Des­al­ma­da OTAN- Hugo Ríus

Asi de géli­do y cor­tan­te como puñal de hie­lo fue la reac­ción de uno de los res­pon­sa­bles polí­ti­cos de los indis­cri­mi­na­dos bom­bar­deos de la OTAN sobre pobla­cio­nes libias, que esta vez con toda evi­den­cia de selec­ti­vi­dad se tele­di­ri­gie­ron hacia el núcleo fami­liar del líder Gada­fi. Ni siquie­ra un ápi­ce de huma­na con­si­de­ra­ción, aun­que fue­ra por bri­tá­ni­ca for­ma­li­dad, ver­tió en sus pro­nun­cia­mien­tos. En su lugar ten­dió la capa­ra­zón jus­ti­fi­ca­ti­va de una reso­lu­ción de la ONU, ins­tru­men­ta­da a con­ve­nien­cia, has­ta lle­gar al para­dó­ji­co extre­mo cíni­co de apun­tar que “tie­ne que ver con la pre­ven­ción de pér­di­das de vidas civiles”.

¿Será posi­ble?

Y en tan­to, ¿que infor­man al res­pec­to los gran­des medios con­co­mi­nan­tes con la agre­sión con­tra Libia? Casi nada, ape­nas frag­men­tos de un comu­ni­ca­do ofi­cial libio estruc­tu­ra­dos de tal for­ma que pue­dan sem­brar duda sobre la vera­ci­dad del hecho, o se hacen eco de fuen­tes rebel­des apo­ya­das por la OTAN que inten­tan des­men­tir lo ocu­rri­do. Sin embar­go, el vica­rio apos­tó­li­co de Trí­po­li, el obis­po Gio­van­ni Inno­cen­zo Mar­ti­ne­lli con­fir­mó la muer­te deS­aif al Arab, el hijo menor de Gada­fi y vio los fére­tros de los meno­res y al igual que los envia­dos de la pren­sa con ver­guen­za, las vivien­das fami­lial­res pulverizadas.

Mar­ti­ne­lli ha pedi­do al blo­que beli­cis­ta que mues­tre un ges­to de civis­mo para demos­trar que no sólo pro­vo­ca bar­ba­rie y dé una tre­gua a los dolien­tes. Vale mucho su humano y cris­tiano inten­to en estas cir­cuns­tan­cias. Pero ¿aca­so le que­da­rá algún háli­to a esa pre­po­ten­te maqui­na­ria de muer­te para el cal­cu­la­do saqueo?

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