«El racis­mo está en nues­tras men­tes, en nues­tra for­ma­ción y en nues­tra cultura»

Clínica de ritmos afro-cubanos

Susa­na Méndez 

Recien­te­men­te fue cele­bra­da en La Haba­na una reu­nión de la Arti­cu­la­ción Regio­nal de los Afro­des­cen­dien­tes de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be, en la que par­ti­ci­pa­ron impor­tan­tes per­so­na­li­da­des inte­lec­tua­les cuba­nas y de la región, lucha­do­res por los dere­chos de los afro­des­cen­dien­tes y en con­tra del racis­mo y la dis­cri­mi­na­ción racial en nues­tro continente.

Por la par­te cuba­na, entre otros estu­dio­sos, inves­ti­ga­do­res y espe­cia­lis­tas, asis­tió el doc­tor en Cien­cias y direc­tor hono­ra­rio del Cen­tro de Estu­dios sobre Esta­dos Uni­dos de la Uni­ver­si­dad de La Haba­na, Este­ban Mora­les Domín­guez, que acce­dió a rea­li­zar decla­ra­cio­nes al Perió­di­co Cubar­te, acer­ca del even­to y del tema de la racia­li­dad en la Cuba de hoy.

Ante­ce­den­tes

En pri­mer lugar se han dado muchos even­tos sobre afro­des­cen­dien­tes en Amé­ri­ca Lati­na des­de fina­les de los 90 y fun­da­men­tal­men­te des­pués de la cum­bre de Dur­ban en el 2001, que tra­zó una pla­ta­for­ma para la lucha de los afro­des­cen­dien­tes; un ami­go decía que a Dur­ban había­mos entra­do negros y había­mos sali­do afrodescendientes.

Noso­tros real­men­te aquí en Cuba, aun­que había­mos par­ti­ci­pa­do ―par­ti­cu­lar­men­te yo he par­ti­ci­pa­do en varias con­fe­ren­cias en Vene­zue­la, en Pana­má y recien­te­men­te en Sal­va­dor de Bahía―, no obs­tan­te hay que decir que nues­tra pre­sen­cia era como inte­lec­tua­les y aun­que habían invi­ta­do tam­bién a miem­bros del gobierno, por ejem­plo al encuen­tro de Pana­má no fue nin­gún repre­sen­tan­te guber­na­men­tal, aun­que me acom­pa­ñó un fun­cio­na­rio de la emba­ja­da nues­tra allí duran­te todo el evento.

A Sal­va­dor de Bahía sí fue un repre­sen­tan­te del gobierno, en este caso Abel Prie­to, que era aún minis­tro de Cul­tu­ra y que siem­pre ha sido una per­so­na de la cual hemos reci­bi­do, duran­te todos estos años un gran apo­yo para el desa­rro­llo del tema racial en Cuba, como lo hemos teni­do tam­bién de la UNEAC, de Miguel Bar­net, y de otras ins­ti­tu­cio­nes, pero fun­da­men­tal­men­te de esas dos.

Con­jun­ta­men­te con Abel fue Zulei­ca Romay, pre­si­den­ta del Ins­ti­tu­to Cubano del Libro, y coin­ci­di­mos una serie de ami­gos que nos había­mos encon­tra­do en otros even­tos; esta­ba Agus­tín Laó Mon­tes, el puer­to­rri­que­ño, que estu­vo estos días con noso­tros, Rober­to Zur­bano, que había ido a pre­sen­tar la revis­ta Casa de las Amé­ri­cas y Heri­ber­to Feraudy, de la Comi­sión Apon­te de la UNEAC.

Se plan­teó enton­ces allí la posi­bi­li­dad de hacer una reu­nión en Cuba, por­que nues­tros ami­gos y cole­gas his­tó­ri­cos en este asun­to siem­pre nos habían mani­fes­ta­do que Cuba era una pla­za impor­tan­te por su expe­rien­cia, para desa­rro­llar un foro de este tipo y que podía ser un fac­tor sig­ni­fi­ca­ti­vo en el pro­ce­so de arti­cu­la­ción del movi­mien­to de afro­des­cen­dien­tes en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be; eso fue muy bien aco­gi­do por Abel y se fijó el mes de abril para efec­tuar­lo, pero no se pudo hacer y final­men­te lo hemos dado ahora.

