Desde siempre, y para comparar con otros sistemas que no se pliegan a sus deseos, los adalides de la democracia burguesa enarbolan los supremos emblemas: Libertad de reunión, libertad de manifestación, derecho de huelga.
Ayer se aprobó en Francia la ley de reforma de las pensiones. El Senado le dio el visto bueno con 177 votos a favor y 153 en contra, y todo ello pese a que millones de personas contestaran la reforma en la calle realizando, nada más y nada menos, que nueve huelgas generales en lo que va de año.
Conclusión: ¿De qué sirven las supuestas libertades de los burgueses si para lograr sus propósitos las ignoran cuando pintan bastos? Ayer el Senado no representaba a nadie; sin embargo realizó una acción de fuerza combinada por unos pocos senadores dentro de la Cámara y muchos policías fuera. ¿Donde estaba la democracia que acata el deseo de la mayoría? En Francia, 177 personas impusieron su voluntad a millones.
Venimos denunciando constantemente el carácter reaccionario y represor de la democracia burguesa y sus falsos tótems de libertad. Ya lo saben los obreros y campesinos que aún mantuvieran dudas al respecto en Francia, en España o en la Cochinchina. Es imperativo repudiar el espantajo democrático-burgués, e imponer la democracia popular que comienza sus debates en los barrios y no en los despachos de los siervos de los ricachones.