El pasado 10 de mayo tuvieron lugar las elecciones legislativas argelinas, cuya nota dominante ha sido la elevada y persistente tasa de abstención, que alcanzó el 57,1%, siete puntos menos que en 2007. Sin embargo, la abstención llegó hasta el 70% en Argel y superó el 80% en la región de Kabilia. Mientras la gerontocracia del FLN abandona la escena política sin permitir el surgimiento de una alternativa y no se acaba de superar el síndrome de la guerra civil de facto sufrida por el país, pareciera que Argelia viviese a espaldas de la Primavera árabe. El FLN ha vuelto a obtener la mayoría (220 escaños de 462), seguido del Reagrupamiento Nacional Democrático (68) y la coalición de partidos islamistas moderados, Alianza Verde (48). En la Kabilia, los escasos votos emitidos han ido en su mayoría al Frente de Fuerzas Socialistas. Robert P. Parks, un conocido especialista en el país maghrebi, escribió este análisis una semana antes de las elecciones, que conserva todo su valor (NdR).
En diciembre de 2010 y enero de 2011, los argelinos y tunecinos tomaron las calles. Mientras en Túnez, centenares de miles de ciudadanos se levantaron para acosar al dictador Zine al-Abdine Ben Ali, al oeste, ciudades de un extremo a otro de Argelia entraron en una erupción de revueltas generalizadas. Aunque las revueltas acaecidas entre el 29 de diciembre y el 10 de enero fueron de una intensidad inaudita desde el levantamiento de octubre de 1988 que puso fin al antiguo sistema de partido único del Frente de Liberación Nacional (FLN), se desvanecieron tan inopinadamente como empezaron, sin derramamiento de sangre. Significativamente, las manifestaciones masivas forzaron finalmente a Ben Ali a escapar, lo que jalonó la revolución del 14 de enero y marcó el inicio de los levantamiento árabes.
Las Karama o protestas por la dignidad, tal y como se las ha descrito posteriormente, estallaron a lo largo y ancho de la región durante los meses siguientes. En poco más de un año, cuatro líderes árabes han sido expulsados del poder. Ben Ali, Mubarak, Gadafi y Saleh son ya espectros del pasado, mientras que los días de Bashar Al Assad parecen cada vez más contados. Desde entonces, el Egipto y el Túnez posautoritarios han organizado elecciones legislativas con éxito: movimientos-partido islamistas han obtenido rotundas victorias en ambos países, así como en Marruecos, donde el rey Mohammed VI convocó elecciones anticipadas en respuesta al movimiento de protesta de su propio país. Significativamente, en Libia y Yemen parece que aumenta la violencia tribal, regionalista y sectaria ─poniendo en cuestión su capacidad para avanzar mediante elecciones limpias y libres─, mientras el espectro de ese escenario en Siria obsesiona a poderes regionales e internacionales, que ahora exhortan a Al-Assad a dimitir. Así como hace menos de un año uno habría podido decir que el hilo tejido por la llamada primavera árabe era una reorientación fundamental del modo en que los regímenes y las sociedades árabes ven y aplican la política,(1) ahora ese hilo parece raído, si no partido en dos hebras: las victorias electorales islamistas y la violencia prolongada, rayana en la guerra civil. Al menos, ése es el cristal desde el que los argelinos consideran, en conjunto, los logros de los levantamientos árabes. Al cabo, como gustan de señalar, el levantamiento argelino ocurrió hace 22 años, en octubre de 1988. Los argelinos saben que la apuesta por sentarse en la mesa implica aceptar el riesgo u oportunidad de una victoria electoral islamista, mientras que los costes del fracaso son desalentadores. La guerra civil argelina se cobró una cifra aproximada de 200.000 vidas. Y, en un extraño, si no sombrío, giro del destino, las revueltas de 2010 – 2011 empezaron y finalizaron aproximadamente a 19 años de la victoria del Frente Islámico de Salvación (FIS), el 26 de diciembre de 1991, y de la decisión del ejército, el 11 de enero de 1992, de anular las elecciones y tomar el poder; acontecimientos críticos en que tanto islamistas como laicistas fechan el inicio de la guerra civil.
