Informe político de la Asamblea General de Red Roja. 9 y 10 de julio de 2011
I. Introducción
El sistema capitalista encabezado por su fracción hegemónica, la constituida por los imperialistas estadounidenses y europeos, está utilizando la crisis para llevar a cabo una reestructuración general sin precedentes, al menos, desde la II Guerra Mundial.
La destrucción masiva de empresas no competitivas, el estallido de las burbujas especulativas, la acelerada concentración de capital, la depredación de recursos naturales y la intensificación de los ataques militares contra países en los que la extorsión de los gobiernos no ha dado los resultados apetecidos, son los escenarios en los que asistimos al drama de la liquidación de derechos sociales y laborales y a la caída en picado de las condiciones de vida de millones de personas. No hace falta ser Jeremías para predecir que los gobiernos – auténticos consejos de administración de la burguesía como nos recordaba Marx – van a intensificar los recortes ya iniciados en materia de derechos y libertades políticas.
Ya no hay ni disfraces para ocultar lo evidente: no hay “brotes verdes”, ni “luces al final del túnel”. Cada vez más sectores de la clase obrera y de los pueblos son conscientes de que la ofensiva orquestada por el capital y sus gobiernos actúa como una epidemia mortal que va derribando compañer@s, arrastrándoles al paro, al desahucio, a la pobreza y ensañándose con los menos cualificados, las mujeres, l@s jóvenes, l@s trabajador@s inmigrantes.
No sólo no se vislumbra la salida, si no que, en el caso improbable de que se produjera una recuperación, no habría mejora de las condiciones de trabajo y de vida y vendría otra crisis en la que el saqueo sería aún mayor.
Asegurar la competitividad del capital monopolista requiere la abolición total de las conquistas obreras. Es rigurosamente falso que la mejora en la competitividad sea la condición previa para la creación de empleo y la mejora en las condiciones de vida. La finalidad esencial del sistema es, exclusivamente, generar beneficios. Para conseguirlo se concentra el capital y la burguesía funciona más que nunca como un todo.
Los mandatos imperativos de Obama y Merkel a Zapatero, las reuniones de banqueros y empresarios con el rey y con el presidente del gobierno, las visitas del secretario general de la OTAN para asegurar que el gasto y la implicación militar se mantienen, son ejemplos de lo que está sucediendo a diario en todos los países. Los atisbos de soberanía han desaparecido. No sólo los pueblos sin estado carecen de derecho de autodeterminación. No hay estados soberanos, sino estados intervenidos.
Frente a ello la situación de la clase obrera retrocede en todas partes, independientemente de la mayor o menor competitividad de las empresas en las que trabajen. Los despidos golpean a trabajadores de diferentes cualificaciones, los recortes salariales afectan tanto al sector público como al privado y los desahucios son una plaga cada vez más extendida. Pero en la misma medida en la que no hay esperanza de futuro si no se tratan las causas de tanto desastre, se abren nuevas vías para la unidad y la solidaridad. En este camino es vital conseguir que las trabajadoras y trabajadores emigrantes que están viviendo con máxima crudeza la explotación y la opresión del mismo imperialismo que les expropia de sus recursos en sus países de origen, se incorporen a la primera línea de la lucha obrera.
La crisis estructural del capitalismo, especialmente en estados como el español, tiene la capacidad de desmontar las falsas imágenes de legitimidad con las que las clases dominantes han conseguido hasta ahora ocultar la realidad y de enfrentarnos con la desoladora crudeza de un capitalismo que como un auténtico vampiro cada vez necesita destruir más seres humanos y recursos naturales.
La lucha de los pueblos por sus derechos nacionales junto a los dictados que obligan a reducir drásticamente el gasto público están provocando una auténtica quiebra del Estado con la amenaza de dinamitar el “Estado de las Autonomías”. El engranaje institucional de la Transición hace aguas y el Estado aparece cada vez más reducido a su esencia represora frente a unos pueblos, especialmente el pueblo vasco, que han aprendido a forjar su identidad y la lucha por sus derechos en las condiciones más duras y que ahora los reclaman con fuerza inusitada.
Las contradicciones se agudizan. La lucha por derogar la Constitución de 1978, por la abolición de la monarquía y todo el aparato del Estado heredero de la Dictadura que se regeneró en la Transición exige intensificar las vías de solidaridad y de articulación de esfuerzos contra enemigos comunes que abrió Iniciativa Internacionalista. La lucha por el socialismo y por los derechos nacionales de los pueblos constituyen el eje central del proyecto histórico emancipatorio de los pueblos en el Estado español, al que ahora se le abren nuevas posibilidades.
La lucha de las mujeres por su liberación ha visto en estos años cómo el potencial revolucionario de sus reivindicaciones por la igualdad y contra el patriarcado han sido encubiertas mediante sobornos a organizaciones, y discursos edulcorados que dejaban intactas, tanto la sobre-explotación como la negación esencial de su libertad. El feminismo de clase debe resurgir con toda la fuerza que exige la respuesta a una situación que condena a las mujeres a especiales condiciones de precariedad, de pobreza y que levanta, para controlarla, el discurso de opresión machista y de valores reaccionarios con especial virulencia.
Una nueva generación de jóvenes trabajadoras y trabajadores están enfrentándose a la vida en las condiciones más duras pero con más recursos que quienes les precedieron: larguísimas jornadas de trabajo, salarios de miseria, ausencia de Seguridad Social, etc, con alta cualificación profesional. Llegan casi a tientas como consecuencia de la amputación de la memoria de las luchas anteriores y del intento deliberado de confundirles que vuelca sobre ellos sus más preciadas y sofisticadas armas. En la gigantesca batalla a vida o muerte que la clase obrera y los pueblos tenemos que librar con el capital, el papel determinante lo tiene la juventud trabajadora y quienes sean capaces de ayudarle a ocupar su lugar en la historia, aquí y ahora.
La única solución a las causas de la crisis general del capitalismo están directamente relacionadas con la propiedad y con el poder: o les expropiamos o nos aniquilan. Para enfrentar esas causas el único camino es acumular fuerzas, fortalecer el movimiento obrero y popular y arrinconar a quienes desde auto atribuidas – aunque cada vez menos creíbles – posiciones sindicales de clase son los mejores aliados del capital. El esperpento de ver a las direcciones de CC.OO. y UGT firmar pactos y pregonar la “paz social” cuando se niega el futuro a millones de trabajadores y trabajadoras es el mayor insulto a la lucha obrera durante generaciones. Debilitarles, mostrarles como esbirros del capital, es una parte central de nuestra tarea para que sea comprensible con claridad que la esencia del problema no es el cambio de partido en el gobierno, sino del poder de clase. La otra parte central es constituir un frente sindical que luche de forma unitaria, que sea capaz de articular y potenciar las luchas aisladas y sobre todo que consiga incrementar el nivel de conciencia y de organización de la clase obrera frete a las batallas decisivas que nos aguardan. Desde el máximo respeto a las nacionalidades, es preciso construir las vías de diálogo y de confianza que permitan encontrar vías coincidentes de enfrentamiento al enemigo común y combinar estratégicamente la lucha de clase y la lucha por los derechos nacionales de los pueblos.
Una organización como Red Roja es más necesaria que nunca. Tras la ruptura con un proyecto sectario y con inadmisibles planteamientos en política internacional que se sitúan en la órbita del imperialismo, como el del PRT-LIT, es imprescindible la reconstrucción del proyecto originario de Corriente Roja, con los avances que se han realizado en los últimos años, cuyos principios políticos parten de:
- El análisis marxista, y por ello consecuentemente anticapitalistas y antiimperialistas;
- La lucha antipatriarcal y por la liberación de la mujer.
