Berta Cáceres ha sido y es uno de los grandes motores de la Resistencia en Honduras. Desde su sitio de combate, en la dirección del Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), Berta analiza con Resumen Latinoamericano lo que está ocurriendo en ese país y aporta importantes conceptos sobre el tema del Poder, y también habla de las luchas que vienen.
-Cuál es la situación actual de Honduras en lo que hace al avance de las trasnacionales por las concesiones otorgadas por el actual gobierno?
El gobierno ha concesionado los ríos del país y proyectan construir más de 300 represas. Por otro lado, las trasnacionales mineras han avanzado un proyecto de ley favorable a su impunidad para operar y explotar. En otro orden, también se va a poner en marcha un proyecto de privatización de la educación y la salud.
-¿Cual es la respuesta que se dio desde las organizaciones populares?
Las lucha histórica de las comunidades negras e indígenas está firme, frente a este modelo de muerte y saqueo. También estamos haciendo el esfuerzo de articular a la resistencia de base, para enfrentar otros temas, como la militarización y la represión.
-A propósito, ustedes vienen de celebrar un importante encuentro sobre la militarización, en el que participaron otras organizaciones.
Así es. Es parte de un proceso que emprendimos desde antes del golpe de Estado cuando impulsamos en las comunidades del COPINH y La Esperanza, el Segundo Encuentro Hemisférico contra la militarización. Cuando ocurrió el golpe en Honduras, concentramos nuestra tarea en el país, y ratificamos nuestra insistencia en que Honduras sigue siendo un portaviones de los Estados Unidos. Los gringos han abierto, además de la de Palmerola, otras bases militares, como la Caratasca y Mocorón. También hay otra en Puerto Lempiras. Las tres en territorio indígena miskito. Una más, está instalada en el Departamento insular de Isla de La Bahía, que es en la zona caribeña de Honduras. Ellos pretenden abrir más, pero no sólo hay bases militares sino también se dan operaciones, entrenamientos, financiamiento y otras estrategias. Nosotros creímos que eso había pasado en el 80, cuando la lucha contrainsurgente, pero ahora vemos que esa misma estrategia la están desarrollando en la zona del Bajo Aguán, que es donde más violaciones a los derechos humanos se están suscitando en nuestro país.
-¿Cuál es la verdadera causa que la represión se concentre en esa zona campesina del Aguán?
El Bajo Aguán ha sido históricamente un lugar de lucha obrera y campesina contra las trasnacionales. Es una zona rica, productiva, fértil. Se da mucho la producción de cítricos, además está muy cerca el mar y hay una gran riqueza hídrica. También tiene potencial comercial. Por eso, los terratenientes se han concentrado, por ejemplo Miguel Facussé o las trasnacionales gringas, como la Standard Fruit Company, que tiene instalados allí sus grandes monocultivos.
Después del golpe, arreció la lucha campesina, la resistencia y también la reacción de los sectores de poder. Todo el proyecto de terror que se ha instalado en el Aguán no es un hecho aislado, es parte de todo lo sucedido tras el accionar represor de los golpistas, del intervencionismo norteamericano y la decisión del imperialismo de asentar su poder económico, político y militar. Honduras es parte de ese proyecto de dominación en nuestro continente.
El otro elemento a tener en cuenta, pasa porque esta es una zona muy apetecida por el narcotráfico, que es otro mal terrible que las campesinas y campesinos tienen que enfrentar. Es sabido que el narcotráfico se mezcla con los grandes sectores económicos y políticos. Esto hace que allí, la impunidad torna a ser absoluta: se asesina, se tortura, se secuestra, no sólo a los adultos, mujeres y hombres, sino que también a los niños. Hay muchos casos de niños secuestrados y amenazados. A algunos se los ha rociado con gasolina y se les advierte que si no confiesan donde están algunos campesinos que están huídos, se les prende fuego. También fueron incendiadas numerosas viviendas y escuelas. Se producen desalojos constantes y con mucha violencia. Hay tres momentos de militarización intensa y a estas operaciones las han llamado Satrush I y Satrush II, que es la que sufrimos actualmente. Se han desplegado 12 mil policías y soldados sobre toda la zona. No sólo operan esos uniformados sino que hay ejército gringo. Los hemos visto, como se desplazan armados con sus vehículos militares. Además operan paramilitares colombianos y ex oficiales de las Fuerzas Armadas salvadoreñas. Hasta han llevado a los Zetas, eso criminales muy conocidos en México.. Esos son los que están torturando a muchos campesinos.
