Con deba­tes inter­nos, Madu­ro anun­cia una revo­lu­ción den­tro del Estado

En medio de dis­cu­sio­nes en el seno del cha­vis­mo, el pre­si­den­te Nico­lás Madu­ro anun­ció que entre el 1° y el 15 de julio se rea­li­za­rá una revi­sión pro­fun­da en todos los minis­te­rios, “para que sean del poder popular”.

El cha­vis­mo a debate

Son días agi­ta­dos al inte­rior de la coa­li­ción gober­nan­te, con deba­tes que ins­ta­lan dife­ren­tes aná­li­sis y predicciones.

Para algu­nos, se tra­ta de los sín­to­mas del inmi­nen­te des­mo­ro­na­mien­to de la fuer­za polí­ti­ca y social agru­pa­da en torno al pro­yec­to de Hugo Chá­vez, tras la des­apa­ri­ción físi­ca del líder. Aque­llo que debía pro­du­cir­se a par­tir del 5 de mar­zo de 2013 ‑la agu­di­za­ción de las ten­sio­nes y final­men­te, la divi­sión entre los diver­sos sec­to­res que con­for­man el gobierno boli­va­riano- esta­ría hacien­do su apa­ri­ción en cuen­ta­go­tas, con la ayu­da de algu­nos gol­pes de efec­to como la car­ta abier­ta del ex minis­tro Jor­ge Gior­da­ni, quien a su sali­da del gobierno emi­tió durí­si­mas crí­ti­cas al presidente.

Para otros, en cam­bio, el deba­te expre­sa la vita­li­dad del cha­vis­mo, un amplio y com­ple­jo movi­mien­to en el que siem­pre con­vi­vie­ron dife­ren­tes ten­den­cias, hacien­do reali­dad aque­lla aspi­ra­ción de uni­dad en la diver­si­dad, tan difí­cil de alcan­zar en otras latitudes.

Lo úni­co cla­ro es que en la pri­me­ra fuer­za polí­ti­ca del país coexis­ten dis­tin­tas orien­ta­cio­nes: des­de sec­to­res que pro­po­nen un mode­lo que se podría carac­te­ri­zar como “capi­ta­lis­mo de Esta­do con impor­tan­tes polí­ti­cas socia­les”, has­ta quie­nes reto­man el pro­gra­ma de trans­for­ma­ción radi­cal del Coman­dan­te Chá­vez, sin­te­ti­za­da en la fra­se “Comu­na o Nada”. En el fon­do, se tra­ta de dos con­cep­cio­nes anta­gó­ni­cas en la for­ma de enten­der al pue­blo: de un lado, como bene­fi­cia­rio de polí­ti­cas de redis­tri­bu­ción; del otro, como suje­to revo­lu­cio­na­rio, capaz de asu­mir cada vez mayo­res cuo­tas de poder has­ta cons­truir el socia­lis­mo del siglo XXI, basa­do en la demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va y protagónica.

Sin embar­go, de lo ante­rior no se dedu­ce que estas con­tra­dic­cio­nes nece­sa­ria­men­te ten­gan que eclo­sio­nar en una divi­sión, o en todo caso, que ésta vaya a ocu­rrir en for­ma inme­dia­ta. De hecho, hace más de un año y medio que Chá­vez no está gober­nan­do, la Revo­lu­ción ha sufri­do una mul­ti­pli­ci­dad de situa­cio­nes que podían habi­li­tar frac­tu­ras y al menos has­ta el momen­to, esto no ha pasado.

Suce­de que la reali­dad ‑siem­pre ori­gi­nal, siem­pre cam­bian­te- no se adap­ta a los esque­mas abs­trac­tos con­ce­bi­dos para ana­li­zar “en gene­ral” los pro­ce­sos polí­ti­cos y socia­les. No sería la pri­me­ra vez que con el cha­vis­mo se que­men todos los pape­les. Pero ade­más, en el terreno con­cre­to de la acción polí­ti­ca, estas con­tra­dic­cio­nes no se expre­san níti­da­men­te en sec­to­res defi­ni­dos. Sino que más bien reco­rren en esca­la de gri­ses todas y cada una de las estruc­tu­ras del pro­ce­so revolucionario.

Inclu­so pue­de suce­der que en lo más avan­za­do del cha­vis­mo de base, el que le “echa bola” a la orga­ni­za­ción comu­nal, se encuen­tren tra­bas a la cons­truc­ción del poder popu­lar, expre­sa­das en para­dó­ji­cas rémo­ras de ins­ti­tu­cio­na­lis­mo, frag­men­ta­ción, ver­ti­ca­lis­mo o inclu­so casos de corrup­ción en la ges­tión colec­ti­va. O que en la estruc­tu­ra de las ins­ti­tu­cio­nes ‑en medio de la lógi­ca sig­na­da por el Esta­do libe­ral bur­gués, aún vigen­te- se ori­gi­nen polí­ti­cas de avan­za­da en apo­yo a la orga­ni­za­ción de base.

Las limi­ta­cio­nes y poten­cia­li­da­des de una cul­tu­ra basa­da en el ren­tis­mo petro­le­ro, pero atra­ve­sa­da tam­bién por el des­per­tar polí­ti­co de millo­nes de per­so­nas, se expre­san así en for­ma com­ple­ja y por momen­tos incom­pren­si­ble para quie­nes hemos sido for­ma­dos en cul­tu­ras más pro­li­ja­men­te cla­si­fi­ca­to­rias y divisionistas.