- La defensa sin condiciones del derecho de los pueblos a la autodeterminación, incluida la independencia;
- Contra la depredación del medio y de los recursos naturales y por la construcción de formas de producción y de vida compatibles con la consideración de la naturaleza como la casa del ser humano;
En definitiva, por la construcción del socialismo.
Una organización de ámbito estatal de estas características es vital para la reconstrucción – con otras organizaciones y al calor de las luchas – del proyecto histórico emancipatorio de los pueblos del Estado español sobre sus dos ejes inseparables: el hecho de clase, de género y el hecho nacional.
Pero al igual que el capitalismo es mucho más que la propiedad privada de los medios de producción, asumir que luchamos por la revolución socialista exige que Red Roja asuma una tarea esencial: la construcción del ser humano nuevo. Una organización es revolucionaria, no sólo porque lleve a cabo eficazmente la tarea de estructurar el movimiento de masas, sino porque además realiza la función de ser portadora de la conciencia de clase y de su misión histórica de liberar al conjunto de la sociedad. Para ello y para no reproducir los dramáticos errores que se han producido en el pasado, es indispensable que en su seno se produzca de forma permanente la lucha ideológica contra las formas de relación, personales y colectivas, que reproducen el individualismo, la competitividad y las opresiones de todo tipo, especialmente las patriarcales que están más profundamente impresas en el inconsciente colectivo. Red Roja asume que la subversión de las relaciones de dominación en el interior de la organización es una de las funciones centrales de su construcción política.
Este es, a grandes rasgos, el marco general de la gran tarea que enfrentamos y que nos apremia.
II. El rearme del imperialismo internacional
Bajo el pretexto de la “lucha internacional contra el terrorismo”, EE UU y la UE incrementan sus gastos y sus intervenciones militares. Con ello, no sólo se preparan para pugnar por unos recursos energéticos cada vez más escasos, sino que incrementan la demanda en unas economías tendentes al estancamiento.
Cada vez más, tendremos que tener en cuenta el desarrollo de las contradicciones ínter imperialistas, incluso en el seno mismo del bloque occidental. Y esto, en relación directa con los problemas crecientes que encuentran los EEUU para mantener su hegemonía; lo que le lleva a promover una permanente inestabilidad internacional para perversamente erigirse, entre sus propios aliados tradicionales, en bombero necesario que apague los incendios bélicos que ellos mismos vienen provocando.
Pero en este escenario de agresividad imperialista la resistencia de los pueblos también cobra aliento en todo el mundo, refutando la absurda idea de un “fin de la historia” que propugnara Francis Fukuyama. Una parte central de nuestra acción es la lucha contra el imperialismo, y en particular, contra la guerra imperialista. El militarismo a ultranza de EEUU, la UE y la OTAN es la manifestación más sangrienta y descarnada del imperialismo que se inserta hoy, como nunca antes, en el proceso de acumulación capitalista. El imperialismo ha hecho desembocar a la humanidad en un estado de guerra permanente, y de forma simultánea, pretende militarizar al conjunto de la sociedad con el pretexto de la “defensa de la democracia” o “lucha contra el terrorismo”. La de EEUU es una economía patológicamente dependiente de la industria militar. Es por ello que las continuas agresiones imperialistas promovidas por el Pentágono cobran sentido, no sólo para alcanzar el dominio del mundo y para apropiarse de recursos energéticos, sino por la simple necesidad de crear demanda para sus fábricas de muerte. La lucha contra el imperialismo y sus guerras no puede disociarse de la lucha contra el capitalismo, ni de la movilización por la retirada de las tropas españolas de Afganistán y Libia y el fin de la ocupación de Iraq, por la retirada de todas las tropas españolas en misiones de la OTAN o la ONU (Líbano, Kosovo, Haití), por la salida de la OTAN y por el desmantelamiento de las bases americanas, contra el expolio de los países latinoamericanos por parte de las multinacionales españolas.
Dos son los principales escenarios en los que se desarrolla la lucha antiimperialista: Latinoamérica y Oriente Medio.
II.1. Oriente Medio
La actualidad dirige nuestra mirada hacia Libia, donde tres meses de intervención de la OTAN aún no han logrado derrotar a Gadafi. Este conflicto ha supuesto fracturas muy serias dentro de la izquierda, al querer asimilarlo algunos, de forma mecanicista, a las revueltas en el mundo árabe acaecidas durante los últimos meses.
Desde diciembre de 2010 y enero de 2011 respectivamente, Túnez y Egipto han vivido levantamientos populares que finalmente han logrado tumbar a sus respectivos regímenes autoritarios, títeres del imperialismo occidental. Estos movimientos, en los que las masas desarmadas se enfrentaban al ejército o la policía, fueron encabezados por las fuerzas obreras y sindicales desde el principio.
En Libia, en cambio, se vivió un proceso mucho más complejo y confuso, en el que una parte del ejército y la oligarquía dio un golpe de Estado contra Gadafi, controlando ciudades enteras, contando con armamento pesado desde el primer día, pidiendo ‑sin el menor disimulo- la intervención de la OTAN y conformando un gobierno paralelo reconocido por las potencias imperialistas. Dicha intervención que retoma y es expresión de un renovado proceso de recolonización en el que la OTAN da cobertura a intereses imperialistas ad hoc como la alianza franco inglesa, finalmente, se produjo en marzo de 2011.
En Siria, igualmente, se han producido movimientos muy poco claros. A pesar de que, como en cualquier país capitalista, un movimiento en pos de reivindicaciones democráticas y populares podría ser defendible, la realidad es que estos movimientos han sido calificados por el 20º Seminario Comunista Internacional como “maniobras de subversión y provocación planificadas por el imperialismo estadounidense, su aliado israelí y otras fuerzas reaccionarias en la región”.
Una pequeña parte de la izquierda, ha querido sin embargo ver revoluciones donde no las había, manejando acríticamente informaciones sin contrastar – como los famosos bombardeos de Gadafi “contra población civil” que jamás existieron – e ideas producidas por los aparatos ideológicos del imperialismo es decir, por los medios de comunicación que juegan un papel crucial al demonizar a todo gobierno popular o antiimperialista (de manera destacada en Latinoamérica) con el fin de justificar las nuevas «cruzadas». Esto les ha llevado a apoyar a sectores colaboracionistas de la oligarquía, como el Consejo Nacional Libio. Los mismos que jamás vieron la necesidad de pedir armas para las FARC, el FPLP o los Naxalitas, ahora no podrían esperar ni un minuto más sin pedir armas para los rebeldes libios (petición que se vio generosamente concedida poco después por la OTAN). Conocidos intelectuales vinculados al NPA, como Gilbert Achcar, llegaron incluso a apoyar la intervención de la OTAN, porque “no había más remedio para detener las masacres” de Gadafi.
Para nosotros, nuestra labor principal, desde el corazón de los países dominantes, es contrarrestar con todas nuestras fuerzas la influencia ideológica del imperialismo, incluyendo las coartadas de sus supuestas “intervenciones humanitarias” e insistiendo en el carácter falaz de la información procedente de los mass media, cuya línea editorial está determinada por los monopolios que, o bien poseen sus acciones, o bien los financian a través de la publicidad. Sólo en la medida en que debilitemos y aislemos al imperialismo, los países de la periferia encontrarán menos obstáculos para desarrollar sus procesos liberadores.
