Los desa­fíos de la nue­va YPF- Clau­dio Katz

La inter­ven­ción de YPF y la intro­duc­ción de una ges­tión esta­tal de la empre­sa son medi­das nece­sa­rias para comen­zar a rever­tir la depre­da­ción ener­gé­ti­ca. Pero cons­ti­tu­yen tan solo un pun­to de par­ti­da para recu­pe­rar los recur­sos petroleros.

Duran­te una déca­da REPSOL lide­ró el vacia­mien­to de pozos, reser­vas e ins­ta­la­cio­nes pre-exis­ten­tes. Extra­jo lo máxi­mo posi­ble sin inver­tir y expa­trió ganan­cias en for­ma escan­da­lo­sa. Esta con­duc­ta no irri­tó a nin­guno de los crí­ti­cos neo­li­be­ra­les de la expro­pia­ción en cur­so. Aho­ra cues­tio­nan la “vio­la­ción orden jurí­di­co”, olvi­dan­do el total incum­pli­mien­to de los con­tra­tos por par­te de la fir­ma. Esta doble vara es con­gruen­te con su habi­tual apro­ba­ción de los atro­pe­llos con­tra los dere­chos de los asa­la­ria­dos o jubi­la­dos. Nun­ca extien­den a estos sec­to­res los prin­ci­pios de la segu­ri­dad jurídica.

FALACIAS NEOLIBERALES

Los dere­chis­tas están recrean­do los fan­tas­mas del 2001 – 2005 y repi­ten los mis­mos argu­men­tos que difun­die­ron lue­go del default. Advier­ten con­tra las terri­bles con­se­cuen­cias de “ais­lar­se del mun­do”, omi­tien­do su récord de pro­nós­ti­cos fallidos.

Algu­nos excul­pan a REPSOL afir­man­do que sufrió un cas­ti­go de pre­cios des­fa­vo­ra­bles. Pero silen­cian los suce­si­vos ajus­tes de los últi­mos años, la auto­ri­za­ción para liqui­dar divi­sas en el exte­rior y el per­mi­so para expor­tar a cos­ta del auto-abas­te­ci­mien­to. Las obje­ta­das reten­cio­nes móvi­les a las ven­tas exter­nas fue­ron una tenue com­pen­sa­ción del terri­ble dre­na­je que sufrió el país. Tam­po­co recuer­dan que la fal­ta de inver­sio­nes se remon­ta a los años 90, cuan­do el com­bus­ti­ble era muy caro en dólares.

Los voce­ros loca­les de REPSOL afir­man que la expro­pia­ción ahu­yen­ta­rá las inver­sio­nes, que se nece­si­tan para recom­po­ner la pro­duc­ción. Pero el desa­rro­llo petro­le­ro de Argen­ti­na nun­ca pro­vino de los capi­ta­les forá­neos. Fue un resul­ta­do de la pro­pie­dad esta­tal del cru­do y del equi­li­brio entre explo­ra­ción y explo­ta­ción de pozos, que se logró median­te un sis­te­ma inte­gra­do de extrac­ción, refi­na­ción y comer­cia­li­za­ción. Este régi­men fue demo­li­do con la pri­va­ti­za­ción y debe­ría ser recom­pues­to para recons­truir el abastecimiento.

Cual­quier paso en esa direc­ción es vis­to por la dere­cha como una expre­sión de “popu­lis­mo, caja o dema­go­gia nacio­na­lis­ta”. Pero con su sos­tén de la pri­va­ti­za­ción ya demos­tra­ron cómo con­ci­ben el ideal opues­to de con­duc­tas repu­bli­ca­nas, madu­ras y responsables.

