La mujer revo­lu­cio­na­ria antes de la Revo­lu­ción cuba­na: logros y vicisitudes

[Fotografía] Vilma EspínVil­ma Espín 

En una entre­vis­ta que me con­ce­dió en su casa en Mira­mar (La Haba­na) la recien­te­men­te falle­ci­da estu­dio­sa y crí­ti­ca de la lite­ra­tu­ra cuba­na, Nara Araú­jo, en julio de 2004, me comen­tó un hecho tras­cen­den­te para tener en cuen­ta al acer­car­nos a la his­to­ria de la lucha de la mujer cuba­na des­de los comien­zos has­ta la actua­li­dad. Con res­pec­to a mi comen­ta­rio sobre la ausen­cia de pro­duc­ción lite­ra­ria feme­ni­na duran­te la Revo­lu­ción1, Araú­jo expli­ca­ba que esta se debía más al desa­rro­llo cul­tu­ral del país que al menos­pre­cio de la escri­tu­ra de la mujer:

El femi­nis­mo en Cuba es muy de van­guar­dia y tuvo en los pri­me­ros años del siglo xx con­quis­tas muy impor­tan­tes. […] hubo femi­nis­mo de izquier­das pero, con el triun­fo de la Revo­lu­ción, esa lucha del femi­nis­mo ante­rior, que tenía que ver con los dere­chos de la mujer en una socie­dad bur­gue­sa, no des­apa­re­ce […] sino que se incor­po­ra a un pro­yec­to gene­ral de nación. (López-Cabra­les 53) 

Araú­jo, en esta mis­ma oca­sión, indi­ca­ba que, defi­ni­ti­va­men­te, duran­te la Revo­lu­ción, el femi­nis­mo se veía como algo aso­cia­do a lo impe­rial, y que era un dis­cur­so que no tenía razón, por­que si la Revo­lu­ción se encar­ga­ba de dar­le todo a la mujer2, no se veía nece­sa­rio hablar de femi­nis­mo ya que el obje­ti­vo prin­ci­pal de la Revo­lu­ción era la lucha de cla­ses (López-Cabra­les 54).

No obs­tan­te, a pesar de esta ausen­cia de crea­ción de un dis­cur­so teó­ri­co femi­nis­ta a par­tir del triun­fo de la Revo­lu­ción, no pode­mos negar que todas estas medi­das toma­das para garan­ti­zar la par­ti­ci­pa­ción total de la mujer en el pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio cubano fue­ron, en cier­ta medi­da, influi­das por las luchas socio­po­lí­ti­cas de las sufra­gis­tas y femi­nis­tas que no ceja­ron en su inten­to de dar­le voz y voto a la mujer cuba­na des­de comien­zos del siglo xix.

En una entre­vis­ta rea­li­za­da en el año 2005 a Julio César Gon­zá­lez Pagés3, Ali­na Mar­tí­nez Triay le pre­gun­ta­ba sobre el comien­zo de la lucha por el voto feme­nino cubano y el pro­fe­sor cubano le recor­da­ba que, ya des­de el siglo xix, el club revo­lu­cio­na­rio Espe­ran­za del Valle, de Cien­fue­gos, fun­da­do en 1896 y pre­si­di­do por Edel­mi­ra Gue­rra, reali­zó el pri­mer pedi­do de sufra­gio del que se tie­ne refe­ren­cia entre los lle­va­dos a cabo por las muje­res cuba­nas como par­te de una agru­pa­ción feme­ni­na. Otras sufra­gis­tas des­ta­ca­das de la épo­ca fue­ron la peda­go­ga María Lui­sa Dolz, y la escri­to­ra Aure­lia Cas­ti­llo (1).

No obs­tan­te, como comen­ta Gon­zá­lez Pagés en esta mis­ma entre­vis­ta, la lucha feme­ni­na por el dere­cho al voto estu­vo estre­cha­men­te liga­da al movi­mien­to femi­nis­ta. En 1912 fue crea­do en La Haba­na el Par­ti­do Nacio­nal Femi­nis­ta, pre­si­di­do por Ama­lia E. Mallén de Osto­la­za. Esta aso­cia­ción, ade­más del voto a la mujer, tam­bién tenía en su agen­da otras muchas rei­vin­di­ca­cio­nes para las muje­res tra­ba­ja­do­ras, lo cual nos con­fir­ma que, aun­que la lucha «femi­nis­ta» sea des­pués silen­cia­da como tal por la Revo­lu­ción por su impron­ta bur­gue­sa o impe­rial –en con­tra de los idea­les mar­xis­tas — , las cuba­nas que pro­ta­go­ni­za­ban pro­tes­tas y orga­ni­za­ban con­gre­sos femi­nis­tas en las pri­me­ras déca­das del siglo xx, poseían una con­cien­cia social que iba más allá de su esta­tus y clase.

Gon­zá­lez Pagés inclu­so lle­ga a afir­mar que «estas pri­me­ras sufra­gis­tas eran obje­to de bur­las por algu­nos, que las til­da­ba de «mari­ma­chas», sus sedes y publi­ca­cio­nes fue­ron ata­ca­das y has­ta una de estas lucha­do­ras fue vio­la­da, pero a pesar de esta cam­pa­ña de des­cré­di­to se man­tu­vie­ron en sus posi­cio­nes» (Mar­tí­nez Triay 1).

