La eco­no­mía semi­co­lo­nial y el impe­ria­lis­mo espa­ñol- José Manuel Rodríguez


Indu­da­ble­men­te, la pre­sen­cia del capi­tal extran­je­ro en la eco­no­mía espa­ño­la ha aumen­ta­do mucho des­de que esta­lló la actual cri­sis. Fon­dos más o menos bui­tre sobre­vue­lan el sec­tor inmo­bi­lia­rio y cual­quier otro sec­tor deva­lua­do, como el de las ener­gías reno­va­bles, que pue­da pro­por­cio­nar­les lucra­ti­vos bene­fi­cios a medio pla­zo. Has­ta el sec­tor finan­cie­ro está cayen­do en sus manos: Ban­co de San­tan­der, Ban­kin­ter y el Ban­co Popu­lar, cuyo valor en bol­sa ha des­cen­di­do mucho, tie­nen ya más de un 30% de capi­tal extran­je­ro en su accio­na­ria­do. En el caso del BBVA, este por­cen­ta­je se ele­va has­ta el 52,3% a fina­les de 2013i. Ban­kia ha subi­do en sólo nue­ve meses del 3,8% al 19,3%ii.
El hun­di­mien­to del país que aspi­ra­ba a ser la sép­ti­ma poten­cia del mun­do ha lle­va­do a Espa­ña al gru­po de los “paí­ses peri­fé­ri­cos” de Euro­pa. El con­trol que sobre su eco­no­mía ejer­ce el capi­tal impe­ria­lis­ta extran­je­ro aumen­ta pro­gre­si­va­men­te, repro­du­cién­do­se una vez más el pro­ce­so que se vie­ne regis­tran­do des­de media­dos del siglo XIX. Efec­ti­va­men­te, tras las eta­pas de expan­sión inter­na­cio­nal, desa­rro­lla­das en con­tex­tos de inten­so cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co en el inte­rior, vie­ne siem­pre una pro­fun­da cri­sis; y con la cri­sis se agu­di­za la dimen­sión semi­co­lo­nial de la eco­no­mía espa­ño­la al apro­ve­char el capi­tal extran­je­ro la debi­li­dad del capi­tal autóc­tono y la agó­ni­ca situa­ción de la hacien­da pública.
La dimen­sión semi­co­lo­nial de la eco­no­mía his­pa­na nun­ca ha deja­do de mani­fes­tar­se; ni en los perío­dos de cre­ci­mien­to ni en los de cri­sis. De hecho, los perío­dos de cre­ci­mien­to casi siem­pre son resul­ta­do de la afluen­cia masi­va de capi­ta­les extran­je­ros, con la excep­ción de la eta­pa de inten­so cre­ci­mien­to que tuvo lugar duran­te los años de la pri­me­ra Gue­rra Mundial.
En estos perío­dos de cre­ci­mien­to, la pene­tra­ción del impe­ria­lis­mo extran­je­ro tien­de a pro­du­cir un cier­to efec­to de arras­tre sobre un capi­tal autóc­tono que se desa­rro­lla al calor suyo (capi­tal buro­crá­ti­co). La oli­gar­quía his­pa­na, ani­ma­da por la bue­na mar­cha de sus nego­cios, aca­ba ponien­do en mar­cha polí­ti­cas expan­sio­nis­tas en el exte­rior, con la inten­ción de aumen­tar sus bene­fi­cios y ganar posi­cio­nes en el con­tex­to inter­na­cio­nal. Sin embar­go, el esta­lli­do de la cri­sis pro­fun­da que, tar­de o tem­prano, siem­pre aca­ba por lle­gar, pone fin a los sue­ños impe­ria­les. El país que­da pos­tra­do y los capi­ta­les extran­je­ros apro­ve­chan para aumen­tar el con­trol que ya tenían sobre la eco­no­mía nacional.
Des­de media­dos del siglo XIX —para no remon­tar­nos aho­ra a los siglos ante­rio­res— vie­ne mani­fes­tán­do­se este pro­ce­so. En la Espa­ña actual pode­mos tam­bién reconocerlo.
Duran­te los años cin­cuen­ta y sesen­ta se agu­di­za el pro­ce­so de pene­tra­ción del impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano en la eco­no­mía espa­ño­la, sobre todo tras la fir­ma en 1953 del Con­ve­nio defen­si­vo, de mutua defen­sa y ayu­da eco­nó­mi­ca entre EEUU y Espa­ña, que abrió las puer­tas a la pre­sen­cia mili­tar direc­ta de los Esta­dos Uni­dos en Espa­ña. Tras la fir­ma del acuer­do se cons­tru­yen las bases aéreas de Zara­go­za, Torre­jón de Ardoz y Morón de la Fron­te­ra, y la base naval de Rota, en Cádiz. A cam­bio de un poco de ayu­da eco­nó­mi­ca, el acuer­do ponía un país hun­di­do como Espa­ña al ser­vi­cio de los intere­ses mili­ta­res y eco­nó­mi­cos de la que sería nue­va super­po­ten­cia mundial.
En 1959 el colap­so eco­nó­mi­co del régi­men de Fran­co da lugar a la apro­ba­ción —acor­da­da con el FMI y la OECE— de un plan de res­ca­te eco­nó­mi­co para Espa­ña (Plan de Esta­bi­li­za­ción), que fle­xi­bi­li­za en gran medi­da las res­tric­cio­nes a la inver­sión extran­je­ra y repa­tria­ción de bene­fi­cios que se habían pues­to en mar­cha en el perío­do autár­qui­co. Entre 1959 y 1960, la Inver­sión Extran­je­ra Direc­ta en Espa­ña se sep­tu­pli­có, pasan­do de los 12 millo­nes de dóla­res de 1958 a los 86 millo­nes de 1960. Entre el 40 y el 60% de esta IED corres­pon­de­rá al capi­tal esta­dou­ni­den­se. En segun­do lugar figu­ra­ban las inver­sio­nes sui­zas, que real­men­te eran, en muchas oca­sio­nes, inver­sio­nes de capi­ta­les igual­men­te nor­te­ame­ri­ca­nos. En 1967, el Depar­ta­men­to de Comer­cio de los Esta­dos Uni­dos publi­có un infor­me en el que se decía que “Espa­ña ofre­ce opor­tu­ni­da­des úni­cas a las empre­sas extran­je­ras”.