Pero en relación al imperialismo, los acontecimientos en Libia arrojan nuevas lecturas. La primera es la complicidad de China, que se abstuvo en la votación del Consejo de Seguridad, otorgando así validez “legal” (aunque nos refiramos a la legalidad imperialista) a la intervención de la OTAN. Esto no parece casualidad, cuando China comienza a comprar deuda pública de diversos países (entre ellos el Estado español) y a deslocalizar empresas hacia suelo africano, iniciando el camino para convertirse posiblemente en un nuevo polo imperialista a nivel mundial.
Además, el empantanamiento de la misión libia demuestra la incapacidad militar de la UE, enormemente dependiente de las tropas de EE UU, que en este conflicto ha decidido mantenerse en segundo plano.
Como hemos dicho, las luchas en Túnez y Egipto, encabezadas por el movimiento obrero y sindical y con el apoyo de las fuerzas comunistas de ambos países, obtuvieron éxitos parciales (a pesar de su carencia de armas). Pero la lucha está lejos de terminar. Las élites de ambos países tratan de implementar sendas “transiciones controladas”, al estilo de la española, para mantener intactos sus privilegios.
Por otro lado, en Iraq y Afganistán la resistencia sigue poniendo en jaque al invasor (que ya planea su salida por la puerta de atrás) y demostrando que abarca a muchos más sectores sociales que no pueden reducirse de manera simplista a “talibanes” o “islamistas”. Mientras, movimientos civiles iraquíes protestan contra las privatizaciones, lo que pone muy a las claras cuál fue siempre la verdadera intención de la invasión.
En Palestina, Fatah y Hamas han alcanzado un inestable pero esperanzador acuerdo para unificar fuerzas y conseguir al fin el reconocimiento de un Estado palestino, independiente del israelí. El FPLP, aunque sigue luchando por un único Estado laico para toda Palestina, apoya el acuerdo como paso necesario para obtener al menos un escenario donde poder desarrollar la lucha por la destrucción del Estado sionista. Y ello a pesar de las sucesivas traiciones de Fatah y del sectarismo desarrollado por Hamas (a la cual, pese a ello, debe reconocerse el mérito de mantener en pie la resistencia contra el ocupante sionista).
La campaña internacional de Boicot Desinversión y Sanciones (BDS), iniciada por las organizaciones sociales palestinas en 2005, promueve un enfoque unificado para el boicot de los productos israelíes en el que participen consumidores y trabajadores e incluye el boicot académico, cultural y deportivo a Israel. Fomenta la desinversión de los fondos de pensiones de los sindicatos y empresas directamente implicadas en la ocupación. Con idéntica intención de visualizar la brutal ocupación colonial sionista parten las flotillas de solidarios internacionales de los dos últimos años contra el bloqueo de la Franja de Gaza.
Por último, el asesinato extrajudicial de Bin Laden en Pakistán en mayo de 2011 demuestra, al igual que el golpe de Estado en Honduras, que el imperialismo afila sus uñas y está dispuesto a saltarse sus propias leyes e intervenir en cualquier punto del planeta, si es necesario para garantizar sus intereses en la fase actual del capitalismo.
II.2. Latinoamérica
Latinoamérica arde en todo tipo de luchas anticapitalistas: desde comités populares urbanos hasta reivindicaciones de los campesinos sin tierra, pasando por proceso de reetnificación por parte de las comunidades indígenas.
Destaca el proceso de integración latinoamericana, sobre la base del ALBA como tratado comercial que busca incrementar la soberanía económica de la región, en contraposición al ALCA pregonado por Washington y que supondría una perpetuación de la dependencia.
Sin embargo, este proceso incluye en su seno planteamientos muy dispares, desde la versión moderada de los gobiernos de Ecuador y Nicaragua, hasta la ruptura con el imperialismo y con el FMI preconizada por los gobiernos venezolanos y cubano, pasando por versiones intermedias como la del gobierno indígena de Bolivia.
Supone, en todo caso, un importante proceso de liberación nacional y, sobre todo, ofrece a las fuerzas revolucionarios espacios donde desarrollarse y acumular fuerzas. Es preciso, no obstante, efectuar determinadas críticas, desde la posición de apoyo a los procesos populares.
En primer lugar, hay que hablar de la situación de las FARC, guerrilla comunista que desde hace medio siglo viene siendo, junto a Cuba, el principal referente revolucionario de América Latina. Desde la entrada del presidente Santos en Colombia, Chávez ha experimentado un viraje en su política internacional, pasando de pedir el status de fuerza beligerante para las FARC (y de permitir tácitamente que la guerrilla operara en la zona fronteriza), a capturar y entregar a sus guerrilleros al gobierno reaccionario colombiano.
Nosotros, que apoyamos la revolución bolivariana en Venezuela y deseamos que se profundice en dirección al socialismo, rechazamos sin embargo este intolerable error del presidente Chávez y exigimos una rectificación.
Por otro lado, en Cuba acaba de celebrarse el VI Congreso del PC Cubano, donde se han aprobado los famosos “Lineamientos de política económica y social”. Las versiones sobre lo que implican tales cambios son muy diversas, pero parece claro que en el horizonte se vislumbra un mayor protagonismo para los “mecanismos de mercado” y la iniciativa privada en la economía de la isla. Por ejemplo, es preocupante la supresión de los Comedores Populares, que mantenían los suministros alimentarios básicos fuera de la lógica de la competencia mercantil.
Desde el reconocimiento de los logros de la Revolución Cubana, mantenemos una respetuosa prudencia y expectación ante los cambios, pero recordamos, ante situaciones difíciles y tal vez insoportables para Cuba, que la iniciativa privada, la contratación de asalariados y la plusvalía no solucionarán ninguno de sus problemas ni de los problemas del continente».
Por último, debemos mencionar a Honduras, cuyo golpe de Estado contra Manuel Zelaya en junio de 2009 vino a demostrar la preocupación del imperialismo ante gobernantes que, en la región, se muestran díscolos ante las directrices del FMI y deciden adscribirse a la alternativa que supone el ALBA. La preocupación de un imperialismo que, siempre en alianza con las oligarquías locales, no duda en recurrir a derrocamientos sangrientos si es necesario.
III: Estados intervenidos e imperialismo económico europeo
La crisis económica que estalló en 2007 en los Estados Unidos ha afectado profundamente a las economías de los países de la Unión Europea y especialmente a los periféricos, Grecia, Portugal, Irlanda y el Estado español. La gravedad y persistencia de la crisis junto a la magnitud de las deudas públicas, y más las privadas, están sometiendo al euro a fuertes tensiones. Para rescatar a Irlanda y defender la moneda única la UE estableció un fondo de “Facilidad europea de estabilidad financiera” (FEEF) de 750.000 millones de euros (de ellos 250.000 aportados por el FMI) para los tres próximos años. Este caballo de Troya de la burguesía europea espera ansioso introducirse para allanar las conquistas históricas de los pueblos trabajadores europeos sometidos al círculo infernal de recesión-ajuste y más recesión-más ajuste.
La UE muestra así la verdadera arquitectura que ha ido construyendo en los últimos años como proyecto de unión capitalista, reflejo de los pesos relativos de sus burguesías estatales, liderado por sus fracciones financieras. Como respuesta a los procesos de mundialización del capital y la creciente competencia entre los grandes bloques regionales mundiales, la UE se ha revelado como el proyecto político y económico de la burguesía europea. El objetivo es crear una organización económica en la que la libre circulación de mercancías y capitales no tenga el más mínimo obstáculo e impedir la capacidad de los gobiernos nacionales de realizar políticas contrarias a las necesidades de valorización del capital. La UE es un arma supraestatal para legitimar recortes y retrocesos sociales, especialmente en el mercado laboral, aplicando políticas recesivas, de flexibilidad, desregulación y precariedad.