Por eso es nece­sa­ria la pru­den­cia al momen­to de pro­nos­ti­car para dón­de van los deba­tes que toman esta­do públi­co. No hay que olvi­dar que se acer­ca el Con­gre­so Extra­or­di­na­rio del Par­ti­do Socia­lis­ta Uni­do de Vene­zue­la (PSUV), que sesio­na­rá en Cara­cas entre el 27 y el 29 de julio, y tam­bién será un momen­to de fuer­tes inter­cam­bios sobre el rum­bo del gobierno y de la socie­dad venezolana.

El telón de fon­do con­ti­núa sien­do la gue­rra eco­nó­mi­ca, que impli­ca des­abas­te­ci­mien­to pro­gra­ma­do y un aumen­to de pre­cios que dete­rio­ra la situa­ción para la mayo­ría del pue­blo. Según encues­tas recien­tes, casi el 60% de la pobla­ción plan­tea que el prin­ci­pal reto de Nico­lás Madu­ro es solu­cio­nar los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos. De acuer­do al estu­dio ela­bo­ra­do por Hin­ter­la­ces, Madu­ro cose­cha ima­gen posi­ti­va y nega­ti­va en par­tes igua­les: 49% en cada caso, con un 2% de indecisos.

En gene­ral, el cha­vis­mo de a pie le reco­no­ce la leal­tad a los prin­ci­pios de Chá­vez, aun­que para con­so­li­dar ese lide­raz­go es pre­ci­so derro­tar la esca­la­da de pre­cios y garan­ti­zar la nor­mal pro­vi­sión de pro­duc­tos, un tema cla­ve en el que están invo­lu­cra­dos diver­sos ele­men­tos, des­de la lucha con­tra el con­tra­ban­do (se esti­ma que un 40% de los pro­duc­tos se ven­den ile­gal­men­te en Colom­bia), el com­ba­te a la buro­cra­cia y a la corrup­ción y el desa­rro­llo del poder popu­lar, que impli­ca de por sí la con­tra­lo­ría social y tam­bién la posi­bi­li­dad de avan­zar en mayor pre­sen­cia de la eco­no­mía comunal.

Revi­sión ministerial

En este con­tex­to, Nico­lás Madu­ro con­vo­có para los pró­xi­mos días a una revi­sión pro­fun­da de las ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do. El pre­si­den­te sabe que ‑como tam­bién suce­día con Chá­vez- los nive­les inter­me­dios de gobierno son los más cues­tio­na­dos en las pro­pias filas del cha­vis­mo, que ven que muchas de las polí­ti­cas se estan­can en la mara­ña buro­crá­ti­ca de las instituciones.

El pri­mer día de julio, en su pro­gra­ma “En con­tac­to con Madu­ro”, el pre­si­den­te expre­só: “Del 1° al 15 de julio vamos a revi­sar todo. Nivel de cum­pli­mien­to y eje­cu­ción. Minis­tro por minis­tro. Cómo va cada misión, cuá­les son los méto­dos de tra­ba­jo, cómo deba­te los temas, cómo toma las deci­sio­nes y sobre todo, si se cum­ple que los minis­te­rios sean para el poder popular”.

“Sin poder popu­lar no hay socia­lis­mo, no hay demo­cra­cia, no hay nada”, aña­dió, lue­go de anun­ciar que tra­ba­ja en “un con­jun­to de pla­nes para hacer una revo­lu­ción total y pro­fun­da en la admi­nis­tra­ción del Esta­do. Una revo­lu­ción den­tro de la revo­lu­ción. Cam­biar­lo todo para ser­vir al pue­blo es la consigna”.

Hace poco más de un año, ape­nas gana­das las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les, Madu­ro lan­zó el Gobierno de Calle, ini­cia­ti­va que le per­mi­tió reu­nir­se con miles de per­so­nas en todo el país y legi­ti­mar­se a par­tir de su inter­lo­cu­ción direc­ta con el poder popu­lar. En esa mis­ma lógi­ca, des­de el pri­mer día impul­só la lega­li­za­ción de las comu­nas en cons­truc­ción, has­ta cum­plir y supe­rar las metas del Plan de la Patria, pla­ta­for­ma polí­ti­ca elec­to­ral ela­bo­ra­da por Chá­vez para el perío­do 2013 – 2019.

En un momen­to cla­ve de la Revo­lu­ción, en el cual no aflo­jan los ata­ques de sec­to­res dere­chis­tas y comien­zan a apa­re­cer cues­tio­na­mien­tos inter­nos a su figu­ra, las prin­ci­pa­les inte­rro­gan­tes pasan aho­ra por saber si esta revi­sión que­da­rá en sim­ples anun­cios o Nico­lás Madu­ro avan­za­rá con deci­sión sobre la lógi­ca del Esta­do libe­ral bur­gués. Aquel que ‑en pala­bras del pro­pio Chá­vez- “aún se repro­du­ce a tra­vés de sus vie­jas y nefas­tas prác­ti­cas”, con­vir­tién­do­se en un obs­tácu­lo para el ejer­ci­cio del poder popu­lar pro­ta­gó­ni­co, “insus­ti­tui­ble con­di­ción de posi­bi­li­dad para el socia­lis­mo boli­va­riano del siglo XXI”.

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