Putin sigue al fren­te de Rusia- Txen­te Rekondo

Tras las elec­cio­nes del pasa­do domin­go, Vla­dí­mir Vla­dí­mi­ro­vich Putin vuel­ve a la pre­si­den­cia de Rusia. Casi nadie, den­tro o fue­ra de las fron­te­ras rusas, ponía en tela de jui­cio la más que pro­ba­ble vic­to­ria de Putin, la úni­ca duda era saber si sería nece­sa­ria una segun­da vuel­ta. A la vis­ta de los resul­ta­dos, con un apo­yo en torno al 60%, la pre­si­den­cia rusa en los pró­xi­mos seis años esta­rá en manos de Putin.

A par­tir de aho­ra se abre en Rusia la lla­ma­da «ter­ce­ra fase» de Putin (tras sus ante­rio­res car­gos de pre­si­den­te, 2000 – 2008, y pri­mer minis­tro, 2008 – 2012), pero a dife­ren­cia de las ante­rio­res eta­pas, la reali­dad social del país pare­ce haber­se trans­for­ma­do, de ahí que tal vez no val­gan las rece­tas del pasa­do, y en esa línea cabe inter­pre­tar tam­bién la apues­ta del pro­pio Putin para este mandato.

Las denun­cias de mani­pu­la­ción elec­to­ral que algu­nos par­ti­dos opo­si­to­res están seña­lan­do, no pue­den obviar el amplio res­pal­do que a día de hoy sigue man­te­nien­do Putin a lo lar­go y ancho de Rusia, y al que bue­na par­te de la pobla­ción sigue vien­do como el fac­tor cla­ve de esta­bi­li­dad. Así mis­mo, todo el aba­ni­co de repro­ches sobre el pro­ce­so elec­to­ral que hemos oído estos días en boca de cua­li­fi­ca­dos polí­ti­cos occi­den­ta­les son una mues­tra más del doble rase­ro a que nos tie­nen acos­tum­bra­dos esos acto­res, siem­pre pres­tos a denun­ciar el con­trol de los medios de comu­ni­ca­ción, la uti­li­za­ción intere­sa­da de la legis­la­ción, la corrup­ción o la fal­ta de trans­pa­ren­cia cuan­do se tra­ta de ana­li­zar situa­cio­nes aje­nas a sus pro­pios estados.

La estra­te­gia de Putin para estos años la ha mani­fes­ta­do a tra­vés de dife­ren­tes artícu­los de pren­sa publi­ca­dos en la cam­pa­ña elec­to­ral. En base a los mis­mos, el nue­vo pre­si­den­te ruso ha hecho hin­ca­pié en los ejes cen­tra­les de su man­da­to. Así, en polí­ti­ca exte­rior segui­rá apos­tan­do por un mun­do mul­ti­po­lar, por recu­pe­rar el peso y pro­ta­go­nis­mo en Orien­te Medio, por estre­char lazos con Chi­na, por sali­das dia­lo­ga­das en torno a Corea del Nor­te o Irán, por un nue­vo espa­cio de rela­cio­nes en Euro­pa, y sobre todo por el apo­yo a las mino­rías rusas en otros esta­dos o a los empre­sa­rios rusos en otros mercados.

Sobre la segu­ri­dad nacio­nal, ha mani­fes­ta­do que «ser fuer­tes es una garan­tía para Rusia», y en ese sen­ti­do pre­ten­de moder­ni­zar el ejér­ci­to y la indus­tria de defen­sa en los pró­xi­mos años, jun­to con mejo­ras socia­les para los mili­ta­res, y una mayor pro­fe­sio­na­li­za­ción de la arma­da rusa. En el eje socio­eco­nó­mi­co, Putin defien­de «una polí­ti­ca social en Rusia, basa­da en la jus­ti­cia», pro­po­nien­do medi­das que favo­rez­can a los sec­to­res más des­pro­te­gi­dos (pen­sio­nis­tas, agri­cul­to­res) e incen­ti­van­do cam­pa­ñas con­tra el taba­co o el alcohol, o por una pla­ni­fi­ca­ción demo­grá­fi­ca. Tam­bién ha indi­ca­do su inten­ción de apos­tar por una mejo­ra edu­ca­ti­va y una mayor for­ma­ción par ala pobla­ción, para que su inmer­sión labo­ral supon­ga mejo­ras para Rusia. Y en este apar­ta­do se ha posi­cio­na­do dis­pues­to a estu­diar polí­ti­cas migra­to­rias «que fre­nen el decli­ve demográfico».

Putin ha dicho tam­bién que es nece­sa­rio «moder­ni­zar los meca­nis­mos de nues­tra demo­cra­cia», pero sin renun­ciar a un mode­lo cen­tra­lis­ta, que para el pre­si­den­te ruso es la fuer­za cla­ve de la esta­bi­li­dad polí­ti­ca. Medi­das para faci­li­tar la par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na, el regis­tro de nue­vos par­ti­dos polí­ti­cos, el ini­cio de una cam­pa­ña para com­ba­tir la corrup­ción ins­ti­tu­cio­nal o faci­li­tar el acce­so a los meca­nis­mos de la jus­ti­cia, son algu­nas de sus pro­pues­tas para su nue­vo mandato.

En mate­ria eco­nó­mi­ca, Putin se ha pues­to dife­ren­tes tareas para estos seis años. Bus­car la com­pe­ti­ti­vi­dad de Rusia en las nue­vas áreas tec­no­ló­gi­cas, atraer a com­pa­ñías extran­je­ras para que invier­tan en torno a la indus­tria rusa, redu­cir la influen­cia del gobierno sobre la eco­no­mía. Al mis­mo tiem­po reco­no­ce la impor­tan­cia estra­té­gi­ca del poten­cial ener­gé­ti­co ruso, pero anti­ci­pan­do la nece­si­dad de bus­car alter­na­ti­vas para el futu­ro, y tam­bién una nue­va red de comu­ni­ca­cio­nes que faci­li­te la cone­xión con las zonas más leja­nas del país.

