No es ninguna novedad la existencia de una división sindical en Euskal Herria. Una división no deseada por nadie pero que tiene mucho que ver con la situación política que se vive en nuestro País. No pretendemos juzgar el resultado de la huelga en el Estado español, por respeto a nuestros hermanos trabajadores de otras nacionalidades, nos atenemos al contexto económico-social y político de Euskal Herria.
Así, escuchando las declaraciones, tanto televisivas como radiofónicas, del líder sindical de la UGT en las tres provincias de la CAV, el Sr. Dámaso, y del dirigente de CCOO en el País Vasco, Unai Sordo, se puede comprender perfectamente a qué partida están jugando ambas formaciones sindicales en Euskal Herria y qué papel han aceptado en el conflicto que vive el Pueblo vasco.
El susodicho Dámaso, al ser interpelado por las cifras de la huelga en la CAV, “asumía” su fracaso escudándose en la aportación que UGT de “Euskadi” hacía al conjunto del Estado, y remarcaba más aún: “porque esto, también es España”. Es decir, había que lanzar la mirada al conjunto del Imperio para evitar ciertas cuestiones peliagudas respecto a la situación de declive progresivo de la UGT en la CAV.
Unai Sordo, representante máximo regional vasco de CCOO por el contrario, optaba por lanzar balones fuera y colocaba su punto de mira en el sindicalismo abertzale, como factor clave, para entender la “baja incidencia” de la huelga convocada por los sindicatos Unionistas en la CAV.
Tras el fracaso de la huelga general española en Euskal Herria, ambos sindicatos nos traían a la memoria de todos y todas, esa máxima que el PCE hizo suya en muchas ocasiones: “si no puedo transformar la realidad, me la invento”.
Desde los Pactos de la Moncloa y posteriormente, el Pacto de Toledo, estos aparatos burocráticos (UGT y CCOO) no hacen sino firmar concesión tras concesión a un sistema que camina hacia el exterminio de todo derecho social. Lo saben, pero no pueden morder la mano que les da de comer. UGT y CCOO son ejemplos paradigmáticos de lo que mejor representa a la periclitada fase de acumulación capitalista, fordista en lo económico y keynesiana en lo político-social. Hace tiempo que el obrero especializado de la fábrica, con alto poder adquisitivo, 14 pagas y mes de vacaciones, ya no es necesario para que el sistema funcione. Como consecuencia, el Pacto social se ha ido al garete.
El toyotismo (just in time) y los neoliberales se han hecho con el mando de la economía mundial desde los años 80.
Entonces la pregunta surge inevitable: ¿quién divide a la clase trabajadora en Euskal Herria a tenor de las declaraciones de los dirigentes sindicales del Unionismo español?, ¿quién defiende mejor los intereses de la clase trabajadora en general?, ¿son o no son una herramienta más, UGT y CCOO, del Imperialismo español en su lucha contra los intereses del Pueblo trabajador vasco?, ¿acaso… les gustaría utilizar a la clase trabajadora vasca para legitimar sus vergonzosas renuncias frente a un Gobierno central, escondido en Madrid, que sigue las políticas más neoliberales de toda la Unión europea?
Las claudicaciones del sindicalismo unionista no pueden ser la base de los acuerdos que, en materia de defensa de los derechos de los trabajadores, se pongan como condición para una acción conjunta con los sindicatos abertzales. UGT y CCOO, no hace mucho, acusaron al sindicalismo abertzale de utilizar la huelga general como arma política frente al nuevo gobierno autonómico de Pachi López. Como si las huelgas generales no fueran políticas, o ¿acaso UGT y CCOO no han pedido la dimisión de Zapatero?
La manera de romper la tendencia a la renuncia progresiva del sindicalismo español frente al sistema capitalista es que acepten que, con el pan y los derechos de la clase trabajadora vasca no se juega, que en Madrid, ya no se puede negociar una salida aceptable respecto a la situación de los trabajadores de Euskal Herria y que sólo el marco vasco de relaciones laborales puede crear un escenario que facilite los movimientos de la acción obrera.
Nos tememos que sin este marco, UGT y CCOO nos llevarán a un callejón sin salida para miles de trabajadores en Euskal Herria y millones en el Estado español. La degradación, cada vez mayor, de UGT y CCOO es inevitable. El PSOE, a su manera y con pactos inconfesables, intentará mantener al sindicalismo pactista en el candelero, como medio de control de la clase trabajadora pero el sistema va a ser implacable.
Insistimos, la socialdemocracia y el pactismo sindical se sustentaron en un sistema capitalista keynesiano que se ha terminado.
Y mientras en el movimiento obrero unionista se habla con un lenguaje finiquitado, el Imperialismo español ayudado por el regionalismo del PNV desmantela los pocos rescoldos del Estado del bienestar que quedan en este País por unas transferencias estatutarias, mientras paralelamente y a la vez, procuran machacar la esperanza de un futuro mejor para Euskal Herria, con policía, detenciones y jueces.
El Sr. Rubalcaba, ministro del interior español y el gris Urkullu lo saben muy bien y por supuesto también UGT y CCOO. Les van las lentejas en ello.