Señor Presidente:
Hace menos de 72 horas, Cuba, por intermedio de su Ministro de Relaciones Exteriores expresó, en Bruselas, lo siguiente:
“Seguimos con suma atención los acontecimientos de orden interno que ocurren en Libia y su repercusión internacional. Son muy numerosas y no pocas veces contradictorias las noticias que se están divulgando. Algunos políticos y medios de prensa norteamericanos están incitando a la violencia, a la agresión militar y a la intervención extranjera. Los ánimos están exaltados en todas partes y temo que puedan conducir a graves errores internacionales e internos.
Deseamos que el pueblo libio logre una pronta solución pacífica y soberana a la situación allí creada, sin ningún tipo de injerencia ni intervención extranjera, que garantice la integridad de la Nación libia.”
La situación sigue siendo confusa y evoluciona aceleradamente. La información aparece de manera fragmentada, en muchos casos divergente y hasta se detecta el esfuerzo por usarla con el ánimo de incitar a una mayor desestabilización, que puede redundar en más daños y pérdidas de vidas.
Las preocupaciones que reflejaba dicha declaración lamentablemente se han hecho realidad y ese país ya está enfrascado en una guerra civil, en el contexto de una crisis económica mundial de grandes dimensiones que sume a los pueblos de esa región y del mundo en la desesperanza.
A todos nos preocupa la pérdida de vidas humanas y los daños provocados a la población civil por el conflicto que hoy se desarrolla en Libia. Nadie que actúe con honestidad puede estar de acuerdo con la muerte de civiles inocentes, lo que rechazamos de manera tajante en cualquier lugar del mundo que suceda. Es un aspecto en el que compartimos enteramente la opinión mundial.
Pero no podemos aceptar el riesgo de que se aproveche de modo oportunista esta trágica situación para satisfacer apetitos intervencionistas, arrebatarle al pueblo libio su soberanía y apoderarse de sus recursos. Ya se habla de una intervención militar humanitaria, a la cual nos oponemos porque, en lugar de resolver la situación, la complicaría aún más y podría tener otras graves implicaciones. Cuba denunció desde el primer momento los planes de ocupación de Libia y rechaza categóricamente cualquier maniobra que favorezca tales propósitos. Con seguridad, el pueblo libio se opone a toda intervención militar extranjera.
Señor Presidente:
Es nuestro deber pronunciarnos ante algunos elementos que contiene la resolución aprobada y que constituyen un nefasto precedente para la cooperación en materia de derechos humanos en que se debe sustentar la labor del Consejo.
Desde un principio, cuando estábamos construyendo este nuevo Consejo, Cuba se opuso a la cláusula de suspensión de la membresía de un Estado. Su inclusión en la resolución 60⁄251 sentó un negativo precedente, que lastró al naciente órgano con un aditivo que no tiene paralelo en otro órgano de la Naciones Unidas. Afortunadamente, nunca se había invocado hasta hoy, pero su empleo en esta ocasión abrirá las puertas para aquellos que buscan legitimar este mecanismo con el objetivo de utilizarlo selectivamente contra aquellos países que disienten de sus patrones.
Cuba, en consecuencia, se desasocia del párrafo se desasocia del párrafo dispositivo 14 del texto revisado de la resolución aprobada.
Para concluir, Señor Presidente, Cuba desea hacer un llamado a la calma y reitera su confianza en la capacidad del pueblo libio para resolver sus problemas internos, sin injerencia extranjera alguna, y preservar la paz, la estabilidad y la soberanía del país.
Muchas gracias.