En los años seten­ta, sin embar­go, la pre­sen­cia del capi­tal nor­te­ame­ri­cano comien­za a dis­mi­nuir, sien­do reem­pla­za­da por la lle­ga­da cada vez mayor del capi­tal euro­peo, prin­ci­pal­men­te de Fran­cia y Ale­ma­nia, que van toman­do posi­cio­nes de cara a la pos­te­rior entra­da de Espa­ña en la CEE. Inde­pen­dien­te­men­te del volu­men de estas inver­sio­nes —que fue gran­de — , lo que se tra­ta de com­pren­der es que fue­ron las que impul­sa­ron el cre­ci­mien­to del capi­ta­lis­mo espa­ñol en todas y cada una de las eta­pas expan­si­vas que se vivie­ron en el país, con la excep­ción ya comen­ta­da de los años de la pri­me­ra Gue­rra Mundial.
Las inver­sio­nes extran­je­ras, tan­to en for­ma de Inver­sión Extran­je­ra Direc­ta (IED) como de trans­fe­ren­cia tec­no­ló­gi­ca o finan­cie­ra, fue­ron la base en la que se sus­ten­tó el desa­rro­llis­mo de los años sesen­ta. Sólo la IED reci­bi­da ascen­dió entre 1960 y 1970 des­de los 86 millo­nes has­ta los 222 millo­nes de dóla­res, lo que per­mi­tió que se regis­tra­ra en Espa­ña un ele­va­do cre­ci­mien­to anual del 7% duran­te la década.
Lue­go esta­lla la cri­sis y se pro­du­ce, en 1975, un fuer­te des­cen­so de la afluen­cia de IED que dura sólo unos pocos años, para comen­zar de nue­vo a ascen­der a par­tir de 1977, pues­to que las cri­sis gene­ran siem­pre nume­ro­sas opor­tu­ni­da­des e inclu­so gan­gas que el capi­ta­lis­mo extran­je­ro no pue­de dejar de apro­ve­char, en su inten­to por recu­pe­rar­se de la pro­fun­da cri­sis en que había entra­do duran­te los años ante­rio­res. De este modo, entre 1977 y 1980, cuan­do el PIB espa­ñol caía en pica­do has­ta lle­gar al cre­ci­mien­to nega­ti­vo y las cifras de des­em­pleo no para­ban de cre­cer, la lle­ga­da de IED extran­je­ra a Espa­ña se mul­ti­pli­ca por 2,5, pasan­do de los 607 millo­nes de dóla­res de 1977 a los 1.492 de 1980, ten­dien­do a esta­bi­li­zar­se has­ta media­dos de la déca­da, pre­ci­sa­men­te cuan­do el PIB comien­za a remon­tar. O sea, que el impe­ria­lis­mo extran­je­ro, prin­ci­pal­men­te euro­peo, apro­ve­chó el peor momen­to de la eco­no­mía espa­ño­la para refor­zar con­si­de­ra­ble­men­te su con­trol sobre la misma.
Pos­te­rior­men­te, a media­dos de los años ochen­ta se ini­cia un nue­vo ciclo eco­nó­mi­co en el país. Efec­ti­va­men­te, con la entra­da de Espa­ña en la CEE —en ver­dad, un año antes, en 1985— comien­za una nue­va eta­pa de gran cre­ci­mien­to, superán­do­se la pro­fun­da cri­sis que se desa­rro­lla des­de media­dos de los seten­ta has­ta media­dos de la déca­da siguiente.
Este cre­ci­mien­to fue impul­sa­do, una vez más, por el capi­tal extran­je­ro, prin­ci­pal­men­te euro­peo. Estos capi­ta­les aumen­tan con­si­de­ra­ble­men­te su afluen­cia hacia Espa­ña, tan­to a tra­vés de la IED como de las ayu­das euro­peas a la con­ver­gen­cia o de los prés­ta­mos a ban­cos y cajas de aho­rros obte­ni­dos en el mer­ca­do inter­ban­ca­rio, prin­ci­pal­men­te de Frank­furt, que pre­sen­ta­ba exce­so de liqui­dez y nece­si­ta­ba mer­ca­dos en los que inver­tir­se. Estas ayu­das y prés­ta­mos en el inter­ban­ca­rio, más que ali­men­tar, pode­mos decir que hicie­ron posi­ble el trán­si­to que tie­ne lugar a par­tir de los años ochen­ta des­de la eco­no­mía indus­trial que se había impul­sa­do en los años del desa­rro­llis­mo hacia la nue­va eco­no­mía basa­da en la cons­truc­ción y el turis­mo en la que se basa­rá el segun­do mila­gro eco­nó­mi­co espa­ñol.