La UE, como entidad supraestatal, está jugando el papel de gendarme dentro de sus fronteras y áreas de influencia con la misma estrategia que el FMI y el BM desplegaron en los países del tercer mundo: la deuda como herramienta ideológica para el sometimiento de las poblaciones a la servidumbre por deuda y la explotación más descarnada del capital. El objetivo es la ampliación de los espacios de acumulación y ganancia a costa del sector público y de la ruptura de los marcos legales nacionales y además, el ensanchamiento de los márgenes de ganancia mediante recortes sociales y desregulación laboral. Así es como la UE crea un buen clima de confianza empresarial.
José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, y el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, han amenazado con que «no hay plan B» para evitar la quiebra de Grecia si el Parrlamento heleno rechaza el plan de ajuste de 78.000 millones de euros pactado con la UE y el FMI. Han dejado claro que la única alternativa es la «catástrofe»: “No hay ninguna alternativa a las reformas dolorosas y a la consolidación fiscal”, ha subrayaba Barroso. Se trata de un golpe de Estado a la soberanía política de Grecia. La exigencia de la aprobación parlamentaria del paquete de reformas es una receta para que la crisis la paguen las clases populares; incluye un aumento de la presión fiscal sobre las clases populares, privatización de las grandes empresas estatales, recortes en el sector público mediante el despido de funcionarios y recortes en los gastos sociales del Estado.
Pero lo más importante es que las exigencias económicas de la Comisión Europea no van a hacer más que empeorar la situación económica griega. No van a servir para reactivar la economía. Como ha avanzado Costas Lapavitsas “con las actuales medidas políticas, la “troika” UE/FMI/BCE (Banco Central Europeo) se espera que la deuda soberana aumente hasta el 200% del PIB en 2015, desde un 150% enla actualidad. El servicio de la deuda costará un 12% del PIB – mucho más que el gasto en salud y educación – mientras que el déficit del gobierno estará en un 15% del PIB. El país quedará incuestionablemente en bancarrota”.
III.1. La inserción del Estado español en la UE
La creación del Mercado Único supuso que los países más potentes de la Comunidad europea pudieran operar libremente por todo el territorio comunitario; como consecuencia, la pequeña y mediana industria de los países más atrasados, entre ellos España, sufrieron una competencia enorme que llevó al cierre de muchas empresas. La desigualdad en el comercio en el interior de la Unión Europea incrementa los desequilibrios nacionales y las desigualdades entre los países y regiones de la Europa comunitaria.
La eliminación de las fronteras internas, sin regulación ni contrapartidas, produjo un profundo reajuste de la estructura productiva y distributiva española, que ha contribuido a debilitar el tejido productivo español al tener que adaptarse a las necesidades de las burguesías centrales de la Unión Europea. Como consecuencia, su estructura productiva quedó fuertemente especializada en unas pocas líneas de producción y servicios (automóviles y turismo) y la distribución, altamente concentrada en grandes cadenas distribuidoras. Una estructura productiva de estas características supone una dependencia muy fuerte de los ciclos internacionales, con un desarrollo tecnológico de segundo orden, también dependiente, y con escasos efectos en la generación de empleo.
La debilidad histórica del capitalismo en el Estado español tiene unas particularidades históricas que hacen muy difícil una rápida recuperación en términos de empleo debido a la enorme necesidad de la afluencia de capitales extranjeros y al atraso socio-tecnológico de su estructura productiva, articulada en gran medida, por la pequeña empresa con mano de obra barata. Conviene recordar que en el periodo 1986 a 1991, a pesar de grandes entradas de capital extranjero, el paro fue extraordinariamente alto en España. Durante todo Este periodo se mantuvo por encima del 20%, y la tasa de actividad de la población era de las más débiles de la UE.
La necesidad de importar bienes de consumo y de capital por parte del Estado español tiene también consecuencias negativas para el equilibrio de su balanza de pagos porque aumenta las importaciones por encima de las exportaciones lo que la hace más vulnerable a los ciclos internacionales del crédito y la inversión de capitales. El déficit exterior de España llegó a ser en algunos períodos el más elevado del mundo en términos absolutos tras el de Estados Unidos, y el más alto en relación al PIB de las economías occidentales, antes de la crisis de 2007 – 2008.
En los cinco últimos años, antes del estallido de la crisis, el capital financiero especulativo se convirtió en el auténtico protagonista de la financiación de la economía española y de su burbuja inmobiliaria. Los bancos y cajas de ahorro españolas canalizaron grandes cantidades de créditos de la banca alemana, holandesa y francesa para financiar la inversión en la construcción, con su contrapartida necesaria: la “financiación” del consumo a través del crédito hipotecario. Es sobre todo este capital financiero especulativo el que ha financiado el creciente déficit corriente y ha creado las bases de la burbuja inmobiliaria-financiera de la economía española que ha llevado al país a la actual situación de endeudamiento. No es difícil imaginar que la afluencia de financiación internacional no hubiera sido posible sin la integración en el euro del Estado español y sin el retroceso de las rentas salariales que confluyeron con la orgía crediticia necesaria para realizar los precios de las inversiones inmobiliarias.
El hecho de que gran parte de los préstamos otorgados a los países de la periferia europea tenga su origen en la banca de los países centrales, explica la agenda disciplinaria de la UE respecto a los países deudores. Así, Alemania es acreedora de los países periféricos por 568.600 millones de euros (213.000 millones España), Francia por 440.000 (178.700 a España), Italia 96.400 (38.500 a España). Por su parte, la banca del Estado español es acreedora por valor de 127.600 millones, siendo Portugal, con 99.800, el primer país receptor.
Estos datos muestran claramente los circuitos de acumulación dentro del espacio económico de la Unión Europea en la dinámica internacional del capital. La UE se ha transformado en un espacio industrial-comercial-financiero que relaciona a países exportadores que nos venden sus productos y obtienen un superávit comercial, principalmente Alemania, con países importadores netos, como España, Grecia o Portugal, lo que supone una suculenta demanda para las exportaciones de los primeros. Asimismo, esta demanda se financia en buena parte con el crédito de capitales pertenecientes a los mismos países que exportan.
La entrada en la Unión Europea del Estado español no ha hecho más que acentuar la debilidad y el atraso histórico de la península al someterlo a un patrón de desarrollo y especialización productiva en el que los sectores más competitivos han ido perdiendo peso frente a otras actividades protagonistas del crecimiento económico como la construcción; quedando así reducido a un modelo de baja productividad, alta precariedad laboral, una cultura empresarial que sólo sabe hacer ajustes vía empleo y un enorme deterioro ambiental.
De la mano de las privatizaciones de las empresas estatales públicas se han ido entregando los sectores estratégicos, cada vez más, a manos del capital extranjero, haciendo buena la máxima socialista que dice que el nacionalismo de la burguesía termina donde empieza su bolsillo. Así que la deuda actual parte de una importante tradición histórica de deuda externa que expresa el atraso industrial y comercial en el Estado español y el poder tradicional de sus fracciones financieras y rentistas.
