Algo está podrido en Suecia. Nada más lejano en mi intención de parafrasear a Shakespeare que minimizar la violación como delito; es una mera licencia literaria ante el caso de presunta “violación” presentado en contra de Julian Assange, fundador de WikiLeaks actualmente detenido en una cárcel británica sin derecho a fianza a la espera de una solicitud de extradición por parte de Estocolmo. Uso las comillas porque, técnicamente, la fiscalía sueca afirma que no se trata de violación, sino de “sexo por sorpresa”.
Como señalé en otro artículo, los presuntos delitos sexuales por los que la fiscalía sueca persigue a Assange son:
1. Supuestamente y según declaraciones de Anna Ardin, su pareja sexual y anfitriona, no poner fin a una relación sexual iniciada de mutuo acuerdo cuando ella advirtió que el condón que él tenía puesto se había roto, y 2. Tener relaciones sexuales de mutuo acuerdo con una segunda mujer unos días después sin informarle que recientemente había tenido relaciones sexuales con Ardin y, un día después, supuestamente rehusar devolverle una llamada realizada a su celular cuando ella trató de localizarlo para pedirle que se hiciera análisis para detectar enfermedades de transmisión sexual (Assange afirma haber tenido el teléfono apagado y no haberlo usado por temor a que se le estuviera siguiendo por medio del dispositivo; lo cierto es que negarse a tomar la llamada de una mujer con la que uno se acostó hace poco tiempo no constituye un delito. Puede considerarse como un gesto de frialdad o incluso crueldad, pero no justifica una acusación por violación).
En la mayoría de los países, Estados Unidos y el Reino Unido incluidos, los hechos no llegarían a calificarse como delitos y mucho menos alcanzarían la categoría de violación. Sin embargo, las autoridades suecas, que durante el transcurso de este año únicamente han entregado otra solicitud de asistencia a la Interpol para atrapar a una persona sospechosa de cometer delitos sexuales, pidieron a esa agencia policíaca internacional emitir una “alerta roja” contra Assange, a quien posteriormente la policía británica solicitó informar de su paradero y entregarse o enfrentar un arresto (la otra “alerta roja” de la Interpol solicitada por la fiscalía sueca este año fue contra Jan Christer Wallenkurtz, ciudadano sueco de 58 años buscado por supuestos delitos sexuales cometidos contra adultos y menores).
Cabe preguntarse, ya que Suecia tiene el mayor número de casos reportados de violación per cápita en Europa, cómo es que solo estos dos sospechosos (Wallenkurtz y Assange) han merecido la atención de la Interpol.
También cabe preguntarse cómo es un magistrado de la Corte británica niega el derecho a fianza a Assange (acusado de “atentados” en situaciones sexuales por consentimiento mutuo), a pesar de la presencia de varias personas durante su comparecencia ante el juez, entre ellas un reconocido cineasta británico, dispuestas a cubrir la fianza que fuese necesaria a fin de asegurar su regreso a tribunales para una audiencia de extradición, cuando aparentemente incluso las personas acusadas de violación violenta son liberadas bajo fianza casi de manera automática tanto en el Reino Unido como en Suecia.
Cito a continuación una interesante carta publicada ayer en The Guardian en Inglaterra, cuya autora es Katrin Axelsson de la organización británica Women Against Rape (Mujeres en contra de la violación):
“Muchas mujeres en Suecia y en Gran Bretaña se preguntarán el porqué del afán poco habitual que distingue a la persecución de Julian Assange a partir del supuesto delito de violación. La situación de las suecas no ese mejor que la de las británicas cuando se trata de violación. Si bien Suecia tiene el número más alto de violaciones reportadas per cápita en Europa y la cifra se ha cuadruplicado en los últimos 20 años, el índice de condenas penales ha disminuido. El 23 de abril de 2010 Carina Hägg y Nalin Pekgul (parlamentaria y presidenta de Mujeres Socialdemócratas en Suecia respectivamente) escribieron en el Göteborgs-Posten que ‘hasta 90% de todas las violaciones reportadas nunca llega a los tribunales. En 2006 se condenó a seis personas por violación, pero se había reportado a casi 4.000 personas como perpetradoras de este delito’. Ambas se sumaron al llamado de Amnistía Internacional para llevar a cabo una investigación independiente a fin de analizar los casos de violación que habían sido cerrados y la calidad de las investigaciones originales.