Los defen­so­res más des­ca­ra­dos de REPSOL aler­tan con­tra el inmi­nen­te con­flic­to entre argen­ti­nos y espa­ño­les que sus­ci­ta­rá la expro­pia­ción, como si la fir­ma afec­ta­da fue­ra la repre­sen­ta­ción del pue­blo ibé­ri­co. En reali­dad es una empre­sa pri­va­da de dudo­sa pro­pie­dad his­pa­na, pues­to que el grue­so de su capi­tal se encuen­tra dis­tri­bui­do en varios cen­tros finan­cie­ros del mun­do. Como se espe­cia­li­za, ade­más, en loca­li­zar socie­da­des en paraí­sos fis­ca­les, poten­cia la eva­sión impo­si­ti­va que ha dete­rio­ra­do las finan­zas espa­ño­las, pre­ci­pi­tan­do el bru­tal ajus­te que pade­ce ese país.

REPSOL es natu­ral­men­te defen­di­da por una monar­quía y un gobierno reac­cio­na­rio, que con­ti­núan des­ple­gan­do sober­bia neo-colo­nial con cre­cien­te des­pis­te. La repe­ti­ción local de esa dia­tri­ba es par­ti­cu­lar­men­te cho­can­te. Como la fir­ma recu­rri­rá a sus alia­dos de Euro­pa y el G 20 para gene­rar un con­flic­to jurí­di­co inter­na­cio­nal, es impe­rio­so que Argen­ti­na se reti­re del CIADI. Ese tri­bu­nal ya tie­ne pre­pa­ra­do un fallo a favor de la petrolera.

¿EMPRESA MIXTA O ESTATAL? 

Los prin­ci­pa­les pro­ble­mas de la nue­va YPF no se ubi­can en el flan­co externo. Es evi­den­te que el gobierno deci­dió la expro­pia­ción por nece­si­dad y no por con­vic­ción. Esta­ba acu­cia­do por la caí­da de la pro­duc­ción y la con­si­guien­te obli­ga­ción de finan­ciar impor­ta­cio­nes con los pocos recur­sos que tie­ne la Teso­re­ría. Pre­sio­na­do por esas cir­cuns­tan­cias intro­du­jo un giro de 180 gra­dos en su idi­lio pre­vio con la empre­sa afec­ta­da. Nego­ció sin resul­ta­dos un com­pro­mi­so de mayor inver­sión y final­men­te optó por el cho­que con sus vie­jos socios. La expro­pia­ción no for­ma par­te de una estra­te­gia pre­vis­ta, ni obe­de­ce al gran cau­dal de votos logra­do en los últi­mos comicios.

La recons­truc­ción de YPF se encuen­tra aho­ra en manos de quie­nes par­ti­ci­pa­ron en su des­truc­ción. Gran par­te de la eli­te actual de fun­cio­na­rios pro­ta­go­ni­zó el des­gua­ce mene­mis­ta de la empre­sa y el rema­te de sus accio­nes. Su res­pon­sa­bi­li­dad en el des­ca­la­bro ener­gé­ti­co de los últi­mos ocho años es inocul­ta­ble. De Vido es la antí­te­sis de Mos­co­ni. Por su des­pa­cho pasa­ron todas las auto­ri­za­cio­nes reque­ri­das para con­va­li­dar el ani­qui­la­mien­to de YPF.

La ini­cia­ti­va de expro­pia­ción es posi­ti­va, pero sus reales efec­tos depen­de­rán de las pró­xi­mas medi­das. Una deci­sión cla­ve se jue­ga en el mane­jo de la indem­ni­za­ción. No se pue­de pagar por lo que es nues­tro, ni pre­miar con mayo­res fon­dos a quie­nes des­ca­pi­ta­li­za­ron la empre­sa. Toda­vía hay que ave­ri­guar cuá­les fue­ron las ganan­cias reales que acu­mu­ló REPSOL con la dis­tri­bu­ción de uti­li­da­des a cos­ta de los acti­vos ener­gé­ti­cos y con la expan­sión inter­na­cio­nal de la com­pa­ñía, uti­li­zan­do los recur­sos del sub­sue­lo nacional.