Par­ti­ci­pan­tes

Ha veni­do una repre­sen­ta­ción impor­tan­te de lucha­do­res por la cau­sa de los afro­des­cen­dien­tes duran­te muchos años, que son per­so­nas que tie­nen un gran tra­ba­jo en sus comu­ni­da­des, que tie­nen una com­pren­sión teó­ri­ca, yo diría éti­ca y polí­ti­ca de cómo es el pro­ce­so del movi­mien­to afrodescendiente.

Un sal­to significativo

Me pare­ce que hemos dado un sal­to sig­ni­fi­ca­ti­vo no tan­to des­de el pun­to de vis­ta de ellos sino de noso­tros que siem­pre había­mos par­ti­ci­pa­do más bien a títu­lo per­so­nal como aca­dé­mi­cos, como inte­lec­tua­les, y aho­ra esta es una acti­vi­dad que aco­ge Cuba, que tie­ne el res­pal­do del gobierno a tra­vés del Minis­te­rio de Cul­tu­ra y que tie­ne el apo­yo de noso­tros, de las ins­ti­tu­cio­nes y de las orga­ni­za­cio­nes de la socie­dad civil, repre­sen­ta­das por todos los inte­lec­tua­les que tra­ba­ja­mos en esto y por otros que están agru­pa­dos en orga­ni­za­cio­nes no guber­na­men­ta­les como La Cofra­día de la Negri­tud, y la Comi­sión Apon­te de la UNEAC, de lucha con­tra el racis­mo y la dis­cri­mi­na­ción racial.

Hemos logra­do aquí una cosa muy impor­tan­te, en pri­mer lugar entrar real­men­te en el pro­ce­so de arti­cu­la­ción del movi­mien­to que tie­ne mucha rele­van­cia; esta reu­nión nos da una herra­mien­ta de incal­cu­la­ble valor para tra­tar de resol­ver nues­tros pro­ble­mas inter­nos si somos capa­ces de utilizarla.

La deu­da con África

El pro­ble­ma de la tra­ta escla­vis­ta y la pro­pia escla­vi­tud, es una deu­da extra­or­di­na­ria que en Dur­ban se plan­teó con mucha fuer­za y que se sigue plan­tean­do, inclu­so el tema de las repa­ra­cio­nes, que se refie­re un poco a pagar esa deu­da con Áfri­ca, por­que Áfri­ca no vol­vió a ser, pues per­dió a toda su juven­tud, a los que duran­te siglos hubie­ran podi­do con­tri­buir al desa­rro­llo del con­ti­nen­te y vinie­ron para Amé­ri­ca y el Cari­be pre­ci­sa­men­te per­so­nas jóve­nes, fuer­tes, salu­da­bles a tra­ba­jar en el pro­ce­so de colo­ni­za­ción, en la pro­duc­ción de azú­car, en los albo­res de lo que se podría lla­mar la acu­mu­la­ción ori­gi­na­ria del capital.

Esa es una gran deu­da que tie­ne la huma­ni­dad con el con­ti­nen­te afri­cano y noso­tros tam­bién la tenemos.

Hemos avan­za­do pero es mucho lo que nos falta

A pesar de los 53 años de Revo­lu­ción, se obser­vó cla­ra­men­te, sobre todo des­pués de la ocu­rren­cia de la cri­sis eco­nó­mi­ca de fina­les de los 80s y prin­ci­pios de los 90s, que hemos avan­za­do pero que es mucho lo que nos fal­ta, por­que ade­más en nues­tro país se come­tie­ron erro­res en su momen­to; noso­tros tuvi­mos una polí­ti­ca social extra­or­di­na­ria­men­te huma­ni­ta­ria que nos ayu­dó a ele­var­nos a todos, pero en esa polí­ti­ca no se tuvo en cuen­ta el color de la piel y al no tener­se en cuen­ta no se atien­de a una varia­ble socio­de­mo­grá­fi­ca que es de dife­ren­cia­ción social.

