Medios digi­ta­les y con­tex­to social – Pas­cual Serrano

Para enten­der dón­de nos encon­tra­mos, es nece­sa­rio hacer algo de his­to­ria. En el ámbi­to de los medios de comu­ni­ca­ción, se han pro­du­ci­do algu­nas evo­lu­cio­nes e invo­lu­cio­nes que hay que rese­ñar. Para expo­ner la pri­me­ra, me voy a remi­tir a la pren­sa tem­pra­na en el Rei­no Uni­do, allá por el siglo XIX. Se tra­ta­ba de una pren­sa tec­no­ló­gi­ca­men­te muy pre­ca­ria, sin ape­nas recur­sos info­grá­fi­cos y ela­bo­ra­da en con­di­cio­nes téc­ni­cas sen­ci­llas. No reque­ría de gran­des inver­sio­nes empre­sa­ria­les, se finan­cia­ba exclu­si­va­men­te con los lec­to­res y a un pre­cio muy ase­qui­ble. Debi­do a eso, el pano­ra­ma edi­to­rial era bas­tan­te plu­ral: los sec­to­res bur­gue­ses adi­ne­ra­dos tenían sus perió­di­cos neo­li­be­ra­les, de dere­chas; y los sec­to­res labo­ris­tas y sin­di­ca­lis­tas, de izquier­da, su pro­pia pren­sa. Ambos con­ta­ban con nume­ro­sos lec­to­res y una situa­ción eco­nó­mi­ca viable.

El desa­rro­llo indus­trial pro­vo­có tre­men­das mejo­ras en los sis­te­mas de impre­sión y ade­más que las inver­sio­nes para poner en mar­cha una rota­ti­va, fue­ran mucho mayo­res. Se tra­ta­ba de inver­sio­nes impo­si­bles de asu­mir por los sec­to­res pro­gre­sis­tas de izquier­da cuya pren­sa per­dió terreno fren­te a la de la dere­cha. Ese fenó­meno se vol­vió a repe­tir con la glo­ba­li­za­ción y las tele­vi­sio­nes: las inver­sio­nes y gas­tos corrien­tes se hacen mayo­res y, una vez más, los gru­pos socia­les más popu­la­res se ven de nue­vo expul­sa­dos de la indus­tria de los medios de comunicación.

La incor­po­ra­ción de la publi­ci­dad fue otra tra­ge­dia para la pren­sa labo­ris­ta. Con los anun­cios, apa­re­cía una nue­va vía de finan­cia­ción que per­mi­tía reba­jar el pre­cio del ejem­plar; pero la publi­ci­dad solo se diri­gía a los medios con los que sin­to­ni­za­ba ideo­ló­gi­ca­men­te o cuyos accio­nis­tas estu­vie­sen cru­za­dos con la empre­sa anun­cian­te, es decir, la pren­sa más neo­li­be­ral y bur­gue­sa. Los sec­to­res sin­di­ca­lis­tas no podían acce­der a esa vía de finan­cia­ción, sus perió­di­cos salían a la luz con un pre­cio más caro, per­dían ven­tas mien­tras los otros subían sus tira­das, aba­ra­ta­ban cos­tes y podían asu­mir más inver­sio­nes. Es decir, des­de la apa­ri­ción de la pren­sa se ha dado un pro­ce­so por el que la opción pro­gre­sis­ta de izquier­da se ha vis­to expul­sa­do del pano­ra­ma debi­do al mer­ca­do y al desa­rro­llo industrial.

