El 15 de junio se conmemora el 10º Aniversario de la declaración conjunta entre el Norte y el Sur de Corea, en la que parecían poner los cimientos de un proceso de reunificación.
Sin embargo, hoy nos encontramos con una situación de máxima tensión entre ambas partes. ¿Qué ha cambiado en estos díez años? ¿Por qué existen dos Coreas? ¿Existió alguna vez una Corea unificada?
Este artículo trata de profundizar en la historia de Corea, en el proceso de división y, sobre todo, en los intentos de reunificación y las propuestas en esa línea.
Origen de la división de las dos Coreas
Corea es una de las naciones más antiguas del mundo. Existen restos que datan del 3000 a.C., aunque el primer reino unificado para toda la Península fue un régimen feudal, el Koryo, cuya dinastía rigió los destinos de Corea durante 500 años. A finales del siglo XIV, una nueva dinastía ‑los Ri- tomaron el poder y gobernaron Corea durante 600 años. Para entender este larguísimo periodo, debemos examinar dos momentos históricos: uno al comienzo y otro al final.
El primero de ellos fue la invasión japonesa en 1592, conocida en Corea como la Guerra Patriótica Imjin, que terminó con una victoria coreana sobre los invasores, tras 7 años de lucha, pero al precio de agotar totalmente al país.
El segundo momento se dio entre diciembre de 1884 y 1905. Corea era entonces un país fundamentalmente feudal y atrasado. Las disputas imperialistas en Asia enfrentaban al viejo Imperio Zarista con el Japón Meiji. Ambas potencias tenían ambiciones sobre Corea y Manchuria.
En diciembre de 1884, hubo un golpe de Estado en Corea. El golpe pretendía una modernización capitalista de las estructuras feudales del país. Sin embargo, el caos interno fue utilizado por Japón para intervenir en Corea, lo que fue contestado por una revuelta campesina que conseguió dominar la mayor parte del país.
Japón terminó retirando sus tropas de Corea, para luego invadir definitivamente la Península a partir de 1905, tras derrotar militarmente a su rival en la zona: Rusia. Comienza entonces un brutal periodo de 40 años de régimen colonial.
El régimen colonial japonés es uno de los ejemplos más salvajes de la destrucción imperialista de una nación.
Japón negó la identidad nacional coreana, mediante la destrucción de cualquier resto histórico que sirviese para la construcción de una identidad nacional propia. Esto significó la destrucción de templos coreanos, de las tumbas de los reyes coreanos más importantes,… etc
La lengua coreana fue marginada de la vida pública y de la enseñanza y se iniciaron políticas de “renovación del apellido” (forzar a la población coreana a niponizar su apellido) y de cambio de los nombres de las ciudades coreanas.
Toda Corea fue puesta al servicio del Imperio Japonés, tranformando las estructuras económicas para hacerla dependiente. Más del 90% del intercambio comercial coreano se daba con Japón. Además, millones de coreanos fueron llevados en condiciones más o menos forzosas a trabajar a Japón en los trabajos más duros, mientras toda la Península Coreana se transformaba en una gigantesca fábrica de armas para la invasión japonesa de China.
Los coreanos no sólo fabricaban las balas con las que sus invasores ejecutaban a los revolucionarios y patriotas, sino que también fueron forzados a servir en el Ejército Japonés. Las mujeres coreanas también fueron forzadas a servir en el Ejército Imperial, pero no como soldados, sino como prostitutas y esclavas sexuales. Se calcula que en 40 años de régimen colonial, cerca de 200’000 mujeres coreanas pasaron por los cuarteles japoneses.
La esperanza de vida en Corea era de 38’4 años y la mortalidad infantil del 204‰. El analfabetismo era generalizado y sólo el 4’6% de los niños en edad escolar estaban matriculados. El acceso a la secundaria seguía criterios clasistas, mientras que los coreanos tenían vetada la Educación superior. En 1945, sólo 9 personas en toda Corea tenían un título universitario.
