La propuesta de la canciller de Alemania Angela Merkel de unir productividad y salarios parece haber cogido desprevenidos a empresarios, sindicatos y gobiernos; pero las aguas están volviendo a su cauce y dejan al descubierto las intenciones reales de la propuesta Merkel. Y toca recolocarse para salir en la foto.
Recordemos que la propuesta de unir salarios y productividad es parte de la propuesta Alemana para imponer en la cumbre de la UE de la pasada semana, un plan de competitividad a nivel europeo como contrapartida a la ampliación del fondo de recate europeo del que Alemania es la principal fuente de financiación.
Por tanto estamos hablando, de una parte, de exigir al conjunto de los estados europeos unas medidas de mejora de su productividad para drenar recursos del tejido productivo que puedan ser incorporados al agujero negro de la especulación financiera, mientras la situación lo permita. Hay que mejorar la tesorería de los bancos para no sea necesario ampliar sin fin el fondo de rescate. Porque las cosas no pintan bien. Los bancos siguen especulando con el dinero que reciben, la economía europea sigue sin levantar cabeza y la amenaza de nuevos colapsos especulativos siguen sin resolverse.
De otra parte, estamos hablando de un fondo de reserva, que como hemos dicho con ocasión de los rescates efectuados en Grecia, Irlanda, se destina a garantizar el pago de la deuda y sus intereses a los bancos europeos que financian el déficit de las cuentas públicas de dichos países. Déficit, por cierto, contraído, por una política fiscal nefasta que ha beneficiado a los mas ricos en detrimento del resto de las personas y por entregar miles de millones de euros a los propios bancos que han utilizado dicho dinero para especular con la deuda.
Viendo los antecedentes, ¿de que va todo este embrollo de unir los salarios a la productividad?; simple y llanamente, se trata de reducir los salarios para que la productividad aumente. ¿O es que alguien esperaba otra cosa?. Esto, nada tiene que ver con la posición sindical que exige el reparto de la riqueza, la distribución social de los beneficios del crecimiento económico; de esto nada de nada, ¡tranquilidad!, Ángela Merkel sigue siendo tan neoliberal como antes.
Así es que visto lo visto, los gobiernos tanto de aquí como de allí se han apuntado a la estrategia y al consejero Aguirre le ha faltado tiempo para subirse al carro. Su probada destreza en recortar salarios de la administración y servicios públicos mas allá incluso de los recortes del decretazo de 2010 le habilita para seguir fustigando en este caso al conjunto de trabajadoras y trabajadores vascos.
Los empresarios que al principio habían mostrado su extrañeza y veían poco menos que una revolución socialista proveniente del lado occidental del extinto muro han recapacitado y han entendido que unir salarios y productividad nada tiene que ver con el control de las cuentas de la empresa por parte de la representación sindical; con la negociación de las condiciones laborales y salariales que generan incrementos de productividad; ni con necesidad alguna de pactar como se distribuye el beneficio generado por las trabajadores y trabajadoras en su empresa.
Si alguna duda albergaban, les ha quedado meridianamente claro: tranquilos, repito, se trata de reducir los salarios para que crezca la productividad. Los salarios deben disminuir para que la productividad se incremente. ¿Está claro?
Son unos genios, aunque improvisan en beneficio de los de siempre, parece que lo tienen todo previsto. Resulta que el aumento de los precios derivado de la gestión en régimen de cuasi monopolio privado de la producción de energía y el petróleo, están disparando la inflación y hay que evitar a toda costa que esta tenga reflejo en los incrementos salariales. No se pueden permitir reclamaciones salariales de un IPC que en el Estado Español está ya en el 3,3%. Para ello, han encontrado un viejo fetiche, la productividad. La productividad se quiere utilizar como una auténtica cláusula de descuelgue para las empresas.
Pero Aguirre, cuando habla de productividad habla de España, olvida que la productividad en la CAV está muy por encima de la media europea y la de España muy por debajo; pero le da igual se trata de favorecer los intereses de los de siempre y él va a ser el primero en hacerlo sin importarle los efectos que sus decisiones tengan en el tejido productivo y social vasco, al fin y al cavo el recibe las órdenes de donde las recibe.
También sabe Aguirre que el efecto de los salarios en la productividad es escasamente significativo, como puede comprobarse en el país de la proponente de la medida Angela Merkel; el sabe también que reducir los salarios reduce la demanda privada, que reducir los servicios públicos reduce la demanda pública y que ambas cosas endeudan hasta la asfixia a la ciudadanía y deprimen el crecimiento económico.
A Aguirre estas cosas le importan un pimiento; si señor, ¡a mandar!. Productividad y salarios unidos para que la primera crezca en la medida que los segundos menguen y todo esto con 130.000 parados inscritos en txiringuitos como Lanbide inaugurados a bombo y platillo, excluyendo a la mayoría sindical vasca, por su colega de gobierno, la consejera de empleo Zabaleta.
Mas madera. No importa que en el tercer trimestre de 2010, los salarios en el sector privado hayan disminuido un 0,4% en el conjunto del estado y la productividad haya crecido un 2%. No importa que los salarios de las trabajadoras y trabajadores de los servicios y administración públicos tengan una pérdida con respecto a 2009 del 7,8%. Nada importa si se trata de seguir produciendo el mayor fraude fiscal cometido nunca a favor de los ricos y en detrimento de las trabajadoras y trabajadores.
Quienes están acostumbrados a tragar, callan como muertos; están negociando su propio pacto de estabilidad, que va a reducir las pensiones entorno al 26% y una vez mas los salarios con la reforma de la negociación colectiva.
Se trata en definitiva de entregar cada vez mas poder a los intereses financieros para que salgan de la crisis que ellos han provocado pisoteando nuestros derechos sociales y laborales, mientras el gobierno entero de Patxi López, sus apoyos externos PP y PNV y la patronal vasca jalean el saqueo.
Pero el que ríe el último ríe mas fuerte, que lo sepan; y las trabajadoras y trabajadores vascos todavía no nos hemos reído.