En enero se cumplirán treinta años desde que la banda inglesa The Clash llegó a Donostia para dar un concierto en Anoeta. Esto fue el pistoletazo de salida para que despegase el Rock Radikal Vasco y comenzara a poner la banda sonora a las vidas de muchos ciudadanos vascos que se levantaron contra el orden convencional. Tres personas que contribuyeron al desarrollo musical de toda una generación, Marino Goñi, Belén Mijangos y Oskar Amezaga, detallan el impacto que tuvo en la sociedad vasca.
En los ochenta Marino Goñi se lanzó y fundó su propia discográfica, Gor Diskak. Tras luchar y trabajar durante cuarenta largos años, se acaba de retirar de la industria de la música. Este año ha publicado su despedida en la página web de la compañía en una entrañable carta donde dice adiós a todos los compañeros y pasa el relevo de la discográfica a sus familiares. «Tras pasar por sellos como Soñua, Oihuka y cuando se cumple el vigésimo aniversario de Gor, abandono la pelea para pasar a la reserva», ha explicado el veterano.
Aún recuerda aquellos años con cariño, cuando la música despertó a una generación dando voz a los que decidían dejar su huella en el tiempo para cambiar el presente. «Ya había cumplido los treinta, llevaba una vida muy activa. Todo el día trabajando en nuevas actividades como grabar, tocar en grupos y, sobre todo, no parar un minuto en casa más que para dormir», relata. En esos días se miraba hacia Inglaterra en cuanto a tendencias y estilos y, como los demás, el joven Goñi escuchaba mucho punk y new wave inglés, español y también lo que había de rock vasco aunque «era escaso».
Goñi vivió con intensidad el fenómeno del Rock Radikal Vasco y asegura que todo aquello nació a finales de 1983. En concreto, en la barra de un bar de la calle Jarauta en Iruñea, «tras mucho discutir y beber unas cervezas. Era la reacción a tanta movida madrileña con la que nos machacaban desde los centros de poder». «Yo no le llamaría revolución, ya que el término me parece muy serio. Esta agitación se alimentaba, en gran parte, de la cobertura del movimiento que dieron «un buen grupo de periodistas jóvenes desde la radio oficial y emisoras piratas, la revista Muskaria, fanzines o el clausurado diario Egin», razona Goñi.
Belén Mijangos «Una punkita metalera bastante precoz, estudiante, articulista, radiofonista, fotógrafa, promotora…», así era Belén Mijangos en los ochenta antes de pasar a ser la directora de la revista musical El Tubo. La periodista musical también escuchaba un gran repertorio de «todo lo que llegaba de Gran Bretaña y todo lo que se hacía en Euskal Herria. A su juicio, el Rock Radikal Vasco puso banda sonora al movimiento que despertaron «por necesidad vital» los jóvenes de 15 a 30 años en «una Euskal Herria en transición».
Por otro lado, recuerda los grupos que más se implicaron por cambiar la sociedad destacando a Barricada, La Polla, Kortatu, Zarama, Her-tzainak, RIP, Eskorbuto, Cicatriz, MCD, Las Vulpes… «Todos y cada uno de esa primera hornada tuvieron especial relevancia», explica Belén Mijangos.
Aunque durante aquellos años la música llevó la bandera principal del movimiento social y cultural, el fenómeno del Rock Radikal Vasco asegura que se manifestaba en todos los ámbitos: pintura, política, expresión… Como cuenta Mijangos, este cambio aún esta latente pues «tras ello llegó la revolución del cine y vídeo, las artes escénicas o el deporte actual». Mirando atrás, afirma que ella no cambiaría nada de aquella época, porque «cada día surgía una nueva radio libre, un gaztetxe, un fanzine, una nueva iniciativa o un nuevo estímulo para hacer algo».
Como ejemplo, esta fotógrafa musical enumera los cinco acontecimientos que «marcaron influencia» y avivaron a aquellos jóvenes: el concurso de maquetas de Egin Rock; la creación por parte de Marino Goñi de Soñua que «daba voz a los grupos»; la polémica aparición televisada de Las Vulpes «que corrió como la pólvora por todo el estado»; la detención de Eskorbuto a su regreso de Madrid o la prohibición de La Polla de tocar allí.
Oskar Amezaga Otra persona que ayudó a que no se olvide aquella fase que vivió Euskal Herria fue Oskar Amezaga. El fundador de la discográfica Discos Suicidas y cofundador de la revista musical Muskaria recuerda bien aquella década. Entonces, Amezaga pasaba los fines de semana hablando de música junto a Roge Blasco y Fraisku Marcilla: «Nos gustaba plasmar lo que en ese momento se cocía en la calle». Se acuerda que de joven «lo escuchaba todo», desde el programa de Pablo Cabeza en Radio Euskadi y programas de Radio 3, hasta la última maqueta que recibía.
Para este melómano, el Rock Radikal Vasco surgió a consecuencia de las «circunstancias socio-políticas» que en ese momento atravesaba Euskal Herria. También añade factores como la depresión, una gran desilusión entre una juventud y una alta tasa de paro que creó una situación de crispación «tan inflamable como el dedeté».
Sin embargo, como director de la discográfica que se creó para editar, sobre todo, trabajos de música punk, opina que las bandas no pretendían cambiar la sociedad, «solo decían lo que pensaban, y eso contribuía a cambiar muchas mentes estancadas en lo conservador». Por otro lado, en la cara B de la época, recuerda que «desafortunadamente muchas bandas desaparecieron por culpa de las drogas».
Las discográficas, como mecenas, y los periodistas musicales, como escribanos, fueron los encargados de hacer perdurar el recuerdo de muchos que se quedaron por el camino tanto grabando esos gritos de rebelión en discos como redactando los artículos que custodian los detalles de aquellos años en las hemerotecas.
«estado vegetativo» ¿Cuándo finalizó la época del Rock Radikal Vasco? ¿Sigue teniendo influencia en la actualidad? Belén Mijangos considera que el movimiento iniciado en los ochenta «no ha concluido, sino que se regenera o reconvierte», aunque admite que en la actualidad se encuentra en «estado vegetativo».
A la pregunta de qué cambiaría de todo aquello, no duda en contestar «nada». Sin embargo, lo que esta musicóloga cambiaría es «el apoltronamiento y dejadez actual. Hoy faltan las ganas de romper y de salirse del tiesto. Ya me gustaría que existiera la conciencia de entonces». Tal como apunta Goñi, hoy en día, en algunos ámbitos de la música aún se aprecia el «endurecimiento de los sonidos y los mensajes, abriendo un camino apenas recorrido en aquel momento».
En opinión de Oskar Amezaga, «en la actualidad, tanto en Euskal Herria como en el estado, hay una sequía absoluta de grupos punk que reivindiquen un cambio en la sociedad». Oskar Amezaga se pregunta si «ha pasado de moda ser antisocial o es que hay otras vías más adecuadas para mostrar el desencanto de la juventud».