“A Assange, quien al parecer tiene un historial penal limpio, se le negó el derecho a fianza en Inglaterra a pesar de la garantía de más de £120.000 disponibles por parte de sus avales. Sin embargo, la libertad bajo fianza es un procedimiento de rutina en los casos de acusación de violación. Llevamos dos años apoyando a una mujer violada y sometida a violencia doméstica por parte de un ex convicto que intentó asesinar a una ex pareja y a sus hijos; ese hombre pudo salir bajo fianza mientras la policía investiga el caso.
“Recurrir a la violación y a las agresiones sexuales con fines políticos es una añeja tradición que no tiene nada que ver con la seguridad de las mujeres. En el sur de Estados Unidos solía justificarse el linchamiento de un hombre negro por presunta violación de una mujer blanca… e incluso por apenas mirarla. Hacemos un flaco favor a las mujeres cuando permitimos un mal uso de nuestra demanda de seguridad al tiempo que la violación sigue sin recibir la necesaria atención dentro de los tribunales (en el mejor de los casos) o recibiendo la protección del sistema (en el peor de los casos)”.
En este caso resulta difícil obviar los largos tentáculos estadounidenses, sobre todo ante uno de los últimos cables del Departamento de Estado en posesión de WikiLeaks y revelado por el New York Times, en el que un artículo publicado el jueves muestra que Estados Unidos había influido decididamente incluso al poderoso gobierno alemán para que bloqueara a la fiscalía alemana y evitara la acusación y la solicitud de extradición a Alemania de 13 agentes de la CIA implicados en el secuestro ilegal y la entrega de Khaled el-Masri, ciudadano alemán que la CIA tomó equivocadamente por terrorista, a la prisión de Bagram en Afganistán. En 2003, El-Masri fue secuestrado por los agentes, despojado de su ropa y atado; le introdujeron una clavija en el ano, le colocaron un pañal para adulto y lo subieron en un avión de la CIA a Bagram, donde fue torturado, sodomizado, drogado por vía intravenosa y retenido durante meses antes de ser abandonado por la CIA en una carretera albanesa una vez que Estados Unidos decidiera que se había cometido “un error”. El gobierno estadounidense no quería que se divulgara su programa de entrega de presos ni su política de tortura con venia oficial, de manera que presionó a las autoridades alemanas para que pusieran fin a toda acción judicial contra los secuestradores de la CIA bajo amenaza de “consecuencias en las relaciones con Estados Unidos” (El-Masri tiene prohibido demandar al gobierno estadounidense por daños y perjuicios).
Cuesta creer que el mismo gobierno estadounidense que presionó tanto a la Alemania aliada de la OTAN no esté detrás del repentino e intenso interés de la fiscalía sueca en este absurdo caso de sexo de mutuo acuerdo y un condón roto (particularmente cuando el fiscal original del caso le dio carpetazo al saber que ninguna de estas mujeres estaba molesta tras pasar distintas noches con Assange; una de ellas organizó una fiesta en su honor después del supuesto incidente, la otra lo dejó en su cama mientras ella salía a comprar el desayuno (se dice que ambas enviaron twitters a sus amistades para presumir de su conquista, mensajes que posteriormente trataron eliminar de Twitter).
También cuesta creer que el hecho de que un tribunal británico denegara el derecho a fianza a este sospechoso en particular, máxime cuando no se le imputa ningún acto violento y carece de antecedentes penales, no sea resultado de la presión estadounidense tras bambalinas.
De hecho, parece que Estados Unidos está muy ocupado fabricando más acusaciones graves en contra de Assange, al tiempo que sus abogados afirman anticipar que el Departamento de Justicia de ese país (supuestamente ya en conversaciones con las autoridades suecas para hacerse con Assange) planea imputarle pronto cargos conforme al estatuto de espionaje de 1917, la misma ley que el Departamento de Justicio trató de emplear sin éxito durante el mandato de Nixon contra Daniel Ellsberg en el caso de los documentos del Pentágono. Esto explicaría los esfuerzos destinados a tratar de mantener a Assange detenido en una celda. Además, podría explicar por qué Assange está recusando la solicitud de extradición del gobierno sueco.