Ante esta situación, existía una oposición activa, pero fragmentada. El imperialismo japonés hizo maniobras políticas muy cuidadas a la hora de invadir Corea. La vieja élite coreana ‑la nobleza, los la monarquía y los terratenientes- no plantaron batalla a los japoneses; los dos primeros, creyendo que sus privilegios se mantendían bajo el nuevo régimen (Japón no eliminó automáticamente las instituciones coreanas, sino que ganó tiempo con negociaciones farsa mientras sus tropas tomaban el control de la Península y desarmaban al Ejército Coreano). Para cuando Japón abolió la monarquía coreana, ya no existían las tradicionales bases de su poder, lo que impidió que ejerciera ningún tipo de resistencia.
Los terratenientes, por su parte, siguieron ejerciendo un gran poder sobre el agro coreano, aunque las mejores tierras fueron expropiadas por latifundistas y oficiales del ejército japonés.
Con las viejas élites fuera de juego, la oposición se dividía en tres polos:
- El nacionalismo, generalmente ligado a antiguos militares del Ejército Coreano. Su poder fue debilitándose con el paso del tiempo, ante la falta de una base social sobre la que apoyarse.
- La oposición burguesa, representada por un Gobierno coreano en el exilio de Shanghai y figuras como Sygmun Rhee, coreano afincado en California. Ambas tendencias representaban una oposición que buscaba la presión internacional y la sumisión a grandes potencias, ya fuera el propio Japón (un estatuto de autonomía) o los Estados Unidos. No tenían presencia dentro de Corea.
- La oposición comunista y sus aliados, la única fuerza con presencia real dentro de Corea. La guerrilla encabezada por Kim Il Sung era la vanguardia de las fuerzas comunistas dentro de Corea, tras la desaparición en 1928 del PCC.
La derrota definitiva de Japón se dio en agosto de 1945. Hasta el paralelo 38, la guerrilla y las tropas soviéticas ocuparon las principales ciudades. Cuando los guerrilleros y los soviéticos se desplegaron sobre el territorio liberado, se encontraron con que el propio pueblo coreano ya estaba creando un nuevo órgano de poder: el comité popular. Los guerrilleros vieron el potencial de este nuevo tipo de organización popular y comenzaron a extenderlo por todas las ciudades y villas.
Las tropas soviéticas se detuvieron en el paralelo 38, debido al acuerdo al que habían llegado con Estados Unidos para desarmar al ejército japonés. Sin embargo, para ese entonces, el ejército norteamericano estaba aún lejos de Corea y sólo llegaron tres semanas después de la liberación de Corea.
En teoría, la presencia de ambos ejércitos (norteamericano y soviético) sólo tenía un sentido: liberar Corea, crear las condiciones para que los coreanos pudiesen regirse a sí mismos ‑a través de una democratización y de elecciones generales para todo el país- y retirarse.
Sin embargo, Estados Unidos llegó a Corea cuando su presencia era ya irrelevante para la liberación del país y su propósito nunca fue la democratización. Cuando los norteamericanos llegaron, Corea del Sur era un hervidero social, donde los comités populares se habían extendido de forma autónoma y controlaban la situación. Estados Unidos reprimió los comités y devolvió a sus puestos a los antiguos gendarmes del régimen colonial. Una nueva dictadura había nacido, en la mitad de un país que quería ser independiente y permanecer unido.
Mientras las Unión Soviética retiraba sus últimas tropas de Corea en 1948, Estados Unidos aún sigue manteniéndolas a día de hoy. Corea del Sur se mantiene aún hoy como un régimen sin legitimidad histórica y producto de la ingeniería política imperialista en Asia Oriental.
Por lo tanto, la Revolución en Corea ‑que nació como lucha independentista- es un proceso inconcluso: la mitad del país aún está ocupada por el imperialismo; el socialismo sólo se construye desde 1948 en una parte del territorio.
No debemos entender el origen de la división de Corea como resultado de la existencia de dos proyectos políticos diferentes, cada uno apoyado por una parte del pueblo. Corea quedó dividida porque una parte de la misma fue ocupada contra su voluntad por Estados Unidos, abortando en el sur el proceso de liberación antiimperialista orientado hacia el socialismo que se daba en todo el país.
La propuesta del norte
Desde 1945, la situación de Corea se volvió bastante peculiar. Un país con casi 5000 años de historia común, que de repente se ve artificialmente dividido en dos zonas con sistemas político-económicos antagónicos.