En Cuba no es lo mis­mo ser negro, que ser blan­co, que ser mes­ti­zo, y de eso no tie­ne la cul­pa nadie, es un pro­ce­so estruc­tu­ral de desa­rro­llo que ha veni­do duran­te más de 500 años, en el que toda­vía en nues­tro país ―a pesar de todo lo que la Revo­lu­ción ha hecho y todo lo que ha ele­va­do la posi­bi­li­dad de negros y mes­ti­zos―, se obser­van las dife­ren­cias por­que son ances­tra­les. Ade­más noso­tros hemos lucha­do mucho por ser inde­pen­dien­tes des­de el pun­to de vis­ta eco­nó­mi­co, hemos teni­do sobre noso­tros el blo­queo eco­nó­mi­co de Esta­dos Uni­dos, una polí­ti­ca agre­si­va que nos ha obli­ga­do a defen­der­nos, y la cues­tión racial ha que­da­do un poco sub­su­mi­da, diga­mos, sin una prioridad.

Mie­do al tema

Por­que tam­bién hay que decir que en un momen­to deter­mi­na­do se le tuvo mie­do al tema, en el sen­ti­do de que se con­si­de­ra­ba que podía divi­dir­nos, en unas cir­cuns­tan­cias como las de prin­ci­pios de los 60s en que tenía­mos que estar muy uni­dos para luchar con­tra el enemi­go prin­ci­pal y en medio de esas con­di­cio­nes había orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias que no toma­ban en cuen­ta los pro­ble­mas del color sino que eran orga­ni­za­cio­nes muy plu­ri­di­men­sio­na­les, plu­ri­cul­tu­ra­les, plu­ri­ra­cia­les, que ayu­da­ban bajo un pro­yec­to gene­ral a que todos los ciu­da­da­nos avan­za­ran. Pero las con­se­cuen­cias que dejó la escla­vi­tud y que la Repú­bli­ca no aten­dió, fue­ron cosas que que­da­ron ahí y nos pare­ció en medio de los 70s y 80s que avan­zá­ba­mos y el mis­mo negro no tenía una con­cien­cia cla­ra de que en reali­dad no está­ba­mos avan­zan­do tan rápi­do como pen­sá­ba­mos, ni está­ba­mos solu­cio­nan­do los pro­ble­mas como creía­mos, y la cri­sis eco­nó­mi­ca puso de mani­fies­to que éra­mos idea­lis­tas al con­si­de­rar que el pro­ble­ma esta­ba resuelto.

Sur­gie­ron tam­bién los pre­jui­cios has­ta por par­te de per­so­na­li­da­des del pro­pio gobierno, de las ins­ti­tu­cio­nes que no enten­dían ni lo que está­ba­mos dicien­do, ni que hablá­ra­mos de racis­mo y dis­cri­mi­na­ción racial en Cuba, en este país socia­lis­ta, pero por fin al pasar de los años, poco a poco en esa lucha, dis­cu­tien­do, escri­bien­do, ana­li­zan­do el pro­ble­ma, para la inmen­sa mayo­ría de la gen­te ya está cla­ro que el pro­ble­ma existe.

Este­reo­ti­pos racia­les, dis­cri­mi­na­ción y racismo

En nues­tro país lamen­ta­ble­men­te aún exis­ten este­reo­ti­pos racia­les, dis­cri­mi­na­ción y racis­mo, y eso no es cul­pa de la Revo­lu­ción; al con­tra­rio, la Revo­lu­ción tra­tó de resol­ver­lo, pero en medio de las cir­cuns­tan­cias favo­ra­bles que se pre­sen­ta­ron para el avan­ce de toda la pobla­ción cuba­na y para la lucha con­tra la pobre­za y la des­igual­dad, el pro­ble­ma de la impor­tan­cia que tenía el color como dife­ren­cia­ción, como pun­to de par­ti­da de un sec­tor de la pobla­ción que par­tió de más atrás, se sub­su­mió en estos obje­ti­vos y cier­ta­men­te mere­ció, ―como yo defien­do aho­ra― cier­tas polí­ti­cas de acción afir­ma­ti­va, por­que real­men­te nues­tras per­so­nas negras y mes­ti­zas no pue­den espe­rar común­men­te lo que pue­de espe­rar cual­quier ciu­da­dano, hay que tra­tar de ayu­dar­los con polí­ti­cas espe­cí­fi­cas. De eso se dio cuen­ta Fidel y empe­zó a hacer inves­ti­ga­cio­nes muy con­cre­tas para hallar la dife­ren­cia y la pobre­za allí don­de estu­vie­ra y se puso cla­ra­men­te de mani­fies­to que eran negros y mes­ti­zos los que más sufrían la crisis.

