Igor Meltxor
“Esta inciativa no propone la secesión, independencia ni barbaridades de esa naturaleza” (Juan Jose Ibarretxe, 9.10.2002)
Elecciones autonómicas 2001
Los continuos ataques que el PNV recibía por parte del PP-PSOE desde hacia meses, hicieron mella en las filas jeltzales, y así, el lehendakari Ibarretxe no tardó en convocar elecciones en la CAV. Para ello no tuvo empacho en elegir un dia de especial importancia y reivindicación para miles de euskaltzales que año tras año inundaban las orillas del lago de Senpere para celebrar el Herri Urrats. El lider de la izquierda abertzalre, Arnaldo Otegi, afirmó que “Elegir el 13‑M denota el esquema mental de Ibarretxe, PNV y EA” (20.2.2001).
Las elecciones ya estaban en marcha, y algunos politicos del PNV comenzaban a calentar motores con el pretexto habitual: zurrar al muñeco abertzale. Así, el diputado español Anasagasti, desde su habitual tribuna dominical, donde aplicaba la máxima de, “difama que algo queda”, afirmaba que: “Votar a HB es votar a Mayor Oreja, Ministro de la Policia” (Deia, 25.2.2001).
El Acuerdo de Legislatura (2001−2005) suscrito por las Ejecutivas de PNV y EA, se basaba en la “paz y normalización politica”, reeditando un nuevo fraude, anunciando el “derecho de autodeterminación”, pero partiendo desde el “respeto al actual marco”. Los jeltzales consideraban una prioridad, el “urgente cumplimiento del Estatuto de 1979″. Lo importante era llenar el zurrón de votos, para llenar la bolsa de transferencias, todo ello envuelto en una aureola de victimismo debido a la presión ejercida desde los partidos españolistas, y tratando por todos los medios de eliminar del panorama politico a la izquierda abertzale. Durante años el PNV ha venido hablando, en ocasiones, del derecho de autodeterminación, aunque sin explicar como se ejercita este derecho en la práctica.
Las elecciones de 2001 fueron unas de las mas duras que se recuerdan, destacando la virulencia con que desde Madrid se atacó al nacionalismo vasco en su conjunto, y por inercia, por la actitud criminalizadora del PNV contra la izquierda abertzale. Mientras los prinicipales lideres españoles desembarcaban con todas sus calumnias e insultos, en Euskal Herria, el PNV alimentaba el “voto del miedo” y ponia la cabeza del abertzalismo en bandeja de plata a aquellos ansiosos poraplicar su particular justicia. El lehendakari Ibarretxe avisaba en uno de los primeros mitines de campaña, cerrando la puerta a cualquier tipo de colaboración con EH tras las elecciones: “no es posible ni acuerdos ni trabajo conjunto en ningún sitio con la izquierda abertzale (…) Hay que decir a EH que con violencia, tiros, muertos, kale borroka, extorsión, impuesto revolucionario y quema de cajeros y autobuses no hay nada que hacer” (25.3.2001) Una vez mas, el PNV se mostraba como el principal valedor del apartheid politico contra la IA, vinculando a esta con la violencia.
Finalmente, el PNV logró su objetivo y consiguió captar el voto de miles de independentistas y abertzales, que presos del miedo, optaron por el voto “eficaz”, creyendo que en ese momento, tenía más transcendencia el voto a PNV-EA que a la IA, con el fin de hacer frente al bloque españolista de PP-PSOE liderados por Mayor Oreja y Nicolas Redondo, quienes se dieron de bruces en su intento de asaltar Ajuria Enea. Muy pronto, miles de personas que con buena voluntad habían cedido su voto al PNV, se dieron cuenta de su tremendo error.
La coalicion PNV-EA adquirió numeroso voto prestado, logrando un total de 604.222 apoyos, aglutinando el 42,7% del electorado. Una de las conclusiones de las elecciones fue la repetición de la mayoria abertzale en el Parlamento de Gasteiz, y el PNV volvía a tener en sus manos, reconducir un proceso en favor de la construcción nacional. Una gran mayoria de abertzales eran partidarios de reeditar el proceso politico abierto tres años atrás, pero por desgracia, pronto el PNV daría portazo a tales pretensiones, y defraudaba a aquellos que de manera generosa le había cedido su voto.
