La poli­cía chi­le­na no deja de ata­car con vio­len­cia a los jóve­nes mapuche

escri­to por PEDRO CAYUQUEO,
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Los cara­bi­ne­ros actúan como fuer­za de ocu­pa­ción en terri­to­rio mapuche.

La lucha de Wen­te Win­kul Mapu

En agos­to de 2011, un equi­po de Azkin­tu­we visi­tó la comu­ni­dad Wen­te Win­kul Mapu de Erci­lla, don­de ayer lunes fue heri­do mor­tal­men­te ‑en con­fu­sas cir­cuns­tan­cias- el sar­gen­to del GOPE, Hugo Albor­noz. Horas antes de nues­tro arri­bo, las fami­lias habían sido vic­ti­mas de un vio­len­to ope­ra­ti­vo poli­cial. De ello y las razo­nes tras el recla­mo terri­to­rial de jóve­nes mapu­ches sin tie­rra tra­ta el siguien­te repor­ta­je de archivo.

des­de Erci­lla – 0304 /​12

“Lle­ga­ron tem­prano, como a las 6 de la maña­na y des­tru­ye­ron todo lo que había a su paso. En todas las casas entra­ron vio­len­ta­men­te, patean­do puer­tas y tiran­do bom­bas lacri­mó­ge­nas, inclu­so habien­do niños y ancia­nos den­tro”. El tes­ti­mo­nio es de Daniel Meli­nao (26 años), wer­ken o por­ta­voz de la comu­ni­dad “Wen­te Win­kul Mapu”, del sec­tor Che­quen­co de Erci­lla. Los hechos que rela­ta acon­te­cie­ron el pasa­do 18 de agos­to, cuan­do un cen­te­nar de efec­ti­vos poli­cia­les, arma­dos has­ta los dien­tes, ingre­só a la comu­ni­dad bus­can­do “armas” supues­ta­men­te en manos de los comu­ne­ros. La orden judi­cial de “entra­da y regis­tro” fue auto­ri­za­da por el juez del Tri­bu­nal de Colli­pu­lli, Clau­dio Cam­pos Carras­co, a soli­ci­tud del fis­cal del Minis­te­rio Públi­co, César Chi­vas. Huel­ga des­ta­car que a nin­gún mapu­che le fue mos­tra­da dicha auto­ri­za­ción; dema­sia­do ocu­pa­dos estu­vie­ron los Cara­bi­ne­ros aquel día repar­tien­do pata­das e insul­tos por doquier.

Die­ci­séis fue­ron los domi­ci­lios alla­na­dos duran­te el ope­ra­ti­vo, uno de los más gran­des de los que se ten­ga memo­ria en la zona, según repor­tó Nes­tor Abur­to, corres­pon­sal de Radio Bio­bio en Los Ánge­les y a quién Cara­bi­ne­ros negó aque­lla maña­na el ingre­so a cubrir el “pro­ce­di­mien­to” en la comu­ni­dad. Die­ci­séis casas con puer­tas, ven­ta­nas, dor­mi­to­rios, camas, mue­bles, inclu­so coci­nas a leña com­ple­ta­men­te des­trui­das. Hoga­res humil­des, levan­ta­dos con esfuer­zo por los pro­pios comu­ne­ros, trans­for­ma­dos por obra y gra­cia de la para­noia guber­na­men­tal en peli­gro­sos arse­na­les de insur­gen­tes mapu­ches rura­les. “A nues­tra casa, que es peque­ña, entra­ron cer­ca de 20 cara­bi­ne­ros. A mi con­vi­vien­te le pega­ron, la insul­ta­ron, nun­ca le mos­tra­ron la orden de alla­na­mien­to, solo al final del ope­ra­ti­vo le qui­sie­ron hacer fir­mar un docu­men­to y a lo cual ella se negó”, rela­ta Melinao.