Aten­dien­do sólo a la IED —sin con­tar, por tan­to, lo que lle­gó vía ayu­das o prés­ta­mos y las inver­sio­nes de car­te­ra— el stock de inver­sio­nes extran­je­ras en la eco­no­mía espa­ño­la se mul­ti­pli­có por 13, pasan­do de los 5.000 millo­nes de dóla­res de 1980 a los 66.000 millo­nes de 1990. En 2002 era de 156.000 millo­nes de dóla­res y en 2012, en la cri­sis más pro­fun­da de la his­to­ria de la Espa­ña demo­crá­ti­ca, el capi­tal extran­je­ro inver­ti­do direc­ta­men­te en la eco­no­mía espa­ño­la alcan­za­ba ya los 634.000 millo­nes de dóla­res, lo que repre­sen­ta el 46,97% del PIB nacio­nal. Por tan­to, entre 1980 y 2012, el stock de la IED en Espa­ña se ha mul­ti­pli­ca­do casi por 127. En 1973, el capi­tal extran­je­ro está pre­sen­te en el 31,1% de las gran­des empre­sas espa­ño­las. En el año 2000 este por­cen­ta­je había subi­do has­ta el 54,1%iii. En el sec­tor indus­trial, el núme­ro de empre­sas extran­je­ras repre­sen­ta sólo el 1,75% del total del sec­tor, pero suyo es cer­ca del 40% del nego­cio. De hecho, duran­te la actual cri­sis, el núme­ro de empre­sas extran­je­ras en la indus­tria de Espa­ña ha aumen­ta­do un 29% pese a que el núme­ro total de indus­trias se ha redu­ci­do en más de 20.000, per­dién­do­se casi un millón de empleos (el 29,5% del total en el sec­tor) a la altu­ra de 2014. Una vez más se advier­te como el impe­ria­lis­mo extran­je­ro apro­ve­cha la cri­sis eco­nó­mi­ca de Espa­ña para aumen­tar su pene­tra­ción eco­nó­mi­ca en el país. Según la Encues­ta sobre Estra­te­gias Empre­sa­ria­les, el 55% del empleo de la indus­tria quí­mi­ca ha sido gene­ra­do por empre­sas mul­ti­na­cio­na­les extran­je­ras; el 63%, de la indus­tria del motor, y el 24% de la indus­tria meta­lúr­gi­caiv. En la impor­tan­te indus­tria ali­men­ta­ria, seis de las diez empre­sas más gran­des esta­ban, en 2010, en manos de capi­tal extran­je­ro y la pene­tra­ción no ha hecho sino aumen­tar, incre­men­tán­do­se al mis­mo tiem­po el ries­go de la deslocalización:
“Entre 2001 y 2009, Uni­le­ver ha cerra­do seis fábri­cas en Espa­ña y ha des­pe­di­do a 2.400 tra­ba­ja­do­res. El 70% de su pro­duc­ción la rea­li­za ya fue­ra. El año pasa­do la esta­dou­ni­den­se Kraft ven­dió la fábri­ca de Mahón (Menor­ca) a Nue­va Ruma­sa. Aho­ra, la legen­da­ria mar­ca espa­ño­la El Case­río se fabri­ca en Bél­gi­ca. En 2008, Cad­bury cerró la fábri­ca de Tri­dent en Bar­ce­lo­na, dejan­do en la calle a 250 tra­ba­ja­do­res, para irse a pro­du­cir a Polo­nia. Y la lis­ta sigue”v.
Las empre­sas extran­je­ras ins­ta­la­das en Espa­ña lide­ran cla­ra­men­te los sec­to­res más inno­va­do­res y tec­no­ló­gi­cos de la eco­no­mía del país. Entre las más gran­des figu­ra­ban, en 2005, 21 fran­ce­sas, 17 esta­dou­ni­den­ses, 11 ale­ma­nas, 7 bri­tá­ni­cas y 2 fran­co-ale­ma­nas. El capi­tal fran­cés se ha ido con­cen­tran­do en las empre­sas de dis­tri­bu­ción (Alta­dis, Carre­four, Dia, Alcam­po, Leroy Mer­lin, Decath­lon, etc.), en la indus­tria del auto­mó­vil (Renault, Peu­geot Citröen), segu­ros (Axa), ali­men­ta­ción (Dano­ne), tele­co­mu­ni­ca­cio­nes (Alca­tel), cos­mé­ti­ca (L’Oreal), etc. El impe­ria­lis­mo ale­mán, por su par­te, se ha con­cen­tra­do tam­bién en la indus­tria auto­mo­vi­lís­ti­ca (Volks­wa­gen Audi, Mer­ce­des Benz), en la dis­tri­bu­ción (Lidl, Makro, Media Markt-Saturn, Aldi), el turis­mo (TUI AG), la indus­tria far­ma­céu­ti­ca (Bayer), segu­ros (Allianz, DKV), cal­za­do (Adi­das), etc. Los nor­te­ame­ri­ca­nos tie­nen tam­bién una pre­sen­cia muy impor­tan­te, sobre todo a par­tir de la segun­da mitad de los noven­ta, cuan­do han comen­za­do a recu­pe­rar par­te del peso que alcan­za­ron en los años cin­cuen­ta y sesen­ta. Los sec­to­res en los que pre­do­mi­nan son el petró­leo (Gulf Oil, Stan­dard Oil), indus­tria auto­mo­vi­lís­ti­ca y de trac­to­res (Gene­ral Motors, Chrys­ler, John Dee­re), bebi­das (Coca-Cola, Pesi­co­la, etc.), indus­tria quí­mi­ca, far­ma­céu­ti­ca, etc. El capi­tal bri­tá­ni­co man­tie­ne tam­bién impor­tan­tes posi­cio­nes en tele­fo­nía (Voda­fo­ne), petró­leos (BP), far­ma­céu­ti­cas, etc., a lo que se suman las cre­cien­tes inver­sio­nes de sus fon­dos de inversión.
