Cate­que­sis anti-impe­ria­lis­ta para un verano apo­ca­líp­ti­co – Agus­tín Vello­so Santisteban

Fidel Cas­tro, de quien lo menos que pue­de decir­se es que es un revo­lu­cio­na­rio de una expe­rien­cia polí­ti­ca excep­cio­nal, ha refle­xio­na­do públi­ca­men­te en los últi­mos días sobre un nue­vo ata­que impe­ria­lis­ta en Orien­te Medio. Se ha refe­ri­do en esta oca­sión a movi­mien­tos mili­ta­res de Esta­dos Uni­dos –jun­to con Israel- en aguas cer­ca­nas a Irán.

Esta­dos Uni­dos es des­de el siglo pasa­do el prin­ci­pal poder impe­ria­lis­ta ‑y por tan­to agre­sor- del pla­ne­ta. La lis­ta de sus agre­sio­nes es enor­me y terro­rí­fi­cos sus resul­ta­dos. En Orien­te Medio, don­de con­cen­tra muchas de aque­llas, ha arra­sa­do Iraq y Afga­nis­tán lide­ran­do una ban­da de paí­ses delin­cuen­tes alia­dos suyos. Tam­bién por su cuen­ta y con el apo­yo de Israel ha ata­ca­do a Pakis­tán, Pales­ti­na, Líbano, Siria, Soma­lia, Yemen y Sudán. Todo con el resul­ta­do de millo­nes de muer­tos, heri­dos y des­pla­za­dos e incal­cu­la­bles daños mate­ria­les y ambien­ta­les. Últi­ma­men­te aumen­ta sus ame­na­zas con­tra Irán.

Ante este vio­len­tí­si­mo his­to­rial, los medios de comu­ni­ca­ción pro-impe­ria­lis­tas esta­dou­ni­den­ses y de paí­ses alia­dos dejan de lado el dis­cur­so de Cas­tro y entre­tie­nen a sus lec­to­res con la des­crip­ción del color y el dise­ño de su cami­sa, el recuer­do de una inter­ven­ción qui­rúr­gi­ca que tuvo hace cua­tro años y ¡cómo no! hacien­do cába­las sobre una impo­si­ble rela­ción entre su alo­cu­ción y el asun­to de los pre­sos cubanos.

Es cla­ro que si en vez de haber­se mos­tra­do mien­tras daba una char­la polí­ti­ca, hubie­se apa­re­ci­do dan­do un paseo en bici­cle­ta, esos medios hubie­ran escri­to lo mis­mo: “cuan­do era coman­dan­te peda­lea­ba con una cami­sa caqui, su aspec­to físi­co ha empeo­ra­do, pare­ce el de una per­so­na de 90 años en lugar de una de 84, la opo­si­to­ra Yoa­ni Sán­chez, pre­mia­da inter­na­cio­nal­men­te, advier­te de que la liber­tad de los ‘disi­den­tes’ peli­gra con cada apa­ri­ción suya en la tele­vi­sión cubana”.

Esas san­de­ces, que no las publi­ca­ría la pren­sa del cora­zón, las aca­ba de publi­car el New York Times –y con él los demás dia­rios pro impe­ria­lis­tas en Europa‑, el cual es cono­ci­do por sus segui­do­res y esos medios aso­cia­dos con el humil­de apo­do de “la Biblia”.

Los temo­res de Cas­tro sobre una gue­rra nuclear son tan razo­na­bles y fun­da­dos que han sido mani­fes­ta­dos ante­rior­men­te por polí­ti­cos, cien­tí­fi­cos e inte­lec­tua­les en nume­ro­sas oca­sio­nes sin que nadie haya alu­di­do a su ves­ti­men­ta, su his­to­rial clí­ni­co o la polí­ti­ca del país en el que habitan.

En reali­dad, la úni­ca incóg­ni­ta al res­pec­to en la actua­li­dad, con varios paí­ses en pose­sión de abun­dan­te arma­men­to nuclear, algu­nos radi­ca­dos en el cora­zón de Orien­te Medio y en sus pro­xi­mi­da­des, otros lejos pero con la capa­ci­dad de hacer­lo lle­gar y la volun­tad de usar­lo en la zona, es si una gue­rra con armas nuclea­res lle­va irre­me­dia­ble­men­te con­si­go el fin de la huma­ni­dad ente­ra o sólo del 99%.