“Yo no sabía que pasa­ba. A los gol­pes me tenían. Die­ron vuel­ta todo, los mue­bles, la coci­na, me decían que tenia que que­dar­me tran­qui­la sino ellos iban a reac­cio­nar. Yo no me calla­ba y en eso lle­gó uno y me pegó un pal­me­ta­zo en el ros­tro. Me toma­ron dos y me apre­ta­ban las manos. Lue­go me sen­ta­ron en el sillón y allí me tenían apun­ta­da con una esco­pe­ta. Me pre­gun­ta­ban por Daniel y dón­de escon­día­mos las armas. “Dón­de tie­nen las armas, indios con­cha de su madre”, me decían. ¿Qué armas? ¿Cuán­do hemos teni­do armas?, les decía yo. Estu­vie­ron como una hora, die­ron vuel­ta todo y se lar­ga­ron. La casa que­dó toda des­or­de­na­da y en el patio era impo­si­ble res­pi­rar; esta­ba todo pasa­do a bom­ba lacri­mó­ge­na”, rela­ta su pare­ja, Lilia­na Eri­ces (25 años).

Si bien Daniel no se encon­tra­ba en casa, no se libra­ría aque­lla jor­na­da de la deli­ca­de­za étni­ca poli­cial. Horas des­pués del ope­ra­ti­vo y cuan­do se diri­gía a Colli­pu­lli para inter­po­ner una denun­cia por lo acon­te­ci­do, un pique­te de Fuer­zas Espe­cia­les detu­vo su auto abrup­ta­men­te en la ruta. “Me embos­ca­ron en la entra­da del Fun­do Cen­te­na­rio, camino a Colli­pu­lli. Eran como 50 cara­bi­ne­ros, un capi­tán me bajó vio­len­ta­men­te, me apre­tó los tes­tícu­los, me pegó con su esco­pe­ta y me tiró al sue­lo. “Delin­cuen­te de mier­da, soy cho­ro con capu­cha”, me decía mien­tras me daba pata­das en el sue­lo. Yo no qui­se res­pon­der­le nada”, rela­ta Daniel. “Revi­sa­ron mi auto y no encon­tra­ron nada. A final me pasa­ron un par­te por andar sin licen­cia y me lar­ga­ron. Había sido un con­trol carre­te­ro de ruti­na, me dije­ron, rién­do­se”, agre­ga el werken.

Su fami­lia no fue la úni­ca que lo pasó mal. “Yo esta­ba don­de fami­lia­res en el pue­blo y cuan­do lle­gué, a las una de la tar­de, esta­ba todo des­tro­za­do. Zenón, mi hijo, me lla­mó por la maña­na. “Esta­mos todos manea­dos, ama­rra­dos”, me dijo. Lle­gué a la casa y no había nada bueno, pare­cía que había pasa­do un hura­cán”, rela­ta la ñaña (abue­la) Fran­cis­ca Mari­leo Tole­do a Azkin­tu­we. “Lle­ga­ron como trein­ta a la casa. Yo no los que­ría dejar entrar, por­que yo era jefe de hogar en ese momen­to y les dije que tenían que mos­trar­me la orden. Me toma­ron entre cua­tro y me tira­ron al sue­lo. “La orden la tene­mos en el fur­gón, indio de mier­da”, me dije­ron. Allí me patea­ron has­ta que deje de pro­tes­tar, boca aba­jo en el sue­lo”, rela­ta por su par­te Zenón Necul­pan Mari­leo, su hijo. “El gobierno habla de terro­ris­tas, dice que los mapu­ches somos terro­ris­tas, pero ellos, los cara­bi­ne­ros, son los que andan con el terror por delan­te”, agre­ga Zenón.

No se tra­tó solo de entra­da y regis­tro. Para los afec­ta­dos se tra­tó de un asal­to poli­cial a mano arma­da, lle­va­do a cabo por ver­da­de­ros “delin­cuen­tes de uni­for­me”, según denun­cia la ñaña Fran­cis­ca. “Noso­tros fui­mos víc­ti­mas de un asal­to. A mi los Cara­bi­ne­ros me saca­ron 120 mil pesos, que eran para la uni­ver­si­dad de mi hijo menor. Me roba­ron esa pla­ta, en otra casa roba­ron 50 mil pesos más, en todos lados saca­ron dine­ro y cosas”, seña­la. “Yo le pido a las auto­ri­da­des del gobierno que por favor les suban el suel­do a esa gen­te. Tal vez así no van a andar roban­do lo poco y nada que tene­mos los mapu­ches. ¡Si actúan como ver­da­de­ros delin­cuen­tes! Has­ta se lle­va­ron la ropa de un hijo gen­dar­me. Sus botas, cami­sas, todo su uni­for­me se lo lle­va­ron”, denun­cia la mujer. “De segu­ro se repar­tie­ron la ropa de mi her­mano entre ellos”, agre­ga Zenón.