Con estos graves pensamientos en mente acuden los argelinos a las elecciones del 10 de mayo de 2012, las cuartas elecciones pluripartidistas desde la anulación de las de 1991.
10 de mayo de 2012: ¿surfeando sobre la ola verde de los levantamientos árabes?
La llamada primavera árabe está teñida de verde. Movimientos islamistas hasta entonces prohibidos han ganado las elecciones posrevolucionarias en Egipto y Túnez, mientras que, en Marruecos, el partido islamista palaciego Justicia y Desarrollo se ha alzado con la victoria electoral por mayoría relativa, obteniendo casi una cuarta parte de los escaños y dirige actualmente la coalición gobernante. El escenario argelino es probable que sea distinto. Tal y como Mouloud Mammeri escribió hace más de sesenta años, «le printemps chez nous ne dure pas».(2) Mientras que los levantamientos árabes han envalentonado temporalmente a los islamistas argelinos, es improbable que este impulso se traduzca en una coalición dirigida por ellos, como en Marruecos. Y aun si ése fuera el caso, esos avances electorales no supondrían desafío significativo alguno al statu quo, como en Egipto y Túnez. Desde 1995, el régimen ha adoptado una política de inclusión de los islamistas moderados, con los que ha compartido el poder de modo limitado pero simbólico (y lucrativo). La estrategia ha dividido al movimiento en diversos partidos islamistas, cada vez más moderados. Su participación rutinaria en las elecciones locales, legislativas y presidenciales ha minado parte de la mística del movimiento. El grado en que los levantamientos árabes han envalentonado temporalmente a los islamistas argelinos o en que su participación continuada en política ha convertido al Islam en una trivialidad es difícil de precisar. A falta de sondeos creíbles sobre la opinión pública con los que podamos calcular el apoyo popular al movimiento islamista o a los diversos partidos islamistas respecto al arraigado bloque nacionalista, lo más que podemos decir sobre los avances islamistas y, en general, sobre el voto islamista es que:
1. Todo dependerá de la transparencia de las elecciones.
2. Es probable que los partidos islamistas aumenten su porcentaje total de votos y, probablemente, su número de escaños, a pesar de que no todos lo hagan en igual proporción. Así, a pesar de que es probable una mayoría relativa islamista, es altamente improbable que ésta sea absoluta.
- Aunque algún partido islamista entre en el gobierno, lo hará en coalición con el FLN y/o la Unión Nacional Democrática [RND, por sus siglas en francés] y permanecerá como socio subalterno con una cartera ministerial ampliada.
