Anda revuelto el Imperio. El sistema de producción y reproducción que rige y domina este mundo – con honrosas experiencias socialistas- encadena una crisis tras otra y, como las burbujas de un caldero, explotan amenazando con hacer estallar la olla por entero. A la crisis inmobiliaria le sucedió la financiera, y ésta indujo a la industrial, la que a su vez deprimió el consumo y con ello el comercio mundial. Sarkozy decía entonces que había que refundar el capitalismo, desconociendo por completo que estas son secuencias lógicas e inherentes al funcionamiento del propio sistema, que, en fin, sin acumulación privada no hay capitalismo y por mor de la acumulación cada vez menos manos atesoran una porción mayor de renta mundial, sumergiendo en la miseria a amplias capas humanas. Y ésta contradicción fundamental es insoluble.
Los socios más influyentes del Imperio tratan ahora de robarse los unos a los otros. Al respecto ha sido relevante la postura del G‑20. Es la fase de apreciar o depreciar sus monedas para huir de la crisis. Guerra de las divisas la denominan.
Veamos el triste papel del poliédrico Sr. Zapatero. Toda la sumisión que muestra ante los foros de decisión internacionales – FMI, BCE, las llamadas del jefe Obama etc- se torna en bravuconería ante sus conflictos internos. La escasa y pobre cohesión de un Estado fallido, como el español, encuentra en el líder socialdemócrata la pieza represiva que pretende, por la fuerza, mantener aherrojadas a las naciones que aún domina, entre ellas la nación vasca.
De la mano de quien fuera inquietante muñidor del GAL, une razzias represivas contra la juventud vasca a soflamas amenazantes y triunfalistas sobre derrotas y victorias policiales, de suyo imposibles. No le interesa resolver en equidad sino que trata de recuperar el voto carpetovetónico español huido de la última esquilmación contra las pensiones, los funcionarios y las rentas bajas. Los votos que pierde por seguir los consejos de los organismos financieros internacionales de hacer pagar en las espaldas de la clase trabajadora el coste de la crisis, pretende recuperarlos dándole la patada al mastín euskaldun ayudados por el PNV. Pero incluso éste factor que se pretendía esencial para obtener réditos electorales se está disolviendo dado el cariz que toma y tomará la situación económica del Estado español. Si antes costaba esfuerzo creer que sólo por pretensiones resolutivas sinceras por parte de la Izquierda Abertzale, iba a entrar el Estado en una negociación seria, constructiva y definitiva para desentrañar la complejidad del drama vasco ahora se nos antoja mucho más difícil. La represión policial va a continuar pero su recorrido político cada vez es más corto. Rubalcaba es consciente de ello.
Realmente no encontramos muchos ejemplos en los que el imperio español haya querido resolver sus problemas de integridad territorial con fórmulas negociadoras e imaginativas. El conflicto de índole colonial saharaui, sin ir más lejos, es fruto de la forma y manera que tiene aquél para “desembarazarse” de los problemas que él mismo crea. La salvaje dictadura alauí cuenta, al respecto, con la indolente complacencia hispana y francesa, en su afán represivo, para sonrojo e incomprensión incluso de los militantes del PSOE. Es lo que se obtiene cuando la política entra de lleno en el amplio abanico de la mediocridad.
Una mediocridad que se torna peligrosa cuando se extiende, y eso le está ocurriendo a Aralar, incapaz de resituarse, en permanente equilibrio entre el quiero y no puedo. Es lógico si tenemos en cuenta lo mucho que tiene que agradecer esta formación al PNV. Nafarroa Bai es un buen ejemplo de lo que decimos y, más pronto que tarde, las cuestiones clave que marcan las relaciones Aralar –PNV serán conocidas por el Pueblo trabajador vasco, a la postre, el pagano de tanto engaño y chanchullo.
Mirándonos a nosotros mismos, sabemos que todo proceso es dialéctico y sabemos cuales son los límites del camino iniciado por la Izquierda Abertzale pero son momentos de realizar lo imprescindible para posteriormente afrontar lo necesario. Si la Izquierda Abertzale corona con éxito su apuesta, Euskal Herria sobrevivirá. El Estado español lo sabe y es por ello que volveremos a ver capítulos de guerra sucia e intoxicaciones informativas masivas. Esta en juego el proyecto histórico de “Independentzia ta sozialismoa” nacido a finales de los cincuenta del siglo pasado. Es un proyecto que bien se merece el Pueblo trabajador vasco.
EUSKAL HERRIKO KOMUNISTAK