Los lími­tes del regio­na­lis­mo en el Esta­do espa­ñol y la nece­si­dad de un cam­bio estruc­tu­ral – Gara

Resul­ta cuan­do menos para­dó­ji­co que en un momen­to en el que el Esta­do espa­ñol apa­re­ce ante el mun­do como lo que real­men­te es, una monar­quía bana­ne­ra al bor­de de la ban­ca­rro­ta, un polí­ti­co cata­lán se sitúe como el héroe capaz de ele­var el lis­tón polí­ti­co del Con­gre­so de los dipu­tados en Madrid. Así ha valo­ra­do el esta­blish­ment espa­ñol a Josep Anto­ni Duran i Llei­da por el abra­zo del oso dado a José Luis Rodrí­guez Zapa­te­ro, al per­mi­tir con su abs­ten­ción que se apro­ba­se el decre­to que esta­ble­ce las medi­das impul­sa­das por el FMI pero pidién­do­le a su vez «elec­cio­nes anti­ci­pa­das» y advir­tién­do­le de que no apo­ya­rán los pró­xi­mos pre­su­pues­tos, lo que sitúa al Gobierno del PSOE en una situa­ción de extre­ma debi­li­dad. Nadie pue­de negar que Duran i Llei­da es un polí­ti­co lúci­do y cohe­ren­te, pero no deja de ser cho­can­te que esa luci­dez la demues­tre sobre todo en el cálcu­lo elec­to­ral y que su cohe­ren­cia se mues­tre en toda su ple­ni­tud cuan­do se rige por el prin­ci­pio de razón de esta­do ‑del Esta­do espa­ñol, cla­ro está-. Más aún si tene­mos en cuen­ta que el Tri­bu­nal Cons­ti­tu­cio­nal espa­ñol tie­ne en estos momen­tos secues­tra­da no ya la volun­tad mayo­ri­ta­ria de los cata­la­nes, expre­sa­da a tra­vés de su Par­la­men­to al apro­bar el nue­vo Esta­tut y refren­da­da en las urnas, sino el recor­te de ésta acor­da­do pre­ci­sa­men­te por el líder de CiU, Artur Mas, y el pro­pio Rodrí­guez Zapa­te­ro. La juga­da resul­ta más sor­pren­den­te aún si se tie­ne en cuen­ta que el bene­fi­cia­rio indi­rec­to de la mis­ma podría ser el Par­ti­do Popu­lar, el mis­mo que inter­pu­so el recur­so que ha dila­pi­da­do defi­ni­ti­va­men­te el Esta­tut. Cla­ro que, den­tro del cálcu­lo polí­ti­co hecho por CiU entra la posi­bi­li­dad de recu­pe­rar la Gene­ra­li­tat de la mano del PP. En todo caso, tal y como se ha seña­la­do, Duran i Llei­da tie­ne la vir­tud de haber sido siem­pre cla­ro en su defen­sa de una Cata­lun­ya inte­gra­da en Espa­ña, en sus con­vic­cio­nes demo­cris­tia­nas y en su ideo­lo­gía neo­li­be­ral. Lo cual no qui­ta para que esa cohe­ren­cia entre en con­tra­dic­ción con un cada vez más amplio sen­tir den­tro del pue­blo cata­lán que ve a Espa­ña como una rémo­ra y que apues­ta por sol­tar ata­du­ras en vez de sol­dar­las. Un pos­tu­ra que, lógi­ca­men­te, está cre­cien­do aún más a raíz de la crisis.

Los regio­na­lis­tas vas­cos tam­bién juegan

En todo caso, qui­zá lo que real­men­te resul­te más extra­ño del deba­te par­la­men­ta­rio del jue­ves en Madrid, al menos des­de la pers­pec­ti­va vas­ca, sea que el paque­te de medi­das de ajus­te haya sali­do ade­lan­te gra­cias a la abs­ten­ción de Car­los Sal­va­dor, el repre­sen­tan­te de UPN. Nadie pen­só que el «agos­ta­zo», la manio­bra con la que José Blan­co obli­gó a su dele­ga­ción nava­rra a pac­tar con UPN en vez de con NaBai, fue­se a tener tal efec­to per­ver­so. Está por ver cómo ges­tio­na UPN este giro delan­te de sus bases y como actúa al res­pec­to el PP.