Desde una perspectiva revolucionaria, las tareas en la parte norte ‑donde el pueblo coreano había alcanzado la liberación- era una revolución democrática que se orientase hacia el socialismo, mientras que la lucha en la parte sur continuaban siendo las de la liberación nacional.
Es decir, desde una perspectiva de clases, la revolución en Corea del Norte ‑al tener un carácter socialista- tenía como sujetos fundamentales a la clase obrera, el campesinado pobre (la inmensa mayoría), los intelectuales y algunos sectores populares y de la pequeña burguesía. En Corea del Sur, en cambio, algunos sectores de la burguesía podían tomar parte de la lucha, ya que no se busca como tarea prioritaria la construcción socialista, sina la liberación nacional.
En este sentido, la dirección revolucionaria encabezada por Kim Il Sung intentó desde un inicio una alianza antiimperialista en toda Corea, entre las fuerzas revolucionarias del norte y las fuerzas patrióticas del sur.
En 1948, se convocó en Pyongyang la Conferencia Conjunta de los Representantes de los Partidos Políticos y las Organizaciones Sociales de Corea del Norte y el Sur. A ella, acudieron todas las fuerzas políticas que no estaban comprometidas con Estados Unidos. Esto implicó a todos los partidos y organizaciones sociales de Corea del Norte y a la mayoría de fuerzas políticas de Corea del Sur, incluyendo a personajes como Kim Gu, antiguo líder del “Gobierno de Shanghai” y férreo anticomunista. A su regreso a Corea del Sur, Kim Gu fue asesinado.
La guerra de Corea debe entroncarse en este contexto: la lucha entre dos proyectos antagónicos; el de una Corea libre y unificada y el de extender a toda Corea la sumisión al imperialismo norteamericano. La guerra puso de manifiesto la voluntad del pueblo coreano de luchar hasta el final por su independencia y el socialismo y sólo el envío masivo de tropas norteamericanas pudo mantener el régimen neocolonial en el sur, en clara descomposición y sin apoyo popular.
Sin embargo, la guerra también radicalizó las posturas y conllevó una represión brutal, que anuló a las fuerzas revolucionarias en Corea del Sur.
No fue hasta 1972 cuando hubo una primera tentativa de negociación entre los “gobiernos” de Corea del Norte y del Sur. Kim Il Sung, como líder de la delegación norcoreana, propuso tres principios para la reunificación de Corea. Son los siguientes:
a) Corea debe reunificarse de manera independiente, sin depender de fuerzas extranjeras ni tolerar sus intervenciones. Traducido al contexto de la Guerra Fría, ni Estados Unidos, ni China, ni la Unión Soviética debían determinar la construcción nacional de Corea, que sólo debía ser fruto de la elección de su pueblo. Tanto China como la Unión Soviética, habían ayudado en momentos puntuales a la RPD de Corea, pero su gobierno revolucionario siempre fue muy celoso de su propia independencia y no permitió que las tropas extranjeras permaneciesen en Corea. Por lo tanto, era Corea del Sur la que debía deshacerse de la presencia estadounidense para llevar a cabo el proceso de reunificación.
b) Promover la gran unidad nacional por encima de las diferencias de ideología, ideales y régimen. Este punto hay que entenderlo como una forma de llegar a la confianza mutua, contraponer la propaganda surcoreana (“agresión del norte para teñir de rojo a toda Corea”) y buscar alianzas en clave antiimperialista con fuerzas no socialistas.
c) Reunificación por vía pacífica, sin emplear las fuerzas armadas.
Estas conversaciones no llegaron a acuerdos, debido a la naturaleza del régimen surcoreano, dependiente de Estados Unidos y de grandes monopolios.
Con la contrarrevolución en el campo socialista, hubo un nuevo intento de Corea del Norte de llegar a puntos de entendimiento con las autoridades de Corea del Sur, pretendiendo llegar a acuerdos que permitiesen el contacto directo entre el pueblo del Norte y del Sur, lo que contribuiría a dar una base firme a la reunificación.
Kim Il Sung esbozó diez puntos:
- Fundar un Estado unificado independiente, pacífico y neutral mediante la gran unidad pannacional. La estructura de este estado sería confederal con igual participación de los dos gobiernos regionales del Norte y el Sur, y un Estado neutral, independiente, pacífico y no alineado, que no se incline hacia ninguna potencia.