Vea­mos otro fenó­meno: duran­te las dic­ta­du­ras del siglo pasa­do, en espe­cial las de Amé­ri­ca Lati­na, los gobier­nos tenían el con­trol y la pro­pie­dad de los medios de comu­ni­ca­ción. Eso pro­vo­có que solo des­de una pren­sa no esta­tal ‑y muchas veces clan­des­ti­na- se pudie­ra asis­tir a una ver­da­de­ra infor­ma­ción libre. La des­apa­ri­ción de las dic­ta­du­ras, los pro­ce­sos de tran­si­ción y el desa­rro­llo de las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les de las déca­das de los 80 y de los 90 des­man­te­la­ron los medios de comu­ni­ca­ción públi­cos y pro­vo­ca­ron el desa­rro­llo de los pri­va­dos que, ade­más, ren­ta­bi­li­za­ron la ima­gen de liber­tad e inde­pen­den­cia que se for­mó duran­te las dictaduras.

En el ima­gi­na­rio ciu­da­dano se seguía aso­cian­do medios pri­va­dos a liber­tad de expre­sión, y legis­la­ción e inter­ven­ción esta­tal a medi­das repre­si­vas dic­ta­to­ria­les. En la Espa­ña fran­quis­ta se decía que la mejor ley de pren­sa, era la que no exis­tía (algo que enton­ces era lógi­co por­que la había hecho Fran­co, pero yo hoy no com­par­ti­ría). El tiem­po ha demos­tra­do que esa visión es erró­nea. Los esta­dos aho­ra son demo­crá­ti­cos y las medi­das que esta­blez­can hacia el pano­ra­ma mediá­ti­co son legí­ti­mas y fru­to del inte­rés públi­co. En cam­bio, los medios pri­va­dos son gru­pos eco­nó­mi­cos empre­sa­ria­les que no repre­sen­tan a nadie más que a sus accio­nis­tas y anun­cian­tes, y que uti­li­zan la liber­tad de expre­sión como mera coar­ta­da para no some­ter­se al impe­rio de la ley de los pode­res públi­cos y democráticos.

Todos estos ele­men­tos nega­ti­vos se los han encon­tra­do los gobier­nos pro­gre­sis­tas que han ido lle­gan­do a Amé­ri­ca Lati­na. Las nece­si­da­des socia­les a las que se han enfren­ta­do, han pro­vo­ca­do que duran­te su pri­me­ra déca­da de gobierno no hayan abor­da­do cam­bios en el pano­ra­ma mediá­ti­co, lo que les ha per­mi­ti­do com­pro­bar que los medios de comu­ni­ca­ción se han con­ver­ti­do en el pri­mer acto y vehícu­lo de lucha de los pode­res eco­nó­mi­cos y reac­cio­na­rios con­tra las polí­ti­cas progresistas.

Muchos de esos gober­nan­tes adop­ta­ron un dis­cur­so vic­ti­mis­ta y pla­ñi­de­ro que se limi­ta­ba a denun­ciar y a que­jar­se de las viles ter­gi­ver­sa­cio­nes, men­ti­ras y cons­pi­ra­cio­nes con los que los medios pug­na­ban por derro­car a los gobier­nos legí­ti­mos. Por fin, ha lle­ga­do el momen­to de tomar la ini­cia­ti­va: desa­rro­llo de un fuer­te sec­tor públi­co de medios de comu­ni­ca­ción, crea­ción de sis­te­mas para la cons­truc­ción de medios comu­ni­ta­rios y colec­ti­vos, legis­la­cio­nes que impi­dan la uti­li­za­ción de los medios pri­va­dos como vehícu­lo de la des­in­for­ma­ción y la mani­pu­la­ción, garan­tía de la ciu­da­da­nía para acce­der a una infor­ma­ción veraz y a ser pro­ta­go­nis­tas de la infor­ma­ción. En cual­quier caso, la situa­ción es apa­sio­nan­te por­que nos enfren­ta­mos a nume­ro­sos retos:

1- El papel del esta­do es fun­da­men­tal para demo­cra­ti­zar la comu­ni­ca­ción; pero los líde­res polí­ti­cos deben demos­trar que son capa­ces de desa­rro­llar un mode­lo que no será una mera correa de trans­mi­sión del gobierno o del par­ti­do gober­nan­te. Se corre el peli­gro de evo­lu­cio­nar hacia un pano­ra­ma divi­di­do entre medios pri­va­dos que com­ba­ten con impu­ni­dad median­te la men­ti­ra y la mani­pu­la­ción a gobier­nos pro­gre­sis­tas y medios públi­cos dedi­ca­dos solo al “segui­dis­mo” guber­na­men­tal. En medio esta­ría un ciu­da­dano des­in­for­ma­do sin posi­bi­li­dad de acce­der a una infor­ma­ción rigu­ro­sa y unos aná­li­sis independientes.