A esta lucha infa­ti­ga­ble, a la crea­ción de El Club Feme­nino de Cuba en 1918, de la Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas de Cuba en 1921 y, en con­cre­to, a los dos con­gre­sos de muje­res que se cele­bra­ron en La Haba­na en 1923 y 1925, qui­sie­ra dedi­car mi artícu­lo, ya que fue­ron el ori­gen del deba­te sobre el sufra­gio feme­nino en el ámbi­to nacio­nal cubano. Las ideas pro­gre­sis­tas y plu­ra­lis­tas deba­ti­das en estos con­gre­sos supu­sie­ron una base ines­ti­ma­ble para el futu­ro de la mujer cuba­na, su lucha por la igual­dad y en con­tra de la dis­cri­mi­na­ción que muchas sufrían no solo por su géne­ro, sino tam­bién por su con­di­ción racial y social.

El movi­mien­to sufra­gis­ta de muje­res en Cuba. El Club Feme­nino de Cuba y la Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas de Cuba

Julio César Gon­zá­lez Pagés comen­ta que:

El movi­mien­to sufra­gis­ta de muje­res en Cuba sur­ge en la pri­me­ra déca­da del siglo xx para luchar, fun­da­men­tal­men­te, por la obten­ción del voto feme­nino4. Las orga­ni­za­cio­nes que se crea­ron para desa­rro­llar este pro­gra­ma, no solo abor­da­ron los pro­ble­mas de la igual­dad polí­ti­ca sino tam­bién otros de carác­ter social y labo­ral, tales como el divor­cio y la patria potes­tad, lucha que cul­mi­nó con la apro­ba­ción de la Ley de la Patria Potes­tad en 1917 y la Ley del Divor­cio en 1918, que tuvie­ron la pri­ma­cía en Cuba antes que en el res­to de los paí­ses de His­pa­no­amé­ri­ca. La con­ce­sión del dere­cho al sufra­gio en 1919 por muchos paí­ses par­ti­ci­pan­tes en la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial inci­dió tam­bién en la amplia­ción del pro­gra­ma de lucha de este movi­mien­to. Estas nue­vas ideas se mani­fes­ta­ron con el sur­gi­mien­to del «Club Feme­nino de Cuba», van­guar­dia del dis­cur­so de la eman­ci­pa­ción y pro­mo­tor del sur­gi­mien­to de la «Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas de Cuba», la que con­vo­có a los dos con­gre­sos de muje­res que se cele­bra­ron en La Haba­na en 1923 y 1925, even­tos de gran plu­ra­li­dad de ideas y difu­so­res prin­ci­pa­les del deba­te sobre el sufra­gio feme­nino en el ámbi­to nacio­nal. (Gon­zá­lez Pagés 2009,1)

En cuan­to a la Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas de Cuba y el Club Feme­nino de Cuba se comen­ta que fue­ron el pri­mer inten­to de uni­fi­ca­ción de las muje­res en Cuba. Julio César Gon­zá­lez Pagés y Leo­nar­do Tur Bro­che afir­man en un artícu­lo que:

[…] la crea­ción el 3 de julio de 1918 de la orga­ni­za­ción Club Feme­nino de Cuba fue un paso sig­ni­fi­ca­ti­vo en las aspi­ra­cio­nes de crear otro tipo de aso­cia­ción invo­lu­cra­da con otras de igua­les fines en el mun­do (Kea­di­tor, 1971). El cono­ci­mien­to de la pro­ce­den­cia social y eco­nó­mi­ca de sus diri­gen­tas nos per­mi­te cali­fi­car­las como un gru­po hete­ro­gé­neo inte­gra­do por perio­dis­tas, inte­lec­tua­les, abo­ga­das y maes­tras, quie­nes tuvie­ron des­de su ini­cio la mira­da rece­lo­sa de otras orga­ni­za­cio­nes que no per­do­na­ban un des­liz. (Gon­zá­lez Pagés y Tur Bro­che 1)

Para estos auto­res, el Club Feme­nino de Cuba fue una orga­ni­za­ción que desa­rro­lló una inten­sa acti­vi­dad por los dere­chos de las mujeres:

[…] enca­be­zan­do impor­tan­tes cam­pa­ñas favo­ra­bles al sufra­gio feme­nino, rei­vin­di­ca­cio­nes para las tra­ba­ja­do­ras, asis­ten­cia social y otras. El 30 de noviem­bre de 1921, por ini­cia­ti­va del Club Feme­nino, se crea la Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas de Cuba (FNAF), la cual tuvo como prin­ci­pal obje­ti­vo: «Fomen­tar la uni­dad entre las aso­cia­cio­nes feme­ni­nas, pro­cu­ran­do afian­zar una orga­ni­za­ción que ten­ga como nexo la comu­ni­dad de intere­ses y afi­ni­dad de aspi­ra­cio­nes». Este afán uni­ta­rio tam­bién lo ani­ma­ba la posi­bi­li­dad de tener una mayor repre­sen­ta­ti­vi­dad en los con­gre­sos inter­na­cio­na­les feme­ni­nos, los cua­les exi­gían una orga­ni­za­ción pre­via a nivel nacio­nal. (Gon­zá­lez Pagés y Tur Bro­che 2)

Algu­nas de las accio­nes que se desa­rro­lla­ron por par­te del Club Feme­nino de Cuba fue­ron más allá que las rea­li­za­das por otras orga­ni­za­cio­nes de muje­res cuba­nas ante­rio­res, ya que el Club Feme­nino de Cuba:

