90 años sin Vla­di­mir Ilich Lenin

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Hoy se cum­plen 90 años des­de el falle­ci­mien­to de Vla­di­mir Lenin. El revo­lu­cio­na­rio ruso es recor­da­do como uno de los líde­res polí­ti­cos y pen­sa­do­res más impor­tan­tes de la his­to­ria de la humanidad.

El polí­ti­co y esta­dis­ta ruso es reco­no­ci­do por su tra­yec­to­ria como líder de la Revo­lu­ción Rusa, fun­da­dor del Par­ti­do Comu­nis­ta ruso y arqui­tec­to del Esta­do Soviético.

Aun­que muchos lo cono­cen por Lenin su ver­da­de­ro nom­bre era Vla­di­mir Ilich Ulia­nov y había naci­do en Sim­birsk, en una fami­lia de inte­lec­tua­les rusos, el 22 de abril de 1870. El padre, Ilia, un ins­pec­tor de pri­me­ra ense­ñan­za, com­par­tía las ideas de los demó­cra­tas revo­lu­cio­na­rios de 1860 y se había con­sa­gra­do a la edu­ca­ción popu­lar. La madre, María Ale­xan­drov­na Blank, mujer de vas­ta cul­tu­ra, ama­ba la músi­ca y seguía de cer­ca las acti­vi­da­des esco­la­res de sus hijos, el cuar­to de los cua­les había sido Vla­di­mir Ilich, a quien lla­ma­ban cari­ño­sa­men­te Volo­dia. El pri­mo­gé­ni­to, Ale­xan­der, fue eje­cu­ta­do por su par­ti­ci­pa­ción en los pre­pa­ra­ti­vos de un aten­ta­do al Zar Ale­jan­dro III cuan­do el futu­ro Lenin era un adolescente.

En 1887 Volo­dia ingre­sa en la Uni­ver­si­dad de Kazán para estu­diar Dere­cho, tras haber fina­li­za­do con los máxi­mos hono­res sus estu­dios de bachi­lle­ra­to. En ese mis­mo cur­so, lo expul­sa­ron de la casa de altos estu­dios por sus acti­vi­da­des anti­za­ris­tas. Cuen­tan que al ser dete­ni­do, un ofi­cial le dijo mien­tras le some­tía a los inte­rro­ga­to­rios de ruti­na: ¿Para qué albo­ro­ta tan­to, joven, si ante usted se alza un muro?. El joven Lenin repli­có: Un muro. Sí, pero car­co­mi­do. Bas­ta un empu­jón para que se derrumbe.

Deci­di­do a gra­duar­se, Volo­dia exa­mi­nó por la libre las asig­na­tu­ras y se licen­ció en la Uni­ver­si­dad de San Peters­bur­go. Vin­cu­la­do a los círcu­los mar­xis­tas y al inci­pien­te movi­mien­to pro­le­ta­rio de esta ciu­dad, publi­có en 1894 ¿Quié­nes son los ami­gos del pue­blo y cómo luchan con­tra los social­de­mó­cra­tas?, una argu­men­ta­da crí­ti­ca a los popu­lis­tas. Por su par­ti­ci­pa­ción acti­va en la recién fun­da­da Unión de lucha por la eman­ci­pa­ción de la cla­se obre­ra, vol­vie­ron a detenerlo.

Encar­ce­la­mien­to

En la Cár­cel, Lenin rápi­da­men­te se puso a tra­ba­jar en lo que lue­go publi­ca­ría en 1889 bajo el títu­lo de El desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo en Rusia. Se comu­ni­ca­ba con el exte­rior a tra­vés de su her­ma­na Ana y de Nadezh­da Krúps­ka­ya, una estu­dian­te a quien había cono­ci­do en los círcu­los mar­xis­tas. Pero esta últi­ma había sido ficha­da por la poli­cía y tuvie­ron que bus­car­le otra novia a Volo­dia, una ami­ga de Nadiezh­da que acce­dió a ser­vir de correo. Pron­to Krups­kaia fue tam­bién dete­ni­da. Ambos se reu­nie­ron en el des­tie­rro en Sibe­ria y se casa­ron en 1898.