Pare­ce que los edi­to­ria­lis­tas y arti­cu­lis­tas de los medios de comu­ni­ca­ción al ser­vi­cio del impe­ria­lis­mo dan por segu­ra la pre­dic­ción menos opti­mis­ta, de otro modo no se entien­de su nihi­lis­mo cha­ba­cano. Los que ríen las gra­cias de aque­llos sobre el chán­dal de Cas­tro, el jer­sey de Mora­les, la cami­sa de Chá­vez, el tur­ban­te de Nas­ra­lá, la túni­ca de Yas­sin, etc., exhi­ben una nece­dad suicida.

Las sal­va­jes actua­cio­nes del impe­ria­lis­mo, que nos recuer­dan estos líde­res, son de sobra cono­ci­das por sus innu­me­ra­bles víc­ti­mas y están al alcan­ce de quien quie­ra cono­cer­las, aun­que sus auto­res y encu­bri­do­res las ocul­tan a las masas a tra­vés de la pro­pa­gan­da, la publi­ci­dad, la indus­tria del entre­te­ni­mien­to, la cen­su­ra y otros medios aún más vio­len­tos si es preciso.

El impe­ria­lis­mo es intrín­se­ca­men­te agre­sor, ha usa­do toda la fuer­za a su dis­po­si­ción para con­quis­tar terri­to­rios, robar sus recur­sos, some­ter a sus habi­tan­tes y come­ter otras sevi­cias con­tra seres huma­nos en cual­quier par­te de mun­do en la que espe­ra obte­ner un bene­fi­cio median­te rapi­ña. Siem­pre jus­ti­fi­ca su acción con el dis­cur­so de “demo­cra­ti­zar”, “libe­rar”, “paci­fi­car”, “luchar con­tra el terror”, etc.

Lo que el impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se hace hoy en Orien­te Medio es un cal­co de lo que ha hecho inin­te­rrum­pi­da­men­te en el res­to del mun­do, Áfri­ca, Lati­noa­mé­ri­ca y Asia, duran­te el siglo pasa­do y lo que lle­va­mos de éste. Con­se­cuen­te­men­te, los pue­blos agre­di­dos se han defen­di­do como han podi­do y des­de lue­go a cos­ta de sufri­mien­tos sin cuento.

Nacio­nes ente­ras se han con­ver­ti­do en már­ti­res del impe­ria­lis­mo y millo­nes de seres huma­nos han sido con­de­na­dos a vivir un Apo­ca­lip­sis. El obje­ti­vo: que la cla­se diri­gen­te esta­dou­ni­den­se y de otros paí­ses alia­dos se haga inmen­sa­men­te rica, a cam­bio de garan­ti­zar a las cla­ses medias que les sos­tie­nen el que pue­dan derro­char petró­leo y otros recur­sos mien­tras expe­ri­men­tan el pla­cer de sen­tir­se pri­vi­le­gia­dos a sal­vo en un mun­do de con­de­na­dos al infierno en vida.

La his­to­ria ense­ña que has­ta que esas cla­ses medias no conoz­can en sus pro­pias car­nes el pade­ci­mien­to de aque­llos már­ti­res, el impe­ria­lis­mo sólo se aca­ba­rá cuan­do todos los recur­sos de la tie­rra hayan sido esquilmados.

De ahí la impor­tan­cia de la resis­ten­cia de los pue­blos opri­mi­dos, que luchan en defen­sa pro­pia y a la vez mues­tran a los opre­so­res la inhu­ma­ni­dad y la locu­ra de su actuación.

Aun­que esta lucha de cla­ses inter­na­cio­nal pare­ce eter­na, el desa­rro­llo arma­men­tís­ti­co a par­tir de la ener­gía ató­mi­ca pre­sen­ta por vez pri­me­ra la posi­bi­li­dad de que una gue­rra nuclear sea la últi­ma. Pue­de que este ries­go sea lo úni­co que deten­ga a los impe­ria­lis­tas, ya que pare­ce más lógi­co ceder algo a los opri­mi­dos para man­te­ner mucho, que per­der todo por no con­ce­der­les nada.