- Lograr la unidad basada en el patriotismo y el espíritu de independencia nacional. Es decir, al margen de planteamientos particularistas
- Coexistencia, coprosperidad e intereses comunes.
- Fin a toda pugna política que fomente la división y el enfrentamiento entre los compatriotas.
- Confianza mutua, fin del miedo a la agresión mutua y fin de la perspectiva de “victoria sobre el comunismo” o “comunistización”.
- Democracia.
- Reconocer las propiedades estatales, cooperativistas y privadas y proteger el capital y los bienes individuales y colectivos, y las concesiones comunes con el capital extranjero.
- Comprensión y confianza mutua mediante contactos, viajes y diálogos entre los agentes sociales de ambos lados.
- Solidaridad y mayor unidad entre la población del Norte, el Sur y ultramar para lograr la reunificación.
- Reconocimiento especial a aquellos que aporten a la lucha por la gran unidad nacional y la reunificación de la Patria.
Todos estos puntos se deben entender dentro de una perspectiva dialéctica. Es decir, en ningún caso puede entenderse que el objetivo final de los revolucionarios coreanos no sea el socialismo y la independencia nacional. Sin embargo, hay que entender dos claves políticas:
- Corea del Sur está ‑aún hoy- sometida a uno de los mayores despliegues imperialistas de la era moderna y es necesario superar esa fase mediante la lucha y la movilización de todo el pueblo de Corea del Sur. Los 10 puntos de Kim Il Sung son una plataforma de mínimos hacia la unidad, que plantea como objetivo la liberación nacional, pero quitando de en medio el mayor obstáculo que a determinados sectores de Corea del Sur les hacen optar por Estados Unidos antes que por sus compatriotas del norte: el socialismo. La liberación nacional es una tarea que incluye a más fuerzas que la construcción del socialismo aunque, de forma natural, pueda desembocar en el socialismo.
- La revolución en Corea se hizo en nombre del socialismo, pero también de la independencia. Para los coreanos, la independencia nacional es casi tan importante como la construcción del socialismo. No debemos perder de vista este aspecto a la hora de analizar la Revolución coreana.
La declaración conjunta y los acuerdos
La línea de acercamiento del gobierno norcoreano no pudo materializarse en acuerdos concretos hasta que hubo el primer gobierno social-demócrata de la historia Corea del Sur que no fue abortado por un golpe militar, encabezado por Kim Dae Jung, antiguo preso político.
El 15 de junio del año 2000, se firmó la histórica declaración entre Norte y Sur, que contiene los siguientes acuerdos:
- El norte y el sur acuerdan resolver la cuestión de la reunificación nacional de forma independiente, basándola en los esfuerzos unidos de la nación coreana.
- El norte y el sur, reconocen que hay puntos en común entre la propuesta de federación como punto de partida (propuesta por el norte) y la propuesta de confederación (impulsada por el sur), y acuerdan trabajar sobre estos puntos comunes en el futuro.
- El norte y el sur acuerdan comenzar a resolver los asuntos humanitarios antes del día 15 de agosto del año 2000, incluyendo el intercambio de grupos de familiares separados y el asunto de los presos políticos de larga duración.
- El norte y el sur acuerdan promover el desarrollo equilibrado de la economía nacional, a través de la cooperación económica y activando los intercambios y la ayuda mutua en todos los ámbitos: sociales, culturales, deportivos, sanitarios, medioambientales y otros.
- El norte y el sur acuerdan mantener diálogos entre las autoridades de ambas partes para intentar poner en marcha los puntos señalados en el futuro próximo.
Todo esto sirvió para poner en marcha numerosos encuentros entre organizaciones populares de norte y sur, así como abrir zonas de cooperación económica, como el la zona turística del monte Kumgang o el complejo industrial de Kaesong.
Lee Myong Bak y el caso del Cheonan
La llegada al poder de Lee Myong Bak ha supuesto un retroceso histórico en cuanto al proceso de reunificación nacional abierto el 15 de junio de 2000.
Lee Myong Bak es uno de los máximos jefes del monopolio Hyundai y fue alcalde de Seúl. Su mandato fue conflictivo y fue investigado en dos ocasiones por la justicia por numerosas irregularidades inmobiliarias y de legalidad en los procesos electivos.