III.2. De la crisis del capital a la crisis fiscal del Estado
La crisis ha tenido un efecto demoledor sobre las cuentas del Estado. La caída de la actividad económica y el incremento de los gastos del Estado, principalmente debido al rescate del sistema financiero y, en menor medida, al incremento de los subsidios por desempleo, han deteriorado rápidamente las cuentas del Estado. No hay que olvidar que el sistema impositivo estatal ha reforzado su orientación neoliberal desde hace prácticamente más de 20 años: disminuir los impuestos a las rentas del capital y aumentar los de las clases populares. Como consecuencia de la dependencia de los ingresos del Estado de las rentas del trabajo, cuando el desempleo pasó del 9% en 2007 al 21% en 2011, los ingresos cayeron en picado.
Es importante desenmascarar la enorme carga ideológica cuando se apela a la deuda para implementar recortes selectivos en los gastos sociales del Estado. El gobierno de Zapatero se ha negado a realizar una reforma fiscal progresiva que cargara sobre las rentas más altas los costos del rescate del sistema financiero y de los déficits públicos. Ni tan siquiera se han impulsado medidas eficaces para la lucha contra el dinero negro y la economía sumergida. El problema de la deuda pública en España no es tanto por su porcentaje del PIB, sino por la rapidez con que está creciendo: del 36,2% en 2007 al 57,7% en 2010, con una previsión del 74,3% en 2012. Sin embargo, la media de Deuda pública en la Unión Europea era del 74,7% en 2009 y del 84,1% en 2010.
Y no hay que olvidar que en esta pornografía del poder, la deuda pública es un fabuloso negocio para la banca privada nacional e internacional. Los bancos españoles poseen el 52% de la deuda española. Reciben préstamos de dinero del BCE a intereses muy bajos (1%), y con este dinero compran bonos públicos del Estado español que les dan una rentabilidad de un 6%. Es difícil diseñar un sistema que sea más favorable para los ricos y para sus bancos.
Siguiendo las exigencias de los mercados, de las instituciones públicas internacionales y de la UE, desde principios de 2010 el gobierno de Zapatero no ha tenido el menor empacho en imponer una fortísima política económica “de ajuste” y endurecimiento de las medidas respecto a las capas populares: recorte presupuestario con disminución salarial de los funcionarios y congelación de pensiones, acuerdo patronal-sindicatos sobre salarios, Reforma laboral, Reforma de las Pensiones, contención de los derechos sociales…
III.3. El Pacto del Euro
El Pacto del Euro es la versión que ha quedado del Pacto de Competitividad que presentaron primero Merkel y Sarkozy. Es un plan de gobernanza europea para imponer el programa de salida de la crisis hecho a la medida de las necesidades del capital central europeo con el objetivo de disciplinar a las fuerzas del trabajo en todos los patios de la UE.
Como respuesta a la persistencia de la crisis y el problema de la deuda pública de los países periféricos de la UE, se ha establecido toda una serie de obligaciones y compromisos que deberán ser llevados a cabo por los respectivos gobiernos mediante las oportunas políticas económicas. Los jefes de Estado o de gobierno de la UE firmantes sostienen que su objetivo es incrementar la productividad y la convergencia de la zona euro para poder crear las condiciones propicias para salir de la crisis incrementando el comercio internacional y solucionar así el problema de la deuda de los países periféricos.
Se trata de un plan de gobernanza económica que incluye el control desde la UE de las cuentas nacionales para evitar “irresponsabilidades” en los gastos de los países. Estos tienen que remitir las líneas generales de sus cuentas nacionales para el año siguiente a Bruselas que fijará el margen para los parlamentos en la redacción de sus presupuestos.
El Pacto del euro tiene cuatro líneas básicas de actuación:
1. Impulsar la productividad: con el objetivo de reducir el precio de las mercancías para que sean más competitivas en los mercados internacionales. Para ello se impone la necesidad de controlar los costos laborales unitarios por la vía de los salarios, en concreto desvinculándolos del IPC. Se propone descentralizar los acuerdos colectivos de fijación salarial para reducir la capacidad de negociación y resistencia de los trabajadores; la moderación de los salarios públicos para contribuir a la productividad del sector privado de modo que no sirvan de referencia al incremento de los salarios del sector privado. El pacto del Euro no busca incrementar la productividad por la vía de la introducción de mejores tecnologías, sino por el lado de los costos salariales, reduciendo las condiciones de vida alcanzadas históricamente por los pueblos trabajadores de Europa. Al tiempo que preparan los mayores recortes en la educación pública general y superior, demandan cínicamente “mejoras en los sistema educativos y fomentar la I+D y “mejorar el entorno empresarial”. Esta ideología productivita no tiene otro objetivo que abatir los costos salariales y aumentar las ganancias a costa de los trabajadores.
2. El impulso del empleo: con el argumento de que el desempleo está provocado por las rigideces que ocasiona la excesiva reglamentación y la protección de los mercados laborales, se plantean medidas que modifiquen su regulación y estructura. El Pacto del Euro propone el oxímoron de la “flexiseguridad”, la lucha contra el trabajo no declarado, aumentar las tasas de actividad y la formación permanente. Se recomienda reducir la presión fiscal sobre las rentas del trabajo por la vía de la reducción de las cotizaciones sociales. Eso supone, en los hechos, liberar a los empresarios del pago de los salarios indirectos que no son otra cosa que las conquistas históricas de los trabajadores. A ello hay que sumar la gran regresividad de los sistemas fiscales que han traspasado a las rentas del trabajo la carga de su financiación. A pesar de que el Estado español está entre los estados de menor presión impositiva, es el territorio de la zona euro donde más ha crecido el esfuerzo fiscal de las rentas del trabajo en los últimos cinco años. Los técnicos de Hacienda (Gestha) consideran que existe una presión fiscal «dual»: por un lado, la que soportan las rentas que pueden ser ocultadas como son las de las empresas y profesionales y, por otro, la que soportan las rentas «retenidas en origen» y, por tanto, conocidas y recaudadas por la Hacienda Pública. En la actualidad, los trabajadores y pensionistas ingresan el 75% de la recaudación total del Impuesto de la Renta. Los empleados y pensionistas declararon en el 2009 18.400 euros de media, mientras que los pequeños y medianos empresarios y los profesionales liberales manifestaron ganar sólo 13.525 euros de media, prueba evidente del enorme fraude fiscal de nuestro país.
3. Sostenibilidad de las finanzas públicas: mediante la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento se obliga a reducir los déficits presupuestarios por debajo del 3%. Para ello se hace una serie de recomendaciones que pasan por la reforma de los sistemas de pensiones, el sistema sanitario y las prestaciones sociales para que sean absorbidos por el sector privado. Se hacen recomendaciones para las privatizaciones de las empresas y servicios públicos con el objetivo de que pasen a ser espacios de la acumulación de capital. En este sentido supone un apretón en el acelerador de las principales líneas de la política económica de la UE de clara inspiración neoliberal. El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE, el anterior FEEF) tendrá como objetivo garantizar la estabilidad financiera de la zona euro actuando como prestamista de los gobiernos que lo soliciten. Los créditos o las compras de deuda pública que se efectuarán a través de la Comisión Europea, el BCE, el FMI y el BM, tendrán como contrapartida la exigencia de adopción de medidas estructurales de ajuste macroeconómico con el objetivo de garantizar “la mayor calificación de solvencia de las principales agencias de calificación crediticia”.
4. Refuerzo de la estabilidad financiera: Se propone un programa de “coordinación de la política tributaria” para crear las herramientas necesarias para una hacienda europea pero en lo que respecta a la regulación del sector financiero se limitará a la realización periódica de pruebas de resistencia bancaria. Para el caso del Estado español la Comisión Europea solicita que se saneen las cajas de ahorro y se privaticen cuanto antes.
