Echan­do al inva­sor- Borro­ka Garaia

En un día como hoy hace cin­co siglos, un 25 de julio, Iru­ñea sin mura­llas y con una pobla­ción de cer­ca de 8.000 per­so­nas, se encon­tra­ba cer­ca­da por un ejer­ci­to extran­je­ro com­pues­to por 15.000 mer­ce­na­rios y algún que otro trai­dor capi­ta­nea­dos por el Duque de Alba. Un ejer­ci­to que había esta­do con­cen­tra­do en Gas­teiz antes de ini­ciar la inva­sión de la capi­tal vas­ca. Un Gas­teiz que tres siglos antes había sido con­quis­ta­do tras casi un año de terri­ble ase­dio militar.

La des­ane­xión terri­to­rial y con­quis­ta del Rei­no de Nafa­rroa que se ini­ció en el siglo XII, en un pro­ce­so que se exten­dió has­ta el siglo XIX se pue­de con­si­de­rar el ini­cio del con­flic­to polí­ti­co de sobe­ra­nía entre los esta­dos espa­ñol y fran­cés con­tra Eus­kal Herria. Sin embar­go la nación vas­ca exis­tió antes de la pri­me­ra dinas­tía monár­qui­ca de Eneko Aritza y sigue exis­tien­do siglos des­pués de la caí­da del rei­no. Ya que nin­gún rei­no ni esta­do hace ser a una nación. La jus­ti­fi­ca­ción de la sobe­ra­nía vas­ca no resi­de por tan­to en la exis­ten­cia del Rei­no de Nafa­rroa sino en la exis­ten­cia de la nación vas­ca que no está rela­cio­na­da con estruc­tu­ras polí­ti­cas sino con el ser y la voluntad.

Ni la pobla­ción vas­ca de enton­ces era libre ni real­men­te sobe­ra­na bajo monar­quías y jauntxos que solo se preo­cu­pa­ban de su pro­pio bene­fi­cio, ni la recu­pe­ra­ción del esta­do de Naba­rra tie­ne una lógi­ca sobe­ra­nis­ta liga­da al pue­blo llano o lo que lla­ma­ría­mos hoy cla­se tra­ba­ja­do­ra que a su vez es tam­bién la mayo­ría de la socie­dad. La úni­ca lógi­ca sobe­ra­nis­ta real (que no monár­qui­ca) es la que está liga­da a la volun­tad del pue­blo y de la nación. En caso de recu­pe­rar algo que eso sea la batza­rra y el auzo­lan, ver­da­de­ras estruc­tu­ras popu­la­res y pri­mi­ge­nias de la orga­ni­za­ción vasca.

El rey de Naba­rra Juan III de Albret o Labrit huyó ante la supe­rio­ri­dad del ejér­ci­to impe­rial a las puer­tas de Iru­ñea mien­tras se daban nume­ro­sos levan­ta­mien­tos en toda Nabarra.

Quie­nes ofre­cie­ron resis­ten­cia fue­ron til­da­dos de infie­les, exco­mul­ga­dos, cis­má­ti­cos, des­obe­dien­tes y rebel­des. Han pasa­do siglos des­de aque­llo pero aquí segui­mos los y las lea­les a la sobe­ra­nía vas­ca del pue­blo y espe­ran­do siem­pre fie­les la señal de la inde­pen­den­cia. Una inde­pen­den­cia que hará sobe­rano al pue­blo a tra­vés de la repú­bli­ca socia­lis­ta de Eus­kal Herria, sin jauntxos ni reyes.

Mas de 500 años de ocu­pa­ción y dis­pues­tos a luchar otros 500 con­tra el inva­sor si hace fal­ta, pero que sepan los Duques de Alba del siglo XXI que no lo hará.

Máxi­mo home­na­je a todos los lucha­do­res y lucha­do­ras vas­cas que a lo lar­go de los siglos han dado la vida enfren­tan­do­se a la ocu­pa­ción y al invasor.

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