Cris­tian Meli­nao Meli­nao (37 años) tam­bién acu­sa sus­trac­ción de dine­ro des­de su vivien­da aquel día. “Me roba­ron cin­cuen­ta mil pesos, más la cédu­la de iden­ti­dad y la bille­te­ra”, seña­la visi­ble­men­te moles­to. Él tam­po­co esta­ba en su vivien­da duran­te el ingre­so de los uni­for­ma­dos y fue su madre, María Mari­leo Meli­nao (56 años), quien sufrió las con­se­cuen­cias de la vio­len­cia poli­cial. Cuen­ta que la tra­ta­ron de “india cochi­na” y le gri­ta­ban de modo desa­fian­te: “dón­de está tu hijo terro­ris­ta que tie­ne las armas”. “Bus­ca­ban armas cuan­do lo úni­co que tene­mos es nues­tra pobre­za”, seña­la Cris­tian. En su caso, un poli­cía de civil que inte­gra­ba la comi­ti­va tomó aque­lla maña­na la ban­de­ra mapu­che que poseía y con una cuchi­lla la des­tro­zó en el patio. “Mi madre me con­tó lo que hicie­ron. Era la ban­de­ra de nues­tra comu­ni­dad. No sé que gana­ron ellos con hacer­la peda­zos, tal vez será que le tie­nen mie­do”, refle­xio­na en voz alta.

En otra vivien­da alla­na­da cono­ce­mos el tes­ti­mo­nio de la niña C.L.L. Se acer­ca jun­to a otros meno­res y cuen­ta que esta­ba con su mamá y su abue­la cuan­do ingre­só Cara­bi­ne­ros a su casa. “Sin­tió un poco de mie­do”, expli­ca, y lue­go con mucha per­so­na­li­dad narra que los cara­bi­ne­ros des­or­de­na­ron todo, bota­ron la ropa y revi­sa­ron su mochi­la esco­lar “don­de tenía mis cuen­tos”. A sus seis años, no es pri­me­ra vez que le toca vivir un ope­ra­ti­vo poli­cial. El 02 de agos­to de 2010, duran­te un alla­na­mien­to simi­lar en su vivien­da, detu­vie­ron a su padre, Leo­nar­do Lican (26 años), quien per­ma­ne­ció 15 días inco­mu­ni­ca­do en la cár­cel de Temu­co, acu­sa­do de incen­diar un camión en el sec­tor de Pidi­ma. Tras un año en pri­sión fue deja­do en liber­tad, absuel­to de todo car­go. Leo­nar­do ase­gu­ra que exis­te una per­se­cu­ción polí­ti­ca en su contra.

“En varias oca­sio­nes me han tra­ta­do de tener pre­so, pero no han podi­do por­que no han encon­tra­do nin­gún ante­ce­den­te con que me incul­pen”, seña­la. Hace más de un año, nos cuen­ta, le fue incau­ta­da ade­más una camio­ne­ta mar­ca Che­vro­let y recién este pró­xi­mo vier­nes 26 de agos­to ten­drá una audien­cia en los tri­bu­na­les para inten­tar recu­pe­rar­la. Denun­cia que se los per­si­gue solo por­que deman­dan tie­rras ances­tra­les de la comu­ni­dad, hoy en manos de la Fores­tal Minin­co, Fores­tal Cau­tín y pro­pie­ta­rios par­ti­cu­la­res. En total, cer­ca de 2 mil hec­tá­reas que figu­ran den­tro de anti­guos “títu­los de mer­ced” y que –dic­ta­du­ra mili­tar de por medio- hoy for­man par­te de los exten­sos domi­nios fores­ta­les. Se cal­cu­la en 1 millón las hec­tá­reas bajo con­trol de Minin­co y Bos­ques Arau­co en la VIII y IX región. En la comu­na de Erci­lla, el pro­me­dio por fami­lia mapu­che no supera hoy las dos hec­tá­reas. La cara ocul­ta del Chi­le “en vías de desarrollo”.

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