[…] fun­dó escue­las noc­tur­nas para obre­ras y otras para la ense­ñan­za del comer­cio; creó la pri­me­ra ins­ti­tu­ción for­ma­do­ra de niñe­ras que fun­cio­nó en el país. Tam­bién le pidió al gobierno impor­tan­tes leyes, como la de la silla, que le per­mi­ti­ría a las emplea­das que tra­ba­ja­ban más de 6 horas dis­po­ner de estas para cuan­do no fue­ra nece­sa­rio per­ma­ne­cer de pie; la ley del 50% de emplea­das don­de se ven­dían artícu­los feme­ni­nos, y otras de carác­ter social, como la lucha con­tra la men­di­ci­dad infan­til, las dro­gas y la pros­ti­tu­ción. (En bus­ca de un espa­cio… 62)

Pero sin duda, una de las accio­nes más sig­ni­fi­ca­ti­vas de este gru­po fue «la crea­ción de la cár­cel de muje­res de Gua­na­ba­coa, don­de se reedu­ca­ban reclu­sas, a las que se les ofre­cían cur­sos de ins­truc­ción pri­ma­ria, y de cor­te y cos­tu­ra, ade­más de garan­ti­zar­les camas, ropas y ali­men­tos». (En bus­ca de un espa­cio… 62)

En 1921, por ini­cia­ti­va del Club feme­nino de Cuba, se creó la Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas de Cuba (FNAF) que esta­ba com­pues­ta por cin­co aso­cia­cio­nes: Club Feme­nino de Cuba, Con­gre­so Nacio­nal de Madres, Aso­cia­ción de Cató­li­cas Cuba­nas, Aso­cia­ción Nacio­nal de Enfer­me­ras y Comi­té de la Cre­che Haba­na Nue­va. En total con­ta­ban con ocho mil muje­res afiliadas.

El dis­cur­so de esta Fede­ra­ción trans­gre­día la for­ma tra­di­cio­nal de repre­sen­ta­ción de las muje­res cuba­nas, situán­do­las a nive­les de inte­gra­ción pare­ci­dos a los que los hom­bres acos­tum­bra­ban; sin dejar de resal­tar la mater­ni­dad y sus roles de par­ti­ci­pa­ción tra­di­cio­nal: mari­tal y mater­na­les, como pun­to fun­da­men­tal del regla­men­to cons­ti­tu­ti­vo. La FNAF, a pro­pues­ta de su pre­si­den­ta Pilar Mor­lón de Menén­dez, acor­dó la cele­bra­ción anual de un con­gre­so don­de «pudie­ran tomar par­te todas las muje­res de Cuba, fue­ran o no aso­cia­das, para expo­ner allí su inte­lec­tua­li­dad, cam­biar­se de impre­sión sobre todos los asun­tos de impor­tan­cia para la mujer» (Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so, 1924). El día 11 de octu­bre de 1922, se deter­mi­nó en sesión extra­or­di­na­ria, cele­brar un con­gre­so nacio­nal, el cual cons­ti­tu­yó la pri­me­ra expe­rien­cia de este tipo para Amé­ri­ca Lati­na. (Gon­zá­lez Pagés y Tur Bro­che 3)

Pri­mer (1923) y Segun­do (1925) Con­gre­so Nacio­nal de muje­res en Cuba

En su artícu­lo «Cons­truc­ción de la ciu­da­da­nía feme­ni­na cuba­na a ini­cios del Siglo xx. Influen­cias del Sufra­gis­mo y el Femi­nis­mo (1898−1925)», así como en su libro En bus­ca de un espa­cio: His­to­ria de muje­res en Cuba, Julio César Gon­zá­lez Pagés da cuen­ta de los dos con­gre­sos orga­ni­za­dos por la Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas de Cuba y el Club Feme­nino de Cuba, even­tos his­tó­ri­ca­men­te tras­cen­den­ta­les para el estu­dio de la lucha de la mujer cuba­na, ya que en los mis­mos se sem­bra­rán las semi­llas de lo que pos­te­rior­men­te será la «revo­lu­ción den­tro de la revo­lu­ción», deno­mi­na­ción que el mis­mo Fidel Cas­tro dio al cam­bio drás­ti­co que tenían que dar las muje­res cuba­nas y a la nece­si­dad de su par­ti­ci­pa­ción acti­va en todos los ámbi­tos de la socie­dad para que se pro­du­je­ra el ver­da­de­ro triun­fo del pro­yec­to revo­lu­cio­na­rio des­pués de 1959.

En cuan­to al pri­mer Con­gre­so (1923) se sabe que la par­ti­ci­pa­ción «fue abier­ta a todas las orga­ni­za­cio­nes feme­ni­nas del país a par­tir de cua­tro bases que debían ser cum­pli­das y en las que se exhor­ta­ba a no emi­tir cri­te­rios des­fa­vo­ra­bles con­tra el femi­nis­mo o el sufra­gis­mo y a no hacer pro­se­li­tis­mo reli­gio­so o polí­ti­co» (En bus­ca de un espa­cio… 63).

