La puta cri­sis – Jon Odriozola

La rece­ta que no falla es car­gar las con­se­cuen­cias de la cri­sis a espal­das de los tra­ba­ja­do­res (así gobier­na cual­quie­ra, diría tam­bién mi aita). O pro­vo­car gue­rras como se hizo con la I y II Gue­rra Mun­dia­les, por­que no fue el «New Deal» o el «Plan Dawes» quien ali­vió el «crack» del 29, sino la gue­rra interimperialista

Se habla impú­di­ca­men­te del «res­ca­te» de Gre­cia por par­te de la Unión Euro­pea y el vam­pi­res­co FMI como si de un enfer­mo dia­bé­ti­co se tra­ta­ra inyec­tán­do­le 150.000 millo­nes de euros de insu­li­na. Al prés­ta­mo usu­ra­rio le lla­man «dona­ción» que paga­rán los de siem­pre, o sea, «juan­tra­ba­ja», que diría mi padre.

Los eco­no­mis­tas bur­gue­ses hacen mala­ba­ris­mos men­ta­les bus­can­do las «cau­sas» de la cri­sis. Aho­ra han des­cu­bier­to que hay un capi­ta­lis­mo finan­cie­ro «malo», pro­ta­go­ni­za­do por cua­tro desa­pren­si­vos, y un capi­ta­lis­mo pro­duc­ti­vo «bueno». En los años 70 se habla­ba de «capi­ta­lis­mo popu­lar», es decir, una épo­ca en que se subie­ron los sala­rios para que los explo­ta­dos pudie­sen com­prar y absor­ber el mer­ca­do de «línea blan­ca»: neve­ras, lava­pla­tos, seca­do­ras, tele­vi­so­res, etcé­te­ra. Se pro­du­cían mer­can­cías que se com­pra­ban y se fomen­ta­ba, ideo­ló­gi­ca­men­te eso que socio­ló­gi­ca­men­te le lla­man «cla­ses medias» como mue­lle de la «paz social». Eran bue­nos tiem­pos para la líri­ca fran­quis­ta, esa que para Mayor Ore­ja –y otros con cara cone­jo– se vivió «con pla­ci­dez». Es aho­ra, con la «demo­cra­cia», que vie­nen los problemas.

Pero ocu­rre que es el capi­ta­lis­mo, la oli­gar­quía, el que opta, según con­ven­ga por impe­ra­ti­vos de la lucha de cla­ses, por poner­se smo­king o buzo. Pero acá nun­ca hubo demo­cra­cia. Ocu­rre, tam­bién, que el capi­ta­lis­mo, en su fase impe­ria­lis­ta, no sabe sobre­vi­vir si no es pro­vo­can­do gue­rras y matan­zas bajo, esto sí, el dis­fraz del soco­rri­do esta­do de dere­cho. ¿El mis­mo perro con dis­tin­to collar? Sí, y tam­bién el mis­mo mas­tín con dos caras como un Jano bifronte.

Es posi­ble que la cri­sis ten­ga «cau­sas», pero lo cier­to es que el capi­ta­lis­mo es la cri­sis per­ma­nen­te y estruc­tu­ral. Ya no hay cri­sis «cícli­cas» por­que los ciclos eco­nó­mi­cos per­te­ne­cen al siglo XIX. Aca­so poda­mos hablar de mani­fes­ta­cio­nes y deto­nan­tes de la cri­sis que se pin­tan como un cas­ti­go divino –como las cri­sis de sub­sis­ten­cia medie­va­les y las malas cose­chas se acha­ca­ban al mal tiem­po y toda­vía el cam­pe­sino mira al cie­lo a ver qué nubes hay– o como un des­per­fec­to del sis­te­ma del sis­te­ma corre­gi­ble con inputs y outputs.

Pero la rece­ta que no falla es car­gar las con­se­cuen­cias de la cri­sis a espal­das de los tra­ba­ja­do­res (así gobier­na cual­quie­ra, diría tam­bién mi aita). O pro­vo­car gue­rras como se hizo con la I y II Gue­rra Mun­dia­les, por­que no fue el New Deal o el Plan Dawes quien ali­vió el crack del 29, sino la gue­rra inter­im­pe­ria­lis­ta. El «auge» eco­nó­mi­co de pos­gue­rra cos­tó 50 millo­nes de vidas (que me hablen a mí del «dere­cho a la vida» los hipó­cri­tas) y sólo por 30 años de pros­pe­ri­dad. Los «mods» de los 60 eran hijos de obre­ros, por eso iban en Vespa.
 

Aca­bo dicien­do que con­vie­ne des­ha­cer el malen­ten­di­do de con­tra­po­ner el capi­tal ban­ca­rio espe­cu­la­ti­vo, supues­ta cau­sa del desas­tre, al capi­tal indus­trial, la eco­no­mía «real» per­ju­di­ca­da por el ante­rior, no. Bajo el impe­ria­lis­mo no hay más que un úni­co capi­tal finan­cie­ro que es la uni­dad del ban­ca­rio más el indus­trial. Y no olvi­dar que a la cri­sis eco­nó­mi­ca le acom­pa­ña, como su som­bra, la cri­sis política.

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