Antes de hablar de cual­quier valua­ción de la empre­sa (por coti­za­ción bur­sá­til, con­ta­ble o patri­mo­nial) hay ver los resul­ta­dos de una audi­to­ría, que escla­rez­ca el esta­do de los pozos y de los daños ambien­ta­les. Si se uti­li­zan los fon­dos del ANSES, las reser­vas del Ban­co Cen­tral o la emi­sión de nue­va deu­da para pagar­le a REPSOL, se repe­ti­rá la vie­ja his­to­ria de un esta­do bobo que se hace car­go de las pér­di­das oca­sio­na­das por ex concesionarios.

La nue­va YPF es con­ce­bi­da como una socie­dad anó­ni­ma, siguien­do un mode­lo de empre­sa mix­ta muy dis­tan­te de la vie­ja com­pa­ñía ínte­gra­men­te esta­tal. Esta deci­sión es erró­nea y cons­pi­ra con­tra el pro­yec­to de recons­truc­ción ener­gé­ti­ca. No es casual que exis­tan tan­tos ejem­plos inter­na­cio­na­les de mane­jo total­men­te públi­co de un recur­so vital. Ese mode­lo de pro­pie­dad públi­ca man­tu­vo la tasa de explo­ra­ción reque­ri­da en el pasa­do para un país como Argen­ti­na, que tie­ne reser­vas limi­ta­das y de cos­to­sa extracción.

La nece­si­dad de un lar­go pro­ce­so de inver­sión no es com­pa­ti­ble con los idea­li­za­dos esque­mas de com­pa­ñías mix­tas, que ya fue­ron ensa­ya­dos en la pri­me­ra eta­pa de pri­va­ti­za­ción de YPF. Un test pró­xi­mo de los pro­ble­mas que enfren­ta este mode­lo, sal­drá a flo­te cuan­do deba resol­ver­se la situa­ción del gru­po Eske­na­zi. Esta fami­lia que­dó como socia mino­ri­ta­ria de la nue­va YPF, lue­go de haber per­pe­tra­do un frau­de supe­rior a las tro­pe­lías come­ti­das por REPSOL. Com­pró su par­ti­ci­pa­ción sin poner un solo peso, recu­rrien­do a un cré­di­to a pagar con la dis­tri­bu­ción de uti­li­da­des. Su per­ma­nen­cia está en duda, des­de el momen­to que debe­rá can­ce­lar ese prés­ta­mo con su pro­pio dine­ro. Si se con­cre­ta su deser­ción: ¿Quién se hará car­go de ese paque­te? ¿El esta­do median­te pér­di­das adi­cio­na­les? ¿O habrá una trans­fe­ren­cia a otros “capi­ta­lis­tas ami­gos” (Bulghe­ro­ni, Cris­tó­bal López, Láza­ro Báez, Eure­kian), que ya se que­da­ron con varias áreas sin rea­li­zar nin­gu­na inversión?

El peli­gro de la socie­dad mix­ta no radi­ca sólo en esos favo­ri­tis­mos. La fuer­te pre­sen­cia del capi­tal pri­va­do den­tro de la com­pa­ñía exi­ge ope­rar con cri­te­rios de ren­ta­bi­li­dad inme­dia­ta, que obs­tru­yen la prio­ri­dad inver­so­ra. Este mode­lo indu­ce, ade­más, al aumen­to de los pre­cios en boca de pozo por la pre­sión por lograr mayo­res uti­li­da­des, gene­ran­do un enca­re­ci­mien­to adi­cio­nal del combustible.

