No es nin­gún secre­to lo que han esta­do tramando.

Pakis­tán y los talibanes.

Las obser­va­cio­nes pos­te­rio­res a Wiki­leaks de David Came­ron sobre la ayu­da paquis­ta­ní al enemi­go en el Hin­du Kush no debe­rían tomar­se dema­sia­do en serio. El “esta­lli­do” cui­da­do­sa­men­te orques­ta­do en India tenía el pro­pó­si­to de com­pla­cer a sus anfi­trio­nes y sellar algu­nos nego­cios (Came­ron y Cable se están esfor­zan­do por cuen­ta de la indus­tria de arma­men­tos bri­tá­ni­ca). Todo for­ma par­te del chismorreo.

La reac­ción ofi­cial de Pakis­tán fue igual­men­te fal­sa. Ya que a Isla­ma­bad le es impo­si­ble ata­car al orga­ni­lle­ro, la empren­de con­tra el mono.

Mien­tras tan­to todas las par­tes saben per­fec­ta­men­te lo que ha esta­do hacien­do el ejér­ci­to paquis­ta­ní con diver­sas fac­cio­nes tali­ba­nes des­de que Afga­nis­tán fue ocu­pa­do hace casi nue­ve años. Hace tres años un agen­te de inte­li­gen­cia esta­dou­ni­den­se fue ase­si­na­do a tiros por un sol­da­do paquis­ta­ní en seme­jan­tes con­ver­sa­cio­nes –como infor­mó la pren­sa paquis­ta­ní-. Una fuen­te cer­ca­na a los mili­ta­res paquis­ta­níes me dijo el año pasa­do en Isla­ma­bad que agen­tes de inte­li­gen­cia de EE.UU. estu­vie­ron pre­sen­tes en recien­tes con­ver­sa­cio­nes entre el ISI (Ser­vi­cio de inte­li­gen­cia paquis­ta­ní) y los insur­gen­tes. No hay moti­vos para que alguien se mues­tre sor­pren­di­do. La cau­sa, tam­bién, es obvia. La gue­rra no se pue­de ganar.

No es pre­ci­sa­men­te un secre­to que Pakis­tán nun­ca aban­do­nó real­men­te a los tali­ba­nes des­pués del 11‑S. ¿Cómo iba a hacer­lo? Fue Isla­ma­bad la que orga­ni­zó la reti­ra­da de los tali­ba­nes de Kabul para que EE.UU. y sus alia­dos pudie­ran apo­de­rar­se del país sin un com­ba­te. Los gene­ra­les paquis­ta­níes acon­se­ja­ron a sus ami­gos afga­nos que espe­ra­ran el momen­to adecuado.

La insur­gen­cia cre­ció a medi­da que la gue­rra en Afga­nis­tán se dete­rio­ra­ba. El caos social y la corrup­ción polí­ti­ca del gru­po de Hamid Kar­zai hicie­ron que la ocu­pa­ción extran­je­ra fue­ra aún peor a los ojos de muchos afga­nos, incor­po­ran­do a una nue­va gene­ra­ción de pas­tu­nes a la bata­lla ‑hom­bres jóve­nes que no habían for­ma­do par­te del régi­men des­pla­za­do-. Son estos neo­ta­li­ba­nes los que han orga­ni­za­do efec­ti­va­men­te la pro­pa­ga­ción de la resis­ten­cia, que como reve­ló el dia­gra­ma de arte­fac­tos explo­si­vos impro­vi­sa­dos se ha exten­di­do vir­tual­men­te a cada par­te del país.

Matthew Hoh, un ex capi­tán de mari­nes que sir­ve como ofi­cial polí­ti­co en Afga­nis­tán, renun­ció al ser­vi­cio en sep­tiem­bre de 2009. Su expli­ca­ción fue cla­ra: “La insur­gen­cia pas­tún, que se com­po­ne de múl­ti­ples gru­pos loca­les, apa­ren­te­men­te infi­ni­tos, se ali­men­ta por lo que el pue­blo pas­tún per­ci­be como un ata­que con­ti­nuo y per­ma­nen­te, que data de siglos, con­tra la tie­rra, la cul­tu­ra, las tra­di­cio­nes y la reli­gión pas­tu­nes por enemi­gos inter­nos y exter­nos… He obser­va­do que la masa de la insur­gen­cia no com­ba­te por la ban­de­ra blan­ca de los tali­ba­nes, sino más bien con­tra la pre­sen­cia de sol­da­dos extran­je­ros e impues­tos apli­ca­dos por un gobierno no repre­sen­ta­ti­vo en Kabul”.