El Comi­té Eje­cu­ti­vo del Con­gre­so estu­vo pre­si­di­do por Pilar Mor­lón de Menén­dez, quien fue secun­da­da por un mul­ti­fa­cé­ti­co gru­po de muje­res de las dife­ren­tes orga­ni­za­cio­nes y regio­nes del país (Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so, 1924: 7 – 21). Gon­zá­les Pagés comen­ta que:

El Pri­mer Con­gre­so Nacio­nal de Muje­res se reu­nió en la Aca­de­mia de Cien­cias de La Haba­na, del 1 al 7 de abril de 1923 […]. En el acto inau­gu­ral, cele­bra­do el domin­go 1 de abril, a las nue­ve de la noche, en el Tea­tro Nacio­nal, y ante una con­cu­rren­cia que lo aba­rro­tó, Pilar Mor­lón pro­nun­ció un dis­cur­so don­de ella mis­ma expli­ca­ba la revo­lu­ción que se esta­ba pro­du­cien­do en Cuba:

Una revo­lu­ción, sí, efec­ti­va­men­te es, revo­lu­ción pací­fi­ca o evo­lu­ción, no impor­ta el nom­bre, pero algo nue­vo, algo des­co­no­ci­do entre noso­tros, don­de has­ta hoy la mujer tuvo sus acti­vi­da­des limi­ta­das a un papel humil­de­men­te pasi­vo, algo cam­bia­do inexo­ra­ble­men­te en la mar­cha habi­tual de nues­tras cosas […] Es ésta nues­tra Revo­lu­ción. (Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so, 1924: 29)

Las pala­bras de Mor­lón no estu­vie­ron lejos de lo que pasó, se habló de temas eco­ló­gi­cos, nacio­na­lis­tas, socia­les, polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos y de legis­la­ción obre­ra. (En bus­ca de un espa­cio… 64 – 65)

Las ponen­cias ofi­cia­les al Con­gre­so fue­ron dis­tri­bui­das en dife­ren­tes temas, el pri­me­ro dedi­ca­do al dere­cho al voto para las muje­res. La pri­me­ra de las ponen­cias, titu­la­da «Sufra­gio Feme­nino», fue expues­ta por Pilar Jor­ge de Tella, en un emo­cio­na­do dis­cur­so, y era tan alto el tono de su voz que se oía en la calle. En ella pun­tua­li­zó que: «[…] nadie igno­ra que el sufra­gio es la garan­tía reafir­ma­do­ra de la per­so­na­li­dad del indi­vi­duo» (Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so, 1924: 347), (En bus­ca de un espa­cio… 65).

Otras tres inter­ven­cio­nes se defen­de­rían con igual nivel de pasión, lle­gan­do a cali­fi­car la exclu­sión de la pobla­ción feme­ni­na como una «inmo­ra­li­dad social» (Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so, 1924: 354). La más orgá­ni­ca de las ponen­cias pre­sen­ta­das fue la de Hor­ten­sia Lamar, aplau­di­da deli­ran­te­men­te con gri­tos de «¡Voto para la mujer!». Ella afir­ma­ría que el sufra­gis­mo no era la des­via­ción del femi­nis­mo, sino una moda­li­dad que per­mi­ti­ría «la igual­dad polí­ti­ca en la ciu­da­da­nía» (Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so, 1924: 365), (En bus­ca de un espa­cio… 66).

El tema del sufra­gio feme­nino fue el pun­to en el que coin­ci­die­ron todas las ponen­tes de este Pri­mer Con­gre­so Nacio­nal de Muje­res en Cuba. De las con­clu­sio­nes apro­ba­das aquí, la pri­me­ra fue:

[…] que se empren­da por todas las muje­res de la Repú­bli­ca una cam­pa­ña inten­sa para obte­ner el voto, como pri­me­ra medi­da de pro­fi­la­xis social. (Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so, 1924: 474)

y la última:

Tra­ba­jar inten­sa y efi­caz­men­te, con todos los medios líci­tos a nues­tro alcan­ce y sin con­traer com­pro­mi­sos con nin­gún par­ti­do para obte­ner el dere­cho al sufra­gio. (Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so, 1924: 474) (En bus­ca de un espa­cio… 66)

El Pri­mer Con­gre­so Feme­nino lla­mó la aten­ción de la pren­sa en gene­ral y per­mi­tió que un impor­tan­te gru­po de muje­res empe­za­ra a rea­li­zar un nue­vo tipo de perio­dis­mo ale­ja­do de los «rece­ta­rios de coci­na y aten­cio­nes domés­ti­cas» (de la Torrien­te, 1985: 157).

El Segun­do Con­gre­so Nacio­nal de Muje­res, cele­bra­do del 12 al 18 de abril de 1925, en el mis­mo lugar en el que se reali­zó el ante­rior, con­tó con la pre­sen­cia del pre­si­den­te elec­to (Macha­do). Este hecho, a pesar de ser cri­ti­ca­do con pos­te­rio­ri­dad, ha de ser enten­di­do polí­ti­ca­men­te, ya que las sufra­gis­tas veían que la pre­sen­cia de Macha­do daba espe­ran­za a que se pro­du­je­ra el tan desea­do sufra­gio feme­nino, el cual fue la deman­da cen­tral de este Segun­do Con­gre­so5.

El tema del sufra­gio feme­nino fue enca­ra­do de una mane­ra apa­sio­na­da por par­te de las líde­res sufra­gis­tas Ama­lia Mallén, María Colla­do y Ana Bata­llé. Por otro lado, hubo muchas pre­sen­ta­cio­nes que ahon­da­ron el tema de una mane­ra más orgá­ni­ca y refle­xi­va, como las de las abo­ga­das Gra­zie­lla Bari­na­ga y Ánge­la Zal­dí­var (En bus­ca de un espa­cio… 67).