GESTION, LEGISLACIÓN Y PROPIEDAD 

El gobierno pro­me­te una admi­nis­tra­ción pro­fe­sio­nal de la nue­va YPF. Pero esta meta exi­ge no sólo cono­ci­mien­tos téc­ni­cos, sino tam­bién gran inde­pen­den­cia del lobby petro­le­ro. Si las fir­mas pri­va­das par­ti­ci­pan del direc­to­rio, aumen­ta­rá el peli­gro de repe­tir los vicios del pasa­do (endeu­da­mien­to inde­bi­do de la com­pa­ñía) o incu­rrir en nue­vos des­acier­tos (uso de los recur­sos para finan­ciar el bache de impor­ta­cio­nes). Es evi­den­te la tras­cen­den­cia de defi­nir cómo se admi­nis­tra­rá la com­pa­ñía y ENARSA brin­da un mal ante­ce­den­te inme­dia­to. Resul­ta impres­cin­di­ble dotar a YPF de un genuino con­trol social, popu­lar y de los trabajadores.

Pero el mayor pro­ble­ma radi­ca en lo que suce­de­rá con el 70% de la acti­vi­dad petro­le­ra que actual­men­te se desa­rro­lla fue­ra de YPF. El gobierno no ha defi­ni­do qué tipo de modi­fi­ca­cio­nes se intro­du­ci­rán, en un sec­tor regi­do por prin­ci­pios neo­li­be­ra­les de libre dis­po­ni­bi­li­dad del cru­do por par­te de los concesionarios.

La revi­sión de los con­tra­tos sus­crip­tos con esas nor­mas recién ha comen­za­do y en su gran mayo­ría afec­tó a pozos mar­gi­na­les. El pro­yec­to de ley en cur­so no acla­ra qué ocu­rri­rá con el mar­co legal que habi­li­tó la ato­mi­za­ción del sec­tor y la pro­li­fe­ra­ción de una gran varie­dad de gra­vo­sos con­ve­nios. Aquí se impo­ne la inme­dia­ta recu­pe­ra­ción de la atri­bu­ción del esta­do para con­tro­lar toda la comer­cia­li­za­ción inter­na y exter­na, fijan­do las con­di­cio­nes y los pre­cios de extrac­ción y procesamiento.

La pro­pie­dad pro­vin­cial del sub­sue­lo cons­ti­tu­ye otro impe­di­men­to para alcan­zar esa meta. Man­tie­ne el poder dis­cre­cio­nal de los gober­na­do­res para mane­jar un recur­so de toda la nación. El com­pro­mi­so de sin­di­ca­tu­ra común que se ha esta­ble­ci­do con las pro­vin­cias para el mane­jo de YPF, no se extien­de al res­to del sec­tor y sólo pos­po­ne la nece­si­dad de rein­tro­du­cir la pro­pie­dad nacio­nal. Mar­gi­nar a las pro­vin­cias no petro­le­ras de la nue­va con­duc­ción de YPF no con­tri­bu­ye a esa recomposición.

Con la expro­pia­ción se abre un nue­vo capí­tu­lo de his­to­ria petro­le­ra. Hay con­di­cio­nes nacio­na­les e inter­na­cio­na­les muy favo­ra­bles para recons­truir nues­tro cimien­to ener­gé­ti­co, avan­zan­do hacia una empre­sa total­men­te públi­ca. Sólo este esque­ma per­mi­ti­rá equi­li­brar los cos­tos de extrac­ción con los pre­cios reque­ri­dos para el desa­rro­llo indus­trial. Este mane­jo es indis­pen­sa­ble para diver­si­fi­car la matriz ener­gé­ti­ca, redu­cir la depen­den­cia de los hidro­car­bu­ros y evi­tar un mayor dete­rio­ro del medio ambiente.

El logro de estos obje­ti­vos exi­ge afec­tar los intere­ses capi­ta­lis­tas que has­ta aho­ra pro­te­gió el gobierno y adop­tar una acti­tud sobe­ra­na fren­te a las pre­sio­nes exter­nas. La movi­li­za­ción popu­lar con ban­de­ras pro­pias es el gran ins­tru­men­to para esta acción.


[1] Pro­fe­sor de UBA-CONICET y miem­bro de EDI (Eco­no­mis­tas de Izquierda). 

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