A la Inver­sión Extran­je­ra Direc­ta hay que sumar tam­bién, por lo tan­to, las inver­sio­nes de car­te­ra, que han aumen­ta­do con­si­de­ra­ble­men­te — y más aún duran­te la actual cri­sis— la des­na­cio­na­li­za­ción de las más impor­tan­tes empre­sas espa­ño­las. Por ejem­plo, casi un 52% de las accio­nes de la petro­le­ra REPSOL están en manos del capi­tal extran­je­rovi y lo mis­mo suce­de con otra de las gran­des: el BBVA. En 2008 decla­ra­ba el minis­tro socia­lis­ta de Indus­tria, Turis­mo y Comer­cio que la “espa­ño­li­dad” de una com­pa­ñía se defi­nía “como una situa­ción en la que los accio­nis­tas espa­ño­les tie­nen, al menos, el mis­mo por­cen­ta­je de repre­sen­ta­ción en el accio­na­ria­do que los accio­nis­tas extran­je­ros». Des­de ese razo­na­ble pun­to de vis­ta, ni REPSOL ni BBVA son ya empre­sas espa­ño­las. Tam­po­co lo es ENDESA, la prin­ci­pal com­pa­ñía eléc­tri­ca de Espa­ña y una de sus prin­ci­pa­les mul­ti­na­cio­na­les. En febre­ro de 2009, la eléc­tri­ca ita­lia­na ENEL, par­ti­ci­pa­da por el Esta­do ita­liano, se hizo con el 92,06% de sus accio­nes. Por su par­te, la petro­le­ra CEPSA pasó, en 2011, a ser pro­pie­dad del Inter­na­tio­nal Petro­leum Invest­ment Com­pany (IPIC), cons­ti­tui­da por el Gobierno del Emi­ra­to de Abu Dhabi.
En 2009 el capi­tal extran­je­ro —que a comien­zos de la cri­sis con­tro­la­ba ya el 36,8%— lle­ga a poseer el 40,1% de la Bol­sa espa­ño­la, mar­can­do así un record his­tó­ri­co. Siguien­do el cri­te­rio del minis­tro, esta­mos sólo a 10 pun­tos de per­der la espa­ño­li­dad de la pro­pia Bol­sa, mira­da glo­bal­men­te. Cier­ta­men­te, “las empre­sas espa­ño­las están bara­tas y en el pun­to de mira de los caza­do­res de gan­gas” pues­to que su valor en bol­sa ha lle­ga­do a ser infe­rior al valor de sus acti­vos. Inclu­so las gran­des “cons­truc­to­ras”, que siem­pre han teni­do una esca­sa par­ti­ci­pa­ción de capi­tal extran­je­ro, comien­zan a ser obje­to de su inte­rés. En 2013, por ejem­plo, Bill Gates com­pra el 6% de Fomen­to de Cons­truc­cio­nes y Con­tra­tas (FCC), con­vir­tién­do­se en su segun­do accio­nis­ta más gran­de, tras Esther Koplowitz:
“Espa­ña está bara­ta y por tan­to, está en ven­ta como con­se­cuen­cia de la caí­da expe­ri­men­ta­da en bol­sa en los últi­mos cin­co años y sus coti­za­das están, como se dice vul­gar­men­te, a tiro de OPA”
“En un futu­ro rela­ti­va­men­te cor­to, muchos ban­cos, como con­se­cuen­cia de su obli­ga­da polí­ti­ca de des­apa­lan­ca­mien­to, se van ver obli­ga­dos a des­ha­cer­se de la mayor par­te de sus par­ti­ci­pa­cio­nes empre­sa­ria­les en com­pa­ñías del Ibex 35 como Tele­fó­ni­ca, Iber­dro­la, Rep­sol, Aber­tis, BME, Map­fre o Indra y no pare­ce arries­ga­do afir­mar que estas com­pa­ñías van a tener pron­to otros com­pa­ñe­ros de via­jes dis­tin­tos de los actua­les y que éstos serán de capi­tal extran­je­ro, dada la ausen­cia de aho­rro interno lo que hace invia­ble que muchas empre­sas espa­ño­las for­men par­te de esa espe­cie de tim­ba que muchos ana­lis­tas vis­lum­bran, aun­que algu­na está en dis­po­si­ción de par­ti­ci­par en la par­ti­da”vii.
De hecho, los prin­ci­pa­les due­ños de la Bol­sa espa­ño­la son ya las ges­to­ras de fon­dos de inver­sión, que con­tro­lan más del 12% del mer­ca­do bur­sá­til. Des­ta­can entre ellas la nor­te­ame­ri­ca­na Blac­krock (Tele­fó­ni­ca, Iber­dro­la, Rep­sol, BBVA, San­tan­der, Indi­tex), el ban­co norue­go Nor­ges (prác­ti­ca­men­te en las mis­mas empre­sas que Blac­krock más Aben­goa), la fran­ce­sa Lixor, del Socié­té Géné­ra­le, la esta­dou­ni­den­se The Van­guard, el fran­cés Amun­di, etc. En la pren­sa se comien­za a hablar de “colo­ni­za­ción eco­nó­mi­ca extran­je­raviii.
Por lo tan­to, las cifras no dejan lugar a dudas. En la Espa­ña actual ha teni­do lugar un pro­gre­si­vo aumen­to del con­trol que sobre la eco­no­mía nacio­nal ha veni­do ejer­cien­do el capi­tal impe­ria­lis­ta extran­je­ro des­de el siglo XIX, lle­gan­do en este momen­to de cri­sis pro­fun­da al nivel más ele­va­do de nues­tra his­to­ria contemporánea.
