio­na­les, don­de cre­ce la por­ción de recur­sos trans­fe­ri­dos según la volun­tad de quie­nes ocu­pan la Casa Rosa­da, en des­me­dro de las trans­fe­ren­cias auto­má­ti­cas a las pro­vin­cias, todo lo cual for­ta­le­ce las inequi­da­des cons­trui­das históricamente.

Las polí­ti­cas de ajus­te de los últi­mos años han redu­ci­do la capa­ci­dad recau­da­to­ria de las pro­vin­cias y ante esa situa­ción tie­nen dos opcio­nes por delan­te: bajar los gas­tos o acu­dir al pedi­do de auxi­lio a la Nación.

Es por eso que para los difí­ci­les tiem­pos actua­les la rela­ción de la admi­nis­tra­ción cen­tral con los gobier­nos pro­vin­cia­les tien­de a vol­ver­se más com­ple­ja y difí­cil para ambas par­tes. Esta difi­cul­tad se mul­ti­pli­ca cuan­do nos encon­tra­mos ante el fenó­meno que la man­ta de los recur­sos fis­ca­les es cada día más corta.

Obvia­men­te el resul­ta­do final es el de un fede­ra­lis­mo cada más pro­cla­ma­do y menos realizado.

*Ana­lis­ta polí­ti­co y diri­gen­te social argen­tino, aso­cia­do al Cen­tro Lati­no­ame­ri­cano de Aná­li­sis Estra­té­gi­co.

Itu­rria /​Fuen­te

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