Eus­ke­ra, sím­bo­lo de liber­tad- JL Bikuña

Corria 1763 cuan­do las obras de la nue­va carre­te­ra Vito­ria-Fron­te­ra abrie­ron el deba­te en el Ayun­ta­mien­to de Ber­ga­ra sobre la uti­li­za­ción del eus­ka­ra en la Cor­po­ra­ción muni­ci­pal. Las obras ocu­pa­ron, sin pre­vio avi­so, terre­nos de pro­pie­dad par­ti­cu­lar con, al pare­cer, muy pocos mira­mien­tos. Ocu­rrió en el barrio San Anto­nio de Bergara.

El pro­pie­ta­rio, un base­rri­ta­rra de con­di­ción humil­de, obser­vó estu­pe­fac­to que sus terre­nos eran inva­di­dos y, natu­ral­men­te, se pre­sen­tó ante la Cor­po­ra­ción con áni­mo de pre­sen­tar la que­ja. El hom­bre se expre­sa­ba en eus­ka­ra, por lo que el Mar­qués de Roca-Ver­de soli­ci­tó «tra­duc­tor, por­que el hom­bre sola­men­te habla len­gua vul­gar». A par­tir de ahí, se encen­dió la chis­pa de un deba­te que se zan­jó el 26 de abril de 1783 cuan­do el escri­bano muni­ci­pal, don Loren­zo de Eliz­bu­ru, com­pro­ban­do que el eus­ka­ra era una len­gua asen­ta­da en el muni­ci­pio, asu­mió el com­pro­mi­so de ela­bo­rar un manual o «tra­duc­ción de las once dudas al bas­cuen­ce». La pri­me­ra duda res­pon­día a la «uti­li­za­ción del bas­cuen­ce en asis­ten­cias a ofi­cios fune­ra­les y entie­rros», y fina­li­za­ba la undé­ci­ma duda con la «reso­lu­ción Real» que debía dar con­sis­ten­cia al idio­ma vasco.

El eus­ka­ra, pues, adqui­ría ran­go ofi­cial en el Ayun­ta­mien­to de Ber­ga­ra, aun­que no se equi­pa­ra­ba al cas­te­llano, que se uti­li­za­ba en los estu­dios del Real Semi­na­rio de Nobles, pro­mo­vi­do por el Con­de de Peña­flo­ri­da. Des­de enton­ces a estas fechas, el eus­ka­ra, la uti­li­za­ción del eus­ka­ra, ha evo­lu­cio­na­do y ocu­pa­do el lugar que mere­ce. Tuvo que ser una per­so­na del mun­do rural, un humil­de base­rri­ta­rra que pro­tes­tó por con­si­de­rar que era ava­sa­lla­do, quien encen­die­ra la mecha del deba­te. Y siem­pre ha sido así.

La his­to­ria con­fir­ma cómo los gran­des logros han lle­ga­do como con­se­cuen­cia de hechos pro­mo­vi­dos, casi siem­pre, por gen­tes modes­tas, ape­ga­das a la tie­rra, que defen­dían, y defien­den, sus dere­chos ante abu­sos y atro­pe­llos. Y en esas con­ti­núa este pue­blo, esta Eus­kal Herria que sigue en la bre­cha, alzan­do su voz en pro de las libertades.

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