El PNV iba consumando la traición urdida en la campaña electoral y, en palabras del periodista Jabier Salutregi (director de Egin), “el PNV ha vuelto a su estado favorito: a la ambigüedad y a la licantropía que le convierte en abertzale a la luz nocturna de los batzokis y en estatutista cuando le da el sol de Madrid” (Gara, 20.5.2001)
Unas semanas después de su victoria electoral, el lehendakari Ibarretxe acudía a visitar al monarca español. El heredero de Ardanza defendió ante el Rey español, la unidad de los partidos y las instituciones contra ETA. Mientras tanto, el entonces presidente del EBB, Xabier Arzalluz, en un ataque repentino de sinceridad, descubriría uno de los muchos engaños perpetrados por el PNV en las pasadas elecciones, descartando una consulta sobre el derecho de autodeterminación:
“Nadie ha oído al lehendakari Ibarretxe, ni a su portavoz, ni a mí, ni a Egibar hablar de que tuviéramos planteado recurrir en esta legislatura a una consulta sobre el derecho de autodeterminación. (…) en el programa de Gobierno de PNV y EA no aparece ninguna consulta ni referéndum sobre la autodeterminación. Eso es hoy un esperpento” (X.Arzalluz, 27.7.2001) De “esperpento” calificaba Arzalluz, consultar al pueblo sobre su futuro. El antiguo jesuita desvelaría el punto clave del engaño electoral, argumentano que “para nosotros la autodeterminación es una obviedad, pero hablar de consulta, de acudir al pueblo, no se está refiriendo a ese tema”. Pocos dias después, Ibarretxe limitaba el debate politico a los “actuales ambito juridico-politicos” (1.8.2001).
Ibarretxe: historia de una gran mentira
Tras la intensa campaña del PNV durante el verano de 2001 a favor de la criminalización de la izquierda abertzale, convirtiendose en el aliado del tándem PP-PSOE para el proceso de ilegalización, la formación jeltzale, con Ibarretxe al frente, comenzó a diseñar su estrategia basada en el fraude del 13‑M. Por un lado, el PNV tenía como objetivo prioritario, quitar del medio a la IA, para así quedarse como “único representante de la sociedad vasca” (Ibarretxe dixirt) en Madrid, y por otro lado, tratar de vender un proyecto politico com un paso adelante, tratándose en realidad de todo lo contrario.
Ibarrtexe al termino del primer Consejo de Gobierno, se atrevía a afimar que, “no es verdad que la violencia sea la consecuencia necesaria de ningún problema político” (30.8.2001). El cinismo del lehendakari llegaba a tal punto, que pondría como ejemplo los casos de Catalunya, Quebec o Escocia, donde, según él mismo, “hay un problema politico y no hay violencia”. Esta era la verdadera cara del digno heredero de Ardanza, que recurría a otros conflictos para obviar otros, mucho más cercanos, pero que tristemente a Ibarretxe le resultaban muy lejanos, como es el caso de Irlanda.
Ibarretxe siguió la herencia dejada por su antecesor, algo que quedaba claro con sus actitudes. Antiguo alcalde de Laudio y posteriormente vicelehendakari con Ardanza, Juan Jose Ibarretxe Markuartu, consiguió, por fin, colocar las posaderas en el sillón de Ajuria Enea. Quienes vieron en él, al politico capaz de solucionar el conflcito politico, pronto se dieron cuenta de su error, y observaron en el politico alavés, los antipáticos tics de su predecesor respecto a su particular forma de entender el abertzalismo. Las decenas de declaraciones públicas que a lo largo de su mandato realizó Ibarretxe, demostraban a las claras que sus intenciones no iban más allá de las planteadas por Ardanza.