En 2007, EE.UU. tra­tó de apar­tar gra­dual­men­te a una sec­ción de los insur­gen­tes de Mullah Omar, el líder tali­bán, ofre­cién­do­les posi­cio­nes en el gobierno. Los diri­gen­tes neo­ta­li­ba­nes se nega­ron a unir­se a un gobierno mien­tras hubie­ra tro­pas extran­je­ras en el país. Pero a fin de comen­zar por esta­ble­cer los con­tac­tos, el ejér­ci­to paquis­ta­ní fue de una impor­tan­cia crí­ti­ca. Este ejér­ci­to, uti­li­za­do como cober­tu­ra por EE.UU. en varias oca­sio­nes, se vio obli­ga­do a dejar de lado su pelle­jo isla­mis­ta (nece­sa­rio para la yihad con­tra la Unión Sovié­ti­ca). Eso enfu­re­ció a muchos den­tro de sus filas, y hubo tres aten­ta­dos con­tra la vida del gene­ral Musharraf.

El ISI, cuya auto­no­mía siem­pre se ha sub­es­ti­ma­do, fue colo­ca­do bajo un con­trol casi total, y el gene­ral Ash­faq Kaya­ni (quien reem­pla­zó a Musha­rraf como jefe del esta­do mayor del ejér­ci­to) lo reor­ga­ni­zó inte­gral­men­te. Unos pocos ele­men­tos delin­cuen­tes se reve­la­ron cuan­do apro­ba­ron el ata­que con­tra la emba­ja­da india en Kabul en 2008; fue­ron inme­dia­ta­men­te cas­ti­ga­dos y eli­mi­na­dos. Hoy, los ata­ques con­tra el ISI se han hecho con­ve­nien­tes para Occi­den­te, que nece­si­ta al gene­ral Kaya­ni y por lo tan­to no pue­de ata­car­lo direc­ta­men­te. No hay modo de que el ISI u otra ala de las fuer­zas arma­das pue­da ayu­dar a los insur­gen­tes sin el cono­ci­mien­to de Kaya­ni, y éste sabe per­fec­ta­men­te que a fin de pre­ser­var los con­tac­tos con los insur­gen­tes que com­ba­ten a la OTAN hay que ofre­cer­les unas pocas recompensas.

Hace algu­nos meses Kar­zai esta­ba tan deses­pe­ra­do por hacer la cor­te a los tali­ba­nes que soli­ci­tó al gene­ral Eiken­berry, el con­ci­lia­dor emba­ja­dor esta­dou­ni­den­se en Kabul, que borra­ra a toda la diri­gen­cia de los tali­ba­nes, inclui­do Omar, de la lis­ta de per­so­nas más bus­ca­das. Eiken­berry no se negó pero sugi­rió que cada caso se con­si­de­re por sus pro­pios méri­tos. Qué mejor indi­ca­ción de que la gue­rra está perdida.

Wiki­Leaks pare­ce haber reani­ma­do tem­po­ral­men­te a Kar­zai. “Es una cues­tión dife­ren­te si Afga­nis­tán tie­ne la capa­ci­dad de enca­rar esto”, dijo en res­pues­ta a una pre­gun­ta sobre el apo­yo de Pakis­tán a los tali­ba­nes, “…pero nues­tros alia­dos tie­nen esa capa­ci­dad. La pre­gun­ta es aho­ra, ¿por qué no hacen nada?”

Pero lo hacen. Y lo han esta­do hacien­do des­de que Barack Oba­ma asu­mió la pre­si­den­cia. Los ata­ques con dro­nes tenían el pro­pó­si­to de des­truir el apo­yo a los insur­gen­tes al otro lado de la fron­te­ra. En su lugar, han lle­va­do a la des­es­ta­bi­li­za­ción de Pakis­tán. El año pasa­do, el ejér­ci­to des­pla­zó por la fuer­za a 250.000 per­so­nas del dis­tri­to Orak­zai en la fron­te­ra afga­na y las colo­có en cam­pos de refu­gia­dos. Muchos jura­ron ven­gar­se, y gru­pos mili­tan­tes han ata­ca­do al ISI y a otros cen­tros mili­ta­res. El 8 de junio de este año, com­ba­tien­tes con gra­na­das y mor­te­ros ata­ca­ron un con­voy de la OTAN en Rawal­pin­di. Que­ma­ron cin­cuen­ta vehícu­los de la OTAN y se infor­mó de más de una doce­na de sol­da­dos muertos.

La cosa sólo pue­de empeo­rar. Es hora de que Oba­ma aban­do­ne todos los pre­tex­tos uti­li­za­dos para jus­ti­fi­car una gue­rra que sólo pue­de lle­var a más muer­tes pero a nin­gu­na solu­ción. Aho­ra se nece­si­ta deses­pe­ra­da­men­te una estra­te­gia de salida.

……

El últi­mo libro de Tariq Ali The Pro­to­cols of the Elders of Sodom and other Essays, aca­ba de ser publi­ca­do por Verso.

Rebe­lión

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