Quie­nes cono­cie­ron enton­ces al futu­ro Lenin lo des­cri­bían como de baja esta­tu­ra, con una gran viva­ci­dad y una mira­da ardien­te y pene­tran­te. Los pómu­los, salien­tes y los ojos, un tan­to obli­cuos. El cabe­llo se le cayó sien­do aún muy joven y mos­tra­ba una fren­te amplia. Ya a sus 20 años le lla­ma­ban “el viejo”.

Exi­lio

A poco de comen­zar 1900, con 30 años de edad, Volo­dia comen­za­ba su pri­mer exi­lio en Sui­za. Allí puso en mar­cha un pro­yec­to lar­ga­men­te aca­ri­cia­do: la publi­ca­ción de un perió­di­co social­de­mó­cra­ta de alcan­ce nacio­nal. El pri­mer núme­ro de Iskra (La Chis­pa) vio la luz el 21 de diciem­bre de ese año, con un edi­to­rial suyo enca­be­zan­do la pri­me­ra pági­na. A par­tir de otro artícu­lo de su auto­ría, publi­ca­do en la Revis­ta Zaria, en diciem­bre de 1901, comen­zó a fir­mar como Lenin. Has­ta enton­ces solo había uti­li­za­do su nom­bre o los seu­dó­ni­mos de K. Tulin o V. Ilin.

La apa­ri­ción del libro ¿Qué hacer?, una de sus obras más impor­tan­tes, en mar­zo de 1902, lo iden­ti­fi­ca como el líder de los mar­xis­tas rusos. Lenin recla­ma­ba la nece­si­dad de una orga­ni­za­ción de revo­lu­cio­na­rios pro­fe­sio­na­les y sin­te­ti­za­ba la idea del Par­ti­do como van­guar­dia de la cla­se obre­ra. Esta obra des­ató la polé­mi­ca en torno a cómo estruc­tu­rar el Par­ti­do den­tro del Segun­do Con­gre­so de los social­de­mó­cra­tas rusos, en el que se con­su­mó la rup­tu­ra defi­ni­ti­va entre los segui­do­res de Lenin, lla­ma­dos bol­che­vi­ques (mayo­ri­ta­rios) fren­te a los men­che­vi­ques (mino­ría).

Regre­so a Rusia

Lenin regre­só a Rusia en 1905 para incor­po­rar­se a la espon­tá­nea revo­lu­ción que había esta­lla­do. Tras la derro­ta de las masas popu­la­res se vio obli­ga­do a exi­lar­se de nue­vo. En esos años de auge de la reac­ción, reu­nió y refor­zó las filas de los bol­che­vi­ques en su labor de for­jar un par­ti­do revo­lu­cio­na­rio mar­xis­ta. En 1916 publi­có Impe­ria­lis­mo, fase supe­rior del capi­ta­lis­mo, don­de ana­li­za este sis­te­ma en sus carac­te­rís­ti­cas actua­les y argu­men­ta, a con­tra­pe­lo de otras tesis, cómo la revo­lu­ción socia­lis­ta tam­bién es posi­ble en paí­ses atra­sa­dos como Rusia.

Vol­vió a su patria en abril de 1917. Un amplio movi­mien­to popu­lar había derro­ca­do al zaris­mo y exis­tía una dua­li­dad de pode­res en el país entre el Gobierno pro­vi­sio­nal bur­gués y los soviets que obre­ros, cam­pe­si­nos y sol­da­dos habían orga­ni­za­do por toda la nación. Lenin se sumió en la clan­des­ti­ni­dad, pues exis­tía una orden de arres­to con­tra su per­so­na, y el 23 de octu­bre (día 10, según el calen­da­rio ruso enton­ces vigen­te), el Comi­té Cen­tral del Par­ti­do Bol­che­vi­que adop­ta su pro­pues­ta de insurrección.

