Obviamente, siguen aferrados al ciclo anterior, mucho más rentable y diáfano para sus intereses que el actual. Se encuentran cómodos monitorizando el proceso desde los despachos del Ministerio del Interior, y no van a renunciar a ello por mero autoconvencimiento. No obstante, cometen un grave error de cálculo si piensan que persistiendo en su estrategia de guerra van a acrecentar la presión sobre la izquierda abertzale. Menosprecian a la sociedad vasca, a su memoria colectiva y experiencias acumuladas, ignorando su potencial para desencadenar cambios y sacar de la vida pública a decenas de políticos nimios y gregarios como los que en estos días no paran de hacer vaticinios.
Volvemos a repetirlo: el estado y sus amenazas no nos ponen a prueba. Nuestro compromiso y decisiones tienen suelo propio, y responden a los estímulos y retos planteados desde Euskal Herria por la mayoría social y política que demanda un cambio radical. Nuestra presencia en las elecciones de mayo responderá a esa necesidad, y, sea cual sea el sentido del pronunciamiento gubernamental o judicial al respecto, esa masa social será cada vez más amplia y exigente. Esa prueba será la definitiva, y la afrontaremos con serenidad, instrumentos idóneos y un proyecto político adaptado a las necesidades reales de este pueblo.