Has­ta el año 1945 paí­ses pode­ro­sos podían masa­crar a pobla­cio­nes ente­ras sin poner en peli­gro a las pro­pias. Sin embar­go, pocos años des­pués, esto dejó de ser así. Como sugie­re el caso de Israel en Orien­te Medio, con más de dos­cien­tas bom­bas nuclea­res, no pue­de usar­las para exter­mi­nar a los pales­ti­nos sin poner en gra­ve ries­go su pro­pia exis­ten­cia, ya que como poco la con­ta­mi­na­ción resul­tan­te afec­ta­ría a sus habi­tan­tes duran­te gene­ra­cio­nes. De ahí el recur­so al geno­ci­dio a cáma­ra len­ta median­te el blo­queo y la agre­sión cons­tan­te con armas con­ven­cio­na­les, algu­nas prohi­bi­das por la legis­la­ción internacional.
Si ata­ca a Irán, tal y como anun­cia a menu­do, país que no cuen­ta con arma­men­to nuclear, ¿pue­de estar segu­ro de que la res­pues­ta con armas con­ven­cio­na­les por par­te de éste no le cau­se gran daño e inclu­so afec­te a sus ins­ta­la­cio­nes nuclea­res? Lo mis­mo suce­de con Corea del Nor­te, que sí tie­ne armas nuclea­res y es mejor ni ima­gi­nar lo que ocu­rri­ría si Pakis­tán usa­ra su bom­ba, espe­cial­men­te si es con­tra India que sí posee la mis­ma capacidad.

Ante un impe­ria­lis­mo que acos­tum­bra a ele­gir la masa­cre por enci­ma de la lógi­ca a cos­ta de los más débi­les, exis­te el peli­gro de seguir vivien­do en este lado del impe­rio como si sola­men­te fue­sen a morir los mis­mos de siem­pre, los del otro lado, mien­tras que noso­tros vamos a salir indemnes.

Los ata­ques con­tra Occi­den­te habi­dos en el siglo XXI, que han lle­ga­do inclu­so a las prin­ci­pa­les capi­ta­les impe­ria­lis­tas, son una prue­ba de que ese pen­sa­mien­to es erró­neo ade­más de inmoral.

Aun­que estos ata­ques ape­nas han cau­sa­do daños, espe­cial­men­te si se com­pa­ra con los que Occi­den­te cau­sa en el res­to del mun­do, pue­den des­en­ca­de­nar una esca­la­da de enor­mes con­se­cuen­cias y la situa­ción en Orien­te Medio así lo hace temer.

Por ello con­vie­ne tener pre­sen­te que:

El his­to­rial agre­sor del impe­ria­lis­mo es tan con­sis­ten­te y des­co­mu­nal, que no cabe espe­rar un cam­bio de su con­duc­ta en el porvenir.

La sober­bia occi­den­tal es tan obs­ti­na­da, que se cree supe­rior a todo, su pro­pia capa­ci­dad de auto­des­truc­ción incluida.

La cegue­ra de ricos y pode­ro­sos es tan exa­ge­ra­da, que creen que su segu­ri­dad está garan­ti­za­da inclu­so si se hun­de el mundo.

El con­trol social en Occi­den­te de las cla­ses diri­gen­tes sobre las diri­gi­das es tan fir­me, que con­si­gue que éstas pier­dan su tiem­po rién­do­se con chis­tes acer­ca de cami­sas, en lugar de ocu­par­se de lo que pue­den hacer para pro­te­ger su pro­pia vida y la de sus hijos de un desas­tre nuclear.

Aun­que no es pro­ba­ble que el impe­ria­lis­mo alte­re su cur­so motu pro­prio, sí lo es que el cam­bio se pro­duz­ca de otra for­ma. Como no se apre­cia un movi­mien­to en Occi­den­te que lo erra­di­que des­de den­tro, la resis­ten­cia en el res­to del mun­do encon­tra­rá los medios para obligarle.

Si se obser­va la situa­ción polí­ti­ca inter­na­cio­nal, no pare­ce que la ten­den­cia gene­ral en el mun­do sea la acep­ta­ción pasi­va del impe­ria­lis­mo por par­te de sus víctimas.

No se pue­de pre­de­cir el futu­ro, des­de lue­go, ¡quién sabe! pero a lo mejor no están los tiem­pos para bromas.

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