Noticia de «Un Vallekano en Rumania»
En la Alemania de hoy, uno de los países más ricos y prósperos de Europa, y a la cabeza del modelo económico que se intenta imponer en la UE, una de cada cuatro relaciones laborales está marcada por el subempleo y la precariedad. Si en 1995 el subempleo afectaba al 15% de la masa laboral, hoy lo hace casi al 25%: 7,3 millones de personas. Lo que para unos es un avance empresarial para «flexibilizar el mercado laboral», para otros es un eufemismo de degradación y desempleo encubierto.
Recientemente, el electo nuevo presidente español, el ultraconservador Mariano Rajoy, afirmó que tenia en mente aplicar el «modelo aleman» en España, que como hemos dicho esta basado en los llamados «minijobs». Por «minijobs» se entiende en Alemania una de las modalidades del subempleo que está desintegrando el «modelo social alemán», tradicionalmente basado en un estado social generoso y unas relaciones laborales más estables y decentes que en la mayoría de los países europeos.
El «minijob» es una forma de trabajo a tiempo parcial y precario que se liberalizó gradualmente a partir de los años noventa, y sobre todo a partir de 2003 con las llamadas reformas «Hartz», que llevaban el nombre de Peter Hartz, un ejecutivo socialdemócrata de Volkswagen que en 2007 sería condenado judicialmente por implicación en casos de corrupción.
Un «minijob» significa cobrar 400 euros como máximo, salario que no permite vivir decentemente al trabajador, aunque el empresario paga unos 120 euros (30%) al estado como impuestos patronales y seguridad social del empleado. Asi que por un trabajador que gana 400 euros, el empresario paga 120 euros al Estado. De esta forma, el empleado sigue precariamente conectado al sistema de seguros sociales, aunque lo que gane no le alcance para vivir o le obligue a cobrar ayuda social.
Claro que, a pesar de que Alemania intenta exportar su modelo al resto de Europa como exitoso, hay que preguntarse para quién ha sido el verdadero exito. Los sindicatos alemanes consideran que la «reforma» ha sido uno de los elementos clave de la generalización de la precariedad laboral y el subempleo. Si en 1995 el 15% de los empleados entraban en la categoría general de «trabajadores con sueldos bajos», hoy son casi el 25% de los empleados alemanes: 7,3 millones de personas, según el último recuento. Eso quiere decir que una de cada cuatro relaciones laborales está marcada por el sello de la precariedad en Alemania. Aunque tienen los mismos derechos que los trabajadores en régimen normal, los trabajadores de este segundo sector del mercado laboral cobran mucho menos.
Asi que el exito del modelo parece que se circunscribe a las arcas de las empresas, de los contratadores, mientras los trabajadores cada vez viven peor y no se benefician ni lo haran de cualquier crecimiento economico.
«Alemania se ha convertido en el líder europeo en desarrollo de su sector de subempleo precario. Sobre todo en el sector servicios la presencia de subempleados con sueldos bajos es alta, del 80% entre las peluqueras y peluqueros y los taxistas, por encima del 60% en lavanderías y en restaurantes», señalan los sindicatos.


Y es que especialmente para los trabajadores de Alemania del Este, la caida del muro antifascista significo, mas alla de todas las propagandas al respecto, y como dice el mismo nombre real del muro, el inicio del nuevo triunfo del fascismo, cuyas consecuencias, cada vez mas profundas, comenzaron a sentir ya hace 20 años los trabajadores de los antiguos paises socialistas, y que hoy estamos empezando a sufrir el resto de trabajadores europeos.