La ponen­cia de María Colla­do fue una de las mejo­res reci­bi­das cuan­do expresó:

El voto es, seño­ras con­gre­sis­tas, un arma pode­ro­sí­si­ma en las manos de quien sabe ejer­ci­tar­lo, él es tam­bién como un lazo de unión entre el ciu­da­dano y la patria. Por media­ción del voto demues­tra el elec­tor su civis­mo, su amor al sue­lo en que nació y su pre­pa­ra­ción para la vida públi­ca, pues según él sepa ele­gir, demos­tra­rá que sabe sen­tir, que sabe pen­sar y que sabrá man­te­ner, por sobre toda con­si­de­ra­ción, el amor a su ban­de­ra. (Memo­ria del Segun­do Con­gre­so, 1925: 550) (En bus­ca de un espa­cio… 67)

Según Gon­zá­lez Pagés, «la ponen­cia de Bari­na­ga y Zal­dí­var tenía un inte­rro­gan­te en su títu­lo: «¿Es la cuba­na súb­di­ta o ciu­da­da­na?», en el que se cues­tio­na­ban la ciu­da­da­nía polí­ti­ca de las muje­res. «¡Súb­di­tas de un Esta­do sobe­rano, ciu­da­da­nas de un Esta­do inde­pen­dien­te, el pue­blo de Cuba no se opo­ne a con­ce­der­nos el dere­cho del sufra­gio, sólo nos fal­ta la capa­ci­dad polí­ti­ca!» (Memo­ria del Segun­do Con­gre­so, 1925: 550). Las pala­bras fina­les de Zal­dí­var fue­ron para pedir que las muje­res siguie­ran «sere­nas y tran­qui­las» ante la igno­ran­cia de los hom­bres que las excluían; «[…] no pode­mos pre­ten­der que los seres hagan gala de aque­llo que les fal­ta […] el dique no detie­ne la corrien­te que pue­de derri­bar­lo o que lo sal­ta» (Memo­ria del Segun­do Con­gre­so, 1925: 576) (En bus­ca de un espa­cio… 68).

Es curio­so resal­tar el tono de las reunio­nes de este Segun­do Con­gre­so, el cual estu­vo carac­te­ri­za­do por la pasión de sus ponen­tes, qui­zás por la cer­te­za de que el dere­cho al voto para la mujer cuba­na esta­ba cer­cano, lo cual pro­du­jo des­ma­yos, gri­tos y todo tipo de com­por­ta­mien­tos vehe­men­tes. «La Jun­ta de Gobierno de la Aca­de­mia de Cien­cias deci­dió no ceder más sus salo­nes de actos […] para evi­tar ata­ques his­te­ri­for­mes de damas» (CEMCYT, 1923 – 1925: 127) (En bus­ca de un espa­cio… 69). Esta deci­sión, sin duda, fue otro hecho que demos­tra­ba la dis­cri­mi­na­ción a la que la mujer cuba­na se veía some­ti­da, ya que en los hemi­ci­clos de la Cáma­ra de Repre­sen­tan­tes y en el Sena­do está com­pro­ba­do his­tó­ri­ca­men­te que la con­duc­ta de los polí­ti­cos no esta­ba lejos de lo que se pre­sen­ció en este Segun­do Con­gre­so Nacio­nal de Muje­res en Cuba.

Una de las polé­mi­cas de este con­gre­so se debió a la pre­sen­cia de orga­ni­za­cio­nes reli­gio­sas para cri­ti­car temas como el del reco­no­ci­mien­to de los hijos ile­gí­ti­mos, lo cual hizo que El Club Feme­nino y las dele­ga­das de tres pro­vin­cias se reti­ra­ran del mis­mo (Domín­guez, 1971: 73 – 79). Pero no pode­mos olvi­dar que este Segun­do Con­gre­so se des­ta­có por la pre­sen­cia de la mujer negra tra­ba­ja­do­ra, repre­sen­ta­da por Ino­cen­cia Val­dés, así como por la con­de­na con­tra el aumen­to de la por­no­gra­fía en Cuba (En bus­ca de un espa­cio… 70).

Gon­zá­lez Pagés docu­men­ta que este con­gre­so no estu­vo carac­te­ri­za­do por la uni­dad de opi­nio­nes, sino por la dife­ren­cia y, en algu­nos casos, la opo­si­ción y el des­con­ten­to, hechos, por otro lado, como expli­có la pre­si­den­ta Pilar de Mor­lón, que demos­tra­ban que el movi­mien­to sufra­gis­ta en Cuba esta­ba vivo y que, como muje­res, esta­ban creciendo.

En el dis­cur­so de clau­su­ra de este Segun­do Con­gre­so Nacio­nal de Muje­res en Cuba, la pre­si­den­ta del even­to, Pilar Mor­lón, comen­tó muy acertadamente:

Indu­da­ble­men­te todas no pen­sáis de igual modo, pero eso no es un mal. No dais vues­tra adhe­sión a los mis­mos sis­te­mas, pero tam­po­co eso es un mal. No es un mal otor­gar su pre­fe­ren­cia a unos méto­dos sobre otros. Tan­ta varie­dad en el pen­sa­mien­to es signo de vita­li­dad y no sólo no es malo, es bueno, es útil. (Memo­ria del Segun­do Con­gre­so, 1925: 576) (En bus­ca de un espa­cio… 70)

Des­de la cele­bra­ción de este con­gre­so has­ta el tér­mino de la eta­pa macha­dis­ta (1933), el tema del sufra­gio feme­nino divi­dió a las muje­res cuba­nas depen­dien­do de si estas apo­ya­ban o no al dic­ta­dor. Cuan­do Macha­do esca­pó se pro­du­jo un caos total en el país y hubo que espe­rar has­ta el gobierno del doc­tor Ramón Grau San Mar­tín para que se anu­la­ran todas las medi­das toma­das duran­te el gobierno macha­dis­ta (inclu­yen­do el dere­cho al voto feme­nino res­trin­gi­do). Sin embar­go, el gobierno de Grau San Mar­tín se carac­te­ri­zó por la toma de medi­das libe­ra­les y pro­gre­sis­tas. La últi­ma sería favo­ra­ble para las mujeres:

