Man­da­tos- Borro­ka Garaia

Aun­que para algu­nos pue­da pare­cer con­tra­dic­to­rio e inclu­so para­dó­ji­co, las gue­rras tam­bién tie­nen sus nor­mas y códi­gos que inclu­so cuen­tan con regla­men­tos inter­na­cio­na­les. Cuan­do se sal­tan e incum­plen se sue­le hablar en tér­mi­nos de cri­men de guerra.

Si algu­nos esta­dos no fue­ran cri­mi­na­les de gue­rra, res­pe­ta­rían las leyes de gue­rra. Que son muy cla­ras en cuan­to a las des­apa­ri­cio­nes for­za­das, tor­tu­ras, deten­cio­nes arbi­tra­rias, reco­no­ci­mien­to y tra­to a prisioneros.

Maña­na una nue­va movi­li­za­ción masi­va lle­na­rá las calles vas­cas en defen­sa de los dere­chos de los pre­sos y pre­sas polí­ti­cas vas­cas y para dar tér­mino al cri­men de gue­rra que supo­ne la dis­per­sión car­ce­la­ria. Un cri­men que se rea­li­za no solo con­tra los pre­sos sino con­tra fami­lia­res y todo un pueblo.

Es decir, para­dó­ji­ca­men­te, miles y miles de per­so­nas sal­dre­mos a la calle para exi­gir al esta­do espa­ñol y fran­cés que cum­plan leyes de guerra.

Los esta­dos espa­ñol y fran­cés no reco­no­cen la exis­ten­cia de un con­flic­to polí­ti­co ni de una gue­rra, pero al mis­mo tiem­po nos dicen que han gana­do la gue­rra. Si ese fue­ra el caso, tam­bién sería un cri­men de gue­rra man­te­ner pri­sio­ne­ros de gue­rra tras una gue­rra acabada.

Sin embar­go, la reali­dad es muy dife­ren­te, el con­flic­to polí­ti­co se man­tie­ne en los mis­mos tér­mi­nos his­tó­ri­cos de siem­pre, al igual que la vio­len­cia de esta­do y la estra­te­gia con­tra los pre­sos. Que vol­vien­do al prin­ci­pio, sería bási­ca­men­te una estra­te­gia de cri­men de gue­rra con impli­ca­cio­nes terro­ris­tas al ser la pobla­ción civil inten­cio­na­da y cal­cu­la­da­men­te la otra cara de los perjudicados.

Esta estra­te­gia con­tra los pre­sos y la socie­dad no tie­ne nin­gu­na jus­ti­fi­ca­ción ni en tiem­pos de paz ni en tiem­pos de gue­rra. Y al mis­mo tiem­po, refle­ja cla­ra­men­te la actual situa­ción del con­flic­to. Refle­ja jus­to todo lo que los esta­dos se nie­gan a reco­no­cer, aun­que saben muy bien que es así. Pues los esta­dos son par­te de la gue­rra y del con­flic­to que ellos pre­ci­sa­men­te iniciaron.

Un con­flic­to que solo fina­li­za­rá cuan­do los dere­chos de Eus­kal Herria estén res­pe­ta­dos. Y den­tro de esos dere­chos se encuen­tran la vuel­ta a casa de todos los pri­sio­ne­ros y pri­sio­ne­ras vas­cas. Del mis­mo modo que debe­rían vol­ver sus pri­sio­ne­ros espa­ño­les o fran­ce­ses. Pri­sio­ne­ros que no exis­ten, pues el terro­ris­mo de esta­do, los escua­dro­nes de la muer­te, las eje­cu­cio­nes fran­quis­tas, los ase­si­na­tos poli­cia­les, las tor­tu­ras y toda la vio­len­cia des­ple­ga­da por el esta­do no ha hecho que exis­ta hoy ni un solo pre­so de ese tipo en las cár­ce­les espa­ño­las y fran­ce­sas al ser ellos juez y par­te. Sin embar­go el dolor de la pér­di­da es cono­ci­do mul­ti­la­te­ral­men­te en todo con­flic­to, y este no es una excep­ción. El no reco­no­ci­mien­to y rei­vin­di­ca­ción de actos es otro cri­men de guerra.

No exis­te gra­ba­do en el cie­lo nin­gu­na ley uni­ver­sal que diga que el pue­blo vas­co ten­ga que vivir por la eter­ni­dad bajo el man­to de la gue­rra y el con­flic­to. Y ya lle­va­mos unos cuan­tos siglos. La paz se escri­be con tin­ta de jus­ti­cia. Auto­de­ter­mi­na­ción y amnis­tía es su mandato.

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