El “Pacto por el Euro” expresa claramente los intereses de las fracciones financieras del capital, principalmente alemán, que tiene como objetivo mantener un euro alto frente al dólar. Las grandes beneficiarias de esta política son las grandes transnacionales y la banca europea, que otorgó créditos en euros y se endeudó en dólares con el sistema financiero internacional. La crisis es la excusa para implementar estas políticas y éstas ni siquiera resuelven los problemas de la (macro) economía del estado español sino que son políticas recesivas duras. El objetivo es domesticar a las clases populares y recuperar una tasa de beneficio alta para reiniciar sus economías desde un nivel más bajo, pero con
una mayor tasa de ganancia.
La salida de la Unión Europea que propugnamos no es una solución “técnica” a los problemas de la deuda o del déficit público. Es una propuesta política que se sitúa en un proceso álgido de lucha de clases y que pretende construir una nueva correlación de fuerzas. La salida de la UE se imbrica en el programa de recuperación de la propiedad social sobre los recursos, del derecho de autodeterminación como expresión integral de la soberanía de los pueblos en el marco de un proceso revolucionario anticapitalista y por el socialismo. Esta propuesta tiene más vigencia que nunca y es hoy el único programa general razonable
IV. El 22M: una instantánea de la realidad política.
IV.1. El PP, la versión dura de la derecha, gobernará en la mayor parte de localidades y CC.AA. del Estado, Bildu arrasa y lo nuevo en la izquierda no acaba de nacer.
Los hechos centrales que han marcado estas elecciones no son ni el desplome del PSOE, ni el correspondiente arrase del PP con el aditamento de la subida de la extrema derecha de UPyD o la enésima confirmación de la incapacidad de IU para representar el malestar social. Del resultado del circo electoral profusamente retransmitido por los medios de comunicación cabe constar los siguientes resultados generales:
1º La anunciada debacle socialista, es una vez más el complemento necesario de la llegada a gobiernos autonómicos y posteriormente al del Estado – muy probablemente con mayoría absoluta – de un PP que les sustituye en el puesto de mando del mismo proyecto de las clases dominantes de dentro y de fuera del Estado; hoy más que nunca. Otro tanto cabe decir de CiU en Catalunya.
2º El PP, la versión dura de la derecha, gobernará en la inmensa mayoría de las comunidades y pueblos del Estado español, pero lo hará con una abrumadora minoría de apoyo político real, si tenemos en cuenta que una de cada tres personas con derecho a voto no lo ha hecho (11,7 millones) y el voto nulo y en blanco ha alcanzado las cifras más altas desde 1979, 973.518 votos.
3º En un escenario electoral marcado por el desmoronamiento del PSOE, que pierde casi un millón de votos, IU a pesar del trato de favor recibido por los medios de comunicación afines al PSOE, sigue cayendo en las elecciones municipales. En las elecciones municipales IU pasa del 7,78% en 2003, al 7,09%[1] en 2007, al 6,31% en 2011. Datos destacables son la pérdida de la emblemática alcaldía de Córdoba, labrada a pulso con su participación en la corrupción y la especulación urbanística y rubricada con el paso al PSOE de Rosa Aguilar y el desplome de Ezker Batua.
IV.2. Las candidaturas de izquierda alternativa en el Estado mantiene posiciones, pero sigue apareciendo dispersa.
Las candidaturas de la izquierda alternativa en el conjunto del Estado parecen haber seguido una tónica común. En las localidades en las que ya tenían representación se revalida ésta, aumentando en general, el respaldo en votos. Así ha ocurrido con las CUP en Catalunya – con el destacadísimo aumento en Girona -, con ACTP- Torrelavega, Segovia de Izquierdas y otras candidaturas de la provincia, el MIA de Pinto (que sobrepasa ampliamente a IU), Cangas del Morrazo en Galiza, o en Los Rosales, donde la candidatura apoyada por CR consigue un concejal, ..etc.
El ascenso de las CUP en las presentes elecciones es muy importante. Multiplica por 5 el número de concejales (20 a 101), triplica el número de votos (20.000 a 62.000), obtiene 4 alcaldías, mantiene su presencia en la ciudad más importante en número de habitantes (Mataró) y entra en un feudo de gran importancia como es Girona con 3 concejales. En Barcelona obtiene 11.985 votos en coalición con Alternativa por Barcelona (IZAN, Lucha Internacionalista, En Lluita y apoyos individuales de CR) aupándose como sexta fuerza política en la primera contienda electoral en la que se presentan, y a nivel simbólico ha reafirmado su apuesta por el marco territorial dels Països Catalans, presentándose en dos pequeñas localidades del País Valencià
Los buenos resultados de la CUP cabe, no obstante, ponerlos en un contexto de clara derechización de la política catalana, con un auge de la abstención, un naufragio de la izquierda tradicional ligada al establishment y un ascenso de la ultraderecha.
En cuanto al CUT-BAI (partido nacionalista andaluz de ámbito rural y que se presenta bajo las siglas de IU), en Marinaleda Sánchez Gordillo sube, revalidando su alcaldía con un espectacular 73% de los votos (9 de los 11 concejales), más meritorio aún considerando la agresiva campaña del PSOE. Sin embargo, en términos globales, el CUT-BAI ha experimentado un considerable descenso de votos, especialmente en algunos de sus feudos tradicionales. Mantiene la mayoría absoluta en otros tres pueblos y la relativa en dos más, pero vuelve a quedarse sin El Coronil y pierde cinco de sus alcaldías.
El CUT-BAI lleva, desde 2004, proponiendo la generación de un Bloque Andaluz de Izquierdas (de ahí el “BAI”), que según buena parte de su organización debía generarse al margen de Izquierda Unida, en coalición con el PCPE, IA y grupos independentistas. Dicho proyecto echó a rodar incluso, pero no prosperó, por enfrentamientos internos entre los grupos mencionados. Actualmente, las contradicciones del CUT dentro de IU son enormes, y Sánchez Gordillo ha advertido públicamente que, si tras las autonómicas de 2012 IU pacta gobierno con el PSOE andaluz, el CUT abandonará IU. A nuestro juicio, la materialización de esa idea supondría un importante paso para las posibilidades de la izquierda transformadora a nivel andaluz, así como para la conformación de un Bloque o Frente de Izquierdas que, dada la evolución de la izquierda institucional, se ha hecho estrictamente necesario.
En la gran mayoría de las localidades donde se han presentado candidaturas de izquierda no institucional, el respaldo en votos ha sido significativo pero insuficiente para lograr representación.
Aunque ha habido importantes avances en la unidad, como en Barcelona (Desde Abaix, CUP, apoyados por CR) o en el sur de Madrid (con acercamientos programáticos e incluso un mitin unitario) las candidaturas se han presentado dispersas, con nombres diferentes y sin hacer todavía referencia a un marco común más amplio.
Los resultados, exiguos en votos, pueden sin embargo suponer avances en la construcción del imprescindible referente político unitario en la medida en que los equipos de trabajo, fortalecidos, se traduzcan en un incremento de la organización y en el fortalecimiento de la lucha. Lo determinante, sin duda, es su inserción en un marco unitario más amplio y en un proyecto estratégico que lo sustente
IV.3. Lo más destacado del 22M: la espléndida victoria de Bildu y el principio del fin de la pasividad inaugurado en las plazas.
