He decidido que mañana jueves 23 van a abandonar las FSE Euskal Herria a partir de las 8 de la mañana. Pese a que esta decisión es firme me temo que no se va a cumplir. Y es que una cosa es tomar una decisión y otra muy diferente que se lleve a cabo.
El “derecho a decidir” es un concepto que no existía en ninguna parte del mundo. En la historia de Euskal Herria apareció exactamente hace una década. Fue inventado por el PNV en alguno de sus laboratorios de think tank al calor del plan Ibarretxe. Plan que teóricamente tenía como objetivo decidir si los vascos tienen derecho a decidir.
Desde entonces, la palabra autodeterminación ha ido desapareciendo paulatinamente del lenguaje de la clase política y de los medios de comunicación, habiendo afectado esto a la sociedad. Hoy en día prácticamente solo se lee al final de los comunicados del EPPK.
El derecho a decidir es una vaguedad llena de ambigüedad que dice todo y nada al mismo tiempo. Y que no está recogido en ningún tipo de acuerdo internacional.
Sin embargo, el derecho de autodeterminación está recogido en algunos de los documentos internacionales más importantes, como la Carta de las Naciones Unidas o los Pactos Internacionales de Derechos Humanos. Numerosas resoluciones de la Asamblea General de la ONU hacen referencia a este principio y lo desarrollan.
La autodeterminación es el derecho a decidir el estatus nacional de un pueblo sin ningún tipo de injerencia externa y ejercer sus propias formas de gobierno y desarrollo en función de esa decisión. En otras palabras, es el derecho que tienen todos los pueblos a ejercer su independencia nacional si así lo desean. Es un derecho democrático donde la forma más civilizada de ejercerlo es mediante un referéndum donde se de respuesta a esta cuestión. ¿Quiere usted la independencia? Si o no.
Este referéndum de autodeterminación y la aplicación práctica de su resultado es el que es negado a la nación vasca mediante las armas y las leyes de los estados español y francés. Siendo esto el núcleo principal del conflicto de soberanía.
Por lo tanto, solo hay tres vías. Convencer a los estados que no sean opresores nacionales, forzar a los estados a que respeten y acepten este derecho o ejecutar ese derecho directamente y rechazar a los estados en sus pretensiones.
¿Hacia dónde vamos?. No se sabe muy claro.
Dependiendo de que opción se escoja, el camino será muy diferente. El derecho a decidir es algo natural que ya lo tienen los pueblos, cómo llevarlo a la práctica mediante la autodeterminación y ejercerlo es la pregunta clave, la que puede aunar fuerzas y voluntades para alimentar un recorrido concreto y la que traza la vía del proceso de autodeterminación necesario.
El “derecho a decidir” en abstracto no da ninguna respuesta a esto. Un debate nacional donde se trace el camino hasta llegar a la tesitura de realizar esta pregunta: ¿Quiere usted la independencia? , es lo que falta. Y en ese camino concreto es donde se pueden acumular fuerzas, y lo mas importante, que esas fuerzas hagan fuerza en una apuesta concreta: Llevar a cabo un proceso de autodeterminación.
De momento, la dependencia hacia el PNV otorgándole la llave que abra ese proceso y las iniciativas enfocadas a ello, hace que difícilmente pueda abrirse un proceso popular.