Ade­más de la impor­tan­cia de la IED y de las inver­sio­nes de car­te­ra, el domi­nio del capi­tal extran­je­ro sobre la eco­no­mía espa­ño­la aumen­ta su dimen­sión si tene­mos en cuen­ta la trans­fe­ren­cia de tec­no­lo­gía. Espa­ña es uno de los paí­ses desa­rro­lla­dos más depen­dien­tes de la tec­no­lo­gía extran­je­ra. Efec­ti­va­men­te, “la eco­no­mía espa­ño­la es tri­bu­ta­ria del capi­tal y del saber hacer de las empre­sas extran­je­rasix. Los datos del comer­cio exte­rior de pro­duc­tos de alta tec­no­lo­gía lo refle­jan cla­ra­men­te. En 2008 Espa­ña expor­ta pro­duc­tos de alta tec­no­lo­gía por valor de 7.841,8 millo­nes de euros e impor­ta por valor de 27.851,9 millo­nes. De hecho la Tasa de cober­tu­ra (por­cen­ta­je de impor­ta­cio­nes que pue­den pagar­se con las expor­ta­cio­nes rea­li­za­das en un perío­do de tiem­po) de este tipo de mer­can­cías vie­ne expe­ri­men­tan­do una ten­den­cia a la dis­mi­nu­ción. En 2005, la tasa fue del 37% mien­tras que en 2008 había des­cen­di­do has­ta el 28%, lo que indi­ca que el país es cada vez más depen­dien­te tec­no­ló­gi­ca­men­te. Igual que en el pasa­do, Espa­ña impor­ta mucha tec­no­lo­gía y expor­ta poca, en con­tra de lo que suce­de en los paí­ses más desa­rro­lla­dos. Sólo con la caí­da de la deman­da inter­na deri­va­da de la cri­sis eco­nó­mi­ca y no por el esfuer­zo de Espa­ña en I+D —que de hecho se ha redu­ci­do — , la tasa de cober­tu­ra de pro­duc­tos de alta tec­no­lo­gía ha podi­do aumen­tar has­ta el enga­ño­so 49% de 2011.
Vemos, por tan­to, que el capi­ta­lis­mo espa­ñol no ha per­di­do en la épo­ca de la Espa­ña moder­ni­za­dademo­crá­ti­ca el carác­ter semi­co­lo­nial que lo ha veni­do carac­te­ri­zan­do casi des­de su naci­mien­to en el siglo XIX. El Alto Comi­sio­na­do del Gobierno para eso que han dado en lla­mar la Mar­ca Espa­ña ha afir­ma­do recien­te­men­te que
“Espa­ña es un país que des­de que exis­te como Esta­do moderno ha reque­ri­do el con­cur­so de capi­tal extran­je­ro para finan­ciar la gigan­tes­ca colo­ni­za­ción de Amé­ri­ca, las gue­rras en sue­lo euro­peo o el cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co des­de la inci­pien­te revo­lu­ción indus­trial del siglo XIX has­ta el pos­te­rior desa­rro­llo del siglo XX tras el enor­me dre­na­je de fon­dos que supu­so la Gue­rra Civil.
La inver­sión extran­je­ra en Espa­ña ha juga­do siem­pre un papel impor­tan­te evi­tan­do en muchos casos el estran­gu­la­mien­to que nues­tra fal­ta de recur­sos pro­pios de capi­tal habría oca­sio­na­do. Pue­de afir­mar­se, sin temor a caer en exa­ge­ra­cio­nes, que el desa­rro­llo eco­nó­mi­co y social de Espa­ña no hubie­se sido posi­ble sin la con­tri­bu­ción de la inver­sión extranjera.
“Hoy Espa­ña, la Mar­ca Espa­ña, no pue­de enten­der­se sin la deci­si­va apor­ta­ción que ha supues­to la inver­sión extran­je­ra al desa­rro­llo, inter­na­cio­na­li­za­ción, inno­va­ción y mejo­ra de la com­pe­ti­ti­vi­dad de nues­tra eco­no­mía”x.
Se lamen­ta­ba —ade­más— el Alto Comi­sio­na­do, mar­qués de Val­tie­rra des­de 1985, de que “tan­to la lite­ra­tu­ra eco­nó­mi­ca espa­ño­la como la opi­nión públi­ca, o no se han intere­sa­do o no cono­cen sufi­cien­te­men­te el papel que ha juga­do en nues­tro bien­es­tar y en nues­tra com­pe­ti­ti­vi­dad” el capi­tal extran­je­roxi. Es cier­to. Duran­te varias déca­das ha sido nece­sa­rio ocul­tar­lo para defen­der la “nor­ma­li­dad” del desa­rro­llo his­tó­ri­co del país, fren­te a la “par­ti­cu­la­ri­dad” que siem­pre seña­ló el pen­sa­mien­to mar­xis­ta. Y es lógi­co que así se haya hecho, pues no pare­ce muy “nor­mal” un capi­ta­lis­mo que, por fal­ta de recur­sos pro­pios, era inca­paz de desa­rro­llar­se sin la masi­va afluen­cia del capi­tal extran­je­ro. Des­de lue­go, a nadie se le ocu­rri­ría afir­mar lo mis­mo del capi­ta­lis­mo bri­tá­ni­co, fran­cés, ale­mán o nor­te­ame­ri­cano, pese a la impor­tan­cia que la inver­sión extran­je­ra pue­da tener en esos paí­ses en el actual esta­dio de la eco­no­mía mun­dial. El capi­ta­lis­mo en todos esos paí­ses se desa­rro­lló basán­do­se en sus pro­pios medios, en la acu­mu­la­ción de capi­tal de su pro­pia bur­gue­sía. No fue ese el caso de Espa­ña por­que aquí se desa­rro­lló un capi­ta­lis­mo “extra­or­di­na­ria­men­te depen­dien­te del capi­tal extran­je­ro”, o sea, un capi­ta­lis­mo buro­crá­ti­co. Que el mar­qués de Val­tie­rra lo rei­vin­di­que no es de extra­ñar pues­to que repre­sen­ta a una oli­gar­quía que siem­pre pros­pe­ró al calor de las inver­sio­nes del impe­ria­lis­mo extran­je­ro, con el que des­de el prin­ci­pio se alió para el común saqueo de los recur­sos natu­ra­les y huma­nos del país. No pue­de estar más cla­ro, sin embar­go, que si los capi­ta­les extran­je­ros son los prin­ci­pa­les res­pon­sa­bles del “desa­rro­llo eco­nó­mi­co y social de Espa­ña” —lo cual es cier­to — , tam­bién ten­drán una gran res­pon­sa­bi­li­dad en la cri­sis pro­fun­da del mode­lo de cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co que impul­sa­ron en el país. Al igual que la tie­ne la oli­gar­quía a la que repre­sen­ta el mar­qués de Valtierra.