Los elementos que han marcado a fuego el 22M lo han hecho desde fuera del sistema y rompiendo moldes y barreras.
En estas elecciones en mítines y medios de comunicación se ha hablado de todo menos de los hachazos que se van a seguir dando a los empleos, salarios, derechos y prestaciones. Había que mantener la narcosis de la gente y hasta en Murcia y Catalunya se decía que se daría marcha atrás en buena parte de los recortes iniciados. Pero algo falló. De un movimiento más bien controlado y sin más pretensión que hacer una manifestación importante el 15 de mayo, se pasó a acampadas en centenares de ciudades y pueblos del Estado, con reclamaciones variopintas, pero que no ocultan la rabia y la indignación de pueblos que no se creen el discurso oficial y que empiezan a saber nada positivo pueden esperar de él.
Es destacable que la movilización ha comenzado cuando los ajustes apenas se han iniciado y justo cuando los recortes más duros están por venir. Lo que parecía atado y bien atado con la izquierda abertzale ilegalizada y excluida y con la “paz social” asegurada por unas cúpulas sindicales sobornadas, el silencio de los cementerios ha estallado.
Lo que el PP llama “la fiesta de la democracia”, es decir, los señoriítos de toda la vida que se sacuden el lastre de los señoritos advenedizos, tiene en su patio trasero un clamor de pueblo de tal magnitud que amenaza con aguarles el sarao.
El indicador más claro de que la cimentación empieza a hacer aguas es que “los mercados”, es decir la gran burguesía, han disparado el riesgo país – el tipo de interés que se paga a cambio de comprar deuda española – y la bolsa española perdía al día siguiente casi dos puntos. Que eso ocurra cuando la derecha arrasa en unas elecciones es un indicador potente de los procesos sociales y políticos que están en juego.
Los resultados de Bildu han roto todas las barreras y superado todas las previsiones. Los datos son demoledores en Hego Euskal Herria: 313.151 votos, el 21,99%, la 2ª fuerza política, a menos de 1 punto del PNV que tiene 327.011 votos. Primera fuerza política en Guipúzcoa, también en el Ayuntamiento de Donosti, segunda en Araba y Bizkaia, tercera en Nafarroa, la primera en número de cargos electos, 1.137 frente a 881 del PNV y una cascada de datos más que son un pálido reflejo de la cantidad y la calidad de vitalidad política que han estado aplastando.
Todo ello ha ocurrido, mientras 40.000 personas de la izquierda abertzale no han podido ejercer el sufragio pasivo por haberse presentado en listas de organizaciones o candidatura ciudadanas ilegalizadas, mientras cientos de personas están en la cárcel por pertenecer a colectivos de todo tipo ilegalizados, mientras persiste el cierre de periódicos, radios, etc, mientras la izquierda abertzale sigue ilegalizada…
Precisamente eso es lo que han pretendido impedir de forma ininterrumpida desde el franquismo hasta ahora mismo: que la poderosa voz de la izquierda independentista vasca – sin duda la fuerza de izquierdas que obtiene más respaldo electoral de toda Europa – ocupara su espacio de poder popular en las instituciones vascas y sirviera de vehículo a sus reivindicaciones nacionales y de clase.
Lo han intentado todo: el asesinato, la represión, la tortura, la ilegalización de todas las expresiones sociales y políticas de un pueblo, vulnerar los principios más elementares de la democracia burguesa y de la judicatura, potenciar política y económicamente a la extrema derecha a través de las organizaciones de víctimas, promocionar escisiones que debilitaran su organización, etc.. Así, desde una Transición marcada a fuego por la negación del Derecho a la Autodeterminación y una “democracia” que obligada a parir un engendro de Estado de las Autonomías y a inventarse cada vez una vuelta de tuerca más en legislaciones y tribunales especiales para intentar asfixiar las ansias de libertad de todo un pueblo.
Han chocado, no contra un muro, sino como decía Jon Maia contra “un mar que es mucho más que la suma de los ríos,…siempre igual y siempre nuevo, …que cambia de forma y se adecua…que transforma el entorno y es dueño de su horizonte”. Un mar que supera todas las previsiones y asegura el cambio político.
La victoria de Bildu es también un poderoso ejemplo:
· La resistencia forja identidad de clase y de pueblo.
· La represión más feroz puede ser devuelta como un boomerang a quien la ejerce, si existe el suficiente nivel de organización y conciencia.
· Es imprescindible la reconstrucción de la continuidad histórica de las luchas populares y de los proyectos políticos.
· La unidad es nuestro arma más poderosa.
Y también una esperanza
Junto a la victoria de Bildu, las acampadas y asambleas del movimiento del 15M, con todas sus contradicciones, han roto el maleficio de la impotencia y la pasividad que asombraba por sus dimensiones en un Estado con más de 5 millones de parados, muchos más de precarios y con una pérdida vertiginosa de la capacidad adquisitiva de los sectores populares. Sobre todo jóvenes, pero también gentes de todas las edades, que por primera vez se reúnen en una asamblea, deliberan y gritan desde los muros y desde los manifiestos, en cada vez más plazas de barrios y pueblos, que esto no puede seguir así, que hay que reaccionar porque se nos cae el porvenir.
Los contenidos son inciertos, contradictorios y, sobre todo, fácilmente manipulables. Sin embargo sería un error tremendo, que algunas organizaciones han cometido, menospreciar la fuerza del grito que ha podido escucharse – bien es verdad que con la colaboración inestimable de los medios de comunicación – en el erial en el que discurren manifestaciones y luchas silenciadas y dispersas.
La ambigüedad del discurso político, que a veces puede asimilarse a posiciones de la derecha liberal, se rompió con un éxito espectacular con las Marchas del 19J. El proyecto surge de Asambleas de Trabajadores de Barrios y Pueblos de Madrid, mucho antes del 15M. Son unitarias, de base y tienen un componente de clase nítido. Su lema: CONTRA EL CAPITAL Y LA CRISIS y sus reivindicaciones: contra la reforma laboral y el pensionazo, educación y sanidad exclusivamente en manos públicas, por el derecho a la vivienda, la lucha contra los desahucios,..etc., no ofrecían lugar a dudas. El hecho es que se insertaron, con tensiones, en el proceso de movilización general y lo elevaron hasta sus cotas más altas. La criminalización previa sólo consiguió desacreditar a sus autores. Centenares de miles en las más importantes ciudades y pueblos dieron muestras de lo que más temen: que se está acumulando material altamente inflamable.
En resumen, el carácter y significado histórico del 15M es el siguiente:
1. Es la expresión de un profundo malestar social afectaba profundamente a la clase obrera y ahora se extiende a sectores intermedios de la sociedad. Y por otro, de la debilidad de las fuerzas que optan claramente por una superación revolucionaria socialista; debilidad, tanto en el plano orgánico como con lo respecta a su influencia en las masas.
2. Esos sectores intermedios vienen a sumarse a los afectados por la crisis, pero una parte lo hace trayendo sus limitaciones reformistas y de metodología de transformación de la sociedad. Sin embargo, cuentan con la ventaja de que su discurso, más “light” y conciliador, no suena a movimientos que todavía sufren el reflujo que les afectó tras la “caída del comunismo”.