-El regreso de Manuel Zelaya ha sido visto como un hecho positivo para la Resistencia o por el contrario se han aquietado las fuerzas?
Creo que la decisión de concentrarse únicamente en la batalla electoral es un gran error, porque desde nuestra visión, la liberación de los pueblos no será obra de un partido sino de la lucha popular, de los movimientos sociales y políticos. Hay que incluir toda su diversidad y riqueza, que no es un signo de debilidad sino de fortaleza. La Resistencia en Honduras tiene una particularidad especial, que es muy diversa, y esto la hace extremadamente compleja, pero sabemos que en este momento la única manera de contrarrestar el avance del neoliberalismo, de la impunidad, del golpismo y la violación de los derechos humanos, es con las luchas sociales, con la organización del pueblo, construyendo poder desde abajo, desde otra perspectiva y concepto. Hay varios temas que están en entredicho, como por ejemplo el tema del Poder. ¿Por qué se piensa que el Poder está sólo en el hecho de ganar el Ejecutivo?. Nosotros hemos dicho: pregúntenle a Mel Zelaya si realmente tuvo el Poder, siendo Presidente. Le dieron un golpe de Estado. Y volvió a quedar claro que el Poder lo tienen los gringos, las trasnacionales, el ejército y las 25 familias. Por eso nosotros apostamos a una construcción de Poder desde abajo, y a prácticas políticas diferentes en nuestros movimientos sociales. Prácticas horizontales, incluyentes que estén muy abiertas a entender esa diversidad, que tienen experiencias diferentes en su organización, en demandas, en exigencias, en perspectivas sobre qué Honduras queremos refundar. Todo esto se diluye si sólo se apuesta a la vía electoral.
-La presencia de la mujer ha sido muy importante en la Resistencia. ¿Cuáles son los logros obtenidos en todo este camino transitado y cuáles son las cosas que aún faltan por ganar?
Esta es una de las cosas que son aleccionadoras para todos y todas: la fuerza con que las mujeres se hacen sentir, se ven, se escuchan, en el proceso de Resistencia. En la calle, la mayoría hemos sido mujeres y eso hace que haya compañeras asesinadas, torturadas, se ha dado el acoso de las militares y policías. Con el golpe creció el desprecio a la mujer, y también el patriarcado, el machismo, el femicidio. Esto se hace más notorio si son mujeres indígenas y negras. El racismo, el capitalismo, el militarismo y el patriarcado son una combinación de muerte para los pueblos. Frente a todo esto, las mujeres ganamos las calles y nos dimos cuenta que además de las consignas y los gritos, también tenemos propuestas. El desafío es que en el Frente Nacional de la Resistencia y en este brazo electoral recién formado, entiendan que las mujeres no somos ni un adorno ni un número, y que no vamos a esperar que se termine el capitalismo para empezar a echar para atrás el patriarcado. Las mujeres en Honduras queremos apostarle a todas esas luchas.
-¿Les dolió como militantes de la Resistencia el retorno del gobierno de Pepe Lobo a la OEA?
Si, porque somos una organización que estamos en lucha y en confrontación con el capitalismo y los gringos, porque no tenemos dudas de que a eso nos estamos enfrentando. Nosotros nos movilizamos con nuestra gente hacia El Salvador, donde se realizó la Asamblea General de la OEA. Nos movimos desde nuestras comunidades, con la esperanza de ser escuchados, por lo menos por los gobiernos progresistas, y esto no pasó. Eso es lamentable y estamos seguros de que lo que hizo la OEA es un error histórico que lo está pagando el pueblo hondureño. Y no sólo nosotros sino también el pueblo latinoamericano. Fue una bofetada a nuestra lucha y nuestros mártires. Incorporar al régimen significó darle visto bueno a millonarios financiamientos para el ejército y la policía, para todo el proyecto neoliberal, con los Tratados de Libre Comercio incluidos. Eso es lo que pasó inmediatamente con Europa, que se firmó un TLC. Y otro igual con Canadá. Decimos entonces que la agresión contra el pueblo hondureño ha sido mayor. La complicidad de la OEA garantiza la impunidad. Sólo un país se negó a ello, Ecuador. Decimos que la OEA es cómplice de la violación de los derechos humanos, ya que eso no ha cesado, sino que al contrario, ha crecido. La indefensión que hay en Honduras es tremenda. Ha crecido la criminalización contra nuestras organizaciones. Con la decisión de avalar al gobierno en su vuelta a la OEA no se escucharon las legítimas demandas del pueblo en Resistencia. |