¿Cómo es posi­ble que un capi­ta­lis­mo de ese tipo, que no podía enten­der­se sin la par­ti­ci­pa­ción deci­si­va de la inver­sión extran­je­ra, haya desa­rro­lla­do una impor­tan­te dimen­sión impe­ria­lis­ta duran­te los años noven­ta, has­ta el pun­to de que el país se con­vier­te en uno de los mayo­res inver­so­res extran­je­ros en regio­nes como Lati­noa­mé­ri­ca, dis­pu­tán­do­le la hege­mo­nía a los mis­mí­si­mos Esta­dos Unidos?
Cier­ta­men­te, la ten­den­cia no es nue­va. De hecho, las cla­ses domi­nan­tes espa­ño­las siem­pre han inten­ta­do apro­ve­char los momen­tos de expan­sión eco­nó­mi­ca en el inte­rior —vin­cu­la­dos a la afluen­cia masi­va de capi­ta­les extran­je­ros— para poner en mar­cha polí­ti­cas expan­sio­nis­tas en el exte­rior. Pero tras estos perío­dos de expan­sión eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca y mili­tar en el exte­rior, venían siem­pre pro­fun­dos hun­di­mien­tos que aca­ba­ban en un mayor some­ti­mien­to de la eco­no­mía del país a los capi­ta­lis­tas extran­je­ros. Esto mis­mo suce­de­rá en la eta­pa his­tó­ri­ca actual.
Los pri­me­ros inten­tos de pro­yec­ción inter­na­cio­nal de la eco­no­mía espa­ño­la se regis­tra­ron duran­te los años sesen­ta, prin­ci­pal­men­te en torno a 1964 – 1965, en un con­tex­to de gran cre­ci­mien­to interno impul­sa­do por la afluen­cia masi­va de capi­tal extran­je­ro, sobre todo del nor­te­ame­ri­cano. El inten­to de expan­sión se diri­gió hacia Amé­ri­ca Lati­na y se mate­ria­li­zó, no sólo en un aumen­to de la expor­ta­ción de mer­can­cías des­de Espa­ña, sino tam­bién en la expor­ta­ción de capi­ta­les (IED), ten­den­cia que se acen­tuó a prin­ci­pios de los años seten­ta. En aque­llos años Espa­ña con­ser­va­ba aún los terri­to­rios colo­nia­les afri­ca­nos del Sáha­ra espa­ñol, Sidi Ifni y Gui­nea Ecua­to­rial. Pos­te­rior­men­te, duran­te los años ochen­ta, las rela­cio­nes eco­nó­mi­cas de Espa­ña se diri­gen prin­ci­pal­men­te al con­ti­nen­te euro­peo, redu­cién­do­se los víncu­los con Latinoamérica.
Pero habrá que espe­rar has­ta la déca­da de los noven­ta para que se ini­cie el pro­ce­so de expan­sión de las gran­des empre­sas mono­po­lis­tas espa­ño­las fue­ra de nues­tras fron­te­ras, un pro­ce­so que alcan­za una dimen­sión ver­da­de­ra­men­te impor­tan­te duran­te la déca­da del 2000. Antes de los años noven­ta prác­ti­ca­men­te no exis­tían inver­sio­nes direc­tas de capi­tal espa­ñol fue­ra del país, tras el desas­tre que supu­so la aven­tu­ra colo­nia­lis­ta en Áfri­ca. Así de recien­te es, real­men­te, nues­tra his­to­ria de moderno país imperialista.
En la pri­me­ra eta­pa, el grue­so de las inver­sio­nes se orien­tó hacia Lati­noa­mé­ri­ca. La vía uti­li­za­da no fue tan­to la crea­ción de nue­vas empre­sas —lo que no con­cor­da­ba dema­sia­do con la aver­sión al ries­go de la aris­to­cra­cia finan­cie­ra his­pa­na— sino la adqui­si­ción de empre­sas ya exis­ten­tes que dis­fru­ta­ran de una posi­ción hege­mó­ni­ca o inclu­so mono­po­lis­ta en el mer­ca­do del país recep­tor. Para ello apro­ve­cha­rán, en un pri­mer momen­to, la polí­ti­ca de fuer­tes pri­va­ti­za­cio­nes de empre­sas esta­ta­les que esta­ban lle­van­do a cabo los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos en aque­llos años. Se invier­te prin­ci­pal­men­te en el sec­tor de la ener­gía, finan­zas, tele­co­mu­ni­ca­cio­nes e infra­es­truc­tu­ras, sien­do muy esca­sa la inver­sión en indus­tria manu­fac­tu­re­ra y meta­lúr­gi­ca, a dife­ren­cia de lo que suce­de con la IED extran­je­ra en España.
Las empre­sas espa­ño­las se orien­tan hacia “sec­to­res ocu­pa­dos his­tó­ri­ca­men­te en Espa­ña por gran­des empre­sas públi­cas en régi­men de mono­po­lio y otras pri­va­das que actua­ban en régi­men de oli­go­po­lio”, bus­can­do con­di­cio­nes simi­la­res en los paí­ses des­ti­na­ta­rios de su inver­sio­nes de capi­talxii. Las inver­sio­nes en car­te­ra se desa­rro­llan prin­ci­pal­men­te entre 2003 y 2006, cen­trán­do­se prin­ci­pal­men­te en el sec­tor bancario.