2- Se debe ter­mi­nar con la impu­ni­dad de los medios pri­va­dos para enga­ñar y para men­tir, pero sin coar­tar la liber­tad de expresión.

3- Es impor­tan­te tomar medi­das ante el para­si­tis­mo de muchos medios pri­va­dos que, mien­tras defien­den la eco­no­mía de mer­ca­do y se pre­sen­tan como inde­pen­dien­tes, reci­ben impor­tan­tes ingre­sos de publi­ci­dad esta­tal y exen­cio­nes fiscales.

4- Deben expli­car y con­ven­cer de que lo que los medios pri­va­dos pre­sen­tan como liber­tad de expre­sión y liber­tad de pren­sa, solo es su pri­vi­le­gio para seguir domi­nan­do el pano­ra­ma infor­ma­ti­vo copan­do el espa­cio radio­eléc­tri­co y para inter­ve­nir polí­ti­ca­men­te bajo el para­guas de la información.

5- Es nece­sa­rio pro­mo­ver unas polí­ti­cas de infor­ma­ción ade­cua­das des­de las dife­ren­tes ins­ti­tu­cio­nes guber­na­men­ta­les para que la trans­pa­ren­cia infor­ma­ti­va per­mi­ta enfren­tar, sin com­ple­jos, todas las cam­pa­ñas nacio­na­les e inter­na­cio­na­les de desinformación.

6- Se requie­re la for­ma­ción de pro­fe­sio­na­les de la comu­ni­ca­ción que ope­ren sin los vicios de los perio­dis­tas actua­les, domi­na­dos por la iner­cia de las ideo­lo­gías ocul­tas de las agen­cias de infor­ma­ción; y con la tri­via­li­dad y la fri­vo­li­dad como ins­pi­ra­do­res de los con­te­ni­dos. Se debe lograr una nue­va gene­ra­ción de perio­dis­tas con las cla­ves téc­ni­cas comu­ni­ca­ti­vas que hoy son pro­pie­dad casi exclu­si­va de los empo­rios de comu­ni­ca­ción privados.

7- Deben edu­car a la ciu­da­da­nía como con­su­mi­do­res crí­ti­cos de medios de comu­ni­ca­ción y, al mis­mo tiem­po, como suje­tos acti­vos en su ámbi­to ciu­da­dano para difun­dir y pro­ta­go­ni­zar la agen­da infor­ma­ti­va de su comunidad.

8- Es fun­da­men­tal evi­tar las ten­ta­cio­nes des­de todos los nive­les del poder polí­ti­co para uti­li­zar en pro­ve­cho pro­pio los medios públi­cos en lugar de supe­di­tar­los a la vera­ci­dad y el dere­cho de la ciu­da­da­nía a estar informada.

9- Los medios de los paí­ses del ALBA deben recor­dar que cada día el mun­do es más peque­ño, el reto no solo es lle­var la ver­dad a sus ciu­da­da­nos, sino tam­bién a la comu­ni­dad inter­na­cio­nal. El domi­nio glo­bal de los gran­des gru­pos de comu­ni­ca­ción es impre­sio­nan­te, y es impor­tan­te que el men­sa­je del Sur lle­gue tam­bién a los ciu­da­da­nos del Nor­te, don­de no se pro­du­cen los avan­ces en la demo­cra­ti­za­ción de los medios.