La presentación de una biografia en forma de entrevista a Ibarretxe, resaltó con mayor claridad su ideario politico. Respondiendo a la pregunta de si se consideraba “independentista”, Ibarretxe abriria su alma anti abertzale mostrando sus verdaderos ideales, impropios de un politico que enarbolaba la bandera del nacionalismo vasco, renegando de su propia historia:
“Soy de los que piensan que la Independencia, como tal, hoy ya no existe. Independencia y soberania son conceptos cuasi decimonónicos. O del siglo XX, si se quiere. Es muy dificil hablar de Independencia en el siglo XXI y en el escenario en el que nos movemos. (…) Se impone hablar de Independencia compartida. Nosotros queremos compartir nuestra soberania con España y con Francia” (reogido en el libro de Javier Ortiz, “Ibarretxe”, 2002)
Con anterioridad, Ibarretxe ya había renegado de la libertad nacional del pueblo vasco, abominando de términos como “soberania”: “los conceptos que inicialmente teniamos todos de Independencia y de soberania, hoy como tal no existen”. O lo que es lo mismo, la época de Lizarra fue una gran mentira por parte del PNV, donde se dedicó durante meses a fingir y engañar a miles de abertzales. Continuaba Ibarretxe ofreciendo un adelanto de su famoso “Plan”, basado en la “relación amable” con España:
“Las soberanias y las independencias de hoy son compartidas. Pero la clave es que hoy tengas la capacidad de decisión y por lo tanto también la capacidad de decidir como quieres organizarte dentro de tu propia comunidad y como quieres hacerlo en relación a los demás” (revista Hermes, abril 2001)
En el pleno sobre Autogobierno de octubre 2001, Ibarretxe abogó por “un nuevo pacto basado en la Constitución española y el Estatuto”. Ibarretxe ponia sus propios limites a lo que él mismo denominaba, como una nueva etapa, volviendo a ligar el futuro de los vascos al yugo español representado en los dos textos citados por el lehendakari. Ibarretxe subrayaba que el “problema estriba en asumir que el Pueblo vasco tiene identidad propia”, y planteaba los pasos hacia la consecución de un nuevo pacto “para la convivencia”. Por un lado proponía la creación de una comisión parlamentaria dedicada a la “profundización del autogobierno” (lo mismo que intentan ahora en el Parlamento con la Comisión de autogobierno). Y por otro lado, una comisión politica negociadora con el Gobierno español. En el mismo pleno se aprobó la constitución de una “Comisión de profundización en nuestro autogobierno”, con los votos de PNV, EA e IU-EB, con el fin de abordar el integro cumplimiento del Estatuto de 1979.
El fraude de Ibarretxe: “Pacto de libre adhesión”
“Esta iniciativa no propone la secesión, independencia ni barbaridades de esa naturaleza” (9.10.2002)
El anuncio por parte de Ibarretxe de una nueva propuesta de solución del conflicto en el Parlamento de Gasteiz, encendió las alarmas en Madrid, aunque pronto se darían cuenta que el león no era tan fiero como lo pintaban. En los dias anteriores a la celebración del Pleno de Politica General, tanto el portavoz de Lakua, Imaz, como el presidente de la Camara, Atutxa, se encargarían de aclarar, para los despistados, que el PNV jamás iba a mover un dedo a favor de la construcción nacional.
El 27 de septiembre de 2002, el lehendakari Ibarretxe, anunciaba su intención de elaborar un nuevo Estatuto, respetando en todo momento la legalidad vigente. Una manera complicada de conducir a Euskal Herria a un nuevo marco juridico-politico. El lehendakari trataba de vender un proyecto utilizando palabras que sonaban bonitas a oídos de algunos abertzales, pero que en definitiva, se trataba de una propuesta encaminada al fracaso. Ibarretxe actuaba a sabiendas que su proyecto de “libre asociación”, necesitaba el respaldo por mayoria absoluta de las Cortes españolas, algo a todas luces improbable, ya que resulta dificil pensar que quienes nunca se han dignado en cumplir durante años el Estatuto vascongado, fueran a aceptar un nuevo status de libre asociación. Al respecto, el articulo 46 del Estatuto, exige que una reforma estatutraria sea aprobada por la mayoria absoluta del Parlamento de Gasteiz, para posteriormente ser aceptada por Madrid y, finalmente refrendado por los ciudadanos de la CAV.
Ibarrtexe centró su propuesta en los tres herrialdes de la CAV, aunque con alguna referencia, de cara al electorado abertzale, a aspectos relacionados con la colaboración con Nafarroa e Iparralde, pero advirtiendo el tan manido, “si ellos quieren”. Olvidaba el sucesor de Ardanza, al igual que su partido durante toda su historia, que el derecho de autodeterminación correspondía al conjunto de la ciudadania vasca, algo que se contraponia con el alcance de su propuesta, que partía de la exclusión de miles de ciudadanos.