En una segun­da fase del pro­ce­so de inter­na­cio­na­li­za­ción, la IED espa­ño­la se va orien­tan­do hacia la Unión Euro­pea y se diver­si­fi­ca algo más, lle­gan­do en 2009 a repre­sen­tar el 60% del stock total de IED emi­ti­da por España.
Para enten­der la expan­sión inter­na­cio­nal del capi­ta­lis­mo his­pano que tie­ne lugar a par­tir de los años noven­ta, hay que tener en cuen­ta que dicha expan­sión se pro­du­ce en el con­tex­to de la eta­pa de gran cre­ci­mien­to que se ini­cia­ba en aque­llos años. Des­de media­dos de esa déca­da, la eco­no­mía espe­cu­la­ti­va que se desa­rro­lla­ba en Espa­ña torno al sec­tor de la cons­truc­ción lle­ga a lími­tes des­co­no­ci­dos has­ta ese momen­to en Euro­pa, gene­rán­do­se la gigan­tes­ca bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria que todos cono­ce­mos. Y la bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria dio lugar a la bur­bu­ja imperial.
Esta expan­sión no pue­de con­ce­bir­se sin la inyec­ción con­ti­nua­da de gran­des volú­me­nes de finan­cia­ción exter­na pro­ce­den­te, prin­ci­pal­men­te de Ale­ma­nia, que así encon­tra­ba una for­ma lucra­ti­va de inver­tir los exce­den­tes de capi­tal que acu­mu­la­ba su pode­ro­sa ban­ca. Una finan­cia­ción que, ade­más, se aba­ra­ta con­si­de­ra­ble­men­te con la cons­ti­tu­ción de la Unión Eco­nó­mi­ca y Mone­ta­ria y la intro­duc­ción del euro entre 1999 y 2002.
Sin el recur­so a la finan­cia­ción exter­na, abun­dan­te y bara­ta, que inyec­ta masi­va­men­te el impe­ria­lis­mo euro­peo en la eco­no­mía espa­ño­la no se entien­de el segun­do mila­gro eco­nó­mi­co espa­ñol y sin dicha finan­cia­ción no se entien­de tam­po­co la expan­sión impe­ria­lis­ta espa­ño­la. Efec­ti­va­men­te, las trans­na­cio­na­les his­pa­nas no con­ta­ron en nin­gún momen­to con impor­tan­tes recur­sos pro­pios para lle­var a cabo dicha expan­sión. La finan­cia­ción exter­na se mate­ria­li­zó, por tan­to, a tra­vés de prés­ta­mos de la ban­ca euro­pea a la ban­ca espa­ño­la y de inver­sio­nes de car­te­ra (bonos ban­ca­rios) res­pal­da­das por acti­vos inmo­bi­lia­rios. Dicha inver­sión “fue cla­ve para finan­ciar pro­ce­sos de cre­ci­mien­to empre­sa­rial, inclui­do la implan­ta­ción de las empre­sas espa­ño­las en el exte­riorxiii.
Por lo tan­to, el impe­ria­lis­mo espa­ñol fue, en cier­ta medi­da, un impe­ria­lis­mo de pres­ta­do, como pres­ta­da —o más bien impor­ta­da— fue la tec­no­lo­gía que las empre­sas espa­ño­las uti­li­za­ron en su expan­sión. Pues si no tenían recur­sos pro­pios, tam­po­co era suya —espa­ño­la— la mayor par­te de la tecnología.
Sin embar­go, tras el esta­lli­do de la actual cri­sis eco­nó­mi­ca se hizo extre­ma­da­men­te com­pli­ca­do acce­der a nue­va finan­cia­ción exter­na, difi­cul­ta­des que se tras­la­da­ron al mer­ca­do finan­cie­ro interno. El resul­ta­do fue el pin­cha­zo de la bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria y el hun­di­mien­to de la frá­gil eco­no­mía española.
El efec­to de este hun­di­mien­to en las trans­na­cio­na­les his­pa­nas se refle­ja en una reduc­ción par­cial de su impor­tan­cia rela­ti­va en los paí­ses recep­to­res de la IED espa­ño­la, por la polí­ti­ca de des­in­ver­sio­nes que varias com­pa­ñías —por ejem­plo, Tele­fó­ni­ca— están lle­van­do a cabo para redu­cir su deu­daxiv. Sin embar­go —y a pesar de esta rela­ti­va reduc­ción— lo cier­to es que, en líneas gene­ra­les, pare­ce que las mul­ti­na­cio­na­les están con­si­guien­do man­te­ner bue­na par­te de las posi­cio­nes con­quis­ta­das en la eta­pa expan­si­va. Para finan­ciar­se en esta épo­ca de cri­sis no han podi­do recu­rrir, de la mis­ma for­ma que antes de la cri­sis, al cré­di­to ban­ca­rio. Tam­po­co han podi­do recu­rrir a la emi­sión de unos bonos cor­po­ra­ti­vos que ya no era posi­ble res­pal­dar con unos tóxi­cos y des­va­lo­ri­za­dos acti­vos inmo­bi­lia­rios. Por lo tan­to, la emi­sión de accio­nes se con­vier­te en la prin­ci­pal for­ma de seguir finan­cian­do la expan­sión exte­rior empre­sa­rialxv.
Y pre­ci­sa­men­te en el mer­ca­do bur­sá­til, en la com­pra-ven­ta de esas accio­nes, es don­de se va pro­du­cien­do la pér­di­da de la espa­ño­li­dad de la mayo­ría de estas trans­na­cio­na­les. O sea, que si se están man­te­nien­do como empre­sas mul­ti­na­cio­na­les duran­te estos años de cri­sis pro­fun­da del capi­ta­lis­mo espa­ñol, es a cos­ta de ser cada vez menos españolas.