10- Se debe defi­nir el mode­lo de con­te­ni­dos. Según Aram Aha­ro­nian , “de nada sir­ve tener medios nue­vos, tele­vi­so­ras nue­vas, si no tene­mos nue­vos con­te­ni­dos, si segui­mos copian­do las for­mas hege­mó­ni­cas. De nada sir­ven nue­vos medios si no cree­mos en la nece­si­dad de ver­nos con nues­tros pro­pios ojos. Por­que lan­zar medios nue­vos para repe­tir el men­sa­je del enemi­go es ser cóm­pli­ce del enemi­go” [1] . Esto supo­ne abrir una dis­cu­sión sobre qué for­ma­tos, téc­ni­cas y esti­los deben adop­tar­se. Si se apues­ta por un cam­bio revo­lu­cio­na­rio en las for­mas, que ten­ga por obje­ti­vo sub­ver­tir el esti­lo mer­can­ti­lis­ta domi­nan­te, pero que pue­da pro­vo­car el recha­zo y la incom­pren­sión del ciu­da­dano. O si, por el con­tra­rio, no se renun­cia a cier­tos esti­los téc­ni­cos del mode­lo domi­nan­te, pero se adap­ta a otros prin­ci­pios y valores.

11- Tam­bién hay que con­cre­tar qué nivel de par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na se reser­va a las nue­vas pro­pues­tas y cómo se com­bi­na el dile­ma entre la mayor demo­cra­ti­za­ción y par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na y una nece­sa­ria pro­fe­sio­na­li­za­ción de los con­te­ni­dos. Ni el medio debe ser una mera pla­za públi­ca don­de cual­quie­ra vaya a gri­tar, ni se debe repe­tir el mode­lo actual de medios sor­dos para ciu­da­da­nos mudos.

12- Por últi­mo, hay que pla­ni­fi­car el sis­te­ma de con­trol social ade­cua­do para cada socie­dad. Los medios de comu­ni­ca­ción, igual que las ins­ti­tu­cio­nes, no pue­den dejar­se sin con­trol en manos de los “ele­gi­dos” con la inge­nua espe­ran­za de que hagan lo más acertado.

Tam­bién sería un error pen­sar que el desa­rro­llo y mode­lo pue­den ser igua­les para todos los paí­ses por muchas inten­cio­nes inte­gra­do­ras que se ten­gan. Ele­men­tos como el com­po­nen­te indí­ge­na, el des­igual nivel cul­tu­ral y de cua­li­fi­ca­ción téc­ni­ca de unos paí­ses res­pec­to a otros o el dife­ren­te esta­do de desa­rro­llo de los movi­mien­tos socia­les son ele­men­tos que dotan de un per­fil dis­tin­to a cada país y que deben refle­jar­se en el desa­rro­llo de su mode­lo infor­ma­ti­vo. Lo que es indis­cu­ti­ble es que hoy, en Amé­ri­ca Lati­na y espe­cial­men­te en los paí­ses del ALBA, se está cons­tru­yen­do el futu­ro de otro sis­te­ma de medios de comu­ni­ca­ción posi­ble. Allí se encuen­tra el futu­ro que está con­vir­tién­do­nos a los euro­peos en meros res­tos del pasa­do. El encuen­tro al cual nos con­vo­ca­ron la revis­ta La Jiri­bi­lla y La Ven­ta­na, el por­tal infor­ma­ti­vo de Casa de las Amé­ri­cas, dedi­ca espe­cial aten­ción a los medios digi­ta­les, por lo que qui­sie­ra dedi­car a ellos algu­nas palabras.

Ya nadie dis­cu­te que Inter­net ha supues­to una ven­ta­na de aire fres­co al asfi­xian­te con­trol de la infor­ma­ción que dis­fru­ta­ban los empo­rios empre­sa­ria­les. Pero no bas­ta con decir que Inter­net es libre, hay que hacer un buen tra­ba­jo. Corre­mos el peli­gro de que la satu­ra­ción de Inter­net entie­rre la par­ti­ci­pa­ción ciu­da­da­na, la vera­ci­dad, las opi­nio­nes hones­tas, los aná­li­sis valio­sos entre escom­bros y paja inter­náu­ti­ca. El capi­ta­lis­mo ya ha logra­do inva­li­dar gran­des inven­tos téc­ni­cos que pudie­ron haber supues­to un gran avan­ce para la infor­ma­ción y la cul­tu­ra, como la tele­vi­sión, o colo­ni­zar otros, como el cine.

