Esta­do Fusio­na­do, Corrup­to y Corrup­tor- Nar­ci­so Isa Conde

El Esta­do delin­cuen­te, hoy nar­co-Esta­do, es algo que vie­ne de atrás.

El Esta­do com­pac­ta­do, fusio­na­do, mane­ja­do por una espe­cie de monar­quía moder­na y repu­bli­ca­na, tie­ne su his­to­ria, ade­cua­cio­nes y moda­li­da­des recien­tes: Tru­jilllo, Bala­guer… y aho­ra Leonel.

La demo­cra­cia repre­sen­ta­ti­va es solo una for­ma­li­dad que lo modu­la de acuer­do a la corre­la­ción de fuer­zas a su inte­rior y a las pre­sio­nes des­de fuera.

La com­pac­ta­ción-fusión inter-ins­ti­tu­cio­nal está rela­ti­vi­za­da por la con­cien­cia y las luchas en la sociedad.

Esta­do es más que gobierno.

Esta­do es poder eje­cu­ti­vo, gabi­ne­te y enti­da­des depen­dien­tes; mas Con­gre­so, sis­te­ma judi­cial, fuer­zas arma­das, poli­cía, DNCD, DNI…

En el mar­co de la Cons­ti­tu­ción de Leo­nel y sus ase­so­res espa­ño­les, el Sena­do (sobre­di­men­sio­na­do en sus atri­bu­cio­nes) esco­ge el Con­se­jo de la Magis­tra­tu­ra (Supre­ma Cor­te), el Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal, la Cáma­ra de Cuen­tas, la Jun­ta Cen­tral Elec­to­ral y el Tri­bu­nal Elec­to­ral; mien­tras a par­tir de los comi­cios sena­to­ria­les todo que­dó bajo el man­do cen­tra­li­za­do, ama­rra­do a un sis­te­ma de corrup­ción de Esta­do bien jerarquizado.

Esa inter­ven­ción elec­to­ral fue fría­men­te pla­nea­da y finan­cia­da por el Poder Eje­cu­ti­vo para lograr estos resultados.

En la actua­li­dad el Pre­si­den­te Fer­nán­dez es jefe real del poder mili­tar- poli­cial alta­men­te sobor­na­do y de ese Sena­do. Vía el Sena­do con­tro­la todas las enti­da­des men­cio­na­das y sus redes buro­crá­ti­cas. La Cáma­ra de Dipu­tados va por ese camino solo con un sobor­ni­to mayor.

Agre­gán­do­le a esto las gran­des alcan­cías ofi­cia­les y pri­va­das, las alian­zas polí­ti­co-empre­sa­ria­les y las cone­xio­nes oli­gár­qui­cas e impe­ria­lis­tas, no es difí­cil cole­gir que exis­te un pro­ce­so de fusión del sis­te­ma de corrup­ción de Esta­do y de la ins­ti­tu­cio­na­li­dad vigen­te, arti­cu­la­da por la Cons­ti­tu­ción actual y por la “supe­rio­ri­dad” presidencial.

La con­ti­nui­dad de Leo­nel en el Eje­cu­ti­vo en el 2012 le daría más garan­tía al afian­za­mien­to de ese mode­lo neo-tru­ji­llis­ta y a su pro­pia impu­ni­dad, pero de todas mane­ras lo ya logra­do por él es una bue­na cami­sa de fuer­za sis­té­mi­ca a su favor, solo alte­ra­ble con un alta gra­do de insu­mi­sión popu­lar y des­obe­dien­cia civil que impug­ne la ins­ti­tu­cio­na­li­dad ama­ña­da. Con muchos movi­mien­tos tipo el des­ata­do con­tra la Cemen­te­ra en defen­sa de los Hai­ti­ses, tipo el del 4 por cien­to para la edu­ca­ción… has­ta con­fluir en uno de mayor ampli­tud y pro­fun­di­dad, capaz de crear con­tra­po­der, revo­car pila­res del orden impues­to y apun­tar hacia el cam­bio polí­ti­co y el nue­vo poder.

Creo que esta ins­ti­tu­cio­na­li­dad no se pue­de demo­cra­ti­zar ni debi­li­tar des­de den­tro, ni con sim­ples líneas elec­to­ra­lis­tas o insis­tien­do solo en el logro de “cuo­tas” ins­ti­tu­cio­na­les y en opcio­nes pre­si­den­cia­les como las que domi­nan al PLD y el PRD.

Así las cosas, las alter­na­ti­vas elec­to­ra­les sis­té­mi­cas esta­rán, con o sin reelec­ción, pre­via­men­te cap­tu­ra­da por el nue­vo “monar­ca”. No olvi­de­mos ade­más que el PRD está secues­tra­do por con­cep­cio­nes y prác­ti­cas pare­ci­das y for­ma par­te del mis­mo aje­drez polí­ti­co, inclu­so en cier­ta medi­da inter­ve­ni­do por el cau­di­llo mayor, como lo demos­tró el pac­to de las cor­ba­tas azu­les y lo evi­den­cian las con­ti­nuas nego­cia­cio­nes Leo­nel-Miguel y Leonel-Hipólito.

Para cam­biar este régi­men endu­re­ci­do, se nece­si­ta una gran movi­li­za­ción des­de fue­ra y des­de deba­jo de carác­ter polí­ti­co-social, un pro­ce­so de lucha inte­gral, inde­pen­dien­te del Esta­do, de la oli­gar­quía y de la par­ti­do­cra­cia dominante

Un cla­mor, una ava­lan­cha, que con­fron­te y res­que­bra­je lo exis­ten­te. Algo como lo que pasó en Vene­zue­la, en Ecua­dor y en Boli­via… antes de que los votos deci­die­ran los nue­vos acto­res guber­na­men­ta­les y los res­pec­ti­vos pro­ce­sos constituyentes.

La actual ins­ti­tu­cio­na­li­dad no es refor­ma­ble en direc­ción a más demo­cra­cia y par­ti­ci­pa­ción. Tie­ne ade­más garan­ti­za­da seis años más de exis­ten­cia con la corre­la­ción inter­na de fuer­za actual. Cual­quier avan­ce sus­tan­cial, por tan­to, requie­re de su rup­tu­ra y supera­ción: de la crea­ción de un orden cons­ti­tu­cio­nal e ins­ti­tu­cio­nal dis­tin­to, nega­dor del auto­ri­ta­ris­mo neo-tru­ji­llis­ta y del neo­li­be­ra­lis­mo, par­ti­ci­pa­ti­vo y pro­fun­da­men­te democrático.

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