Efec­ti­va­men­te, la estra­te­gia del impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano y euro­peo pare­ce pasar, no tan­to por apro­ve­char la cri­sis para des­pla­zar a las mul­ti­na­cio­na­les espa­ño­las de sus mer­ca­dos exte­rio­res, sino por apro­ve­char en bene­fi­cio pro­pio las posi­cio­nes que con­quis­ta­ron en esos mer­ca­dos duran­te los años ante­rio­res, hacién­do­se pro­gre­si­va­men­te con su capi­tal social y man­te­nien­do una nacio­na­li­dad espa­ño­la cada vez más fic­ti­ciaxvi.
Por últi­mo hay que hacer una bre­ve men­ción a la balan­za de ren­tas. En esta balan­za se refle­ja la rela­ción exis­ten­te entre los ingre­sos o bene­fi­cios pro­du­ci­dos por las inver­sio­nes espa­ño­las en el exte­rior, y los pagos por las inver­sio­nes rea­li­za­das en el inte­rior (en Espa­ña) por los capi­ta­lis­tas extran­je­ros. Pues bien, a pesar de los cuan­tio­sos bene­fi­cios obte­ni­dos por las mul­ti­na­cio­na­les espa­ño­las en sus nego­cios en el exte­rior duran­te la pri­me­ra déca­da del siglo XXI, lo cier­to es que la balan­za de ren­tas ha sido siem­pre defi­ci­ta­ria para Espa­ñaxvii. O sea, que el valor de la rique­za espa­ño­la que han suc­cio­na­do los capi­ta­lis­tas extran­je­ros ha sido siem­pre supe­rior a la rique­za de otros paí­ses que han con­se­gui­do suc­cio­nar los capi­ta­lis­tas españoles.
Dicho con nues­tras pala­bras, podría­mos resu­mir­lo así: igual que en el pasa­do, la eco­no­mía de Espa­ña tie­ne una ten­den­cia semi­co­lo­nial y una ten­den­cia impe­ria­lis­ta, y la que más pesa sigue sien­do la semi­co­lo­nial. Y duran­te la actual cri­sis —al igual que en las ante­rio­res— esta dimen­sión semi­co­lo­nial se ha veni­do refor­zan­do progresivamente.
Notas:
i Javier Meso­nes, “BBVA ya tie­ne más accio­nis­tas extran­je­ros (52,3%) que espa­ño­les (47,7%)”, Inver­tia, 14-03-2014.
ii “Los inver­so­res extran­je­ros ya tie­nen un 19,3% del capi­tal de Ban­kia”, Expansión.com, 10-03-2014.
iii Joan-Euge­ni Sán­chez, “El mer­ca­do inmo­bi­lia­rio y los pro­mo­to­res: cam­bios en la gran empre­sa inmo­bi­lia­ria”, 2003.
iv Car­los Sán­chez, “Casi el 40% de la indus­tria espa­ño­la está ya en manos de empre­sas extran­je­ras”, El Con­fi­den­cial, 26-09-2013.
v Car­men Llo­ren­te, “Espa­ña pier­de el con­trol de la ali­men­ta­ción”, El Mun­do, 1-03-2010.
vi Esto sin con­tar con el capi­tal extran­je­ro de sus accio­nis­tas prin­ci­pa­les Cai­xa­BankSacyr Valleher­mo­so. La sali­da de la mexi­ca­na Pemex del accio­na­ria­do no cam­bia esta cir­cuns­tan­cia pues­to que sus accio­nes van a seguir, obvia­men­te, en manos del capi­tal extranjero.
vii Car­los Díaz Güell, “AT&T‑Telefónica: Las empre­sas espa­ño­las están bara­tas y en el pun­to de mira de los caza­do­res de gan­gas”, en el blog eco­nó­mi­co Ten­den­cias del dine­ro, edi­ción nº 215, junio de 2013.
viii Isa­bel Ordó­ñez, “La colo­ni­za­ción extran­je­ra de la eco­no­mía espa­ño­la”, Forum​-Liber​tas​.com, 1-09-2010.
ix Ado­ra­ción Álva­ro, Nuria Puig y Rafael Cas­tro, “Las empre­sas mul­ti­na­cio­na­les extran­je­ras en Espa­ña”, 2008.
x Deloit­te, “La inver­sión extran­je­ra en Espa­ña y su con­tri­bu­ción socio-eco­nó­mi­ca”, 2014, p. 4.
xi Ibíd…, p. 5.
xii Ramón Casil­da Béjar, “La déca­da dora­da 1990 – 2000. Inver­sio­nes direc­tas espa­ño­las en Amé­ri­ca Lati­na”, 2002.
xiii Emi­lio Onti­ve­ros y Sara Bali­ña, “La inter­na­cio­na­li­za­ción de la eco­no­mía espa­ño­la”, 2012, p. 133.
xiv “Tele­fó­ni­ca ven­de acti­vos en Cen­troa­mé­ri­ca para redu­cir la deu­da”, El País , 30-04-2013; “Tele­fó­ni­ca ven­de su filial en Irlan­da por 850 millo­nes a Hut­chi­son Wham­poa”, El País , 24-06-2013.
xv Emi­lio Onti­ve­ros y Sara Bali­ña, op. cit., p. 136.
xvi El perio­dis­ta eco­nó­mi­co Car­los Díaz Güell seña­la en un intere­san­te artícu­lo que una de las con­di­cio­nes que el capi­tal extran­je­ro valo­ra más posi­ti­va­men­te a la hora de inver­tir en accio­nes de gran­des empre­sas espa­ño­las es pre­ci­sa­men­te “que ten­gan un ele­va­do por­cen­ta­je de inter­na­cio­na­li­za­ción” (Car­los Díaz Güell, op. cit.).
xvii Emi­lio Onti­ve­ros y Sara Bali­ña, op. cit., p, 137.

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