Un ele­men­to impor­tan­tí­si­mo fue el ini­cio de la lle­ga­da de las reme­sas a Cuba, pero esta­mos hablan­do de sola­men­te el 15% de la pobla­ción, por­que hacia Esta­dos Uni­dos, que es el país del cual se man­dan más reme­sas hacia Cuba, los negros emi­gra­ron tar­de, des­pués de los 80, recién sali­dos de las cár­ce­les, cuan­do ya ese no era real­men­te el país de las opor­tu­ni­da­des y emi­gra­ron en peque­ña can­ti­dad, sin apo­yo filial ni fami­liar, y esa es la razón por la cual las reme­sas lle­gan fun­da­men­tal­men­te a blan­cos e intelectuales.

Yo he pasa­do varias veces por el aero­puer­to de Mia­mi, de regre­so a Cuba, y en una lar­ga fila de per­so­nas que vie­nen para Cuba ape­nas usted se encuen­tra una o dos fami­lias negras, por­que no son los que tie­nen los mejo­res empleos ni las mejo­res con­di­cio­nes para ayu­dar a su fami­lia aquí; has­ta eso se pro­du­ce y tam­bién el hecho de que las lla­ma­das per­so­nas blan­cas ―por­que en reali­dad no hay blan­cos en Cuba, por eso deci­mos que todos somos afro­des­cen­dien­tes― pue­den bus­car sus ape­lli­dos en Espa­ña, y eso les da cier­tas faci­li­da­des, pero ¿dón­de los negros y mes­ti­zos vamos a bus­car nues­tros ape­lli­dos en nues­tras fami­lias ances­tra­les para que nos ayuden?

Un pro­ce­so de lucha que es nues­tro también

Este movi­mien­to para noso­tros tie­ne gran impor­tan­cia para ayu­dar a arti­cu­lar­nos den­tro de un pro­ce­so de lucha que es nues­tro tam­bién, aun­que ten­ga cier­tas pecu­lia­ri­da­des, por­que muchas de las cosas que noso­tros hemos logra­do para ellos aún son obje­ti­vos a alcan­zar como la edu­ca­ción y la salud gra­tui­tas, igual empleo-igual sala­rio, tra­to social, tra­to huma­ni­ta­rio; pero noso­tros toda­vía esta­mos muy alia­dos a ellos en la lucha de lo que es pro­pia­men­te la dis­cri­mi­na­ción racial, aun­que esta en Cuba no se pue­da com­pa­rar a la que exis­te en otros paí­ses, mucho menos a la que exis­te en Esta­dos Uni­dos. Pero exis­te y es un pro­ce­so en el que hemos invo­lu­cio­na­do un poco en los últi­mos 20 años, en medio de la cri­sis eco­nó­mi­ca, y por tan­to tene­mos ahí una lucha que encau­zar, que no la encau­ce­mos solos es una gran ven­ta­ja para nosotros.

Por eso decía que me sien­to con­ten­to por lo que sig­ni­fi­ca este encuen­tro para noso­tros, por­que aún exis­ten sus reser­vas, sus incom­pren­sio­nes, hay la nece­si­dad de empu­jar, y esta es una opor­tu­ni­dad exce­len­te para noso­tros tomar esta ban­de­ra inter­na­men­te y tra­tar de impul­sar la lucha con­tra la dis­cri­mi­na­ción racial, aun­que haya per­so­nas que ni quie­ren oír hablar de eso y haya per­so­nas que no entien­den cuan­do uno les habla de ese asunto.

Debe­mos decir, no obs­tan­te, que hemos avan­za­do en los últi­mos años aun­que no este­mos como debe­mos estar en la tele­vi­sión, ni en la pren­sa, ni en los medios; toda­vía no tene­mos la pre­sen­cia que debe­mos tener en la eco­no­mía del dólar y del turis­mo; toda­vía no tene­mos real­men­te un equi­li­brio en la pre­sen­cia social cul­tu­ral; esta es una socie­dad mul­ti­co­lor, mul­ti­rra­cial, con un nivel de con­so­li­da­ción cul­tu­ral muy alto pero aún negros, blan­cos y mes­ti­zos no ocu­pan un lugar equi­li­bra­do inclu­so den­tro del pro­pio pro­ce­so de la inte­gra­ción cultural.