La propuesta de Ibarretxe, posteriormente conocida como “Plan Ibarretxe”, nacía cojitranco, al tratarse de un proyecto unilateral, sin consenso previo entre los distintos agentes politicos y sociales. En relacion a la territorialidad, Ibarretxe ahondaba una vez más, en un error histórico que ya tuvo un antecedente en el Estatuto de 1936 y que el PNV reeditó en 1979. La propuesta de “libre asociación” era quizás menos reivindicativa y ambiciosa, en el aspecto territorial, que el Estatuto de la Moncloa. Como no podia ser menos, el proyecto partía de condiciones previas, como era la ausencia de violencia por parte de ETA. Ni una sola petición más.
En defintiva, la propuesta de Ibarretxe no buscaba otra cosa que la hegemonia politica del PNV, tratando de enredar a una parte de la sociedad vasca con un texto que no era nada mas y nada menos, que un mero entretenimiento. A la larga, hemos podido comprobar, que pese al ambiente creado en la sociedad española en torno al documento del lehendakari, el PNV demostró con hechos su corto recorrido politico, en lo que a defensa de los derechos de Euskal Herria hace referencia.
Una de las opiniones más acertadas y vehemente en relación al famoso Plan, fue la del jurista Javier Ramos:
“Gnar tiempo, ésa es la sempiterna estrategia del gestor jeltzale, para seguir con sus negocios. Un año más para hacer un borrador, otro para mercadear y, a la postre, él mismo deberá, cumpliendo estrictamente la ley española, prohibir su propio referendum, alegando cualquier excusa sobre la violencia o sobre las resoluciones judiciales. En fin… y así nuevas elecciones, los mismos engaños, 107, 110, 11 años… ¿hasta cuándo?” (Gara, 20.10.2002)
Una vez hecho publico el Plan, los politicos profesionales del PNV, engrasaron la maquinaria politico-mediatica con un objetivo claro: tratar de hacer entender a la ciudadania que su partido no quería aventuras, sino engordar más la saca de las transferencias. No tardaría en salir a la palestra el ínclito Anasagasti, explicando a sus feligreses las puras intenciones de su patrón:
“Esto no es un Estella II. Estella está más muerto que Sabino Arana, y esto no tiene nada que ver con un planteamiento rupturista sino con un planteamiento de un encaje adecuado” (30.9.2002)
El propio Ibarretxe aseguraba dias despues, que su iniciativa “no plantea sucesiones ni pactos de soberania”, y enfatizaba de modo enérgico que “la propuesta no propone la secesión, independencia ni barbaridades de esa naturaleza” (ETB‑2, 9.10.2002). Cada dia que pasaba todo quedaba mucho mas claro.
Durante meses, Ibarretxe no se cansaría de insistir que su única intención residía en la defensa de “un pacto amable con España” (25.10.2002).
El historiador vasco, Josemari Lorenzo Espinosa, situaba al proyecto de Ibarretxe, en la “parte más baja de la escala autonómica”, y afirmaba:
“El plan Ibarretxe es un tercer Estatuto, que se sitúa en las parte más baja de la escala autonómica. El primero (1936) lo defendió Agirre como “un peldaño para la independencia”, peldaño que a la postre se convertiria en precipicio. El segundo (1979) lo vendieron Arzalluz y Garaikoetxea como el “mejor posible”. Este, en cambio, es el colmo de la renuncia porque Ibarretxe, que ha dicho repetidas veces que no es independentista, lo proyecta como un abrazo nacionalista, libre y voluntario, al Estado ocupante” (Gara, 3.12.2004)
A lo largo de la historia, los sectores mas heterodoxos del PNV, siempre han sido los encargados de destapar las verdades que otros lideres no se atreven a pronunicar en público. No faltaba a la verdad, el presidente del GBB, Juan Maria Juaristi, al afirmar que: “la propuesta de Ibarretxe es fiel a la tradición pactista del PNV” (10.11.2002). Lástima que esos pactos, solo hayan servido para retrasar un proceso de emancipación nacional del pueblo vasco, algo en lo que el PNV nunca ha puesto demasiado empeño.
El resto de la historia ya la conoceis: Ibarretxe acude al Congreso españo, recibe la negativa y a otra cosa. Fin de la aventura.