Llegó al poder por el desgaste económico del gobierno social-demócrata e incluyó en su programa electoral propuestas de gran impacto medioambiental y especulativo, como el Gran Canal Coreano (la propuesta de unificar todos los ríos navegables de Corea del Sur por una red de canales). Este tipo de propuestas fueron deshechadas una vez ascendió a la presidencia.
Sin embargo, la política de Lee Myong Bak estuvo en todo momento centrada en la confrontación contra la RPD de Corea. Recuperó gran parte de la práxis política de la época fascista de Corea del Sur, como las acusaciones a los sectores progresistas de estar organizados por “fuerzas en las sombras” (es decir, por Corea del Norte), la persecución de los comunistas y sus aliados y la definición del Norte como el principal enemigo de Seúl.
Ha reforzado la sumisión de Corea del Sur hacia Estados Unidos. Lee Myong Bak fue el primer presidente tras los acuerdos del 15 de junio en no celebrar la perspectiva de la reunificación en el aniversario, optando por viajar a Estados Unidos en esa fecha.
Ha roto acuerdos logrados por el gobierno socialdemócrata como el que permitía a Corea del Sur recuperar el control sobre su ejército en tiempos de paz, control que ahora recae sobre el Estado Mayor yanki.
También levantó la prohibición de importar carne de vaca norteamericana, prohibición que se había realizado ante las sospechas de que podía contener la enfermedad de las vacas locas. Todo esto provocó manifestaciones masivas que fueron duramente reprimidas.
El actual problema en torno al Cheonan deben entenderse en la dinámica de confrontación del gobierno del Gran Partido Nacional. Es una fabricación dirigida a legitimar toda la política agresiva anterior y justificar la nueva. De hecho, los desencuentros han sido constantes desde que Lee Myong Bak asumió el poder, mucho antes del hundimiento del Cheonan. Pero la actual crisis ha servido para terminar con todo tipo de comercio entre las dos Coreas (por ejemplo, se rompió unilateralmente las importaciones de arena desde Corea del Norte), las inversiones en zonas conjuntas (aunque aún hay 120 empresas en la zona mixta de Kaesong), se han congelado los fondos norcoreanos en el Sur, Corea del Sur está presionando para que cese todo tipo de acuerdo que incluya ayudas hacia Pyongyang, al tiempo que pide a China que prohíba el turismo chino en una de las zonas más bellas de Corea del Norte: el monte Kumgang, y ‑finalmente- se van a intentar forzar nuevas sanciones desde Naciones Unidas.
No es necesario comentar más sobre este asunto, que ha sido duficientemente tratado en otros artículos.
Conclusión
Si tomamos un mapamundi, vemos que Corea es una nación lejana. Sin embargo, la distancia psicológica a la que estamos de ellos es aún más grande, debido a la constante agresión mediática del imperialismo.
Ante ella, los comunistas del Estado Español debemos mostrar nuestra más férrea solidaridad internacionalista y apoyar a los revolucionarios coreanos en su lucha por el socialismo y la liberación nacional.
El 15 de junio del año 2000 se abrió un proceso dirigido hacia la reunificación, que la oligarquía surcoreana y el imperialismo norteamericano ‑a través de su títere, Lee Myong Bak- decidió abortar de forma abrupta a partir de 2007.
En cualquier caso, se han abiertos las primeras brechas y han saltado contradicciones dentro del bloque dominante en Corea del Sur. No sólo eso, un numero creciente de empresas surcoreanas han visto el potencial de la cooperación con Corea del Norte, en lugar de la confrontación, con lo que se ponen en total contradicción con la política del Gran Partido Nacional. Estas contradicciones pueden ser mayores en el futuro, de la mano de la caída de la popularidad de Lee Myong Bak desde el mismo año 2007 en que asumió la Presidencia.
Estas contradicciones, unidas a las protestas masivas que produjeron las concesiones a Estados Unidos en Corea del Sur, pueden derivar en el futuro a la alianza antiimperialista de toda la nación que Corea del Norte ha teorizado desde 1948.
Desde el Estado Español solo nos queda enviar todo nuestro apoyo y solidaridad con el pueblo coreano.
–
Juan Nogueira López
Secretario de Comunicaciones
Asociación de Amistad con Corea en el Estado Español