1) Todo depende de la transparencia de las elecciones
Desde la anulación de las elecciones legislativas de 1991, las elecciones en Argelia han estado marcadas por las irregularidades (1997 y 2002) o la interferencia administrativa en asuntos de los partidos, poco antes de las elecciones (2007). A pesar de que los resultados de cada asamblea han representado, en general, a los tres bloques ideológicos (nacionalistas, laicistas e islamistas) que han predominado, en grados variables y modos diferentes, en la escena política argelina desde la apertura de 1988, el resultado de cada una de ellas estaba manipulado al servicio de objetivos específicos.(3)
Tanto el gobierno como los partidos han subrayado la importancia de las elecciones del 10 de mayo de 2012, hasta el punto de etiquetarlas como «un segundo 1 de noviembre».(4) Para distinguir la celebración ─y persuadir a los partidos para que no boicoteen las elecciones─,(5) el gobierno ha anunciado una ampliación de la Asamblea Nacional, desde sus actuales 389 escaños a 462. Como muestra de su compromiso con la transparencia electoral, ha formado una Comisión Nacional de Supervisión de las Elecciones (CNSE), compuesta por representantes de la mayor parte de partidos políticos, y ha invitado a 500 observadores internacionales.(6) Mientras que la CNSE está en desacuerdo con el Ministerio del Interior en varias cuestiones,(7) tanto su autonomía como la presencia de observadores son una novedad clara respecto al pasado, lo que indica el reconocimiento de que las elecciones serán algo diferentes de las últimas votaciones. Básicamente, lo que está en juego no es una improbable mayoría islamista, sino más bien la participación, que durante la última década ha descendido regularmente hasta quedar reducida a la mitad: 65,49% en 1997, 46,06% en 2002 y 35,65% en 2007. Un hundimiento mayor de la participación no deslegitimaría sólo las recientes reformas de Buteflika, sino al conjunto de la clase política, incluyendo a los islamistas. Y también proyectaría la imagen de un régimen frágil, a ojos de la comunidad internacional. El objetivo de estas elecciones, por tanto, es que aumente la participación a fin de obtener legitimidad. El grado en que las necesidades de participación en el sistema permitan superar una desdichada historia de falseamiento electoral recientemente condenado por el presidente, Abdelaziz Buteflika, sólo se sabrá el día de las elecciones.
2) Es probable que los partidos islamistas aumenten su porcentaje total de votos y, probablemente, su número de escaños, a pesar de que no todos lo hagan en igual proporción
El islamismo político argelino lo tiene todo a su favor. Estimulado por el éxito electoral del islamismo en los países vecinos, los tres principales contendientes argelinos por el voto islamista son optimistas. A pesar de la nada desdeñable euforia que se vive a lo largo y ancho de la región, empero, varios factores pueden evitar un tsunami islamista el 10 de mayo de 2012. A diferencia de los movimientos políticos islamistas egipcio y tunecino, el argelino ha sido legal desde la apertura política de 1989. Y a diferencia del marroquí, el movimiento islamista argelino está dividido en partidos políticos consolidados que compiten por el mismo electorado.
Además del proscrito FIS, el Movimiento de la Sociedad por la Paz (MSP), de Mahfouz Nahnah, y el Movimiento de Renacimiento Árabe (An-Nahda), de Abdallah Djaballah, participaron en las elecciones legislativas anuladas de 1991. Difícilmente calificables como hombres de paja, los líderes de ambos partidos tienen una larga historia de activismo islámico anterior a la fundación del FIS, en 1989, y su legitimidad histórica se visualizó en las elecciones de 1991. El MSP y An.Nahda supusieron una suma de 500.000 votos del total que el bloque islamista del FIS dijo representar.(8) El MSP y una serie de partidos dirigidos por Djaballah han participado sistemáticamente en todas las contiendas presidenciales y legislativas celebradas desde entonces. El MSP es amplia aunque acaso erróneamente considerado como un partido prorrégimen. De un modo u otro, ha participado en todas las elecciones desde 1991. Su líder histórico, Mahfouz, obtuvo el 25% de los votos en las elecciones presidenciales de 1995. En 1997, llevó al partido al segundo puesto en las elecciones al Parlamento y aceptó puestos ministeriales en el gobierno de la RND. A pesar de ocupar carteras ministeriales en una coalición prorrégimen, el gobierno obstruyó el intento de Nahnnah de ocupar la presidencia, en 1999. En 2002, el partido sufrió un revés, cuando el nuevo partido de Djaballah, Al-Islah, desplazó al primer grupo islamista en el Parlamento. El ex ministro de la Pequeña y Mediana Empresa (1997−1999), Trabajo y Asuntos Sociales (1999−2001) y vicepresidente del MSP, Bouguerra Soltani, cogió las riendas del partido tras la muerte de Nahnah, en 2003. El MSP se unió a la alianza entre el FLN y la RND, apoyando a Buteflika en su segundo mandato, un año después. El MSP desplazó a su rival, Al-Islah, en las elecciones de 2007, tras la implosión de ese partido, y apoyó a Buteflika en su tercer mandato, en 2009. Miembro tanto de la organización internacional Hermanos Musulmanes como de la coalición gobernante desde hace largo tiempo, el MSP ha desarrollado una imponente infraestructura de partido que vincula efectivamente a sus militantes tanto a la burocracia estatal como a la comunidad empresarial «verde». Los recursos de ambas se utilizan tanto para mantener y recabar nuevos apoyos cuanto para financiar sus campañas electorales. Bajo la apariencia del mantenimiento, cuando no desarrollo, de una máquina bien engrasada, el liderazgo de Soltani en el partido se enfrenta a serios desafíos, que evidencian los cuestionamientos ya planteados con motivo de la derrota de 2002, arrastrados tras la prematura muerte de Nahnah y todavía irresueltos. Elegido líder del partido en 2003, los intentos de Soltani de consolidar su poder han sido contestados desde entonces por los rivales, que siguen viendo en él más una continuación de los días de Nahnah que un líder. A pesar de que las críticas han sido de contenido diverso, el «estilo autocrático» de Soltani y el impacto que la participación en la alianza presidencial tiene en la independencia y probidad del partido han aparecido en todas ellas. Esas tensiones llegaron a un punto crítico en el congreso del partido de 2008, cuando el ex ministro de Industria (1997−2002) y vicepresidente del partido, Abelmadjid Menasra, desafió el liderazgo de Soltani. En la reconciliación de última hora, Menasra retiró su candidatura a cambio de la dimisión de Soltani como ministro sin cartera: un puesto emblemático en cuanto a proximidad al poder. Aunque Soltani prometió distanciar al partido del régimen, el MSP apoyó la reelección del presidente Buteflika, en abril de 2009. Menos de una semana después de que el Consejo Constitucional ratificara el tercer mandato del presidente, Menasra y 16 de los 51 diputados del partido, un puñado de senadores y miles de militantes rompieron filas. A pesar de que aún no es claro en qué medida la marcha de Menasra ha afectado al apoyo militante al MSP, el FLN propuso al bloque de Menasra una alianza en varias regiones para las elecciones al Senado de 2009 (alianzas contrarias a la alianza presidencial y que evidenciaron su apoyo real en las asambleas locales y regionales).(9) A finales de febrero de 2012, el Ministerio del Interior reconoció legalmente al nuevo partido de Menasra, el Frente por el Cambio (FC).
A diferencia del MSP bajo Nahnah y Soltani, Abdallah Djaballah ha permanecido tenazmente en la oposición. Mientras que su posición inquebrantable le ha granjeado el respeto de los militantes de base, ha sido un serio motivo de conflicto con los cuadros de sus dos partidos (An-Nahda, 1990 – 1998, y Al-Islah, 1999 – 2007), lo que le ha costado el liderazgo de ambos. Poco después de las elecciones de 1997, los cuadros de An-Nahda usurparon el liderazgo de Djaballah con la esperanza de obtener puestos ministeriales en el gobierno. Dos años después, éste fundó Al-Islah, arrastrando a la mayoría de militantes del partido. En las elecciones de 2002, Al-Islah fue la segunda fuerza más votada y la tercera en escaños, lo que le catapultó al frente de la oposición argelina, arrebatando a su antiguo partido todos sus escaños menos uno.(10) Mientras, en la campaña de 2004, el MSP se adhería a la alianza presidencial en favor de Buteflika, Djaballah organizaba regularmente conferencias de prensa con los candidatos rivales Ali Benflis (FLN) y Saïd Sadi (RCD) para denunciar irregularidades administrativas. En vísperas de las elecciones al Parlamento de 2007, Djaballah sufrió una segunda crisis de liderazgo, que repitió la debacle de An-Nahda. Abandonó nuevamente el partido, llevándose a las bases. Sin el liderazgo y prestigio de Djaballah, el partido perdió sus tres escaños.(11) Djaballah no participó en las elecciones presidenciales de 2009, pero en 2012 ha vuelto a la arena política, al frente del recientemente legalizado Frente por la Justicia y el Desarrollo (FJD). Acaso como gesto sardónico hacia las reivindicaciones de los antiguos cuadros, Djaballah ha afirmado que esta vez su partido considerará la opción de entrar en una coalición de gobierno, posición que indica tanto el aumento de la confianza de su base militante en él cuanto el acrecentado papel que puede jugar en la arena política argelina.