3. Por lo anterior, pueden servir de chispa que incendien el bosque, pero no pueden mantener el incendio. Las fuerzas claramente revolucionarias (tanto en los contenidos como en los métodos) deben saber caracterizar, en términos de clase e históricos, la chispa – huyendo de oscuras teorías del complot -, deben de avivar los primeros rescoldos producidos, y disponerse a intervenir en la estrategia de acumular fuerzas por un proceso progresivo de superación de la crisis sistémica en términos claramente anticapitalistas y socialistas. Ello supone conjugar dialécticamente el apoyo al movimiento 15M – aún más si somos conscientes de nuestra debilidad – con una intervención que debe distinguirse cada vez más claramente de los discursos de impotencia reformistas, antiorganizacionales y de conciliación de clase que, en parte, se dan dentro de ese movimiento.
4. El masivo apoyo sin mucha organización previa de la protesta del 15M denota la profundísima crisis sistémica que vivimos. Es un síntoma claro de esta crisis. Pero hasta ahora, no hemos asistido tanto a la constitución de una vía de superación de la degradación social que sufrimos como a la expresión de su necesidad con un carácter de masa. El 15M ha servido para plantear dos cosas importantísimas: lo que no se quiere y que hay mucha gente que no lo quiere. Pero la revolución es una relación de fuerzas. Así, para obtener la expropiación bancaria, es necesario plantear la crítica oral de la banca, ¿cómo no? Pero la expropiación será una conquista de poder y no una concesión de la banca convencida de que debe participar de una “revolución ética” de la que ella formaría parte como elemento del “género humano”.
5. La “Spanish Revolution” no ha comenzado, ni puede comenzar dentro de los (auto)límites de una parte del actual movimiento 15M. Pero insistamos en que este movimiento, más allá de la propia voluntad de sus promotores iniciales, ha contribuido a plantear, de una manera más amplia entre las masas, la necesidad y la posibilidad de una revolución, no ya sólo en este país, sino en los que están siendo afectados por una crisis profunda del capitalismo que, a modo de “tsunami”, manda a la ruina a cada vez más amplios sectores de la población; entre ellos, muchos que ni soñaban hace muy poco verse en esta situación de degradación social sin retorno dentro del actual sistema.
El sentimiento de impotencia parece haberse roto. El “Sí, se puede” se ha abierto paso en las mentes. Como siempre la tarea es intentar con todas nuestras fuerzas – y de acuerdo con much@s otras organizaciones que comparten este análisis – que el grado de organización avance y que el nivel de conciencia se fortalezca.
En el horizonte inmediato aparece la posibilidad de convocatoria de una huelga general en el otoño. Su necesidad es indudable y su éxito, aunque fuera relativo, marcaría la independencia del sindicalismo alternativo con respecto al que colabora decisivamente a debilitar las posiciones de clase. Sería la primera huelga general que se convoca en el Estado al margen de CC.OO. y UGT y tiene ante sí grandes retos:
1. Conseguir que la forma de la convocatoria sea exquisitamente respetuosa hacia la gran cantidad y variedad de organizaciones existentes. Todo intento de patrimonializar el origen de la convocatoria por alguna o algunas organizaciones facilita la desconfianza y dificulta su respaldo.
2. Tratar de articular la convocatoria con el sindicalismo de las nacionalidades. Achicar el abismo que separa la clase obrera de las nacionalidades con la del resto del Estado es difícil, pero es una de las claves históricas de la acumulación de fuerzas.
3. Consolidar la alianza con las asambleas de trabajadores y, sobre todo, conseguir – como en el 19J – que las asambleas populares respalden y se involucren en la preparación de la huelga.
IV. 4. Empezar la construcción del Frente de Izquierdas apremia
Si su necesidad está encima de la mesa desde hace tiempo, las conclusiones que el 22 M ofrece nos obligan a ponernos de forma inmediata manos a la obra:
- Tras el trabajo sucio del PSOE, con la complicidad de las cúpulas sindicales, llega el PP a retomar la tarea.
- IU es incapaz servir como referente de la lucha popular. Sectores de ella y del PCE pueden percibirlo cada vez con más claridad.
- La izquierda alternativa no puede jugar el papel necesario como referente político sin abordar procesos de confluencia y enmarcarse en proyectos unitarios a nivel de Estado.
- Las luchas populares en curso y las que necesariamente vendrán con fuerza en los meses y años venideros necesitan articularse con un proyecto político que permita la acumulación de fuerzas.
El tema nacional, las características tan radicalmente diferenciadas de cada territorio y la correspondiente presencia de actores sociales y políticos diferentes, determina que el Frente de Izquierdas, o es construido desde abajo y articulado con total autonomía desde cada nacionalidad y región, o no será, y sólo tendrá la solidez suficiente si plantea, como dos caras de la misma moneda, la emancipación de clase y la liberación de los pueblos del imperialismo español.
El Frente de Izquierdas (o como decida llamarse) no puede por tanto aspirar a ningún tipo de homogeneidad ideológica o política. En el primer paso, ni siquiera quepa hablar de estructura alguna, simplemente de la constatación del acuerdo sobre un Programa Común de mínimos que pueda ser suscrito por colectivos de todo tipo (político, cultural, sindical, etc) y de cualquier ámbito territorial, desde el local al estatal.
El objetivo inmediato sería, nada más y nada menos, que constatar que multitud de organizaciones y personas están de acuerdo en que hay una salida a la crisis radicalmente diferente a la que las clases dominantes nos preparan y, sobre todo, en cual es su programa político.
El adelanto electoral para noviembre de este año señala una vez más la incapacidad del régimen para aportar medidas de solución a la crisis económica, lo que indica una crisis política de enormes dimensiones. El resultado de dichas elecciones no traerá la solución a ninguno de los problemas ocasionados por la crisis, sea cual sea el resultado. La previsible victoria del PP traerá consigo la continuidad de las políticas económicas aplicadas por los gobiernos de Zapatero, es decir la aplicación disciplinada del programa del FMI, la UE y la patronal en detrimento de las condiciones de vida de la clase trabajadora y las capas populares. Si bien un gobierno del PP no traerá grandes cambios en la línea política, el panorama político sí sufrirá variaciones con el PSOE en la oposición, cumpliendo el papel histórico que ha desempeñado en su intervención en los movimientos sociales desde su posicionamiento de controlador y canalizador de las luchas dentro de los límites que impone el sistema. Tras las elecciones, el PSOE apoyado por la burocracia sindical de CC.OO y UGT y por el frente de izquierda institucionalista que pretende IU junto a otras fuerzas, conformarán de nuevo un bloque dirigido a domesticar, debilitar y destruir cualquier movimiento que cuestione el orden social establecido, tal y como han hecho en otras ocasiones como, por poner un ejemplo, durante las movilizaciones contra la ocupación de Iraq en el año 2003. Frente a este escenario, las fuerzas de la izquierda coherente debemos estar alerta y afrontar la responsabilidad de conformar un bloque que apoye, aliente y fortalezca la movilización y aportar un programa revolucionario que ofrezca medidas de solución reales beligerantes con el sistema que ha originado la crisis y frente a todos los instrumentos que el capitalismo utiliza para defender sus intereses tales como el estado y otros organismos internacionales.
En un escenario de crisis profunda, sin salida, y con la burguesía de dentro y de fuera del Estado más decidida que nunca a llevar cabo su programa de guerra social en todos los frentes contra la clase obrera y los pueblos, sólo la correlación de fuerzas manda y sólo la acumulación de fuerzas en una lucha larga y dura puede detenerles y cambiar la sociedad. El proceso de unidad que es preciso forjar en el ámbito sindical y en el político, en el marco de un previsible auge de la lucha de clases, es el que determina el paso de lo necesario a lo posible.
Asamblea de Red Roja, julio de 2011