22 M. La dig­ni­dad del pueblo

25 DE MARZO DE 2014

El pasa­do sába­do en las calles de Madrid se con­gre­ga­ron dos millo­nes de per­so­nas, colec­ti­vos y pue­blos de todo el Esta­do, en una mani­fes­ta­ción que cual­quier per­so­na con un míni­mo de huma­ni­dad debe­ría secun­dar. Recla­ma­mos una vida dig­na, tra­ba­jo, casa, ser­vi­cios socia­les para todos y todas y el no pago de la deuda.

Con un amplí­si­mo apo­yo popu­lar, las Mar­chas de la Dig­ni­dad avan­za­ron duran­te más de 5 horas des­de Ato­cha has­ta Colón, en un ambien­te de lucha y soli­da­ri­dad entre pue­blos, que no se recuer­da en déca­das. Una acción cons­trui­da duran­te meses, a base de tra­ba­jo militante.

Des­de que par­tie­ron, las Mar­chas de la Dig­ni­dad han reco­rri­do todo el esta­do hacien­do asam­bleas en cada lugar por el que pasa­ban, lle­van­do una autén­ti­ca demo­cra­cia a cada pue­blo y reci­bien­do la soli­da­ri­dad de las gentes.

Fren­te a esta demos­tra­ción de dig­ni­dad y demo­cra­cia, el sis­te­ma no tie­ne nin­gún dis­cur­so que enfren­tar, y su úni­ca res­pues­ta es la repre­sión: La repre­sión mediá­ti­ca, con el silen­cio abso­lu­to des­de todos los medios del régi­men, has­ta que la reali­dad se ha impues­to y se han visi­to obli­ga­dos reco­ger nues­tra lucha.

La repre­sión polí­ti­ca, con decla­ra­cio­nes absur­das como las com­pa­ra­cio­nes con gru­pos de extre­ma dere­cha, con Ayun­ta­mien­tos prohi­bién­do­nos pasar o pec­noc­tar en sus muni­ci­pios o auto­ri­da­des loca­les incre­pa­do a com­pa­ñe­ras y compañeros.

La repre­sión poli­cial, sufri­da duran­te todo el camino, cuan­do la guar­dia civil des­via­ba a cami­nan­tes por cami­nos para­le­los de tie­rra y pie­dras para difi­cul­tar su mar­cha, o cuan­do la poli­cía impe­día que las asam­bleas trans­cu­rrie­sen con nor­ma­li­dad. Los con­tro­les injus­ti­fi­ca­dos en carre­te­ras que retu­vie­ron a más de 100 auto­bu­ses que ori­gi­na­ron retra­sos entre una y tres horas. Pero espe­cial­men­te cuan­do, una vez en Madrid, un des­plie­gue poli­cial des­pro­por­cio­na­do, for­ma­do por 1.700 agen­tes de la UIP traí­dos de varios luga­res del Esta­do, fue uti­li­za­do para ame­dren­tar y repri­mir al pueblo.

Antes de que la mani­fes­ta­ción ter­mi­na­se, un ejér­ci­to poli­cial ata­có sin mira­mien­tos a pobla­ción civil indefensa.

Des­de la pro­pia mega­fo­nía del acto que se esta­ba cele­bran­do en Colón, se pidió a los agen­tes que para­sen su ata­que, pero per­sis­tie­ron en la agre­sión. Una acción así no se impro­vi­sa, era un plan pre­me­di­ta­do para disol­ver la mani­fes­ta­ción y con­se­guir abrir los noti­cia­rios tele­vi­si­vos con imá­ge­nes de violencia.

Hubo un ejer­ci­to poli­cial que usó porras, esco­pe­tas y gases lacri­mó­ge­nos para vul­ne­rar el legí­ti­mo ejer­ci­cio del dere­cho de reu­nión. Fue un mon­ta­je poli­cial urdi­do des­de el Gobierno que vul­ne­ró dere­chos fun­da­men­ta­les como el de reu­nión y manifestación.

Las per­so­nas dete­ni­das fue­ron obje­to de mal­tra­to. Se les man­tu­vo ocho horas de pie con­tra la pared, con las manos en alto, no se les dió agua, no se les dió ali­men­to en 24 horas. A las muje­res ni se les per­mi­tió cam­biar de tam­pax. Se les man­tu­vo 37 horas en depen­den­cias poli­cia­les antes de pasar a dis­po­si­ción judicial.

Exi­gi­mos al régi­men que reti­re los car­gos de todos los acu­sa­dos y la liber­tad inme­dia­ta del com­pa­ñe­ro Miguel. Exi­gi­mos ade­más la des­ti­tu­ción de la dele­ga­da del gobierno y del jefe de poli­cía de Madrid, a los que con­si­de­ra­mos res­pon­sa­bles direc­tos del ata­que, así como la dimi­sión de minis­tro del inte­rior. La dig­ni­dad está de par­te del pue­blo. No ter­mi­na­mos aquí. Segui­re­mos orga­ni­zán­do­nos, luchan­do y tra­ba­jan­do a par­tir de la movi­li­za­ción popu­lar ya construida.

¡No es tiem­po de lamen­tos, es tiem­po de lucha!

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