Es una incógnita si, en las elecciones legislativas de 2012, la presencia continuada del MSP en el gobierno o el serial de escándalos de corrupción(12) beneficiará a Menasra y a su recientemente constituido FC. Sin embargo, como he anotado más arriba, los vínculos del MSP con el gobierno y la comunidad empresarial «verde», así como su inserción en el aparato del partido, da a Soltani una ventaja organizativa tanto sobre Menasra como sobre Djaballah, cuyo nuevo partido se encuentra todavía en formación. Para atajar las críticas, en enero de 2012, el MSP anunció a bombo y platillo su marcha de la alianza presidencial, pero ha conservado sus carteras ministeriales. Y, en marzo, Soltani anunció una «alianza verde», con los partidos islamistas An-Nahda y Al-Islah. A pesar de ser escasamente funcional ─juntos, ambos partidos sólo obtuvieron ocho escaños en las elecciones de 2007─, la alianza ha significado para Soltani un estímulo simbólico de gran cobertura mediática. Y, lo que es más importante, la alianza dirigida por el MSP ha arrojado la alfombra fuera de los pies del FC: Menasra ha abogado desde hace largo tiempo por una alianza islamista, mientras que Djaballah ha afirmado sin desmayo que una alianza entre los islamistas argelinos no es deseable ni posible. Durante las últimas semanas, Manasra ha intentado complacer al antiguo FIS y ha logrado el apoyo de ex dirigentes como Majlis Shura o Sheikh Hachemi Sahnoun. Con todo, el impacto del apoyo de Sheikh Hachemi Sahnoun puede ser limitado. Muchos antiguos votantes del FIS votan ahora a Djaballah y, en caso de que fueran a cambiar su voto, es improbable que lo hagan en favor del ex ministro Abelmadjid Menasra. El hecho de que ahora, menos de dos meses después de que su partido haya sido legalizado, Menasra amenace con el boicot a las elecciones, acaso indique los límites de la capacidad organizativa de lo que puede que no sea más que otro partido dirigido por su ego.
De los tres contendientes por el voto islamista, el mejor organizado, el MSP, sigue enzarzado en una prolongada crisis vinculada irónicamente a la clave de su reciente éxito: Soltani y la coalición gobernante. Si en el pasado Djaballah ha sido capaz de hacer marchar a sus tropas partido a partido y victoria a victoria, hay que preguntarse si tres meses de organización son suficientes para poner en marcha verdaderas estructuras capaces de competir contra el mucho más rico MSP. Finalmente, al margen de algunos escasos y efímeros destellos de fuerza en ámbitos locales en las elecciones al Senado de 2009, el impacto de Menasra sobre el MSP resulta difícil, si no imposible, de calcular. En suma, el partido de Djaballah se hará probablemente con la mayor parte del avance relativo, convirtiéndose en el principal rival del MSP. El MSP perderá seguramente una fracción de su parte total, dando entrada a Menasra en la carrera, a pesar de que, probablemente, mantendrá su posición en el bloque islamista. El partido de Menasra entrará como tercero, a gran distancia.