El racis­mo sobre­pa­sa la estruc­tu­ra de cla­se, la estruc­tu­ra social y el modo de producción

Este movi­mien­to que noso­tros al prin­ci­pio no enten­día­mos, que decía­mos que no éra­mos afro­des­cen­dien­tes, que nos negá­ba­mos a que los nor­te­ame­ri­ca­nos nos lla­ma­ran afro­cu­ban, es una cosa que se ha ido com­pren­dien­do y del que se ha vis­to el ele­men­to de posi­ti­vi­dad tan extra­or­di­na­rio que tie­ne arti­cu­lar nues­tra lucha por­que noso­tros tene­mos expe­rien­cias que apor­tar, aun­que solo sea que ni en un pro­ce­so de cons­truc­ción socia­lis­ta es posi­ble aca­bar con el racis­mo, por­que el racis­mo sobre­pa­sa la estruc­tu­ra de cla­se, la estruc­tu­ra social, el modo de pro­duc­ción; el racis­mo es un mons­truo con miles de ten­tácu­los que sen­ci­lla­men­te cuan­do usted le cor­ta uno, otro asu­me el papel del que no está; es un fenó­meno muy difí­cil de des­ar­ti­cu­lar y de derro­tar, y hay que hacer­lo con inteligencia.

Noso­tros pode­mos demos­trar que no es sufi­cien­te aca­bar con el capi­ta­lis­mo para aca­bar con el racis­mo. Cuan­do en 1886 se abo­lió la escla­vi­tud, aun­que no exis­tía ofi­cial­men­te, siguió. El racis­mo no se va a abo­lir, todo lo con­tra­rio, lo que ocu­rrió en nues­tro país fue que en años pro­mi­so­rios de desa­rro­llo, se ocul­tó, y emer­gió lue­go en medio de la cri­sis. No pode­mos pen­sar que ha des­apa­re­ci­do, está en nues­tras men­tes, en nues­tra for­ma­ción y en nues­tra cultura.

Toda­vía no se habla del color en nues­tras escue­las, ni se estu­dian los pro­ble­mas de la racia­li­dad en las uni­ver­si­da­des; aún no exis­te una arti­cu­la­ción inte­lec­tual inves­ti­ga­ción-medios, esa que tie­ne que exis­tir para que un tema avan­ce des­de el pun­to de vis­ta social a par­tir de que tie­ne una base cien­tí­fi­ca que lo estu­dia, una per­so­na pre­pa­ra­da que lo cono­ce y un medio que lo divul­ga, y hace mucha falta.

Tene­mos que seguir avan­zan­do en este sen­ti­do por­que es algo que ya afec­ta la con­so­li­da­ción del pro­yec­to social de la Revo­lu­ción, que es un pro­yec­to de igual­dad y de equi­dad; has­ta en tér­mi­nos ele­men­ta­les no tomá­ba­mos en cuen­ta el color de las per­so­nas y se sabe inclu­so que hay enfer­me­da­des que ata­can más a los negros que a los blancos.

Tene­mos aún muchos pre­jui­cios, muchos pro­ble­mas, que 53 años de Revo­lu­ción, por muy radi­cal que haya sido ―y yo creo que lo fue, a pesar de los pro­ble­mas que tene­mos aho­ra―, no son sufi­cien­tes para extir­par del cuer­po social un fenó­meno que exis­te hace más de 500 años, y es extra­or­di­na­ria­men­te impor­tan­te com­ba­tir con todas las armas cul­tu­ra­les, edu­ca­cio­na­les, ideo­ló­gi­cas, polí­ti­cas y socia­les con­tra él, por­que está en una cir­cuns­tan­cia en la cual ame­na­za con reins­ta­lar­se en la macro con­cien­cia de la socie­dad cubana.

La impor­tan­cia de la infor­ma­ción y la comunicación

Una de las cosas que yo plan­teé en el encuen­tro fue la nece­si­dad de inter­cam­biar infor­ma­ción, por­que cono­cer otras reali­da­des apor­ta expe­rien­cias y noso­tros podre­mos apor­tar, pero ¿cuán­tos no podrán apor­tar­nos las suyas?; por tan­to, el inter­cam­bio infor­ma­ti­vo es esencial.