Lo que no pue­de sor­pren­der tan­to es el voto nega­ti­vo del PNV. Sobre todo por­que la apro­ba­ción del decre­to no depen­día de su voto. Dada la debi­li­dad del PSOE en el Gobierno, hace ya unos meses que los jel­ki­des están toman­do posi­ción de cara a posi­bles nego­cia­cio­nes. Nego­cia­cio­nes que, por otra par­te, no tie­nen nada de nue­vo, pues­to que de hecho este mis­mo año PSOE y PNV ya lle­ga­ron a un acuer­do para garan­ti­zar­se mutua­men­te la esta­bi­li­dad pre­su­pues­ta­ria en las ins­ti­tu­cio­nes en la que gobier­nan. Y, dada la nega­ti­va de CiU, es pre­vi­si­ble que ya hayan comen­za­do los con­tac­tos para los pró­xi­mos pre­su­pues­tos. En esa línea de fijar una posi­ción nego­cia­do­ra ante el PSOE se pue­den enten­der tam­bién las recien­tes pala­bras de Josu Erko­re­ka, por­ta­voz del PNV en Madrid, indi­can­do que no esta­rían cerra­dos a pac­tos con el PP.

Maña­na mis­mo podría dar­se otro ejem­plo de esta estra­te­gia si, defi­ni­ti­va­men­te, el PNV lle­ga a un acuer­do sobre el plan para la «des­le­gi­ti­ma­ción de la vio­len­cia de ETA» en las aulas. Lo difí­cil, vis­ta la dis­tan­cia en las posi­cio­nes que mues­tran los borra­do­res de unos y otros, será legi­ti­mar una deci­sión así ante las bases jel­tza­les que, hoy mis­mo, asis­ti­rán al Ibi­lal­dia en Bermeo.

Fal­ta de cul­tu­ra demo­crá­ti­ca y subdesarrollo

El pro­ble­ma polí­ti­co del Esta­do espa­ñol no es la baja cali­dad de su cla­se polí­ti­ca, que tam­bién, sino su esca­sa cul­tu­ra demo­crá­ti­ca, algo que impreg­na sus ins­ti­tu­cio­nes y nor­mas. Asi­mis­mo, el pro­ble­ma socio­eco­nó­mi­co del Esta­do espa­ñol no se solu­cio­na con unas medi­das dic­ta­das por los mis­mos que le han empu­ja­do a esta situa­ción, sino a tra­vés de un cam­bio pro­fun­do en todos los ámbi­tos de la eco­no­mía, lo cual impli­ca gene­rar más rique­za, de otra mane­ra y repar­tir­la de un modo radi­cal­men­te dis­tin­to al actual. Es decir, el cam­bio debe ser estruc­tu­ral en lo políl­ti­co y en lo eco­nó­mi­co o no se dará. No es fácil en nin­gún caso, pero en los pará­me­tros actua­les resul­ta prác­ti­ca­men­te imposible.

Des­de la pers­pec­ti­va nacio­nal vas­ca y cata­la­na, la solu­ción no es un regio­na­lis­mo que apun­ta­le estas taras polí­ti­cas y socia­les, sino un plan­tea­mien­to que ver­te­bre una alter­na­ti­va que gene­re ilu­sión en el pue­blo y con­di­cio­nes obje­ti­vas para desa­rro­llar­se. La inde­pen­den­cia es una opción legí­ti­ma y debe ser rea­li­za­ble. Por dife­ren­tes cami­nos y a dife­ren­tes rit­mos, Eus­kal Herria y Cata­lun­ya reco­rren esa senda.

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