3) Hacia otro gobierno de coalición
Aunque los partidos islamistas seguramente aumentarán su porcentaje de voto y de escaños(13) en la Asamblea Nacional, no es claro que alguno de ellos vaya a obtener mayor proporción de escaños en el porcentaje total. A falta de datos consistentes sobre intención de participación, con tan sólo las preferencias por los partidos, es imposible calcular hasta qué punto el avance islamista ha incrementado su gancho respecto a las electores argelinos. Como he anotado más arriba, el islamismo político no es nada nuevo para los votantes argelinos ni tampoco lo es, en verdad, ninguno de los contendientes islamistas en la arena política argelina. En las tres últimas elecciones, el porcentaje del bloque islamista ha rondado en torno al 18.(14) Si los partidos islamistas actúan ahora dentro del estanque ampliado de los levantamientos árabes o si los tres mayores contendientes en las elecciones de mayo pescan en el mismo y estático estanque electoral, se sabrá el día de las elecciones. Aunque no es imposible que un solo partido islamista emerja con la pluralidad, las profundas divisiones en punto a la estrategia política que encubren antipatías personales entre los tres líderes islamistas probablemente bloquearán los esfuerzos de crear un bloque parlamentario islamista que actúe al unísono. Dividido, el papel del islamismo político en el futuro gobierno será como socio de coalición. Con toda probabilidad, eso será de consuno a uno o los dos partidos nacionalistas que actualmente forman la mayoría, el FLN y el RND. Mientras que parece como lo más probable que el papel de socio subalterno sea para el partido islamista que entre en el gobierno, su cartera ministerial seguramente será modestamente ampliada. Con la actual mayoría del FLN en una situación de debilidad estructural,(15) aunque lejos de una posición mortal, una presencia islamista ampliada aunque subalterna es un compromiso probable y una aceptación resignada del lugar del Islam político en los levantamientos árabes.
Li Fat Mat(16)
Argelia no se enfrenta ni a un gobierno islamista, à la egipcia o à la tunecina, ni a una nueva guerra civil. La participación en el sistema ─ya como oposición, ya como socio subalterno del gobierno─ ha transformado al Islam político, lo que debería atenuar los miedos a levantamientos árabes cuando los argelinos se están preparando para las elecciones. De la participación en el sistema político argelino ha resultado la proliferación de partidos islamistas en búsqueda del electorado islamista existente, al tiempo que se han ensanchado los límites de ese electorado. Estrategias políticas divergentes y personalidades fuertes han dividido al movimiento, lo que ha dificultado su capacidad para actuar como bloque unificado de algún modo significativo. La participación también parece haber moderado al islamismo político argelino. Trabajar en coalición tiene sus ventajas y desventajas, como atestiguan las continuas disputas de liderazgo que Soltani y Djaballah han tenido que afrontar, mientras que el rechazo del sistema tiene un coste elevado. Proscrito hace ahora veinte años, el apoyo electoral del FIS se ha ido erosionando lentamente. Sus ex militantes o simpatizantes se han desmovilizado o han emigrado a otros partidos islamistas que ofrecen ventajas reales. En 2012, es improbable que la dirección de partido islamista alguno apoye el levantamiento de la prohibición del FIS.
Acaso el impacto más destacable de los levantamientos árabes en el islamismo político argelino no haya sido la subida del bloque islamista, sino el fin de los viejos métodos, populistas (y armados), de toma del poder. Es revelador que, cuando el ex número dos del FIS, Ali Belhadj, llegó a Bab el Oued en enero de 2011 para organizar a los revoltosos bajo su liderazgo ─como hizo en octubre de 1988─, fuera perseguido por una nueva generación de jóvenes que gritaban «¡No somos ovejas del rebaño de nuestros padres!». Las revueltas árabes han destruido de un tirón el icono del pasado islamista. Esa parte del pasado de Argelia está muerta, a pesar de que su espectro siga persiguiendo a los argelinos. Li fat mat.