Noso­tros tene­mos en Cuba un pro­ble­ma con el cen­so, inclu­so en IPS aca­ban de sacar una entre­vis­ta en la que yo le hago una crí­ti­ca; el cen­so reco­ge tal por cien­to de blan­cos, tal de negros y tal de mes­ti­zos, a nivel macro, pero lo que hace fal­ta saber es cuán­tos negros hay en Güi­nes, cuán­tos están des­em­plea­dos, cuán­tos tie­nen nivel uni­ver­si­ta­rio, cuán­tos no, eso es impor­tan­te por­que noso­tros tene­mos que cons­truir este país sobre la base de una polí­ti­ca social cien­tí­fi­ca don­de pue­das decir: “allí es don­de está la pobre­za, la des­igual­dad”. Por eso Fidel man­dó a hacer inves­ti­ga­cio­nes y se le pre­gun­ta­ba a las madres si los niños tenían padres, si había tele­vi­sor en la casa, si tenían jugue­tes, si le alcan­za­ba el dine­ro para com­prar la cuo­ta, por­que él se dio cuen­ta que empe­za­ron a emer­ger cosas que pen­sá­ba­mos que no existían.

Sí que­re­mos de ver­dad cons­truir una socie­dad de equi­dad, la esta­mos cons­tru­yen­do en un país plu­ri­ra­cial y plu­ri­co­lor, y eso no es sim­ple­men­te un pro­ble­ma de color de la piel. Cuan­do usted no tie­ne en cuen­ta la varia­ble color de la piel está votan­do al ces­to de la basu­ra 500 años de his­to­ria, por­que a los negros, blan­cos y mes­ti­zos no les tocó el mis­mo lugar en el pro­ce­so de cons­truc­ción de esta socie­dad y eso se ha arras­tra­do de gene­ra­ción en gene­ra­ción y es algo que se obser­va en los barrios, ¿quié­nes son los que viven en peo­res con­di­cio­nes, o están más veces presos?

Cuan­do comen­zó el perío­do espe­cial yo tenía un aula de 70 estu­dian­tes, de los cua­les 14 eran negros y que­da­ron solo 7, que eran etío­pes; los negros cuba­nos habían teni­do que salir del aula a bus­car tra­ba­jo por­que son los que más cer­ca están de la pobre­za, del deli­to, del mal vivir; no bas­ta con que vivan en el mis­mo barrio y vayan a la mis­ma pis­ci­na, no es sufi­cien­te, eso se arrastra.

El pri­mer tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción que yo hice fue sobre la entre­ga de casas a fami­lias de barrios mar­gi­na­les, a las que se les die­ron for­mi­da­bles apar­ta­men­tos y cuan­do a los dos años regre­sa­mos, habían ven­di­do los herra­jes y los mar­cos de las puer­tas, cria­ban puer­cos en las baña­de­ras; no es un pro­ble­ma sola­men­te de con­di­cio­nes mate­ria­les, es que cuan­do usted es una per­so­na edu­ca­da, apren­de a apro­ve­char mejor lo que tie­ne, vive mejor, mejor edu­ca­ción es mejor vida, aun­que usted no gane más salario.

Auto­re­co­no­ci­mien­to

Tene­mos otros pro­ble­mas, como la can­ti­dad de negros que no se auto­re­co­no­cen como negros, por­que here­da­mos el fenó­meno del blan­quea­mien­to. En el siglo XIX el hacen­da­do blan­co que tenía un hijo con la cria­da negra le com­pra­ba el títu­lo de blan­quea­mien­to, mire usted qué hipo­cre­sía esa. Quie­re decir que arras­tra­mos muchas cosas que no son pro­pia­men­te de nivel mate­rial ni eco­nó­mi­co, sino que son ele­men­tos de la cul­tu­ra, a la que a veces la gen­te no le pres­ta la debi­da aten­ción y la cul­tu­ra se mate­ria­li­za en un modo de vida y en actitudes.

Hay muchas per­so­nas que no tie­nen con­cien­cia de lo que es ser racista

Si a un cubano usted le dice que es machis­ta lo toma como un chis­te, pero si le dice que es racis­ta, no lo acep­ta; por­que todo el mun­do sabe que es una acti­tud que deme­ri­ta. Pero hay muchas per­so­nas que no tie­nen con­cien­cia de lo que es ser racis­ta. En gene­ral, cuan­do yo hablo de racis­mo no es un pro­ble­ma de los blan­cos; ori­gi­nal­men­te fue de blan­cos con­tra negros, pero al pasar de los años el negro reac­cio­nó con­tra eso y se vol­vió racista.