La oposición a las guerras en Afganistán e Irak es intensa en el Reino Unido y cuenta con el apoyo de una abrumadora mayoría de la ciudadanía británica, hecho que convierte a Assange en una especie de héroe dentro del país gracias a que WikiLeaks expone los crímenes continuamente perpetrados por las fuerzas estadounidenses y británicas en ambos países. Muy probablemente la aquiescencia del gobierno británico a una orden de extradición proveniente de Estados Unidos fundada en supuestos cargos de espionaje enfrentaría la oposición masiva de la ciudadanía británica. Suecia, por otra parte, que no pertenece a la OTAN pero tiene unas 500 tropas implicadas en la “guerra de la OTAN” en Afganistán, no enfrenta el mismo tipo de oposición popular y Assange podría temer la facilidad con que se presionaría a Suecia, un país muy pequeño, para entregarlo a las autoridades estadounidenses sin despertar mayores inquietudes entre la población sueca.
En Estados Unidos no ha habido nuevos intereses en defender a Assange por parte de ninguna organización. De hecho, la reacción de las corporaciones mediáticas ha sido totalmente contraria. En la mayoría de los casos, las acusaciones suecas y su arresto en Gran Bretaña a partir de la “alerta roja” de la Interpol aparecen en los medios de la mano de las palabras “violación sexual”, pero no se explican los hechos, hechos que ni siquiera llegarían a delito en Estados Unidos. Mientras tanto, la mayoría de los editoriales condenan la violación del secreto diplomático, mas no los esfuerzos gubernamentales por amordazar una importante fuente de noticias sobre la ineptitud, la prevaricación y los engaños del gobierno.
Sin embargo, si resulta (como creo que será) que el gobierno estadounidense ha sido el catalizador del arresto y la detención de Assange, además de su extradición a Suecia, y si resulta (como parece cada vez más probable) que el gobierno estadounidense también está detrás de la decisión simultánea de Visa, MasterCard, Paypal y varios bancos suizos de rechazar el trámite de donativos para WikiLeaks, y de Amazon en cuanto a negar a WikiLeaks el acceso a su sistema de almacenamiento de datos en nube, y del DNS que revocó el registro del URL de WikiLeaks, entonces corresponderá a editores y locutores, además de periodistas, levantarse en armas para defender a Assange. Como dije en otro artículo, este tipo de ataque contra una fuente informativa por razones meramente políticas constituye una amenaza a la primera enmienda tan profunda como el ataque de Nixon contra Daniel Ellsberg y el intento de bloquear al New York Times para que no publicara los documentos robados sobre los orígenes de la Guerra de Vietnam.
Andreas Fink, director general de DataCell ehf, la empresa suiza que ha aceptado donativos a nombre de WikiLeaks a través de Visa, hizo las siguientes declaraciones respecto a la decisión de Visa de dejar de procesar donaciones para WikiLeaks a partir del 8 de diciembre:
“La suspensión de transferencias para WikiLeaks viola los acuerdos con sus clientes. Hay usuarios de Visa que han manifestado de manera expresa su voluntad de enviar donativos a WikiLeaks y Visa no está cumpliendo con ellos en tanto empresa. La decisión de bloquear pagos para WikiLeaks bien podría dañar su nombre mucho más que permitir las transferencias. Los clientes de Visa nos han contactado de manera masiva para confirmar que están intentando donar y les molesta sobremanera que Visa rechace las transacciones. Evidentemente, Visa ha sido sometida a presiones políticas para cerrar nuestro sitio. Estamos convencidos de que una empresa de calidad internacional, como lo es Visa, no debería quedar implicada en cuestiones políticas y tendría que limitarse a atender sus negocios, cosa que suelen hacer bien… y es transferir dinero. No tienen problemas en transferir dinero de otras empresas, como casas virtuales de juego, servicios pornográficos y similares. Entonces, ¿por qué los donativos para un sitio que lucha por los derechos humanos resulta moralmente cuestionable? No lo entiendo”.
Aún es posible hacer aportaciones a WikiLeaks y para la defensoría legal de Assange por transferencia bancaria y mediante el envío postal de cheques. Si desea más información sobre cómo hacerlo, consulte aquí.
Por cierto, si alguien trabaja para Visa, MasterCard, Paypal o cualquier institución bancaria u oficina gubernamental y puede enviarme pruebas de que Estados Unidos está detrás de la decisión de cualquiera de estas entidades de congelar las cuentas de WikiLeaks y destruir financieramente al sitio, garantizo su anonimato a toda costa. Por favor, escríbame o envíeme documentación.
Truthout. Traducido por Atenea Acevedo para Tlaxcala