Los esta­dos pro­gre­sis­tas deben crear las con­di­cio­nes. No pode­mos que­jar­nos de que expul­san de You­tu­be a Cuba­de­ba­te; o en mi país al Par­ti­do Comu­nis­ta, de Face­book, ¿qué espe­ra­ban? Es como denun­ciar que les impi­den en los EE.UU. a los pan­te­ras negras cele­brar las asam­bleas en el McDo­nald. Los gobier­nos hones­tos de Amé­ri­ca Lati­na deben crear un ser­vi­dor para los videos, no llo­rar por­que el capi­ta­lis­mo no nos deja los suyos. Del mis­mo modo que no pode­mos denun­ciar que las edi­to­ria­les comer­cia­les no publi­can a los auto­res de izquier­da, los gobier­nos deben crear sus pro­pias estruc­tu­ras edi­to­ria­les que garan­ti­cen la publi­ca­ción de esos auto­res y, por cier­to, su subsistencia.

Dicho lo ante­rior, y vol­vien­do a los medios digi­ta­les. Se necesita:

-Gobier­nos y esta­dos que apor­ten la logís­ti­ca nece­sa­ria sin depen­der del poder capi­ta­lis­ta: ser­vi­do­res, soft­wa­re, infor­má­ti­cos, sedes.

-Reco­no­ci­mien­to pro­fe­sio­nal para esos medios al mis­mo nivel que los tradicionales.

-For­ma­ción aca­dé­mi­ca que con­tem­ple la espe­ci­fi­ci­dad de la infor­ma­ción en for­ma­to digital.

-Rea­li­zar un perio­dis­mo ela­bo­ra­do, rigu­ro­so, docu­men­ta­do evi­tan­do con­ver­tir la red en tablo­nes de anun­cios para aren­gas, mani­fies­tos, pro­cla­mas, des­aho­gos, etcé­te­ra… No digo que eso no deba estar en la red, pero eso no es periodismo.

-Los medios digi­ta­les no pue­den popu­la­ri­zar y demo­cra­ti­zar el perio­dis­mo a cos­ta de dis­mi­nuir la cali­dad y profesionalidad.

-Acce­so de los perio­dis­tas a la infor­ma­ción ofi­cial y a sus repre­sen­tan­tes para poder difun­dir la realidad.

-Se debe esta­ble­cer un nue­vo mode­lo de reco­no­ci­mien­to eco­nó­mi­co. Se tra­ta del deba­te sobre la gra­tui­dad. Aso­cia­mos gra­tui­dad a demo­cra­ti­za­ción, dere­cho uni­ver­sal y social. Es estu­pen­da la edu­ca­ción gra­tui­ta, la sani­dad gra­tui­ta. Pero con la infor­ma­ción es dife­ren­te. Debe­mos des­con­fiar de la infor­ma­ción gra­tui­ta en una eco­no­mía de mer­ca­do por­que no sabe­mos a qué intere­ses obe­de­ce. Si la socie­dad y los esta­dos dejan a los pro­fe­sio­na­les y pro­yec­tos comu­ni­ta­rios aban­do­na­dos o se con­de­na­rán a la mar­gi­na­ción o, lo que es peor, serán coop­ta­dos por el capi­tal mien­tras se pre­sen­tan como pro­yec­tos socia­les sin áni­mo de lucro.

Como han podi­do com­pro­bar son nume­ro­sos los retos, fun­da­men­tal ‑en mi opi­nión- el com­pro­mi­so de los esta­dos y apa­sio­nan­te el futu­ro al que nos enfrentamos.

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