De for­ma sor­pre­si­va, poco antes de ver­se obli­ga­do a renun­ciar a la Pre­si­den­cia de la Repú­bli­ca por la posi­ción de la nue­va dic­ta­du­ra batis­tia­na, […] el pre­si­den­te Ramón Grau San Mar­tín, por decre­to ley de 10 de enero de 1934, otor­gó a las muje­res el sufra­gio sin res­tric­cio­nes. (En bus­ca de un espa­cio… 92 – 93)

Con­clu­sión

Para ter­mi­nar me gus­ta­ría citar las pala­bras de la estu­dio­sa cuba­na María Ele­na Cal­de­rín cuan­do en su artícu­lo sobre los ante­ce­den­tes del movi­mien­to feme­nino cubano dice:

[Fotografía] Melba HernándezMel­ba Hernández 

El movi­mien­to femi­nis­ta en Cuba, naci­do en las pri­me­ras déca­das del siglo pasa­do, cum­plió un papel revo­lu­cio­na­rio al per­mi­tir la obten­ción de impor­tan­tes rei­vin­di­ca­cio­nes en fechas muy tem­pra­nas, tales como la Ley de la Patria Potes­tad (1917), La ley del Divor­cio (1918) y la Ley del Sufra­gio Feme­nino (1934)6. […] Otras con­quis­tas han logra­do las muje­res cuba­nas en todos los ámbi­tos de la vida nacio­nal a par­tir del triun­fo de la Revo­lu­ción (1959). Duran­te el octa­vo con­gre­so de la Fede­ra­ción de Muje­res Cuba­nas […] la labor fun­da­men­tal de sus casi cua­tro millo­nes de afi­lia­das dis­ta mucho de aque­llos recla­mos de prin­ci­pios del siglo pasa­do. Aho­ra su labor pri­mor­dial es per­fec­cio­nar el tra­ba­jo de direc­ción a los nive­les de base, invo­lu­crar en cada una de sus metas a las joven­ci­tas, que serán, en defi­ni­ti­va, las con­ti­nua­do­ras de aque­lla plé­ya­de de valien­tes cuba­nas que se enfren­ta­ron a las retró­gra­das ideas de su épo­ca e hicie­ron una Revo­lu­ción. La Fede­ra­ción Nacio­nal de Muje­res Cuba­nas, pre­si­di­da, des­de su naci­mien­to por la des­apa­re­ci­da Vil­ma Espín, no es más que el lega­do y la con­ti­nua­ción de aque­llas ideas por la rei­vin­di­ca­ción de la mujer (1).

De ahí el títu­lo de este tex­to, «La mujer revo­lu­cio­na­ria antes de la Revo­lu­ción cuba­na: logros y vici­si­tu­des». Pode­mos decir que estas cuba­nas de prin­ci­pios del siglo xx fue­ron las pri­me­ras muje­res revo­lu­cio­na­rias del país por su lucha sufra­gis­ta y en con­tra de muchas de las dis­cri­mi­na­cio­nes que sus con­gé­ne­res sufrían en este tiem­po. Esta antor­cha lue­go sería reto­ma­da por la Revo­lu­ción que segui­ría imple­men­tan­do medi­das para favo­re­cer a la mujer cuba­na en todos los ámbi­tos de su vida. Las sufra­gis­tas y femi­nis­tas de comien­zos del siglo xx fue­ron las madres de otras heroí­nas de la patria como Mel­ba Her­nán­dez, Celia Sán­chez y Vil­ma Espín, pre­si­den­ta de la Fede­ra­ción Nacio­nal de Muje­res Cuba­nas has­ta su muer­te en el año 2007.

La Fede­ra­ción Nacio­nal de Muje­res Cuba­nas es la enti­dad revo­lu­cio­na­ria que más ha hecho por la mujer cuba­na des­de su for­ma­ción el 23 de agos­to de 1960. Cuen­ta en sus filas con apro­xi­ma­da­men­te 3.600.000 afi­lia­das, supe­rio­res a los 14 años de edad. La Fede­ra­ción, cada cin­co años, cele­bra un con­gre­so —al igual que hicie­ron sus «madres», las pri­me­ras sufra­gis­tas — , el cual es el órgano máxi­mo de direc­ción en el que se dis­cu­ten los resul­ta­dos del tra­ba­jo, se adop­tan nue­vas estra­te­gias y pro­gra­mas, y se eli­ge su Comi­té Nacio­nal y su secre­ta­ria­do. Sin la capa­ci­dad orga­ni­za­ti­va y el tra­ba­jo de las sufra­gis­tas y femi­nis­tas cuba­nas de prin­ci­pios del siglo xx, sin la semi­lla que ellas sem­bra­ron, no hay duda de que el tra­ba­jo que reali­zó la Revo­lu­ción por la mujer cuba­na pos­te­rior­men­te habría sido mucho más arduo. Por esto, cree­mos fir­me­men­te que hay que reco­no­cer el esfuer­zo y ren­dir home­na­je a las fun­da­do­ras y lucha­do­ras feme­ni­nas sufra­gis­tas de la Cuba de antes de 1959, pues­to que ellas tam­bién fue­ron revo­lu­cio­na­rias en toda regla.