Pre­si­den­cia

Una vez lle­ga­dos al poder, Lenin y los bol­che­vi­ques pro­mul­ga­ron tres decre­tos: el de la Tie­rra, que pres­cri­bía la pro­pie­dad terra­te­nien­te y les entre­ga­ba la tie­rra a los cam­pe­si­nos; el de la Paz, median­te el cual Rusia salía de la gue­rra impe­ria­lis­ta ini­cia­da en 1914; y el de las Nacio­na­li­da­des, por el que se le otor­ga­ba a las anti­guas nacio­nes sub­yu­ga­das por el zaris­mo la opción de la inde­pen­den­cia o inte­grar la Repú­bli­ca Socia­lis­ta Fede­ra­ti­va Sovié­ti­ca de Rusia.

Duran­te años, con más inten­si­dad entre 1918 y 1920, las fuer­zas con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias inten­ta­ron derro­car al Esta­do sovié­ti­co con el apo­yo de las poten­cias occi­den­ta­les, espe­cial­men­te Fran­cia y Esta­dos Uni­dos. Al ejér­ci­to de la con­tra­rre­vo­lu­ción, coman­da­do por anti­guos gene­ra­les zaris­tas, lo derro­tó el Ejér­ci­to Rojo, inte­gra­do por cam­pe­si­nos y obre­ros. El país que­dó devas­ta­do, la eco­no­mía mal­tre­cha y el ham­bre se ense­ño­reó de gran­des regio­nes. El reto más gran­de de la Revo­lu­ción pasó a ser enton­ces la recons­truc­ción eco­nó­mi­ca de Rusia, tarea que Lenin se pro­pu­so enca­rar de inme­dia­to. Y en aquel país des­tro­za­do, aún con reza­gos feu­da­les, se comen­zó a edi­fi­car la for­mi­da­ble super­po­ten­cia, tan­to en lo eco­nó­mi­co como en lo mili­tar, que lle­gó a ser en pocos años.

El 30 de agos­to de 1918 fue obje­to de un aten­ta­do por par­te de Fanny Roid Kaplan, socia­lis­ta mode­ra­da, lo cual ori­gi­nó un amplio movi­mien­to de depu­ra­ción de las filas revo­lu­cio­na­rias. Con la fina­li­dad de inte­grar las dife­ren­tes nacio­na­li­da­des del terri­to­rio ruso, Lenin pro­cla­mó, el 30 de diciem­bre de 1922, la crea­ción de la Unión de Repú­bli­cas Socia­lis­tas Soviéticas.

Pese a las difi­cul­ta­des de la gue­rra civil, Lenin no rele­gó sus prin­ci­pios inter­na­cio­na­li­tas, y el 2 de mar­zo de 1919, en Mos­cú, inau­gu­ró el Pri­mer Con­gre­so de la III Inter­na­cio­nal, en soli­da­ri­dad con los movi­mien­tos obre­ro y comu­nis­ta, así como con los de libe­ra­ción nacio­nal de los pue­blos colo­nia­les y semi­co­lo­nia­les de Asia.

Enfer­me­dad y muerte

En mar­zo de 1922 Lenin asis­tió por últi­ma vez a un con­gre­so del Par­ti­do, un mes des­pués se le inter­ve­nía qui­rúr­gi­ca­men­te para extraer­le las balas que con­ti­nua­ban alo­ja­das en su cuer­po des­de el aten­ta­do sufri­do en 1919 y que le habían oca­sio­na­do gra­ves secue­las. Des­de enton­ces solo tuvo peque­ñas eta­pas en que mejo­ró par­cial­men­te. Aun así, tuvo la fuer­za de dic­tar varias car­tas, entre ellas su lla­ma­do «tes­ta­men­to» en la que expre­sa su gran temor ante la lucha por el poder enta­bla­da entre León Trotsky y Sta­lin en el seno del partido.

El 21 de enero de 1924 una hemo­rra­gia cere­bral aca­bó con su vida. El hom­bre que detes­ta­ba el cul­to a la per­so­na­li­dad fue embal­sa­ma­do y depo­si­ta­do en un rico mau­so­leo de la Pla­za Roja.

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