Otra baza impor­tan­te ha sido el patrio­tis­mo. La defen­sa de Rusia fren­te a los ata­ques de EEUU y Occi­den­te ha sido un tema recu­rren­te en la cam­pa­ña de Putin. Para éste, su defen­sa del «nacio­na­lis­mo y patrio­tis­mo ruso» no guar­da rela­ción con pos­tu­ras xenó­fo­bas o chau­vi­nis­tas «que son una ame­na­za para la inte­gri­dad del esta­do ruso». La cues­tión étni­ca esta­rá mar­ca­da por la revi­sión de la polí­ti­ca migra­to­ria, con medi­das más estric­tas, y que irán acom­pa­ña­das con la crea­ción de una agen­cia para «moni­to­ri­zas las rela­cio­nes inter­ét­ni­cas», al tiem­po que se bus­ca­rá un mayor dia­lo­go del gobierno con líde­res religiosos.

Por otro lado, Putin ha reco­no­ci­do tam­bién algu­nos logros de estos años (la derro­ta del sepa­ra­tis­mo, una esta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca y la emer­gen­cia de las cla­ses medias), al tiem­po que seña­la los pro­ble­mas que a día de hoy siguen per­sis­tien­do, como la pobre­za o la fal­ta de diver­si­fi­ca­ción económica.

La opo­si­ción a Putin sigue denun­cian­do el pro­ce­so elec­to­ral, pero al mis­mo tiem­po se mues­tra inca­paz de arti­cu­lar una alter­na­ti­va seria al futu­ro pre­si­den­te, y eso es algo que per­ci­be bue­na par­te de la pobla­ción en Rusia. Así, los lla­ma­dos can­di­da­tos libe­ra­les son vis­tos como los padri­nos de la pri­va­ti­za­ción sal­va­je de hace unos años; los can­di­da­tos Ziu­gá­nov (comu­nis­ta) o Zhi­ri­novs­ki (popu­lis­ta) son rece­tas del pasa­do, con­de­na­dos a un fra­ca­so tras otro en las últi­mas citas pre­si­den­cia­les; otros, como el mul­ti­mi­llo­na­rio Pró­jo­rov es la viva ima­gen de los oli­gar­cas, de la cul­tu­ra el pelo­ta­zo; y los hay que a pesar de sus inten­tos por dis­tan­ciar­se de Putin, la pobla­ción los per­ci­be como meros apén­di­ces del apa­ra­to esta­tal crea­do en torno al presidente.

La fal­ta de líde­res capa­ces de com­pe­tir con Putin es acom­pa­ña­da en oca­sio­nes con el encum­bra­mien­to que des­de Occi­den­te se hace a deter­mi­na­das figu­ras opo­si­to­ras, y que ape­nas tie­nen res­pal­do en Rusia. Un ejem­plo evi­den­te es la aten­ción mediá­ti­ca otor­ga­da a Gari Kas­pa­rov o a Ilya Yashin por par­te de una tele­vi­sión del esta­do fran­cés tras las elec­cio­nes de este domin­go. Unos per­so­na­jes que ape­nas encuen­tran eco y apo­yo en las calles rusas, pero que no des­pre­cian las ala­ban­zas inten­cio­na­das y el pro­ta­go­nis­mo mediá­ti­co que des­de Occi­den­te se les con­ce­de. Otra figu­ra que se inten­ta «pro­mo­cio­nar» es la del blo­ge­ro Alek­sey Navalny, aun­que su peso vir­tual no va acom­pa­ña­do del mis­mo apo­yo en las calles.

Men­ción apar­te requie­re la situa­ción en el lla­ma­do Caú­ca­so nor­te, don­de las imá­ge­nes y las evi­den­cias de apa­ño elec­to­ral harían son­ro­jar a cual­quie­ra. La situa­ción «excep­cio­nal» que se sigue vivien­do en la zona per­mi­te a los diri­gen­tes rusos (y algu­nos seña­lan que en esto coin­ci­den con la opo­si­ción) con­ti­nuar per­pe­tran­do un frau­de tras otro, en oca­sio­nes con la ines­ti­ma­ble ayu­da de los cola­bo­ra­do­res locales.

Rusia ha cam­bia­do, y Putin sabe que lo segui­rá hacien­do en los pró­xi­mos años, de ahí que inten­te ade­cuar su estra­te­gia a ese nue­vo con­tex­to, pero sin per­der de vis­ta sus pro­pios intere­ses. El peso, mediá­ti­co o no, de las cla­ses medias urba­nas con­di­cio­na­rá en los pró­xi­mos años la polí­ti­ca del esta­do ruso, al tiem­po que con­vie­ne recor­dar que cuan­do nos refe­ri­mos a Rusia esta­mos hablan­do de reali­da­des polí­ti­cas y socia­les muy diferentes.

La corrup­ción, el papel de Rusia en el mun­do, la per­cep­ción de bue­na par­te de la pobla­ción de que las éli­tes polí­ti­cas son unos «pri­vi­le­gia­dos», las deman­das de cam­bio, el poder ener­gé­ti­co, son algu­nos de los retos que acom­pa­ña­rán a Putin a lo lar­go de estos años. Como tam­bién lo hará el des­con­ten­to de algu­nos sec­to­res de la pobla­ción, aun­que de momen­to éstos hayan sido inca­pa­ces de arti­cu­lar­se en torno a una alter­na­ti­va electoral.

Gabi­ne­te Vas­co de Aná­li­sis Inter­na­cio­nal (GAIN) /​La Haine

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