Biblio­gra­fía

  1. Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas. La Haba­na: Fon­do Regis­tro de Aso­cia­cio­nes del Archi­vo Nacio­nal de Cuba (ANC), 1902 – 1958.
  2. Aste­la­rra, Judith. Par­ti­ci­pa­ción polí­ti­ca de las muje­res. Madrid: Siglo Vein­tiuno de Espa­ña Edi­to­res S.A., 1990.
  3. Borre­ro, Dul­ce Maria. Dis­cur­so. La Haba­na: Impren­ta y Pape­le­ría de Ram­bla, 1938.
  4. Cal­de­rín, María Ele­na. «Del movi­mien­to feme­nino cubano, sus ante­ce­den­tes». (2010). En http://​www​.muje​res​.co​.cu/​a​r​t​i​c​u​l​o​.​a​s​p​?​a​=​2​0​0​9​&​n​u​m​=​4​3​5​&​a​r​t​=40
  5. Cam­pu­zano, Lui­sa. «La mujer en la narra­ti­va de la Revo­lu­ción: ponen­cia sobre una caren­cia» (1984) pp. 66 – 104 en Qui­rón o del ensa­yo y otros cuen­tos. La Haba­na: Letras Cuba­nas, 1988.
  6. Cara­ba­llo Soto­lon­go, F. Muje­res, ¡A las urnas y al hogar! El Femi­nis­mo y Amé­ri­ca Lati­na. Home­na­je a la Mujer Cuba­na. La Haba­na: Libre­ría Cer­van­tes, 1918.
  7. Colla­do, María. «Quie­nes fue­ron las pri­me­ras». La Haba­na: Fon­do Dona­ti­vos y Remi­sio­nes del Archi­vo Nacio­nal de Cuba (ANC), 1915.
  8. De la Torrien­te, Loló. Tes­ti­mo­nio des­de den­tro. Ciu­dad de La Haba­na: Edi­to­rial Letras Cuba­nas, 1985, p. 122.
  9. Domín­guez N., O. 50 años de una idea. Madrid: Ins­ti­tu­to Cubano del Libro, 1971.
  10. Figue­ras, Fran­cis­co. La Inter­ven­ción y su Polí­ti­ca. La Haba­na: Impren­ta Avi­sa­dor Comer­cial, 1906.
  11. Funes, Rei­nal­do. Deba­tes His­to­rio­grá­fi­cos. La Haba­na: Edi­to­rial Cien­cias Socia­les, 1999.
  12. Gon­zá­lez Pagés, Julio Cesar. En bus­ca de un espa­cio: His­to­ria de muje­res en Cuba. Ciu­dad de la Haba­na: Edi­to­rial Cien­cias Socia­les, 2003.
  13. Gon­zá­lez Pagés, Julio César y Leo­nar­do Tur Bro­che. «La Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas y el Club Feme­nino: pri­mer inten­to de uni­fi­ca­ción de las muje­res en Cuba». En http://​www​.red​mas​cu​li​ni​da​des​.com/​r​e​s​o​u​r​c​e​/​i​m​a​g​e​s​/​B​o​o​k​C​a​t​a​l​o​g​/​D​o​c​/​0​0​0​9​0​.​pdf
  14. Gon­zá­lez Pagés, Julio César. «Cons­truc­ción de la ciu­da­da­nía feme­ni­na cuba­na a ini­cios del Siglo xx. Influen­cias del Sufra­gis­mo y el Femi­nis­mo (1898−1925)». (2007). En http://​negra​cu​ba​na​.nire​blog​.com/​p​o​s​t​/​2​0​0​7​/​0​5​/​0​4​/​c​o​n​s​t​r​u​c​c​i​o​n​-​d​e​-​l​a​-​c​i​u​d​a​d​a​n​i​a​-​f​e​m​e​n​i​n​a​-​c​u​b​a​n​a​-​a​-​i​n​i​c​i​o​s​-​d​e​l​-​s​i​g​l​o​-​x​x​-​i​n​f​l​u​e​n​c​i​a​s​-​d​e​l​-​s​u​f​r​a​g​i​s​m​o​-​y​-​e​l​-​f​e​m​i​n​i​s​m​o​-​1​898 – 1925.
  15. Gon­zá­lez Pagés, Julio César. «Femi­nis­mo, sufra­gis­mo y machis­mo en Cuba: tres con­cep­tos y dos muje­res» (2009). En http://palabrademujer.wordpress.com/2009/11/14/feminismo-sufragismo-y-machismo-en-cuba-tres-conceptos-y-dos-mujeres‑2/
  16. Gon­zá­lez Pagés, Julio César. «La diás­po­ra sufra­gis­ta en Cuba 1898−1925». Bole­tín del Archi­vo Nacio­nal. La Haba­na: Edi­to­ra Polí­ti­ca, Segun­da Épo­ca, n. 12, 1999.
  17. Kea­di­tor, A. The Ideas of the Woman Suf­fra­ge Move­ment. 1890 – 1920. New York: Anchor Books, 1971.
  18. López-Cabra­les, María del Mar. Are­nas cáli­das en alta mar: Entre­vis­tas a escri­to­ras con­tem­po­rá­neas en Cuba. San­tia­go de Chi­le: Edi­to­rial Cuar­to Pro­pio, 2007.
  19. Mar­tí­nez Triay, Ali­na. «La mujer cuba­na y el voto: de invi­si­ble a pro­ta­go­nis­ta». En http://​edi​cio​ne​san​te​rio​res​.tra​ba​ja​do​res​.cu/​f​i​j​o​s​/​c​u​b​a​/​e​l​e​c​c​i​o​n​e​s​/​n​o​t​i​c​i​a​s​/​l​a​_​m​u​j​e​r​.​htm
  20. Memo­ria del Pri­mer Con­gre­so Nacio­nal de Muje­res orga­ni­za­do por la Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas. La Haba­na: Impren­ta La Uni­ver­sal, 1924.