Notas:
(1) Comentarios de Fawaz Gerges en la conferencia «Democracia y desarrollo en Oriente Medio tras la primavera árabe», pronunciada en Instituto Asiático de Estudios Políticos, en Seúl (Corea), durante los días 4 y 5 de noviembre de 2011. (2) Mouloud Mammeri, La colline oubliée, París, Union Générale d’Editions, 1978 [1952], p. 11. [«En nuestra casa, la primavera no es duradera» (n. del tr.)]. (3) Para un análisis más en profundidad de las elecciones legislativas argelinas desde 1991, véase: Hugh Roberts, «Algeria’s Contested Elections», 1998, MERIP, en línea: http://www.merip.org/mer/mer209/algerias-contested-elections y Hugh Roberts, «Musical Chairs in Algeria», 2002, MERIP, en línea:
http://www.merip.org/mero/mero060402. (4) La fecha de inicio de la revolución argelina, en 1954. (5) Sólo un partido importante ha llamado al boicot, la Unión por la Cultura y la Democracia (RCD, por sus siglas en francés). (6) Incluyendo a la Unión Africana, la Liga Árabe, la Unión Europea y el Instituto Nacional Democrático. (7) La CNSE ha identificado tres cuestiones conflictivas. La primera es que dos días antes de la fecha límite de las elecciones, el Ministerio de Defensa inscribió a varios millares de militares en varias regiones. Aunque es difícil decir cómo puede el ejército argelino obligar a votar a su personal ─una ley de 2004 presentada por el partido Al-Islah exige que el personal militar vote con el común de la población─, eso amplifica el miedo persistente a la intervención del ejército en política. La segunda es que la CNSE exige papeletas de voto individuales, mientras que el Ministerio del Interior ha propuesto votaciones individuales para cada partido. En el pasado, las votaciones individuales han permitido la intimidación al votante y han incrementado las posibilidades de fraude electoral. En tercer lugar, la CNSE ha criticado la difusión de los candidatos provinciales antes de que se publicaran las listas oficiales. De las tres quejas, sólo la última se ha resuelto a favor de la CNSE. (8) El FIS recibió 3,2 millones de votos en la primera vuelta. (9) En Argelia, dos tercios del Senado son designados por los concejales municipales y regionales; el otro, lo nombra directamente el presidente. (10) En las elecciones legislativas de 1997, bajo el liderazgo de Djaballah, An-Nahda obtuvo 915.446 votos y 34 escaños. Ese apoyo se esfumó en 2002, quedándose con 48.132 votos y un solo escaño, mientras que el nuevo partido de Djaballah, Al-Islah, obtuvo 705.319 votos y 43 escaños. (11) En 2007, Al-Islah perdió más de un millón de votos, quedándose con 114.800. (12) En octubre de 2009, un tribunal suizo imputó a Soltani por torturas, cargos que el demandante posteriormente retiró. Un mes después, estalló un escándalo mayor en el Ministerio de Transporte (controlado por el MSP), que vinculaba supuestamente a cuadros ministeriales y a empresarios del partido a una turbia red de empresarios chinos y al comerciante internacional de armas Pierre Falcone. (13) Eso no debería sorprender teniendo en cuenta la ampliación de la Asamblea Nacional. (14) De hecho, el porcentaje de votos y escaños ha ido declinando con la participación. En 1997, el bloque islamista recibió el 23,5% de los votos y el 26% de los escaños; el 16,5% de los votos (y el 20% de los escaños) en 2002, mientras que en 2007 recibió el 13,03% de los votos y el 15% de los escaños del Parlamento. (15) El FLN se encuentra actualmente en una grave crisis de liderazgo. Para una cobertura continua de esa crisis en tiempo real, véase
www.tsa-algerie.com. (16) En árabe magrebí, “el pasado está muerto”.
Robert P. Parks es director del Director del Centre d’Études Maghrébines en Algérie
20 de mayo de 2012
Traducción para www.sinpermiso.info: Daniel Escribano