El arma del silen­cio mediá­ti­co- Man­lio Dinucci

Se dice que el silen­cio es oro. Lo es, sin lugar a dudas, pero no sola­men­te en el sen­ti­do del pro­ver­bio. Es sobre todo impor­tan­te como ins­tru­men­to de mani­pu­la­ción de la opi­nión públi­ca: si en los perió­di­cos, en las noti­cias de la tele­vi­sión y en los deba­tes tele­vi­sa­dos no se habla de un acto de gue­rra, no exis­te en el espí­ri­tu de los que están con­ven­ci­dos de que sólo exis­te lo que apa­re­ce en los medios de infor­ma­ción. Por ejem­plo, ¿cuán­ta gen­te sabe que hace una sema­na la capi­tal de Sudán, Kar­tum, fue bom­bar­dea­da? El ata­que fue efec­tua­do por caza bom­bar­de­ros que ata­ca­ron de noche una fábri­ca de muni­cio­nes. La que, según Tel Aviv, pro­veía a los pales­ti­nos de Gaza. Israel es el úni­co Esta­do a poseer en la región avio­nes capa­ces de ata­car a 1.900 km de dis­tan­cia, de esca­par a los rada­res y de pro­vo­car el blo­queo de las tele­co­mu­ni­ca­cio­nes, capa­ces de lan­zar misi­les y bom­bas de pre­ci­sión des­de dece­nas de kiló­me­tros del obje­ti­vo. Fotos de saté­li­tes mues­tran, en un radio de 700 metros del epi­cen­tro, seis enor­mes crá­te­res abier­tos por poten­tes cabe­zas explo­si­vas, que han pro­vo­ca­do muer­tos y heri­dos. El gobierno israe­lí guar­da silen­cio ofi­cial, limi­tán­do­se a afir­mar que Sudán es un «peli­gro­so Esta­do terro­ris­ta, apo­ya­do por Irán». Por el con­tra­rio, los ana­lis­tas estra­te­gas hablan, dan­do por segu­ro de don­de vino el ata­que, seña­lan que esto podría ser un ensa­yo del bom­bar­deo de los empla­za­mien­tos nuclea­res ira­níes. La peti­ción suda­ne­sa de que las Nacio­nes Uni­das con­de­ne el ata­que israe­lí y la decla­ra­ción del Par­la­men­to ára­be, que acu­sa a Israel de vio­la­ción de la sobe­ra­nía suda­ne­sa y del dere­cho inter­na­cio­nal, han sido igno­ra­das por los medios de infor­ma­ción importantes.

El bom­bar­deo israe­lí de Kar­tum ha, de esta mane­ra, des­apa­re­ci­do bajo la ley del silen­cio mediá­ti­co. Como la masa­cre de Bani Walid, la ciu­dad libia ata­ca­da por las mili­cias «guber­na­men­ta­les» de Mis­ra­ta. Videos y fotos, dis­tri­bui­das por inter­net, mues­tran impre­sio­nan­tes imá­ge­nes de la masa­cre de civi­les, inclu­so niños. En un tes­ti­mo­nio de video rea­li­za­do en un hos­pi­tal de Bani Walid sitia­do, el doc­tor Meleshe Shan­doly habla de los sín­to­mas que pre­sen­tan los heri­dos, típi­cos de los efec­tos del fós­fo­ro blan­co y de gases asfi­xian­tes. Hemos sabi­do des­pués que este médi­co fue dego­lla­do. Hay, sin embar­go, otros tes­ti­mo­nios, como el del abo­ga­do Afaf Yusef, que expli­ca que nume­ro­sas per­so­nas han muer­to sin haber sido alcan­za­das por pro­yec­ti­les o explo­sio­nes. Cuer­pos intac­tos, como momi­fi­ca­dos, pare­ci­dos a los de Fallu­jah, la ciu­dad ira­quí ata­ca­da en 2004 por las fuer­zas esta­dou­ni­den­ses con pro­yec­ti­les de fós­fo­ro blan­co y con armas nue­vas de ura­nio. Otros tes­ti­mo­nios hablan de un bar­co trans­por­tan­do armas y muni­cio­nes, que lle­gó a Mis­ra­te poco antes del ata­que con­tra Bani Walid. Otros hablan de bom­bar­deos aéreos, de ase­si­na­tos y de vio­la­cio­nes, de casas demo­li­das con los bull­do­zes. Pero sus voces tam­bién han sido aho­ga­das bajo la capa del silen­cio mediá­ti­co. Así como la infor­ma­ción de que Esta­dos Uni­dos, duran­te el asal­to con­tra Beni Walid, blo­queó en el Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU la pro­pues­ta rusa de resol­ver el con­flic­to a tra­vés de medios pacíficos.

Infor­ma­cio­nes que no lle­gan, y lle­ga­rán cada vez menos, a nues­tras casas. La red mun­dial de saté­li­tes Intel­sat, cuyo cuar­tel gene­ral está en Washing­ton, aca­ba de blo­quear las trans­mi­sio­nes ira­níes hacia Euro­pa, y la red de saté­li­tes euro­pea Eutel­sat ha hecho lo mis­mo. En la épo­ca de la «infor­ma­ción glo­bal», lo úni­co que debe oír­se es la Voz de su Amo.

Man­lio Dinucci

Edi­ción del mar­tes 30 de octu­bre de 2012 de il manifesto

http://​www​.ilma​ni​fes​to​.it/​a​r​e​a​-​a​b​b​o​n​a​t​i​/​i​n​-​e​d​i​c​o​l​a​/​m​a​n​i​p​2​n1/…

[Tra­du­ci­do del fran­cés por Boltxe kolektiboa.]

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