En nues­tro país hoy el racis­mo no es un pro­ble­ma solo de negros, es de toda la socie­dad, es decir, es una dis­fun­cio­na­li­dad social; o sea, que las cosas no fun­cio­nan de acuer­do a las reglas.

Hay muchas per­so­nas que no tie­nen con­cien­cia de que son racis­tas, y no por­que sean malas per­so­nas, es que no ha habi­do en Cuba un pro­ce­so que las ayu­de a adqui­rir esa con­cien­cia. En Esta­dos Uni­dos los negros sí tie­nen una con­cien­cia de color y de racia­li­dad, pero en este país no, por­que el racis­mo entre noso­tros es dife­ren­te. Diga­mos, la colo­ni­za­ción espa­ño­la no fue igual que la colo­ni­za­ción ingle­sa ―que fue de apartheid―, y la colo­ni­za­ción espa­ño­la acep­tó un poco más al negro, por­que tam­po­co eran blan­cos, ya que con 800 años de colo­ni­za­ción ára­be no podían ser­lo, aun­que no reco­no­cen sus ances­tros africanos.

Pudie­ra pare­cer que en Cuba las cosas son más fáciles

El mie­do al negro exis­te, eso vie­ne por­que es la acti­tud ante el otro, es como se for­ma el este­reo­ti­po; tú tie­nes que acep­tar al otro, pero eso es un pro­ce­so de apren­di­za­je, de edu­ca­ción. En medio de esas cir­cuns­tan­cias mucha gen­te no entien­de al otro, es una acti­tud ante el otro y muchas veces las per­so­nas desa­rro­llan un mie­do deter­mi­na­do; y si ese pro­ce­so está liga­do a que esa per­so­na de otro color com­pi­te con­ti­go en algo, eso se exa­cer­ba. Hubo un momen­to aquí en que noso­tros no tenía­mos ese pro­ble­ma, por­que todos los que estu­diá­ba­mos en el aula uni­ver­si­ta­ria cuan­do nos gra­duá­ba­mos tenía­mos una bole­ta de ubi­ca­ción; pero el pro­ble­ma empe­zó a emer­ger aho­ra en que cada uno tie­ne que ir a bus­car­se tra­ba­jo, y el racis­mo es tam­bién un ins­tru­men­to de poder para deme­ri­tar al otro y que no te pue­da hacer competencia.

Es un fenó­meno con muchas aris­tas, muchas de las cua­les a veces noso­tros ni cono­ce­mos y que no son igua­les en todas par­tes. En Cuba el racis­mo no se apre­cia con faci­li­dad, es más difí­cil por­que no se mani­fies­ta cla­ra­men­te y ves mucha con­fra­ter­ni­dad y soli­da­ri­dad entre las per­so­nas, pero eso no quie­re decir que no ten­gan pre­jui­cios racia­les; sí los tie­nen, pero más ocul­tos, y los sacan cuan­do se pre­sen­ta la cir­cuns­tan­cia. Es un pro­ce­so bien com­ple­jo, deli­ca­do, no es sola­men­te que el negro y el mes­ti­zo estén eco­nó­mi­ca­men­te igual que el blan­co, no bas­ta; la igual­dad eco­nó­mi­ca no es sufi­cien­te, no eli­mi­na el racis­mo. En Esta­dos Uni­dos hay negros millo­na­rios que viven en los barrios bue­nos de los blan­cos y son tan dis­cri­mi­na­dos como cualquiera.

Son pro­ce­sos muy com­ple­jos con­tra los cua­les hay que luchar; la dis­cri­mi­na­ción nues­tra es por el color que lle­va implí­ci­to un con­jun­to mayor de sub­je­ti­vi­da­des. Pudie­ra pare­cer que en Cuba las cosas son más fáci­les, pero no es así por­que es una cues­tión de suti­le­zas que no se pue­den iden­ti­fi­car tan fácil­men­te. Estos fenó­me­nos nos deme­ri­tan, nos hacen retro­ce­der hacia los peo­res luga­res, son cosas con las que tene­mos que aca­bar para que esta socie­dad se desa­rro­lle sobre la base de un pro­yec­to social que deje todos esos las­tres atrás.

Cubar­te

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