  21. Memo­ria del Segun­do Con­gre­so Nacio­nal de Muje­res orga­ni­za­do por la Fede­ra­ción Nacio­nal de Aso­cia­cio­nes Feme­ni­nas. La Haba­na: Impren­ta La Uni­ver­sal, 1925.
  22. Peña­rre­don­da, Mag­da­le­na. El Femi­nis­mo en Cuba. La Haba­na: Fon­do Dona­ti­vos y Remi­sio­nes del Archi­vo Nacio­nal de Cuba (ANC), 2 de enero de 1913.
  23. Pichar­do, Hor­ten­sia. Docu­men­tos para la His­to­ria de Cuba. La Haba­na: Edi­to­rial Cien­cias Socia­les, 1971, T. II.
  • (1) Véa­se Cam­pu­zano (1984). volver
  • (2) La Revo­lu­ción asu­me el papel de garan­ti­zar que las muje­res pue­dan tener acce­so a pues­tos de tra­ba­jo, igual­dad de sala­rios, se crean círcu­los infan­ti­les, se aprue­ba el Códi­go de la Fami­lia, se con­ce­den licen­cias de mater­ni­dad, todo lo que se pue­de ver en el ter­cer cuen­to de la pelí­cu­la Lucía y en Retra­to de Tere­sa (López-Cabra­les 54). volver
  • (3) Agra­dez­co inmen­sa­men­te a este estu­dio­so la entre­vis­ta que me con­ce­dió en La Haba­na en julio de 2004, así como todos los tex­tos que sobre el tema de la lucha sufra­gis­ta y femi­nis­ta en Cuba ha escri­to, ya que mi ensa­yo en su mayo­ría, se basa en todas sus inves­ti­ga­cio­nes y publi­ca­cio­nes. volver
  • (4) Este mis­mo estu­dio­so comen­ta que «el sufra­gis­mo se hacía inevi­ta­ble en Cuba. En tiem­pos del perío­do pre­si­den­cial del gene­ral José Miquel Gómez, del Par­ti­do Libe­ral (1909−1913), se crea­ron las pri­me­ras aso­cia­cio­nes legal­men­te regis­tra­das; la pri­me­ra de ellas fue el Par­ti­do Popu­lar Femi­nis­ta, que se cons­ti­tu­yó en La Haba­na en noviem­bre de 1912, con Emi­lia Pérez Viñas como pre­si­den­ta. Un mes des­pués se crea­rían otras dos: el par­ti­do de Sufra­gis­tas Cuba­nas, que pre­si­día Dig­na Colla­zo, y la que fue más impor­tan­te de las tres, el Par­ti­do Nacio­nal Femi­nis­ta» (En bus­ca de un espa­cio… 55). De hecho, esta últi­ma aso­cia­ción fue fun­da­da en la casa de Ama­lia E. Mallén de Osto­la­za, una de las muje­res que, años des­pués, des­ta­ca­ría por sus pre­sen­ta­cio­nes a viva voz en el Pri­mer y Segun­do Con­gre­so Nacio­nal de Muje­res en Cuba. A pesar de las divi­sio­nes que exis­tían entre sus miem­bros debi­do al per­so­na­lis­mo que carac­te­ri­za­ba al par­ti­do, se deci­dió fusio­nar el Par­ti­do Nacio­nal Femi­nis­ta, el Par­ti­do Popu­lar Femi­nis­ta y el Par­ti­do de Sufra­gis­tas Cuba­nas que for­ma­rían el Par­ti­do Nacio­nal Sufra­gis­ta cuya pre­si­den­ta sería Mallén de Olos­ta­za. El Par­ti­do Nacio­nal Sufra­gis­ta sería el pro­ta­go­nis­ta en la his­to­ria de Cuba duran­te la mayo­ría de los años (1914−1917) en los que Mario Gar­cía Meno­cal, del Par­ti­do Con­ser­va­dor, pre­si­dió Cuba (1913−1917) (En bus­ca de un espa­cio… 57 – 59). volver
  • (5) «En la sesión solem­ne de aper­tu­ra, en un bre­ve dis­cur­so, afir­ma­ba Macha­do «[…] que la mujer tie­ne dere­cho a ejer­ci­tar las fun­cio­nes cívi­cas, ya que ese dere­cho apar­te de la razón huma­na y uni­ver­sal que lo abo­na, sur­ge tam­bién legí­ti­ma­men­te, de los esfuer­zos que la mujer cuba­na reali­zó en la lucha lar­ga y terri­ble por la con­quis­ta de la Repú­bli­ca Cuba­na» (Memo­ria del Segun­do Con­gre­so, 1925: 61). La esce­na que­da­ría lis­ta para otras jor­na­das de dis­cu­sión acer­ca del sufra­gio» (En bus­ca de un espa­cio… 67). volver
  • (6) De esta for­ma se con­vir­tió Cuba en uno de los paí­ses con uno de los más impor­tan­tes movi­mien­tos femi­nis­tas de Amé­ri­ca Lati­na y uno de los tres pri­me­ros que tuvo el voto de las muje­res y la ley del divorcio.

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